JUAN CARLOS MORALES MANZUR
Miembro de Número de la
Academia de Historia del Estado Zulia
entre el
y la
MITO
REALIDAD
Ana María
Campos
Historia de una
Heroína:
JUAN CARLOS MORALES MANZUR
Colección Rafael María Baralt
Historiador. Doctorado
en Historia y Arte por
la Universidad de Granada,
Tesis de Grado CUM LAUDE.
Doctorado en Ciencia Potica
por la Universidad del Zulia.
Doctorado en Investigación por la
Universidad Rafael Belloso Chacín.
Máster en Derecho Nobiliario y
Premial, Genealogía y Heráldica
por la Universidad Nacional
de Educación a Distancia, España. Postdoctorado
en Ciencias Humanas, por la Universidad del Zulia.
Postdoctorado en Teoa de las Organizaciones, por
la Universidad Rafael Belloso Chácin. Máster en
Relaciones Internacionales y Diplomacia, por el Instituto
de Estudios Globales, España. Magister Scienciarum
en Administración de Empresas, por la Universidad
Rafael Urdaneta. Especialista en Gerencia de Industria y
Comercio, por la Universidad Rafael Urdaneta. Experto
en Gestión de la Paz y los Conictos, por la Universidad
de Granada, España. Licenciado en Ciencias Poticas y
Administrativas, por la Universidad Rafael Urdaneta,
Primer Lugar de su Promoción. Director del Acervo
Histórico del Estado Zulia (2000-2011). Editor de la
Revista ACERVO de Estudios Históricos y Documentales
(2000-2011). Profesor Visitante de las Universidades
de Salamanca, Alcalá de Henares y la Sociedad de
Estudios Internacionales (España). Profesor Invitado de
la Universidad de los Andes (Venezuela). Miembro de
Número y Vicepresidente de la Academia de Historia
del Estado Zulia. Miembro de Número del Instituto
Venezolano de Genealogía, y del Centro Zuliano de
Investigaciones Genealógicas. Miembro Correspondiente
de las Academias de Genealogía de Costa Rica, Uruguay,
Chile, Perú, Argentina, República Dominicana, Brasil, y
del Instituto Catalán de Genealogía. Profesor Eritus
de la Universidad del Zulia. Premio Andrés Bello, por
la Universidad del Zulia, y Premio Francisco Eugenio
Bustamante en dos oportunidades por la misma
Universidad.
Juan Carlos Morales Manzur
ANA MARÍA CAMPOS.
HISTORIA DE UNA HEROÍNA:
ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD
Colección Rafael María Baralt
Este libro es producto de investigación desarrollado por su autor. Fue
arbitrado bajo el sistema doble ciego por expertos en el área bajo la
supervisión del Fondo Editorial UNERMB de la Universidad Nacional
Experimental «Rafael María Baralt». Venezuela.
Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt” (UNERMB), 2019
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Entre el mito y la realidad
2019, Juan Carlos Morales Manzur
Primera Edición: enero de 2019
Hecho el depósito de ley
ISBN: 978-980-427-121-2
Depósito Legal: ZU2019000024
Fondo Editorial UNERMB
Coordinador: Jorge Vidovic
http://150.185.9.18/fondo_editorial/
Correo: fodndoeditorialunermb@gmail.com
Colección Rafael María Baralt
Coordinador: Jorge Vidovic López
Diseño de portada y texto: Miller Castilla
Edotor: Jorge Vidovic López
Imagen de portada: Ana María Campos
(Óleo sobre tela). Autor, Julio Árraga. 1919
Colección Rafael María Baralt
La colección Rafael María Baralt le rinde homenaje al historiador
y escritor político quién fuera sin lugar a dudas uno de los escritores del
siglo XIX más reconocido en Venezuela e Hispanoamérica; su producción
intelectual y los aportes en materia literaria los encontramos en el campo de
la historia, escritos costumbristas, poesía, escritos políticos a través de sus
artículos de prensa, en sus trabajos lológicos mediante los diccionarios
que escribió y nalmente; en su contribución como diplomático de
Venezuela, España y Republica Dominicana. Destacó como uno de los
grandes prosistas de la lengua castellana, hasta el punto de gurar como
el primer hispanoamericano en ocupar un sillón en la Real Academia de
la Lengua Española en el año de 1853.
En el sentido anterior; la intención con la colección es promover
las publicaciones en el área de las Ciencias Sociales, especialmente las
investigaciones que fortalecen los procesos de reconstrucción de la
ciencia histórica aunque, la colección, también permite la incorporación
de escritos sobre temas de geografía, arte y cultura que pueden ser
suministrados mediante la estructura de conferencias, ensayos, entrevistas,
textos de carácter histórico, jurídico, acuerdos, declaraciones; entre otros
relacionados con el área objeto de estudio de las Ciencias Sociales.
Dr. Jorge F. Vidovic
Coordinador de la Colección
jorgevidovicl@gmail.com
6
Ana María Campos. Historia de una heroína:
ÍNDICE
Presentación............................................................................................... 9
Introducción.............................................................................................. 13
1.Ana María Campos: ¿producto de la
tradición oral?.......................................................................................... 16
2.La presencia de la mujer en la independencia
latinoamericana........................................................................................ 19
3.La mujer en la independencia de Venezuela.................................... 25
4.Contexto político en el cual se desarrollaba
Maracaibo en tiempos de Ana María Campos.................................... 26
5.Los relatos históricos sobre la vida y hechos
de la heroína Ana María Campos. Un análisis crítico....................... 36
Las Patricias vapuleadas: por Arístides Rojas...................................... 38
Ana María Campos: por Juan Antonio Lossada Piñeres..................... 41
Ana María Campos: por Juan Besson.................................................... 50
Referencias a Ana María Campos en apuntaciones
históricas del estado Zulia: por Pedro Guzmán.................................... 51
Ana María Campos: por Kurt Nagel von Jess........................................ 52
Mujeres de sol y fuego: por Julio Borges Rosales.................................. 60
El escarnio y martirio públicos de una heroína:
por Antonio Gómez Espinoza................................................................. 61
Ana María Campos: por Atenógenes Olivares, hijo............................. 64
Ana María Campos «asesino: o capitulas o mondas» (sin autor)........ 66
Ana María Campos. Interpretación histórica:
por Adolfo Romero Luengo..................................................................... 69
Ana María Campos. La heroína zuliana:
por Evaristo Fernández Ocando.............................................................. 74
Ana María Campos: valerosa y decidida por la libertad:
por Carmen Clemente Travieso.............................................................. 78
Ana María Campos: por Gustavo Ocando Yamarte............................ 84
Doña Ana María Campos: por Fernando Guerrero Matheus............ 85
7
entre el mito y la realidad
Homenaje a Ana María Campos en el bicentenario
de su nacimiento: por Iván Darío Parra................................................ 87
Mujeres altagracianas que, por su amor a la libertad,
sufrieron el martirio en aras del patriotismo: por
Christian Oldenburg................................................................................. 90
Ana María. La gran heroína: por Ramón Ávila Girón......................... 95
Ana María Campos: por Ana Belén García López............................... 98
Ana María Campos. Heroína zuliana: por Aurelio Beroes................. 100
Ana María Campos. Heroína zuliana: por Rafael Morillo Paz........... 102
Ana María Campos, heroína de la libertad:
por Ramón Rodríguez.............................................................................. 104
Ana María Campos: por José Romero Mudafar.................................... 114
Campos, Ana María: por Maa Elena Parra Pardi............................... 116
Nuestra américa contra el imperio español. Huellas de la
participación de la mujer: por Teresa Gamboa Cáceres....................... 117
6.El supuesto sepulcro de Ana María Campos.
¿Dónde fue enterrada la heroína?...................................................... 125
7.La pena de azotes............................................................................. 129
8.Los personajes del relato histórico:
Francisco Tomás Morales y Valentín Aguirre................................... 131
8.1. Francisco Tomás Morales, gobernador de la provincia
de Maracaibo.............................................................................................. 132
8.2. ¿Quién fue el verdugo Valentín Aguirre?........................................ 136
9.La casa de la familia Campos.............................................................. 142
10.¿Fue la conducta de Ana María Campos
trasgresora para la época?....................................................................... 145
11.El cristo de Juana Lossada ................................................................. 148
12.Una reliquia relacionada con Ana María Campos
en el museo del estado............................................................................. 149
13.El «encuentro» de la supuesta partida eclesiástica
de defunción de Ana María Campos por el cronista
de Los Puertos de Altagracia Pedro Luís Padrón Padrón.
8
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Historia de una falaz incongruencia..................................................... 153
14.La «aclaratoria» que hace José Antonio de Campos, sobre
su prima Ana María Campos en el posta del comercio, del 12
de septiembre de 1888.............................................................................. 159
15.La verdadera Ana María Campos: hipótesis razonada................. 163
Las tres Ana María Campos..................................................................... 163
Ana María de Campos y Antúnez Pacheco........................................... 163
Ana María de Campos y Perozo de Cervantes: La verdadera
heroína histórica........................................................................................ 165
Ana María Campos y Cubillán de Fuentes: La Ana María
que nunca existió....................................................................................... 173
16.Genealogías de las familias Campos y Cubillán.
Algunos aspectos a considerar............................................................... 175
16.1. Genealogía de los Campos y Cubillán:
por Kurt Nagel von Jess............................................................................ 178
16.2. Genealogía de los Campos y Cubillán:
por Antonio Herrera-Vaillant.................................................................. 185
16.3. Genealogía de los Campos y Cubillán:
por Ramón Rodríguez .............................................................................. 189
La familia Antúnez y Pacheco................................................................. 191
Los Lossada y Antúnez Pacheco............................................................. 195
Los Campos en Los Puertos de Altagracia............................................ 195
Don Domingo José de Campos y Perozo de Cervantes...................... 197
Conclusiones............................................................................................. 200
Bibliografía................................................................................................ 206
9
entre el mito y la realidad
PRESENTACIÓN
La historia es una forma de literatura. No obstante hay narrativas
excelsas, como: Lanzas Coloradas (1931) de Arturo Uslar Pietri;
Memorias de Adriano (1951) de Marguerite Yourcenar o La Muerte
del Estratega (1985) de Álvaro Mutis, que sin proceder con el rigor del
relato historiográco que se exige, han demostrado ser más auténticas y
creíbles en eso de hacer hablar al pasado. No es el caso de los relatos de
una Historia Monumental (Friedrich Nietzsche) cercana a la leyenda o
el mito alrededor de los héroes y sus hazañas. De hecho en Venezuela el
mito precede a la historia y termina por confundirse con ella. El Mito de
El Dorado es un buen ejemplo de esto que decimos.
Todo el culto bolivariano ha convertido el periodo de la
Independencia (1810-1830) en un monopolio temático e historiográco
que nos hace olvidar que nuestra andadura en el tiempo como país es
un proceso mucho más amplio, complejo y diverso. Este tipo de historia
tradicional es básicamente ideología y propaganda en manos del Estado
y sus programas educativos llevados a la Escuela. Es por ello que la
enseñanza de la historia en nuestro medio es básicamente un estudio de
fantasmas desde una invención sin creatividad ni pertinencia donde la
memorización de fechas y hechos sin conexión con el presente espanta
a los escolares. Agreguemos la manía maniquea de reducir todo a una
disputa bélica entre buenos y malos como sí la violencia fuera un valor
positivo y estaremos en presencia de una anti Paideía griega.
Que un historiador con la trayectoria del Dr. Juan Carlos Morales
Manzur haya decidido desmiticar para avanzar en términos de una
historia con responsabilidad y criterios profesionales sólidos, lo ubica
entre quienes asumimos que toda perspectiva histórica es endeble pero
que merece ser elaborada desde la pluralidad de las distintas teorías y
enfoques metodológicos. Además, hay en éste estudio, un acto de valentía
ante la postura de un gremio auto-complaciente y renuente en hacer de la
crítica histórica el fundamento central de su trabajo.
El Dr. Juan Carlos Morales Manzur como experto genealogista
va tras los rastros del parentesco hurgando en la realidad de los apellidos
como conrmación de la existencia histórica de Ana María Campos,
la real y no la inventada. El trabajo del historiador es muy parecido al
10
Ana María Campos. Historia de una heroína:
del detective que anda tras las pistas de los posibles autores del crimen
misterioso. Por lo menos estos Dupin y Sherlock Holmes tratan con los
vivos. En el caso de Juan Carlos su investigación es más ardua porque
sus interrogatorios es con gente en el más allá. Y lo increíble es que fue
capaz de conseguir una respuesta a éste acertijo aportando una evidencia
forense a nivel documental: una prueba tangible. La verdadera Ana María
Campos pudo haber existido pero no tiene nada que ver con la que se
inventaron algunos avispados zulianos solícitos de publicidad o por
acendrado patriotismo. Muchas veces hay cronistas que buscan la fama
emparentándose con los héroes reales o imaginarios. Y creo que es el caso
de Lossada Piñeres quién fue el primero en iniciar ésta cadena repicada
con entusiasmo hasta el mismo presente.
La historia oral tiene sus propias dinámicas y artes. No le quitamos
valor. Y creemos que toda la historia mitológica alrededor de la “heroína
Ana María Campos bebe en sus muy profundas raíces. El mito creado
en torno a Ana María Campos asumo que obedece a la orfandad de la
Provincia de Maracaibo por no tener un santoral repleto de héroes ilustres
como partidarios de la Independencia consumada luego de Carabobo en
1821. Los zulianos perdieron en ese conicto, el de la Independencia,
porque sus autoridades desde el mismo año 1810 se asumieron en
cabeza de la contrarrevolución en Venezuela en alianza con los de Coro
y Guayana. De hecho, Francisco Miyares, Gobernador de Maracaibo, fue
designado como Capitán General de Venezuela luego de la destitución de
Vicente de Emparan el 19 de abril de 1810.
La nueva identidad fue elaborada por los caraqueños y sus aliados
luego de la victoria político/militar en contra de los realistas asumiendo
el Mito Bolívar a partir del año 1842. Maracaibo y sus nuevas autoridades
vivieron del complejo del colaboracionismo sin gloria. Es por ello que
estimulan a cuanto cronista o escritor para que sus relatos, casi todos
imaginarios, se conecten a la memoria ilustre de los vencedores. Francisco
Javier Pirela, Ana Maa Campos, Rafael Urdaneta y el Almirante Padilla
empiezan a cumplir esa misión desde la exageración y la deformación
de los hechos históricos del proceso de la Independencia. ¿Qué hubo
movimientos separatistas a favor de la Independencia en la región
zuliana? Seguramente, pero me atrevo a señalar que fueron colaterales o
apenas signicativos. El Zulia apenas tuvo “gesta libertaria de la patria.
A la “heroína” Ana Maa Campos le sucede algo parecido que
al “conspirador” Francisco Javier Pirela en la muy poco conocida y
11
entre el mito y la realidad
sospechosa “Conspiración de Maracaibo” del año 1799, que de acuerdo a
la historiografía al uso, representa el principal aporte revolucionario que
hizo la ciudad de Maracaibo durante el periodo de la Pre-Independencia
(1749-1808). Ni Ana María Campos ni Francisco Javier Pirela son esos
héroes inmaculados que se sacricaron por la lucha hacia la libertad
como nos han hecho creer. Sobre ellos, sobre su biografía escrita por
manos cautivas de un nacionalismo enfebrecido y ávido de respetabilidad,
prevalece la deformación de los hechos. Los “tiranos realistas, incluso ya
derrotados, sirvieron de estímulo para inventar a una Ana María Campos
ubicada en los Puertos de Altagracia (en realidad nació en Maracaibo
de acuerdo a las arduas pesquisas acometidas por el Dr. Juan Carlos
Morales Manzur) y asumiendo una conducta heroica en contra una idea
del despotismo exclusivamente hispánico como sí la actuación de los
caudillos y libertadores en nuestro siglo XIX republicano hubiese sido
diferente.
Ana María Campos, siguiendo la tradición de Venezuela Heroica
(1881) de Eduardo Blanco, es más mito que realidad. Y ha servido para
rellenar parcelas oscuras de sombras sobre un pasado reinventado que
cortó de tajo toda reminiscencia hispánica como valiosa, y que constituye,
la medula de la identidad cultural e histórica del venezolano actual.
¿Cómo es entonces posible que tantos cronistas, expertos,
estudiosos y hasta historiadores de carrera repitan al unísono el mismo
relato sobre Ana María Campos sin poner en duda su veracidad? Creo
que la respuesta está en el respeto excesivo, diría que fanático, a una
memoria venerada. El símbolo es más poderoso que la realidad. Y las
emociones están por encima de las razones. Hay que recordar que la
Historia de Venezuela es básicamente un mito militante en torno al fuego
sagrado de la patria y sus héroes. Y Ana María Campos forma parte de
esa liturgia en donde el Estado se asume en la Iglesia protectora de sus
santos y santas. Sólo que su elaboración es regionalista, y diríamos que
también, hasta folclórica.
Lo prudente ante éste caso es lo que ha realizado el Dr. Juan
Carlos Morales Manzur al intentar poner las cosas en su sitio y seguir la
recomendación que con muy buen sentido común le hizo un autor que
ha tratado los temas de la historia zuliana (Gustavo Ocando Yamarte) y
que él mismo se encarga de citar: “hacer una investigación seriamente
crítica sobre éste personaje. Además, esto tiene mucho mérito porque
casi nadie se atreve a ir en contra de la corriente o de la autoridad de
12
Ana María Campos. Historia de una heroína:
la mayoría. Es más fácil seguirle el juego a cosmogonías colectivas que
hacen de la mentira un instrumento de docilidad social.
Este trabajo del Dr. Juan Carlos Morales Manzur es una espléndida
oportunidad para estimular los imprescindibles debates en torno a una
historia zuliana que merece reescribirse desde posturas más equilibradas
en éste revoltoso tiempo que nos ha tocado en éste siglo XXI. Además, me
complace la calidad grande de éste nuevo trabajo de investigación de un
amigo cuya caballerosidad y generosidad es su carta de presentación.
Dr. Angel Rafael Lombardi Boscán
Premio Nacional de Historia de Venezuela
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
Maracaibo, febrero, 2019
13
entre el mito y la realidad
INTRODUCCIÓN
Es lamentable que muchas de las aseveraciones señaladas sobre
Ana María Campos se han repetido sin constatar su veracidad, sin hacer
un examen crítico de esas formulaciones y se han conformado lo que nos
atreveríamos a llamar una idea falsa de los hechos que rodean su vida y
sus acciones, algo que, sin embargo, forma parte de los contenidos de
muchos libros de historia regional.
Nos preguntamos: ¿Eso es historia? ¿Para qué sirven los héroes?
¿Dónde se apoyan todos esos señalamientos? ¿Puede inventarse la
historia? ¿Dónde quedó el rigor crítico de quienes han narrado la vida de
la heroína altagraciana que ni siquiera presentan una nota valorativa de ese
conjunto de textos? ¿Cuál es el aporte de dichos trabajos al conocimiento
de la historia zuliana? Sólo la crítica sistemática a este tipo de literatura y,
una reconstrucción de los hechos a partir de la revisión exhaustiva de las
fuentes documentales, regionales y nacionales, podrá darnos una visión
más ajustada de lo acontecido.
Hasta el momento, luego de la infructuosa búsqueda en el Acervo
Histórico del Zulia, en el Registro Principal de Maracaibo, en la Academia
de la Historia de Venezuela, en el Archivo General de la Nación, en la
Biblioteca Nacional, en los Archivos Eclesiásticos de Los Puertos de
Altagracia y Maracaibo, y luego de consultar la opinión de especialistas
en la materia, se pudo constatar la total inexistencia de fuentes primarias
sobre la vida de Ana María Campos, pero también sobre casi toda la
etapa colonial del Zulia. Asimismo, en la revisión de las colecciones
documentales bibliográcas existentes, principalmente el Compendio de
Documentación del Archivo General de las Indias de Sevilla (España),
reseñado por el Hno. Nectario María y en el seguimiento hecho a las
obras consultadas, se observa que ninguna señala fuentes primarias
documentales referentes a Ana María Campos.
En Los Puertos de Altagracia, los habitantes y hasta la misma
directora de la Casa Histórica de esa localidad, Lic. Inés Ubán de Guillén,
revelan que cuando se conforma el Estado soberano del Zulia en los años
1864-1869 (lo que conocemos como Gran Estado Falcón-Zulia), formado
14
Ana María Campos. Historia de una heroína:
por Táchira, Mérida, Trujillo y Zulia, se traslada mucha documentación
a Capatárida (Falcón) y, durante el traspaso, se extraviaron muchos
manuscritos que hoy servirían de sustento informativo a los investigadores
en la materia.
Se dice que, en el Registro Civil Subalterno de Altagracia, reposaban
libros de documentación primaria donde se hallaban documentos acerca
de la vida y obra de personajes de la época colonial de la Provincia de
Maracaibo, entre otros, la partida de nacimiento de Ana María Campos,
así como también su acta de defunción. Con respecto a esta información,
dudo mucho de su veracidad, toda vez que tales actas, necesariamente,
debían permanecer en los Archivos de la Iglesia Principal de esa Villa,
y en la revisión exhaustiva de los años correspondientes a esas fechas,
no aparece ningún documento sobre Ana María Campos. Ni siquiera
se la menciona actuando como madrina en bautizos de los hijos de
familiares u otras personas. Tampoco hay evidencia de que las páginas
correspondientes a esas supuestas fechas de nacimiento y defunción
hayan sido arrancadas o mutiladas por algún interesado.
Entre los datos primarios que quedaron impregnados en la mente
de quienes vivieron esa época y los transmitieron de generación en
generación, están, únicamente, la constatación de que Ana María Campos
nació el 2 de abril de 1796, en la Villa de Altagracia, y que murió por
inmersión en el Lago de Maracaibo, en 1828, a los 32 años de edad. ¿De
dónde surgen dichas fechas? ¿De dónde proviene la información sobre la
causa de su muerte?
Por otra parte, la bibliografía fundamental que trata la temática
sobre la vida de Ana María Campos, que se inscribe en el marco de la
historia tradicional, está imbuida de un profundo romanticismo. Los
autores consultados, en su mayoa, acuden al relato novelesco para
ilustrar escenas y diálogos cticios que no se fundamentan en ninguna
documentación precisa ni original. Al parecer, todos se nutren de una
misma fuente secundaria, la desaparecida revista El Zulia Ilustrado, esta
revista toma los datos de la semblanza sobre Ana María Campos que Juan
Antonio Lossada Piñeres elaboró en 1891, y, en ocasiones, se pueden
constatar en la redacción de uno y otro autor, narraciones completamente
iguales.
En este orden de ideas expuestas, el Prof. Germán Cardozo, en
su libro Historia Regional; siete ensayos sobre teoría y métodos, explica
la traba que representa para el desarrollo exitoso de una investigación
15
entre el mito y la realidad
con sentido crítico-analítico, la falta de documentación primaria en
los archivos regionales y nacionales, que oriente al investigador en la
búsqueda de los acontecimientos reales.
Al respecto señala Cardozo que «ello explica y, de momento,
justica el que se fundamenten estas consideraciones tan sólo en la
consulta de un reducido número de fuentes primarias del Archivo
General de Indias, transcendentes y reproducidas de algunas colecciones
documentales, en su mayoría informes y representaciones de “empleados
de la administración colonial.
Este estudio analítico, pretende arrojar luces sobre la verdad que
rodea el mito de Ana María Campos. ¿Existió Ana María Campos? ¿Es su
historia producto de la oralidad? ¿Qué elementos de su vida y vivencias
son ciertos? ¿Fue una fábula inventada por quienes deseaban exaltar el
protagonismo de las mujeres en los eventos que llevaron a Maracaibo
a proclamar su adhesión tardía a la causa patriótica? Estas y muchas
preguntas serán tratadas de responder a lo largo de este trabajo, que
constituye el primero que utiliza el análisis histórico crítico para develar
uno de los grandes misterios que rodea al procerato zuliano, sin ser el
único que se haya presentado en la historia regional.
16
Ana María Campos. Historia de una heroína:
1. ANA María CAMPOS: ¿PRODUCTO DE LA
TRADICIÓN ORAL?
Las fuentes orales se utilizan como complemento de la
historiografía, basada en fuentes escritas a la que aporta una
evidencia, un testimonio que sirve para conrmar, contrastar
o bien refutar hipótesis enunciadas a partir de las fuentes escritas.
El objetivo es avanzar en el conocimiento de la realidad pasada y, de
este modo, al igual que fuentes estadísticas, hemerotecas, archivos ociales,
entre otros, la historia oral participa en una visión interdisciplinar de la
historia que permite analizar el pasado desde diversos enfoques y puntos
de vista.
Pero una de las críticas más frecuentes que recibe la historia oral
es su escasa abilidad. A las fuentes orales se les han atribuido poca
credibilidad debido a las limitaciones propias de la memoria humana:
el paso del tiempo, la edad del informante o la propiedad selectiva de la
memoria que provoca que esta sufra omisiones inconscientes o que se
distorsionen ciertos recuerdos.
A nuestro parecer, la historia oral no queda invalidada por un dato
erróneo que, indudablemente, el historiador tiene la obligación de cotejar
con fuentes escritas, ya que los aspectos que más le interesan forman
parte del campo de las ideas y de las mentalidades sociales en relación
con acontecimientos históricos.
Es cierto que la memoria realiza siempre un proceso de selección de
los recuerdos archivados en la mente humana, esto se debe, principalmente,
al grado de conocimiento de un tema concreto sobre el que una persona
es cuestionada, como a la implicación y el nivel de interés que se tenga con
ese tema. Pero los recuerdos nos enseñan cómo diversas gentes pensaron,
vieron y construyeron su mundo y cómo expresaron su entendimiento
de la realidad. Un testimonio oral da cuenta de las expectativas de las
personas, sus emociones, sentimientos, deseos, etc., y de que la vida
de una persona es una puerta que se abre hacia la comprensión de la
sociedad en la que vive.
Otro aspecto por el que se pretende negar validez al uso de fuentes
orales es la falta de representatividad de una colectividad en un estudio
histórico. En su defensa se puede alegar que este es el mismo problema que
puede afectar a una fuente escrita, y que el criterio aleatorio por el que se
17
entre el mito y la realidad
elaboró un documento escrito, debido a un funcionario, un periodista o
un archivero, por ejemplo, conlleva también un proceso de selección por
parte del autor del testimonio escrito, pudiendo haber sufrido omisión o
distorsión, producto de la implicación personal, descuidos, ideología, etc.
Por lo anteriormente señalado:
«las fuentes orales deben ser tratadas de igual forma que las
fuentes escritas: debe admitirse la subjetividad implícita en
ellas, y por ello deben realizarse las acotaciones necesarias
para establecer su veracidad y vericarse de igual forma que
los documentos escritos, a partir de la consulta de todas las
fuentes de información al alcance de los historiadores: fuentes
hemerográcas y bibliográcas, documentos privados y datos
estadísticos».1
Otro de los debates a los que se ha enfrentado la historia oral es la
valoración de la veracidad de los datos obtenidos a través de este método de
investigación. Si la memoria no es totalmente able y no aporta información
segura para reconstruir elmente un acontecimiento histórico, ¿cuál es la
importancia de la historia oral? Su valor radica en que los testimonios orales
transmiten algo que no se encuentra en la documentación escrita: el contacto
directo y personal con un individuo o un grupo humano que recuerda
el pasado (su pasado) y aporta una dimensión humana a la Historia. Sin
embargo, hay que ser conscientes de que la evidencia oral revela más sobre
el signicado de los hechos que sobre los hechos mismos; esta muestra la
relación del individuo con su historia, revela lo que la gente hizo, lo que
deseaba hacer, lo que creyeron estar haciendo y lo que ahora creen que
hicieron. 2
La memoria de los informantes no es infalible y ella misma es
histórica, el presente matiza el pasado, la selección de los recuerdos existe
y generalmente ocultamos más o menos inconscientemente lo que altera
la imagen que nos hacemos de nosotros mismos y de nuestro grupo social.
Por ello, no hay fuentes orales «falsas». Las armaciones equivocadas
constituyen verdades psicológicamente ciertas.3
1 MARIEZKURRENA ITURMENDI, David. La historia oral como método de
investigación histórica. En revista: Gerónimo de Uztariz No. 21-22º, págs. 228-229.
2 Ibídem, pág. 230.
3 OVE. OTRAS VOCES EN EDUCACIÓN. ¿Qué se entiende por historia oral? La Paz,
Bolivia. 2016. Disponible en internet: http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/21579.
18
Ana María Campos. Historia de una heroína:
En la historia oral, el investigador cuenta con valiosas herramientas
para vericar la validez del testimonio recogido o para poder constatar
los aspectos en los que se presentan omisiones.
En algunos casos, y este es un aspecto que otorga un gran valor
a la historia oral, los testimonios que el historiador obtenga supondrán
una información privilegiada que únicamente de esta manera puede ser
rescatada para su posterior utilización e interpretación por parte de los
investigadores.
Los relatos orales nos introducen al conocimiento de la experiencia
individual y colectiva. Esta experiencia es un dato subjetivo, es decir, no
muestra verdades precisas o reconstrucciones veraces. La historia oral
es subjetiva porque es individualista, frágil y cambiante, debido a que se
apoya en la memoria, que está en constante revaloración. La historia oral
se interesa precisamente por la vida en donde se maniesta la experiencia
propiamente humana.4.
La historia oral admite como narradores a los individuos más diversos
y antagónicos de la escala social. Todos somos sujetos de la historia, nuestra
vida y experiencia se entreteje con la vida y experiencia de otras personas
y así se conforma la gran red de las sociedades en el tiempo. De ahí que
nuestro testimonio de lo vivido es valioso y merece ser recordado en la
reconstrucción del tiempo pasado. Es fundamental reconocer el valor de la
palabra como fuente de la historia.
La historia y epopeya de Ana María Campos, corresponde, sin duda,
a la historia oral. Como se verá más adelante, las versiones sobre su vida
y hechos atribuidos a esa heroína han sido producto de la historia que se
ha transmitido de generación en generación desde que estos ocurrieron.
Sin embargo, como señalábamos, es preciso cotejar la tradición oral con
las fuentes documentales, que estas arrojen luz sobre la veracidad de los
hechos; he aquí el gran problema que encontramos con Ana María Campos:
la total inexistencia de fuentes documentales primarias. Por ello es un reto
para un historiador dar fe de la existencia de tan famoso personaje y su
participación en tan conocidos hechos que le han dado un sitial preferente
en las gestas independentistas del Zulia y Venezuela.
Fecha de consulta: 18-2-2018.
4 RUÍZ ZAMORA, Carlos. Las Fuentes Históricas y cómo se dividen. En: Historia
peruana. 2015. Disponible en internet: http://carlosruizhistoria.blogspot.com/2015/04/
las-fuentes-historicas-y-como-se-dividen.html. Fecha de consulta: 16-9-2018
19
entre el mito y la realidad
2. LA PRESENCIA DE LA MUJER EN LA
INDEPENDENCIA LATINOAMERICANA
El movimiento de rebelión de las colonias hispanoamericanas,
precedido por la revolución haitiana de 1804, fue la primera
revolución anticolonial de esa magnitud en la historia
universal. Empero, no fue una revolución social, sino un movimiento
separatista que sólo cumplió una de las tareas de la revolución
democrático-burguesa: la independencia política.5
Mientras en Europa las revoluciones democráticas signicaron un
cambio radical de la estructura económica y social, en América Latina
la revolución anticolonial no modicó la estructura de clases heredada
de la sociedad colonial ni quebró el carácter dependiente de nuestra
economía primaria exportadora. A diferencia de la Revolución Francesa
de 1789, que fue social, la revolución que se inició en América Latina
a partir de 1810, fue exclusivamente política. Cambió el gobierno, pero
no la sociedad. En rigor, no fue una revolución democrático-burguesa,
tal como señaláramos, dado que mantuvo una economía exportadora
dependiente y no realizó la reforma agraria ni fue capaz de iniciar un
proceso de industrialización.
La clase dominante criolla resolvió a medias la Cuestión Nacional.
Se liberó de España, pero dejó sin resolver los problemas de la dependencia
económica, de la opresión de las minorías (entonces mayorías) étnicas
nacionales y, por supuesto, los de la mitad de la población: las mujeres.
Se autodeterminó, pero negó a los sectores de explotados y oprimidos la
posibilidad de autodeterminarse.
Durante el proceso independentista hubo una participación
sobresaliente de la mujer de todas clases sociales, aunque los historiadores
solamente han destacado a las mujeres de la clase dominante de la época.
En rigor, las indígenas, negras y mestizas, contribuyeron, junto a los
hombres de avanzada de aquel tiempo, al triunfo de la revolución por la
independencia.
En Haití, junto a Toussaint de Louverture y Jean Jacques Dessalines,
en 1800, se destacó una mujer en el enfrentamiento con las mejores
5 ARCHIVO CHILE. La participación de la mujer en la revolución anticolonial.
Centro de Estudios Miguel Enríquez. Santiago de Chile, Chile. Disponible en internet:
http://www.archivochile.com/Ideas_Autores/vitalel/5lvc/05lvcmujer0011.pdf. Fecha de
consulta: 2-10-2017.
20
Ana María Campos. Historia de una heroína:
tropas de Napoleón. Se llamaba Marie-Jeanne, brava mujer que había
dejado de ser esclava gracias al decreto de Toussaint. Uno de los primeros
combates en que participó fue en Créte-a-Pierrot, cerca de Petit-Riviére,
sitiada por 12.000 franceses, dirigidos por Leclerc. El ejército negro de
liberación logró romper el cerco y Marie-Jeanne, con Dessalines y otros
líderes, llevaron a cabo la hazaña de cruzar a través de las líneas francesas,
convirtiendo a Haití en el primer país independiente de América Latina
(1804).6 Las mujeres se vieron favorecidas no sólo en Haití sino también
en Santo Domingo, cuando en 1822, Boyer, el gobernante haitiano que
había ocupado la parte este de la isla, liberó del trabajo a las mujeres
embarazadas y suprimió la tutela marital en la sociedad conyugal.
En la América Hispana, una de las más relevantes luchadoras fue
la boliviana Juana Azurduy, nacida el 8 de marzo de 1780. Junto a su
compañero, Padilla, encabezó las guerrillas que enfrentaron a los ejércitos
realistas. Coordinó las acciones con el General Juan José Rondeau, siendo
ascendida a coronela luego de perder a sus cuatro hijos en la guerra
anticolonial. El 3 de marzo de 1816, al frente de 200 hombres, Juana
derrotó a los españoles en El Villar, arrebatándoles su bandera, acción
que mereció las felicitaciones de Manuel Belgrano. Luchó mil combates
al lado de su pueblo indígena y mestizo, llegando a ser bautizada por un
poeta con el nombre de Santa Juana de América. Un historiador boliviano,
Mariano Baptista Gumucio, cuenta que cuando Bolívar llegó con Sucre a
La Paz lo primero que hizo fue solicitar una entrevista con Juana Azurduy,
antes que con cualquier Obispo o General. Más tarde, ella se unió a las
fuerzas del interior en la lucha contra el centralismo de la capital; murió
el 25 de mayo de 1862.7
Al igual que Juana Azurduy, junto a Gúemes combatió Cesárea de
Romero González, nacida en Jujuy, Bolivia, el 5 de enero de 1796. Vestida
de hombre luchó contra los españoles y luego contra la hegemonía
porta.
Una heroína argentina fue Martina Céspedes, de sobresaliente
actuación durante las invasiones inglesas en 1807. Con cuatro mujeres
pudo apresar a doce ingleses que habían entrado a su posada. Por esta
acción, Liniers le dio el grado de Sargento Mayor.
Pero la más famosa patriota argentina fue Mariquita Sánchez,
nacida en Buenos Aires el 1 de noviembre de 1776. Casada, tuvo la audacia
6 Ibídem, pág. 2
7 Ibídem, pág. 3
21
entre el mito y la realidad
de presidir numerosas reuniones clandestinas de criollos dispuestos a
llevar adelante la revolución anticolonial. Junto con Casilda Ygarzábal de
Rodríguez Peña y Ángela Castelli exigió que los líderes independentistas
retiraran las armas que había en el puerto y presionó a Cornelio Saavedra
para que se pusiera a la cabeza del movimiento, cancelando así la fase de
las vacilaciones políticas. 8
Las mujeres de la clase acomodada criolla jugaron un papel importante
en las luchas por la independencia, entre ellas la ecuatoriana Manuela
Cañizares. En su casa se dio el primer grito de independencia. En una época
en la que muy pocas mujeres sabían leer y escribir, Cañizares:
«…conocía a Voltaire y Rousseau (...) Bajo el pretexto de
saraos, en su casa se reunían los más destacados criollos
de la época para hablar de la Revolución Francesa y de sus
postulados de igualdad, libertad y fraternidad. Durante
los años que duró la maduración de la independencia,
Manuela Cañizares consiguió adherentes a la causa y no
pocas veces arengó a los pusilánimes, como en aquella
noche del 9 de agosto de 1809».9
Otra mujer que se hizo popular en la lucha por la independencia
fue la colombiana Policarpa Salvatierra y Ríos; actuó como enlace de
los revolucionarios en el período de la Reconquista española. Era una
costurera de Bogotá, oriunda del Valle del Cauca; trasladaba los mensajes
anticoloniales camuados en naranjas. Descubierta su actividad de
espionaje y contraespionaje, fue fusilada el 10 de noviembre de 1817,
poco antes de la llegada del Ejército Libertador comandado por Bolívar.
En Chile se destacaron Paula Jaraquemada, Cornelia Olivares y,
sobre todo, Francisca Javiera Carrera, hermana de José Miguel Carrera,
el presidente de la Junta Chilena de 1811 a 1814. Fue una infatigable,
consecuente y voluntariosa compañera de los ideales libertarios, tanto en
los días de triunfo como en los de derrota transitoria. En los momentos
en que los criollos más moderados se aferraban a la fórmula de gobernar
en nombre de Fernando VII, Javiera simbolizó el repudio a la corona
española en un baile de gala realizado el 18 de septiembre de 1812: «Doña
8 SÁNCHEZ, Mariquita. Recuerdos de Buenos Aires virreinal. Buenos Aires. N
EDITORIAL, 1953, pág. 37
9 JIMÉNEZ DE VEGA, Mercedes. La mujer ecuatoriana, frustraciones y esperanzas.
Banco Central del Ecuador. Quito. 1981, pág. 22
22
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Javiera Carrera llevaba en la cabeza una guirnalda de perlas y diamantes
de la cual pendía una corona vuelta al revés en señal de vencimiento».10
Josefa Camejo, venezolana nacida en 1791, arengaba a los jóvenes
caraqueños encabezados por José Félix Ribas. Combatió junto a su
compañero, Juan Nepomuceno Briceño Méndez, en la campaña de Los
Llanos. Durante el período de la Reconquista española organizaba bailes
para facilitar los contactos clandestinos de los patriotas. Un día hizo
decidir al comandante de Paraguaná, Segundo Primera, en favor de la
independencia, sacando su pistola al grito de ¡Viva la Revolución! Otra
venezolana, Eulalia Buroz, se batió contra los realistas, defendiendo el
fuerte de Barcelona. También las hermanas de Antonio José de Sucre,
víctimas del poder colonial, y Luisa Cáceres de Arismendi, encarcelada a
los 16 años por los españoles, fueron patriotas decididas por la libertad.
Juana Ramírez, mujer de pueblo, de la región de Guárico, peleó al lado de
Manuel Piar, ganándose por su coraje el apodo de Juana la Avanzadora.11
Una de las mujeres más conocidas de esta época por haber sido
compañera de Bolívar, fue la ecuatoriana Manuela Sáenz. Sin embargo,
ella ya estaba en plena lucha por la independencia antes de conocer a
Bolívar. Hija «ilegítima» de español y criolla, se casó muy joven; pronto
se separó del inglés John orne para unirse a las huestes que combatían
a los españoles. Fue condecorada por San Martín como «Caballeresa
del Sol», junto a otras 112 mujeres, y ascendida al grado de coronela.
En junio de 1822 conoció a Bolívar, quien quedó impresionado por su
personalidad, su cultura y capacidad para manejar armas y montar a
caballo. Vestida de capitana ascendió montañas y vadeó ríos con el ejército
patriota, batiéndose junto a los suyos en Pichincha y Junín. Cuando en
1828 se cometió un atentado contra su amado, enfrentó con su espada a
Florentino González y demás asesinos, mientras Bolívar lograba eludir el
cerco.12
La «Libertadora del Libertador», nombre con el que ha pasado a la
historia, destruyó, sable en mano, los panetos contra Bolívar distribuidos
por los reaccionarios en las calles de Bogotá. Por haber defendido a Bolívar:
«fue víctima de vejaciones, prisión y exilio, y ni su patria la recibiría, ya
que cuando creía encontrar el descanso fue desterrada por el presidente
10 MARTÍNEZ, Melchor. Memoria histórica sobre la revolución de Chile. Desde el
cautiverio de Fernando VII a 1814. Imprenta Europa. Valparaíso, Chile. 1848, pág. 151
11 ARCHIVO CHILE, Ob. Cit, pág. 4
12 RUMAZO GONZÁLEZ, Alfonso. Manuela Sáenz, la Libertadora del Libertador.
Buenos Aires, Editorial Almendros y Nietos, 1945, pág. 122
23
entre el mito y la realidad
Rocafuerte. Casi treinta años habría de vivir en el melancólico puerto de
Paita, en donde vestida de negro veía pasar los barcos y los recuerdos». 13
Junto a estas líderes lucharon anónimamente decenas de miles de
mestizas, indígenas y negras, cuya labor no por menos maniesta fue
menos ecaz. La colaboración de las campesinas e indígenas con los
guerrilleros patriotas, proporcionándoles albergue e información sobre
los movimientos de las tropas realistas, fueron acciones efectivas en favor
de la lucha por la independencia. La reproducción gratuita de la fuerza de
trabajo para mantener las cosechas durante la guerra y proporcionar los
hombres para los ejércitos libertarios constituyeron importantes tareas,
omitidas por aquellos historiadores que ven la historia solamente a través
de los hombres-héroes. La labor de la mujer no solamente se redujo a la
actividad reproductora, sino que durante las guerras de la Independencia
-cuando la mayoría de los hombres peleaba en los frentes de batalla- fue
la encargada de las actividades productivas, especialmente en el campo y
en la artesanía.
Los hombres siguieron consolidando su régimen de dominación
pareciendo ignorar que las mujeres se jugaron sus vidas en la lucha por la
independencia. Sin embargo, América Latina tiene la originalidad de haber
gestado uno de los primeros hombres de la historia universal preocupado
por la condición de la mujer: Francisco de Miranda. Otro venezolano
que continuó la ruta abierta por Miranda fue Simón Rodríguez, maestro
de Bolívar y propulsor de la educación de las mujeres. Abrió escuelas
mixtas en Bolivia en plena guerra de la Independencia durante la década
de 1820, bajo el gobierno de Sucre. Educaba a todos los que quisieran ser
educados, sin distinción de etnia ni de sexo: «se daba instrucción y ocio
a las mujeres para que no se prostituyeran por necesidad, ni hiciesen del
matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia».14
La participación de la mujer en la lucha por la independencia
política volvió a ponerse de maniesto en la gesta anticolonial de Cuba
que, junto con Puerto Rico, eran las últimas colonias que le quedaban al
imperio español en América. Durante las dos guerras de la Independencia
(1868-78 y 1895-98) las mujeres pelearon junto a los esclavos, obreros,
capas medias y burguesía criolla.
Ana Betancourt de Mora participó activamente en la Primera
Guerra por la independencia de Cuba (1868-78), apoyando al líder
13 JIMÉNEZ DE VEGA, Mercedes, Ob. Cit, Pág. 24
14 COYA, A. Don Simón Rodríguez. Segunda Edición, editorial Venezuela. Buenos
Aires, Argentina. 1947, pág. 127
24
Ana María Campos. Historia de una heroína:
nacionalista Carlos Manuel de Céspedes, al mismo tiempo que planteaba
algunas reivindicaciones especícas de la mujer. En un manuscrito que se
encuentra en la Biblioteca Nacional de Cuba, de fecha 12 de abril de 1869,
Ana Betancourt pedía a los legisladores cubanos:
«que tan pronto como estuviese establecida la
República nos concediese a las mujeres los derechos
a que por justicia éramos acreedoras (...) Aquí todo
es esclavo, la cuna, el color y el sexo. Vosotros queréis
destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir.
Hemos destruido la esclavitud del color y emancipado
al siervo. Llegó el momento de liberar a la mujer (...)
Carlos Manuel (Céspedes) haciendo alusión a estas
palabras mías, dijo: que yo me había ganado un lugar
en la historia; que el historiador cubano tendría que
decir: una mujer, adelantándose, pidió en Cuba la
emancipación de la mujer».15
Otra mujer excepcional fue Mariana Grajales, madre de los Maceo,
una familia que entregó sus mejores hombres al combate por la liberación
nacional. Cuando se inició la primera guerra de la Independencia, Mariana
tenía sesenta años. Con su gente de Majaguabo resolvió internarse en el
monte acompañada de sus hijas Baldomera y Dominga para luchar junto
a otra gran combatiente: María Cabrales. «Ellas no son las únicas mujeres
que se hallan en esa situación difícil y peligrosa. Hay otras mujeres de
campesinos y esclavos insurreccionados que también han tomado el
mismo destino. Caminan a pie entre los bosques, por las montañas y los
ríos (...)».16. Al comenzar el año de 1870, Antonio Maceo pasa a la zona
de Santiago de Cuba hasta Guantánamo, donde no cesa de hostigar al
enemigo, en especial a las guerrillas integradas por cubanos traidores y
vendidos al gobierno español. Es posible que Mariana y demás miembros
de la «tribu heroica», en especial las mujeres, también se ubicaran en
la llamada «Sierra de Mariana», doña Mariana cumplía en esos días,
precisamente, sus setenta años.
Es evidente la participación política y hasta militar de la mujer en
15 VITALE, Luis. Historia y Sociología de la Mujer latinoamericana. Fontamara.
Barcelona, España. 1981, pág. 23
16 SARABIA, Nydia. Historia de una mujer mambisa: Mariana Grajales. Instituto Cubano
del Libro. La Habana, Cuba, 1975, págs. 82, 83
25
entre el mito y la realidad
la gesta de la independencia latinoamericana; mujeres de todas las clases
y condiciones que forjaron la nacionalidad de la que era la nueva América
independiente.
3. LA MUJER EN LA INDEPENDENCIA DE
VENEZUELA
En el procerato de Venezuela la mujer ocupa puesto de
relevancia, por cuanto ella, en todas las etapas de la lucha
magna por la independencia, supo adoptar la postura
congruente para llevar con habilidad los hilos de la conspiración, arbitrar
fondos y elementos a la empresa libertadora, luchar al lado del hombre en
el campo de batalla y contribuir por la paz, a la estructuración de la patria
y ser del soldado y del político la más diestra consejera.17
Solamente el egoísmo imperdonable de unos pocos ha pretendido
dar al varón la exclusiva responsabilidad en las grandes tareas de la
humanidad y por tanto reservar para él la gloria. Vano empeño, por
cuanto la historia no miente y la mujer ha entrado en esta por derecho
propio y por méritos indiscutibles.
El procerato venezolano contó con insignes guras de la
Independencia, mujeres que, como Josefa Joaquina Sánchez, Eulalia
Ramos, Concepción Mariño, Luisa Cáceres de Arismendi, Juana Antonia
Padrón, Ana Teresa Toro de Ibarra, Luisa Arambide, Barbarita de la
Torre, María Simona Corredor, Dolores Jerez de Briceño, Teresa Heredia,
Mercedes Abrego, María del Carmen Ramírez de Briceño, y muchas otras
que en los instantes comprometedores del peligro supieron cumplir su
papel con decisión y coraje, ya se tratara de la esposa que se solidariza
con el marido en capilla para morir, como Joaquina Sánchez, esposa de
José Maa España, y Dolores Jerez, la mujer del «diablo» y asimismo
Luisa Cáceres, que desde la cárcel estimula al General Arismendi a seguir
con más vigor en la lucha; y aquellas madres ejemplares, como Juana
Antonia Padrón, que le dice a sus hijos, los hermanos Montilla: «No hay
que regresar a mi presencia, si no volvéis victoriosos», y Teresa Toro, la
madre de los Ibarra, que en iguales circunstancias recomienda a los suyos:
17 DOVALE PRADO, Luis y LÓPEZ LILO, Paúl. Memoria y vigencia histórica de Josefa
Camejo. Edición de la Junta Pro-celebración de los doscientos años del nacimiento de
Josefa Camejo. Coro, 1993, pág. 27
26
Ana María Campos. Historia de una heroína:
«Vencedores o vencidos, pero siempre con honor».
Y lo propio hizo María del Carmen Briceño de Ramírez cuando
alistó a su menor hijo Pedro en el cuerpo de Caballería que comandaba
Antonio Nicolás Briceño, a su paso por Cúcuta, en 1813. Y resultaría
injusto que en esta relación de mujeres omitiésemos a la negra María de
los Dolores, la esposa del mártir de Curimagua José Leonardo Chirino,
que una vez ajusticiado este, por acaudillar la protesta revolucionaria del
10 de mayo de 1795, fue vendida como esclava en unión de los hijos del
matrimonio: María Biviana, José Hilario y Rafael Maa. El patriotismo y
la justicia no tienen color.18
Pero tampoco debemos olvidar a aquellas mujeres que participaron
en la gesta de independencia cuyos nombres no han llegado a nosotros y
que tuvieron una importancia trascendental en esa epopeya.
4. CONTEXTO POLÍTICO EN EL CUAL SE
DESARROLLABA MARACAIBO EN TIEMPOS DE
ANA María CAMPOS
Imaginémonos a la Provincia de Maracaibo: ¿cómo estaría
conformado su espacio y su realidad socioeconómica a
principios del siglo XIX? Son 200 años de diferencia. Por
supuesto, su población sería muchísimo más escasa; apenas si contaría
con unos 20 mil habitantes, aproximadamente.
Maracaibo constituía la capital administrativa y era el centro más
importante de todas las actividades comerciales de la región por poseer el
mayor puerto, situado a la entrada del Lago.
Ya desde principios de la colonia, la Provincia de Maracaibo y todo
el espacio económico-social que se organizaba a su alrededor, se convirtió
en una importante región económica para producir y comercializar
internamente y con el exterior.
En el plano económico, esta región se bastó a sí misma. Esto le
concedió el privilegio de manejarse con cierta autonomía. Al mismo tiempo,
este fenómeno también ocurrió en el resto de las provincias.
Germán Cardozo rearma el planteamiento anterior, cuando
señala:
18 Ibídem. Ob. Cit., pág. 28
27
entre el mito y la realidad
«...en víspera de la independencia, la integración
político-administrativa del territorio de Venezuela,
a través de instancias como la Capitanía General,
Intendencia de Ejército y Hacienda y Real Audiencia, las
antiguas provincias españolas de Maracaibo, Caracas,
Cumaná y Guayana desarrollaron durante tres siglos
sus propios medios de producción y de vida, crearon
sus centros inmediatos de gravitación económica, al
amparo de la relativa economía a que las forzaba lo
lejano de las capitales administrativas (Bogotá, Santo
Domingo o Lima), dando así origen a la formación de
regiones históricamente diferenciables».
A pesar del surgimiento de Caracas como el nuevo centro de la
unicación jurídica de las provincias, en las continuas e improvisadas
divisiones del territorio, las regiones históricas del interior del país
sobrevivieron incluso durante el siglo XIX, impulsadas por la dinámica
de su anterior desarrollo y favorecidas por el aislamiento geográco.
Podemos percibir que, aún después de la independencia, no se
puede hablar de un espacio nacional integrador. La realidad es otra, y es a
la luz de ella como podemos entender el comportamiento y las actitudes
políticas de los gobernantes y dirigentes políticos de la época. Se puede
armar que Venezuela era, entonces, una sociedad seccionada tanto en lo
económico y social como en lo político.
Así mismo, en Maracaibo, como en el resto de las regiones
provinciales, observamos la presencia de oligarquías que se consolidaron
lentamente a la sombra del comercio de esta región y que cultivaron
relaciones con la élite política monárquica y con el poder eclesiástico. En
este contexto, el Cabildo se convierte en la instancia del poder local, cuyas
prerrogativas dirigieron el curso de los acontecimientos políticos, en lo
que se reere a sus relaciones con la oligarquía caraqueña y con el poder
español.
De tal manera que, el 19 de abril de 1810, arma Rutilio Ortega:
«varios ayuntamientos provinciales, entre otros el de
Maracaibo, se resistían al liderazgo caraqueño. Negativa
en la cual andaban mezcladas la desconanza hacia
la supremacía política de Caracas y la consideración
de los intereses regionales y locales. Las provincias
28
Ana María Campos. Historia de una heroína:
signatarias del movimiento independentista, lo hacen
con clara conciencia de la realidad; no en balde, la
primera Constitución Venezolana de 1811 especica
que, esa primera nación, es una “confederación
en la cual cada una de las provincias conservaría su
soberanía, libertad e independencia».
Por razones o sin razones no aclaradas sucientemente todaa,
la Provincia de Maracaibo se mantuvo ausente, por buen tiempo, del
movimiento orientado a escala nacional hacia la independencia, iniciado
en 1810. Así, entretanto, la mayor parte del país se había convertido
en campo y teatro de espantosas y sangrientas luchas y sus mejores
reservas humanas, sociales y económicas se entregaban al sacricioen
aras de aquellos ideales. Sin embargo, en la provincia de Maracaibo, la
vida pública y privada daba la impresión de hallarse ajena a esos hechos,
aunque de vez en cuando era alterada por alguna aislada demostración de
espontánea rebeldía.
En n, Maracaibo no participa de esa corriente independentista,
como ya ha quedado demostrado. No obstante, la actitud de sus dirigentes y
de algunas agrupaciones políticas, sufrió un cambio según lo exigieron las
circunstancias. Sucesivas fueron las intentonas y conatos de insurrección
que acontecieron en Maracaibo entre 1808 y 1821. Todos esos hechos
son pruebas fehacientes de la incidencia de las ideas republicanas en el
creciente interés por romper con el dominio español.
En este contexto, cuando la dirigencia política de la provincia
de Maracaibo rechaza la proposición caraqueña (de independizarse),
no lo hace en forma provincial, lo hace, posiblemente, en aras de un
proyecto denitivo de seguir perteneciendo a España, situación esta
que consideraron la más viable. Es en ese momento cuando, quizás, la
inuencia sistemática de las ideas de la ilustración (valga la importancia
de la Escuela de Cristo y la Masonería) modican el proyecto y la élite
marabina se adhiere al esquema republicano, conscientes de que el cambio
no les liquidaba como protagonistas. Por eso, no bastó con declarar la
independencia en 1821; hubo que concretarla en lo militar, con la Batalla
Naval del Lago de Maracaibo en 1823.
Durante el lapso comprendido entre 1810 y 1821, existen hechos
históricos, con pruebas en los expedientes instruidos por las autoridades
españolas, contentivos de las investigaciones y consecuentes castigos
29
entre el mito y la realidad
aplicados a muchos patriotas maracaiberos, que casi durante todo el
primer cuarto del siglo XIX estuvieron conspirando para derrocar al
régimen colonial.
Una buena parte de los criollos y pardos, integrados en la sociedad
maracaibera de la época, se levantan en contra del poder español, aunque
no podemos asegurar con certeza si para lograr la independencia.
Parafebrero de 1799, según nos reere el historiador y académico Vinicio
Nava Urribarrrí, los vecinos del pueblo de Santa Rita intentan deponer
de su cargo a la justicia Mayor Bernardino de Oquendo. No es intención
analizar las motivaciones reales de los vecinos, pero sí consideramos que
fue un desafío a la autoridad colonial.
En marzo de ese año el mulato maracaibero Francisco Javier Pirela,
Subteniente de una Compañía de pardos, encabeza la «revolución» que
debía estallar la noche del domingo 19 de marzo de 1799 la cual, horas
antes, es denunciada por el Cabo Juan Tomás de Ochoa. Como apoyo a
esta sublevación en contra del gobierno español, Pirela contaba con las
goletas El Bruto, La Patrulla y otras, fondeadas en la bahía, las cuales
habían pedido puerto con el pretexto de comprar víveres. Los jefes y
tripulación de estos navíos eran franceses y negros de Santo Domingo
(Haití) que venían de cumplir similar tarea en Cartagena de Indias, pero
antes de entrar a Maracaibo, llegaron a las costas guajiras y les dejaron
a los indios dos cañones y fusiles, enseñándoles sus manejos, pues en
el plan entraba atacar simultáneamente al Castillo de San Carlos. Las
«aspiraciones» de estos complotados no han sido lo sucientemente
aclaradas por los historiadores revisionistas. También es cierto que
sólo se conocen los documentos ociales emanados por las autoridades
españolas para estudiar este hecho, por lo cual las motivaciones reales de
los «sublevados», siguen envueltas en el misterio.
En 1810 apareció propaganda subversiva en las iglesias de
Maracaibo y en los postigos de casas familiares. Los autores no pudieron
ser descubiertos por las autoridades españolas. El 27 o 28 de diciembre
de 1808, circuló un Maniesto Revolucionario de Los Hijos de Maracaibo,
cuyo texto no se conserva, pero es referido en la denuncia pública que
hizo el Gobernador realista Fernando Miyares, oriundo de Cuba, al jarse
en la esquina de la Administración de Correos el escrito subversivo. El
pasquín, como lo denominó Miyares en su arenga, causó gran efecto.
En ese afán de echar a los españoles del poder político, los maracaiberos
comprometidos con la causa independentista organizan, en los años 1810,
30
Ana María Campos. Historia de una heroína:
1811 y 1812,otros movimientos insurgentes.
Es de resaltar el de 1812, conspiración en la que los blancos criollos
fundan un centro católico bajo el nombre de Escuela de Cristo, que tenía su
asiento en el templo de Santa Ana. Allí se reunían los principales directores:
doctor Dionisio Torres; Juan Evangelista González; Juan Crisóstomo
Villasmil; León de Campos; Juan Bautista; José Joaquín y Marcelino Vale
y otros tantos que aparecen en la relación que nos da Medina Chirinos,
Millares Carlo, Besson y otros autores en sus libros. Clandestinamente,
supuestamente el 1 de marzo de 1812, fecha debatida por distintos
historiadores, los conjurados hicieron circular unaProclama, hecha a pluma
(no hay que olvidar que en Maracaibo no hubo imprenta sino hasta 1821).
Los negros del Marqués de Perijá entraron en el movimiento a cambio de
que se les diera la libertad; de La Grita bajaan 150 campesinos aunirse
a los patriotas de Gibraltar. La conspiración fracasó por una supuesta
delación. Lo cierto es que aún no queda claro el número e identidad real
de la totalidad de los conjurados, el contenido de la Proclama (que no ha
llegado como documento hasta nuestros días), y otros aspectos susceptibles
de ser investigados; sin embargo, podemos armar que, evidentemente, fue
la conjura proindependentista más importante de las dos primeras décadas
del siglo XIX.
No obstante, no sólo era Maracaibo el escenario para las
conspiraciones tendentes a deponer al gobierno. En Gibraltar se fraguaba
un nuevo movimiento bajo la direcciónde Juan Evangelista González, sin
duda, el más importante prócer zuliano, verdadero precursor de las ideas
libertarias en la antigua Provincia de Maracaibo, y a quien la historia no
le ha dado el sitial que merece.
Cuenta Medina Chirinos que, en julio de 1813, los habitantes de
Gibraltar, jurisdicción del Zulia:
«… rechazan al nuevo Gobernador enviado por
Miyares, y surgen amenazas y voces contra el Gobierno
español. José Gavino Vera, que era el alcalde de
Gibraltar, lideró el tumulto contando con los peonajes
de El Parral, Bobures, Ceuta y el de otros caseríos. Don
Andrés José de Urdaneta, que se llamaba así el nuevo
Gobernador, tuvo que reembarcarse para Maracaibo, y
Vera continuo en su puesto».19
19 MEDINA CHIRINOS, Carlos. Por los Surcos de Antaño. Maracaibo. S.E. 1943. Pág.
62
31
entre el mito y la realidad
Mientras el General Rafael Urdaneta elevaba su estatura como uno
de los más conspicuos libertadores de Venezuela, en 1814 sus paisanos no
cejaban de conspirar en Maracaibo para declarar la República. Como es
sabido, ese año la situación de los patriotas era desesperada. Recordemos
el famoso sitio de Valencia. Bolívar le había dicho a Urdaneta que podría
perderse la República, como a la larga ocurrió.
Ofrece el Libertador socorrer a Urdaneta con el ejército de Oriente
al mando de Mariño y arma que batirán a Boves antes de llegar a
Valencia. Todo ello porque Bolívar le dice al héroe zuliano: «Defenderéis
a Valencia, ciudadano General, hasta morir; porque estando en ella todos
nuestros elementos de guerra, perdiéndola se perdería la República».
Jamás orden alguna fue mejor cumplida.
Tenía Urdaneta en Valencia, en abril de 1814,sólo 280 hombres y
estaba cercado por 4.000 realistas. Al mismo tiempo, en Maracaibo, el
Teniente General Ramón Correa, estaba en la ciudad capital desempe-
ñando el cargo de jefe militar de la Provincia cuando los patriotas
de Maracaibo, los mismos perdonados los años 10, 11 y 12, que aún
permanecían escondidos, junto a los nuevos conspiradores, tramaron
otra revolución contra el Gobierno de Fernando VII.
Esta debía estallar el 2 de mayo de 1817. Es signicativo que el
jefe de este golpe o revolución lo fuera el médico español José María de
Sierra, recién llegado a la ciudad junto a otros médicos peninsulares. Es
indudable haber sido inuido por los maracaiberos republicanos.
«En la conspiración se encuentran, tanto los que habían
tenido que huir, los que se hallaban ocultos, como los
mismos que se mostraban indiferentes, o ngían de
realistas, De ahí que, en marzo de 1817, el Gobernador
de Maracaibo, Teniente Coronel Pedro González Villa,
conjura una nueva revolución y procede a encarcelar
a los señalados como autores, y a los que considera
sospechosos. Como en casi todas estas conspiraciones
patriotas surge el delator. Ahora lo es Juan Francisco
Villasmil, como lo dice el mismo Gobernador en
el primer folio del Expediente respectivo. Por las
declaraciones se establece que los republicanos iban a
dar el grito de Independencia el 4 de marzo de 1817;
contaban con el Cuartel de Artillería, y también con
32
Ana María Campos. Historia de una heroína:
la Guardia de Marina. Los esclavos se sublevarían,
matando a sus amos».20
Después del fallido golpe del 4 de marzo de 1817, para noviembre
de 1819, asume la Gobernación de Maracaibo Feliciano Montenegro
Colón, en sustitución de Pedro González Villa.
El germen republicano había crecido y casi todos los blancos
criollos y españoles no apoyan al Gobernador.
El 28 de abril de 1820, de acuerdo con Morillo, Montenegro Colón
reemplaza las milicias blancas, que ya no le son afectas, por caballería
e infantería pardas de Sinamaica y Perijá. Los blancos mantuanos
protestaron y se enfrentaronal Gobernador. Este los desaó a la lucha. El
Obispo Lazo de la Vega intervino a favor de los blancos y al nal hubo de
salir a Trujillo amenazado por el gobierno español. Y como principio del
n del régimen colonial, los catalanes y vizcaínos, que siempre se habían
opuesto a las ideas de los republicanos, se le enfrentaron al Gobernador.
Para 1821, la ruptura era total. El apoyo del ejército libertador
hacia los insurrectos e independentistas zulianos había ya sembrado el
germen de la libertad. He aquí el Acta del Cabildo, la cual tomamos de la
publicación que hace El Correo del Orinoco el sábado 7 de abril de 1821.
Hemos conservado el texto tal como fue impreso, en el castellano de la
época, y manteniendo las minúsculas y mayúsculas, que en otros textos
dieren.
«El Ciudadano Francisco Delgado, Gobernador Polí tico,
Intendente y Comandante Militar, provisionalmen te a
nombre del pueblo. Hago saber al Público la Acta siguiente.
El M. Y. A. de esta Ciudad de Maracaybo, a 28 de Enero
de 1821; reunido en Cabildo abierto en la sala consistorial
para tratar y resolver lo que sea más conveniente a la salud
pública, orden y gobierno de este pueblo, después de discutir
y conferenciar lo que cadauno de sus individuos tuvo a bien
disponer sobre el tocado objeto, teniendo en consideración
que siendo la primera más noble en su representación poner y
resti tuir al pueblo en el uso y goze de su libertad soberana, para
darse el Gobierno que le sea más grato y conveniente; cuando
se halla convencida esta corporación del anonadamiento y
20 Ibídem, pág. 77
33
entre el mito y la realidad
degradación política en que el gobierno de España mantiene
a los pueblos de América, que restan bajo su ominosa
dominación, solo por el sistema opresivo de sus mandatarios,
a tiempo que es ocioso demostrar la impotencia que ha
tenido, tiene, y tendrá siempre la España de dar la felicidad
a este grande y distante continente; acordó este M. Y. A. que
protestando coma protesta ante el ser supremo la sinceridad y
justicia de sus sentimientos, debe en su conse quencia declarar
como declara al pueblo de Maracaybo libre e independiente
del gobierno español, qualquiera que sea su forma desde
este momento en adelante; y en, virtud de su soberana
libertad se constituye en República democrática, y se une
con los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos
y continentales, quebajo la denominación de República de
Colombia deen den su libertad e Independencia según las
leyes inprescriptibles de la naturaleza: publiquese el presente
acuerdo por bando a son de caxa, repique de campanas y todas
las demostraciones de gozo y alegria que tenga a bien prevenir
el ciudadano Francisco Delgado, a quien provisionalmente, y
hasta que la autoridad de la República organize el gobierno
de este pueblo, se le encarga a nombre de él, del Gobierno
Politico, Militar e Inten dencia para que sostenga su libertad e
Independencia, y cuide de su seguridad y tranquilidad. Asi lo
proclama este pueblo reunido en la Plaza pública, y los Padres
defamilia y demas personas que quisieron entrar en la Sa la
de Cabildo.
Bernardo de Echeverría, Presidente.—Regidores.– Manuel
Benites,– Bruno Ortega,–José Ignacio Gonzales Acuña.—José
Maa Lusardo.—Ignacio Palenzuela.—Miguel Vera.—Manuel
Ramírez sindico primero.—Juan Ignacio Suarez, Procurador.—
Mariano Troconis, Secretario».21
Entretanto, Francisco Tomás Morales se apodera de la Provincia
de Maracaibo en 1822. Oriundo de las Islas Canarias, vino a Venezuela
en 1804, dedicándose en Píritu (actual Estado Anzoátegui) al ocio de
pulpero, de poca estima para los mantuanos. A raíz del inicio de la lucha
21 MORALES MANZUR, Juan Carlos. Independencia y autonomismo en Maracaibo
durante el siglo XIX. En Revista MAÑONGO. Vol. XV, enero - junio 2007, págs. 57,58
34
Ana María Campos. Historia de una heroína:
patriota por la independencia de España, se incorpora al ejército realista.
Ya en 1812 es nombrado capitán en Caracas. Participa en numerosas
acciones bélicas a lo ancho de la geografía venezolana y neogranadina,
subordinado al mando de los más feroces jefes militares realistas: Boves,
Morillo y La Torre.
Interviene en la Batalla de La Victoria el 12 de febrero de 1812 contra
José Félix Ribas y los estudiantes, quienes heroicamente logran derrotarlo;
se une en 1813 a José Tomás Boves, convirtiéndose rápidamente en su
segundo al mando; el 25 de marzo de 1814, participa con Boves en la
Batalla de San Mateo, en la cual Antonio Ricaurte produjo la explosión
del parque republicano, favoreciendo el contraataque de Simón Bolívar,
para derrotar de nuevo al realista Morales. Una semana más tarde es
nuevamente derrotado en la batalla de Bocachica, a mano de las fuerzas
dirigidas por Santiago Mariño. A partir de junio comienzan sus triunfos
en la segunda batalla de La Puerta y en agosto, en Aragua de Barcelona,
durante la retirada del ejército republicano y la población desde Caracas
hacia el oriente venezolano.
A raíz de la muerte en combate de Boves en diciembre de 1814,
Morales ocupa temporalmente su lugar; en abril de 1815, al llegar la
expedición española dirigida por Pablo Morillo, queda subordinado a
su mando y participa en la toma de Margarita y en el sitio y toma de
Cartagena de Indias. A causa de la expedición a los Cayos, preparada
por Bolívar en Haití con el incomparable apoyo del gobierno de Petión,
Morales fue enviado nuevamente a Venezuela a dirigir la contraofensiva.
Los triunfos obtenidos lo llevaron a una cacería feroz de los republicanos,
provocando una nueva retirada hacia el oriente venezolano. La racha de
victorias termina en septiembre de 1816, en El Juncal (cerca de Barcelona,
Anzoátegui), donde fue derrotado por las tropas dirigidas por Manuel
Piar y el inglés Mac Gregor. Subordinado a Miguel de La Torre en la
batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821, es nuevamente derrotado.
El 25 de agosto de 1822, ya a bordo de catorce naves con 1.200
hombres de infantería y caballería, se dirigió Morales hacia el golfo de
Venezuela. Era tropa veterana y escogida, con diestros y valientes ociales,
artilleros y técnicos, sacados de la fortaleza de Puerto Cabello, así como
caballos y jinetes, restos de la antigua caballería realista. Morales trató de
desembarcar en los Taques, pero la guarnición insurgente le hizo alguna
resistencia y entonces se dirigió al puerto de Cojaro, situado en la bahía
de Calabozo, en la costa de Levante de la Guajira donde desembarcó y se
35
entre el mito y la realidad
dirigió al sur, hacia Maracaibo, con el n de interceptar los auxilios que
por mar enviarían Páez y Soublette en socorro de la provincia, mientras
dejaba los buques patrullando el golfo de Venezuela.
La plaza maracaibera estaba al mando del General insurgente
Lino de Clemente, quien al saber que Morales había sobrepasado las
guarniciones y guerrillas destacadas en la llanura de Garabulla, le salió al
encuentro al frente de las tropas de la guarnición y gente colecticia (cuerpo
de tropa compuesto de gente nueva, sin disciplina y recogida de diferentes
lugares). Los esperó en Salina Rica, donde se libró un encarnizado y tenaz
combate, y aunque las fuerzas insurgentes fueron derrotadas, Clemente
logró retirarse rápidamente con algunos infantes a Moporo, puertecito
situado en la costa sureste del lago de Maracaibo. Enterado de tales noticias,
el Coronel insurgente Villasmil, comandante de la forticación de la Barra,
capituló sin combatir. De esta forma inició Morales su gobierno, con lo que
demostró nuevamente su actividad cuando operaba con sus tropas, por su
propia iniciativa y con completa libertad de acción.
Para el 9 de septiembre de 1822, era dueño de la provincia de
Maracaibo, con su Cuartel General en el propio Maracaibo, el puerto
más estratégico e importante de Venezuela; por su situación geográca
y contando con el dominio del mar, desde dicha posición se podía
maniobrar en líneas interiores hacia el este contra Coro, hacia el sureste
contra Trujillo, Mérida y Pamplona, hacia el oriente contra Santa Marta
y Riohacha y hacia el norte, a mar abierto; sitios muy distantes entre sí
y sin posibilidad de prestarse el oportuno auxilio mutuamente. Esto lo
percibió muy bien Morales y se valió en cuanto pudo para conquistar
en una corta y enérgica campaña tan importante posición. Prepara la
«Campaña de Occidente» por Coro, Maracaibo, Trujillo y Mérida; fracasa
en Los Andes, pero logra el control de Maracaibo, hasta que la escuadra
española es derrotada el 24 de julio de 1823 en la Batalla Naval del Lago
de Maracaibo por Padilla y Manrique y se ve obligado a capitular y huir
de Maracaibo.
En ese ambiente de conspiraciones, luchas y confrontaciones, se
desenvuelve el itinerario vital de Ana María Campos, una de las muchas
víctimas de las atrocidades de Morales, según reseña la historia oral o las
tradiciones que hacen de ella una de las protagonistas de estos hechos.
36
Ana María Campos. Historia de una heroína:
5. LOS RELATOS HISTÓRICOS SOBRE LA VIDA Y
HECHOS DE LA HEROÍNA ANA MARÍA CAMPOS.
UN ANÁLISIS CRÍTICO
Los relatos sobre Ana María Campos son muy viejos y
datan del momento en que se produjo su hecho patriótico
y enaltecedor. Seguro esto relatos tienen su origen en la
tradición oral, hasta que, después, historiadores y cronistas recogieran
esas historias y las publicaran para darle cuerpo a una leyenda (casi un
mito) sobre el personaje que nos ocupa.
Ya en 1890, Arístides Rojas publicó un relato sobre las heroínas
venezolanas en El Zulia Ilustrado, periódico que circuló en Maracaibo a
nales del siglo XIX. En 1891, Juan Antonio Lossada Piñeres, historiador
y pariente de Ana María Campos, publicará su famosa biografía sobre
la heroína, en 1890. De esta biografía se derivan todas las demás, si
comparamos los distintos textos que analizamos a continuación, en los
que se narran los mismos hechos que Lossada relata en una especie de
continuum, econtramos relatos siempre aderezados con información que
consideramos fantasiosa o propia de la literatura de cción, porque, como
se establecerá, no existen fuentes documentales escritas que avalen todo
ello.
Lo anterior no signica que antes no se haya publicado nada
sobre nuestra biograada, pero el acceso a las fuentes hemerográcas de
Maracaibo ha sido difícil, señalándose, no obstante, que si algunos de los
periódicos, semanarios y otros que hicieron vida perodística en la capital
zuliana en el siglo XIX, abordaron el personaje, ningun historiador los
consultó o los citó en sus trabajos.
En principio, todo relato histórico, como el mito, la épica o la novela,
tiene un principio y un n. El historiador es quien determina, de acuerdo
con toda una serie de condiciones objetivas y subjetivas, dónde comienza
y dónde termina su relato. Los procesos de selección de esos límites son
un asunto que le interesa a los historiógrafos y los teóricos. Esos límites o
extremos simbólicos representan las fronteras de la historia relato.
La historia relato es un todo que posee las características de un
continuo coherente: cuenta algo que ya pasó o terminó. En ese sentido,
37
entre el mito y la realidad
todo relato histórico, si bien se reere a un conjunto de acontecimientos
que se presumen propios del mundo real, se opone al mundo real. Lo
que queda después de ese proceso de invención es una impresión, una
metáforao una traza de lo real. El relato histórico siempre irrealiza lo real
porque no lo puede reproducir. Sólo se trata de una reconstrucción post-
facto o de una propuesta imaginaria. En esa fragilidad es en donde radica
la explicación a la plasticidad y la riqueza de la historia.
La historia puede ser comprendida entonces como un relato
imaginario más. Los relatos imaginarios son interpretaciones de la realidad;
no equivalen a la realidad que, en ese sentido, es por completo evasiva.
La aceptación de este criterio, contrario a la noción de historia cientíca,
no le quita méritos a la disciplina. Lo que se cuestiona es la presunción
de ciertas interpretaciones históricas planteadas como verdaderas. La
determinación de una interpretación verdadera de la historia convertiría
la discusión del pasado en un ejercicio de simple memorización. No
tendría sentido estudiar más allá de algo que se considera verdadero y
cuya explicación se ve como denitiva. La verdad cumpliría en ese sentido
la función de un Dios incuestionable y autoritario que no admitiría retos
de ninguna clase.
El relato histórico es un discurso y todo discurso es una
interpretación emitida por un sujeto que tiene la nalidad de persuadir
al receptor sobre su validez. La idea de la historia verdadera se fragiliza
no sólo porque se trata de una reconstrucción post-facto, sino por la
individualidad cambiante del que la organiza: el historiador.
El relato histórico puede organizarse de una diversidad de maneras
igual que el mito, la épica o la novela. La manera ideal es el relato diacrónico
y lineal. En esta modalidad, un acontecimiento sucede a otro y lo explica
por una relación de causa-efecto o una relación de determinación
acorde con su aparición en el tiempo-espacio. Decimos que se trata de
una presunción ideal porque, como se sabe, una multiplicidad de cosas
ocurren a la vez en un momento dado. La idea de que la realidad en tanto
que representación o percepciónno es una, es crucial para comprender la
complejidad del pasado y de los relatos sobre el pasado.
El relato histórico cumple con la nalidad de ofrecer una imagen
del pasado. El papel decisivo –organizador- lo cumple el receptor en la
medida en que lo posee y lo hace suyo.
Para este análisis de la historia ocial de Ana María Campos, hemos
seleccionado, de manera premeditada, a los principales «biógrafos» de la
38
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Campos; aquellos cronistas o historiadores de renombre y prestigio que
han escrito sobre la vida y hechos determinantes de la heroína. Podemos
establecer que la semejanza de todos los relatos que a continuación
presentaremos es evidente, estos parecen seguir una línea bien precisa, en
el sentido que del primero, se deriva el segundo, y así hasta el presente, y
ninguno hace un análisis crítico, estrictamente apegado a la metodología
de la ciencia histórica; más bien se conforman con repetir o citar a
historiadores anteriores, especialmente a Lossada Piñeres, como hemos
señalado, del cual parece se inicia la genealogía de la historia que se
conoce sobre tan poco documentado personaje.
Hemos excluido deliberadamente las decenas de relatos ofrecidos
por periodistas no historiadores y otros, publicados en la prensa zuliana y
otros textos no académicos desde hace más de un siglo, porque todos ellos
se limitaron a citar las fuentes conocidas sobre la heroína que se verán
plasmadas a continuación, y que no arrojan nuevas luces sobre la mítica
mujer que se atrevió, según la historia, a desaar al temible Gobernador
de Maracaibo, Francisco Tomás Morales.
LAS PATRICIAS VAPULEADAS: Por Arístides Rojas
(Las patricias vapuleadas. En El Zulia Ilustrado. Tomo I, Maracaibo, 30 de junio
de 1890, Núm. 19, págs. 151 a 154)
Arístides Belisario Rojas Espaillat, nacido en Caracas el 5 de
noviembrede1826y fallecido en la misma ciudad el4 de marzode1894,
fue un escritor, naturalista, médico, historiador y periodistavenezolano.
Considerado uno de los más notorios divulgadores cientícos
que ha tenido Venezuela, destacó por sus contribuciones sobre
temascientícos,históricosygeográcos. En los últimos años de su vida
se dedica principalmente a escribir sobre temas históricos y sobre folklore.
Contribuye con el periódico El Zulia Ilustrado y publica en este,
en 1890, un breve relato sobre las aristócratas venezolanas sometidas
al escarnio y castigo durante la gesta de la independencia venezolana,
siendo el primer relato, hasta ahora, encontrado sobre la heroína Ana
María Campos.
Relata que, en Gibraltar, Morales había hecho azotar en aquellos
39
entre el mito y la realidad
días, montada en un asno, a la señora Matos22, y agrega23:
«supo que en Maracaibo la señora doña Ana María
Campos se había expresado fuertemente contra los
españoles vencedores en aquellos días. Fue el caso
que doña Ana, mujer fuerte y resuelta, patriota a toda
prueba, había dicho publicamente de Morales, entre
otras cosas, la siguiente frase: “Si no capitula monda,
queriendo signicar con ello que si no capitulaba
tendría que soportar las consecuencias». 24
Según Rojas, Morales, al conocer esa actuación contra su autoridad,
ordena que sea la Campos traída a su presencia.
Plasma en su relato la conversación entre Morales y la Campos:
«- ¿Es cierto que usted habla contra mí? – pregunta
Morales, con grosería.
- He dicho y repito que si usted no capitula monda.
- Porque los patriotas son ya vencedores en todo
Venezuela, y dentro de muy poco lo serán en Maracaibo,
por agua y por tierra.
- Retráctese usted, mujer insolente, de haber dicho tal
expresión, pues de lo contrario la haré castigar.
- No me retracto -contestó la maracaibera con aire
juguetón-. No me retracto y repito que si usted no
capitula, monda».25
Se observa una clara diferencia entre el diálogo entre Morales y la
Campos, según lo narra Lossada Piñeres y que veremos más adelante en
esta investigación.
22 La señora Matos fue una patriota que fue azotada, según lo arman diversos
historiadores, por órdenes de Morales. De esta dama no se sabe nada, hasta ahora.
Algunos la han llamado María Matos, otros María Matos Moncada, y hasta el historiador
Gómez Espinoza le ha atribuido otros nombres sin fundamento alguno. Es un personaje
digno de investigarse, pero las referencias son tan escasas y ni siquiera su nombre de pila
fue legado a la historia, lo que obstaculiza toda búsqueda; búsqueda que debe comenzar
en los registros eclesiásticos de Gibraltar, que sin embargo se han perdido, y solo se
conservan desde nales del siglo XIX.
23 ROJAS, Arístides. Las patricias vapuleadas. En El Zulia Ilustrado. Tomo I, Maracaibo,
30 de junio de 1890, Núm. 19, pág. 154
24 Ídem
25 Idem
40
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Alega Rojas que Morales se enfureció y ordenó que la Campos
fuera azotada y paseada sobre un burro por las calles de Maracaibo. Y
los verdugos, descubriendole la espalda a la señora, la montan sobre ese
animal (según Rojas no en un asno, como señalan otros historiadores).
Asevera Rojas que «los verdugos» (y aquí no se menciona a Valentín
Aguirre), le gritaban:
«- Retractate, insurgente, de lo que has dicho.
- No me retracto y repito que si Morales no capitula monda». 26
Prosigue Rojas:
«Entonces comienzan los azotes y de esquina en
esquina, va la víctima recibiéndolos hasta que se cumple
por entero la sentencia. A poco de haber comenzado el
suplicio, llena de dolor y agobiada de sed, la víctima
pide y suplica a los verdugos que le concedan un poco
de agua, pero estos, en repetidas ocasiones, se niegan
a ello. Poco a poco la señora fue enmudeciendo, y
cuando la apearon del jumento, estaba casi exánime.
A los cuidados de su familia y de los médicos pudo a
poco aquel carácter varonil restablecerse, para asistir
con jubilo a la salida de Morales y sus tropas del lago
de Maracaibo, después de la honrosa capitulación
que les concedieron los vencedores patriotas Padilla y
Manrique». 27
En casi ningún otro relato se menciona que la víctima pidiera agua,
sin embargo Rojas lo menciona, incluso los demás historiadores hablan
de su altivez durante el suplicio. Rojas nos ofrece un relato sucinto sobre
esta heroína sin que nos proporcione fuentes ni otros recursos utilizados
para sustentar su historia. Tomemos en cuenta que era un historiador
caraqueño que debió saber de la heroína por la información que algunos
colegas del Zulia, quizás, le proporcionaron.
26 Idem
27 Ídem
41
entre el mito y la realidad
ANA MARÍA CAMPOS:
Por Juan Antonio Lossada Piñeres
(Doña Ana María Campos: Dedicada al inteligente amigo Horacio Reyes S.
Editor: Imprenta de «Las Noticias,» Bracho & Reyes. Maracaibo. 1891, págs. 1
al 15)
El relato de Lossada Piñeres sobre Ana María Campos, resulta, para
nosotros, signicativo, toda vez que dicho historiador y costumbrista,
elabora la primera biografía ocial sobre el personaje, dando datos de
trascendencia. Su relato ha servido a muchos historiadores y estudiosos
del personaje para nutrir sus propios relatos sobre la heroína.
Pero ¿quién fue Lossada Piñeres? Nacido en Cartagena de Indias,
fue un historiador, periodista, poeta, fotógrafo, homeópata, polígrafo,
calígrafo, jurista, pensador liberal, magistrado de la Corte Suprema,
militar, personaje de múltiples matices y facetas, que contribuyó con sus
obras a la riqueza histórica y literaria de su lar adoptivo (Maracaibo) y
tierra natal de su padre, por lo que se le considera zuliano. Iniciado en la
carrera militar durante la Guerra Federal llegó a ser comandante como
Comisario de Guerra de la IV División del Ejército en San Antonio del
Táchira, participó también en las revoluciones de montoneros a favor de
Venancio Pulgar, vocación que le ocasionó la pérdida material, no sólo de
su patrimonio, sino el de su mujer, rica y opulenta. 28
En la década de 1890, llegó a ser Ministro de la Alta Corte Federal
y de Casación sin ser abogado. Fue Miembro Correspondiente de la
Academia Nacional de la Historia por el Zulia, por sus logros en este
campo, siendo considerada su obra Semblanza Zuliana del Ilustre Literato
Zuliano Don Rafael María Baralt, por el Hermano Nectario María, como
una de las mejores biografías escrita sobre tan distinguido personaje.
Junto con esa Semblanza, adquirió perpetuidad de su patronímico
en los anales de la literatura y de la historia zuliana gracias a su obra
de biógrafo e historiador materializada en las otras catorce biografías
de personajes resaltantes del Zulia que, por entregas, él denominaba
Semblanzas Zulianas, publicadas entre 1878 y 1881, así como en su otra
obra Hombres Notables de la Revolución del 92 en Venezuela, igualmente
histórica y biográca, publicada en dos volúmenes. Publicó también otras
28 NAGEL von JESS, Kurt. La familia Lossada de Maracaibo. (Personajes, lugares y
anécdotas). EDILUZ. Universidad del Zulia. 2015, págs. 42, 44, 45.
42
Ana María Campos. Historia de una heroína:
obras de la misma naturaleza: Ante la Nación (1890) y Junta Recopiladora
de Documentos relacionados con el Zulia (1891).
Su preocupación por la educación le condujo a escribir una obra
de fondo ético-religioso denominada Nociones de Economía Doméstica
que fue ampliamente recomendada como texto de estudio y está incluida
en la bibliografía de obras didácticas publicadas en Venezuela o por
venezolanos en el extranjero, elaborada por Manuel Segundo Sánchez,
impresa por la Tipografía Americana de Caracas en 1946, así como
innumerables poemas y opúsculos en memoria de destacadas personas.
Fue periodista militante al colaborar con la prensa de la época redactando
La Voz de la Mayoría en 1879, junto con el Dr. Jesús María Portillo.29
Lossada Piñeres era hijo del General de Brigada Fernando Lossada
Célis, Prócer de la Independencia, Héroe de la Batalla de Carabobo, cuya
biografía fue escrita por su hijo. Casó con una distinguida cartagenera de
familia procera, llamada María Trinidad Gutiérrez de Piñeres y Narváez.
Su abuelo, Juan Antonio Lossada y Antúnez, era a su vez hijo de Fernando
Lossada Novoa y de Josefa Nicolasa Antúnez Pacheco y Campos,
emparentado con la heroína Ana María Campos, por lo que suponemos
que él debió tener algún conocimiento sobre la vida y circunstancias que
la rodearon, además, su condición de historiador es importante destacar,
porque su biografía debió basarse en elementos de la historia oral y de la
tradición familiar, y quizás en algunos documentos que pudo haber visto
en su condición de investigador.
Lossada Piñeres comienza su libro (o folleto) de 15 páginas,
publicado en El Zulia Ilustrado de 1891, de esta manera:
«La mujer es la fuente viva donde el hombre bebe las aguas puras y
cristalinas del sentimiento moral, de la noble ambición y de la gloria. Oasis
encantador donde se recrean y apacientan todas las virtudes ciudadanas.
Y fragua donde se fabrican las coronas de los héroes inmortales».30
Contia:
«La vida de la mujer es siempre interesante, porque ora
se asocie al hombre para cumplir con él su noble destino
en el seno del hogar y bajo el techo sagrado de la familia,
ora descoja sus encantos y seducciones para gurar en la
29 LOSSADA PIÑERES, Juan Antonio. Doña Ana María Campos: Dedicada al
inteligente amigo Horacio Reyes S. Editor: Imprenta de “Las Noticias, Bracho & Reyes.
Maracaibo. 1891, pág. 1
30 Ídem
43
entre el mito y la realidad
escena del mundo, de cualesquier modo que se la considere
y estudie en su triple carácter de hija, esposa y madre,
reclamará a la postre todos los respectos consideraciones a
que se hace digna, en la difícil y complicado desarrollo de
su misión providencial».31
Luego hace algunas consideraciones de carácter sociohistórico y
épico: «como la persona de quien vamos a ocuparnos se ha sacricado
en aras de la patria, con rasgos de singular valor y heroísmo, ofreciendo
en holocausto todos los dones y atributos con que con larga mano le do
naturaleza…»32
Luego pasa a reseñar la biografía de Ana María Campos. Arma
con seguridad que nació «el día 2 de abril del año de 1796, día en que
Napoleón I pasó los Alpes y escaló los Apeninos, nació en la coronada
Villa de Altagracia, del Distrito Miranda, Doña Ana María Campos,
hija legítima de Don Domingo Campos y Doña María Ana Cubillán. La
familia Campos era una de las más distinguidas y aristocráticas de esta
sociedad, pues estaba entroncada con los Celis, los Antúnez…».33
De la documentación revisada sobre los relatos referentes a Ana
Maa Campos, Lossada es el primero que menciona esta fecha de
nacimiento, fecha que tomaron como válida todos los historiadores y
estudiosos que han abordado la gura de Ana María Campos, sin que,
hasta el momento, ningún documento avale esa aseveración.
En un llamado a pie de página, señala los antepasados de la heroína.
«Por una Cédula Real que tenemos a la vista, rmada
por Don Carlos IV en Madrid el 16 de Diciembre de
1789, donde aprueba y conrmaba la fundación del
vínculo y Mayorazgo creado por el Doctor Don Pedro
Joseph Antúnez Pacheco, Vicario, Juez Eclesiástico y
de Diezmos, Examinador Sinodal de este Obispado,
Subdelegado de la Santa Cruzada, aparece en
comprobación de lo que decimos, la distinción de
las familias Antúnez y Campos, de donde procede
la actual poseedora Doña Josefa Nicolasa Antúnez
Pacheco, legítima esposa y conjunta persona de Don
31 Ibídem, pág. 3
32 Ibídem, pág. 4
33 Ídem
44
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Fernando Lossada y Noboas, Alcalde Mayor de esta
ciudad de San Sebastián, quienes por ambas líneas son
de ilustre y antigua nobleza y todos sus ascendientes
han prestado buenos servicios a la corona en empleos
políticos y militares. De esta familia viene Doña Ana
Maa Campos y son también sus ascendientes Isabel
Maa Antúnez Pacheco, mujer legítima del capitán de
caballería Don Juan Ignacio de Campos y Pineda, el
Maestro de Campo Don Tiburcio Lorenzo de Campos,
Don Pedro de Campos, Don José de Campos y Doña
Maa Candelaria de Campos legítima esposa de Don
José Sedeño Cisneros».34
Prosigue su biografía, haciendo una apología de la Villa de Altagracia
y de los hombres notables que participaron en la gesta heroica de la
independencia:
«En la leal y coronada villa de Altagracia del Distrito
Miranda, espigó Doña Ana María Campos, como
espigaron también en tan privilegiada tierra el heroico
a la par que talentoso Coronel Francisco María Faría,
a quien por miedo a sus hazañas varoniles, como a
Matías Salazar, sus enemigos llevaron al cadalso, no
sin trepidar, ¡cobardes! Ante la majestad imponente
de la víctima ni el grito de la conciencia que los llamó
verdugos y el de la posteridad que los llamará sacrílegos.
Allí en esa histórica Villa espigaron también el ínclito
General León de Febres Cordero, el General Luis
Urdaneta, primo del célebre Don Rafael, y uno de los
más consumados tácticos y disciplinistas de la antigua
Colombia, cuya cabeza rodó por tierra en Panamá por
su lealtad a Bolívar, cuando el gran edicio de nuestra
gloriosa nacionalidad se desmoronaba desde las orillas
del Plata hasta las del caudaloso Orinoco. Allí nacieron
los Baptista, los Sanyús, los Padrón, los Dávila, los Valle
y cien y cien más que recogerá la musa histórica, entre
los que descollará con las gracias de la inteligencia y
34 Ibídem, pág. 5
45
entre el mito y la realidad
los dones y atractivos del arte Helénico, nuestro muy
querido y malogrado amigo General Carlos T. Irwin,
gura joven y simpática en la falange de la Federación
y la república de las letras, por su talento vigoroso y
chispeante, como poeta, periodista, orador, crítico,
dramaturgo y sublime actor en la escena, Irwin era
un verdadero Graco, era el Tirteo Maracaibero, que
bien merece este recuerdo, pues tomara la espada o
la citara, seducía y encantaba con el modo de ser de su
claro ingenio».35
Menciona algunos aspectos en relación a su educación: «La
educación de Doña Ana María Campos, fue muy rudimentaria y escasa,
como era la que regularmente alcanzaban en aquellos oscuros tiempos
las damiselas de esta nuestra América Española. Apenas nuestra ilustre
protagonista sabía leer, escribir y contar; pero no muy bien que digamos,
más en cambio, las austeras prácticas de la religión y los puntillos de la
nobleza y caballería no le iban muy en zaga».36
Es obvio que esta reseña fuera probable, toda vez que las mujeres en
la colonia recibían una rudimentaria formación, y el matrimonio era el
n esencial de ellas, además del cuido del hogar y los hijos.
Procede Lossada Piñeres: «Era Doña Ana María de un carácter vivo
y alegre, y su conversación salpicada de agudezas y chistes, y es bueno
que se sepa, que en esta segunda parte fue consecuente al origen y a la
inuencia de su raza, pues los Antúnez y Campos eran oriundos de la
ciudad de Carmona, en Andalucía».37
Lossada anota: «Varios partidos y proposiciones matrimoniales se
le presentaron a la Campos, en la orida primavera de su juventud; pero
ella los rechazó siempre porque no se sentía con la inclinación para el
soporte de la coyunda, que impone a la mujer cierta sumisión y vasallaje,
que no se avenía por cierto con su índole, voluntariosa, independiente y
altiva». 38
Esta cita reeja en Ana María Campos, cierta señal de rebeldía,
de no estar conforme con los designios de la mujer en el momento que
le tocó vivir, lo que explicaría su carácter, si se quiere, poco apegado
35 Ibídem, pág. 7
36 Ídem
37 Ibídem, pág. 8
38 Ibídem, pág. 9
46
Ana María Campos. Historia de una heroína:
a las costumbres sociales de la época, que exigían sumisión y total
subordinación al hombre.
Explica Lossada la situación de la Provincia de Maracaibo:
«Corría el año de 1823. El feroz y sanguinario Morales
estaba engreído y soberbio con su nombramiento de
Capitán General de Venezuela, y su triunfo de Salina
Rica que le proporcionó la ocupación de Maracaibo. No
podía soportar este canario, que alguien se opusiese a su
proyecto de dominación; había principiado la reconquista
de Venezuela fusilando a cuanto patriota caía en su
poder, con escarnio y menosprecio del tratado de Trujillo
sobre regularización de la guerra. Y esto hace exclamar
a Baralt, el elocuente Tácito Venezolano: Desgracia fue
la muerte de esos patriotas, ¿más cómo impedir que
estando vivo Morales no fuese aquel hombre el peor de
los nacidos?».39
En nota marginal, Lossada subraya que después de la acción de
Dabajuro, contraria para las armas de la República, fusiló a los capitanes
Telecha, al súbdito inglés Trainer y al subteniente Francisco Velazco.
El Capitán Joaquín Telechea (como se escribe su verdadero
apellido) fue uno de los patriotas que murió ajusticiado por órdenes
de Morales. Varios historiadores lo nombran sin dar más detalles de
él, siempre citando o no, a Lossada. En el inédito trabajo del autor de
esta investigación titulado: Diccionario Biográco de Próceres zulianos y
otros nacionales y extranjeros que participaron en la adhesión del Zulia a
la Independencia Patria, descubrimos que Telechea (así era su apellido),
al parecer nació en Maracaibo, aunque no podemos asegurarlo. Se sabe
que era de origen noble e hijo legítimo de Don Juan Esteban Telechea y
de Doña María Josefa Sigarzeta, naturales de San Sebastián de Vizcaya,
España; había casado el 05 de abril de 1793, con Isabel María Castillo,
hija legítima de José Calixto Castillo y de María Catalina Chacín, que no
eran nobles, pero sí blancos. Se ignora si tuvieron hijos y más datos sobre
este patriota.40
39 MORALES MANZUR, Juan Carlos. Diccionario Biográco de Próceres zulianos
y otros nacionales y extranjeros que participaron en la adhesión del Zulia a la
Independencia Patria. Trabajo inédito, págs. 22, 167, 182
40 LOSSADA PIÑERES, Juan Antonio. Ob. Cit, pág. 10
47
entre el mito y la realidad
Con respecto a Trainer y Velasco, ha sido, hasta ahora, imposible
conocer más sobre sus vidas y actuación en la época señalada.
Mantiene Lossada Piñeres:
«Pocos días antes del hecho que vamos a narrar, el
feroz Morales, mandó a asesinar a bayonetazos en la
plaza pública de esta ciudad, a Don Jaime Carrubí. El
espectáculo fue horrible e hizo estremecer las carnes de
los patriotas que lo presenciaron. Más no se crea que
desmaya el propósito de los buenos, ni que desmedra
y desfallece el brío y la constancia entre los hijos de
este heroico pueblo. Ah! Porque el crimen no acobarda
sino a los malos, que lo ejecutan, o a los imciles, que
no comprenden los admirables y prodigiosos efectos
de las leyes morales».41
Sobre Don Jaime Carrubí, también hemos tenido información
basada en documentos. Al parecer Jaime Carrubí era un patriota que
manifestó su apoyo por la independencia. Fue ajusticiado por órdenes
de Morales. Se sabe que pertenecía a la nobleza. Estaba casado con Doña
Francisca Josefa de la Guerra y al menos tuvo una hija con ella en el año
de 1819, llamada María Teresa Julia de la Encarnación Carrubí de la
Guerra.42
Continúa narrando Lossada Piñeres:
«Doña Ana María Campos no se entregó como
Ulises con su Penélope a los goces y fruiciones del
hogar en su pequeño reino de Itaca. Ella, ora bajo
el lar paterno, en el nido amoroso de la familia, ora
en el seno de la amistad, o en reuniones públicas, se
dio a la labor laudable de encender, como Policarpa
Zalavarrieta (heroína colombiana), el fuego del amor y
del entusiasmo patrio, con arengas y dichos ocurrentes
y oportunos. Entre otras ocurrencias estableció el
siguiente dilema como un axioma: Si Morales no
capitula, monda».43
41 MORALES MANZUR, Juan Carlos. Ob. Cit, pág. 88
42 LOSSADA PIÑERES, Juan Antonio. Ob. Cit, pág. 12
43 Ídem
48
Ana María Campos. Historia de una heroína:
La audacia de la aristócrata llegó a oídos del tirano español y este la
mandó comparecer a su presencia. «Los sicarios y fariseos se dieron prisa
en cumplir la orden de su señor, y Doña Ana María Campos, en sostener
su palabra y probarles a par que eran cobardes y viles».44
Expone Lossada: «Llegó la patricia con su escolta de esbirros, no
con aire jaquetón, como dice nuestro ilustrado colega y amigo doctor
Arístides Rojas, sino de modo, aunque reportado y cortés, varonil y
heroico, a la casa llamada de la Factoría, que es la misma donde hoy es
la Aduana Marítima de este puerto».45
La conversación entre Morales y la Campos es narrada por Lossada
de la siguiente manera:
«Interrogada por Morales si era cierto que ella se
expresaba mal de su gobierno, contestó airosa: he
dicho, señor, que dada la justicia de la causa de los
patriotas americanos, los poderosos recursos con que
cuentan, la actitud imponente del intrépido Padilla y el
cerco de acero que por doquier os amenaza, “si Usía no
capitula, monda.
- Cuáles son los recursos con que cuentan los
insurgentes?
- Con el genio de Bolívar y de sus valientes paladines,
quienes, opóngase quien se opusiere, triunfarán.
- Insolente! Cómo se atreve usted a proferir semejantes
palabras a mi presencia?
- Lo digo y lo repito, señor: “si Ua no capitula, monda.
- Retráctese Ud. ahora mismo o le mando castigar
como merece.
- No me retracto, aunque Usía me amenace con la
muerte, y repito a Ud., más alto que si no capitula,
monda».46
Lossada narra esta conversación décadas después de los hechos. No
consta en documentación alguna la veracidad de esta información que
se supone originada de la tradición oral. Dada la situación reinante en la
Provincia y el gobierno despótico de Morales, dudamos que a la Campos
44 Ídem
45 Ibídem, pág. 13
46 Ídem
49
entre el mito y la realidad
se le haya hecho un juicio como se exige para recibir la pena de azotes.
Seguramente fue un hecho sumario y breve, totalmente arbitrario, y del que
no quedaron actas ni documento alguno. Esta conversación entre la heroína
y el General Morales debe tomarse con cautela, dado que su exactitud no se
puede comprobar.
Prosigue el historiador: «Montóse en cólera el feroz canario y dio
orden a sus corchetes para que la agelasen públicamente; y montada en
un asno como para hacer más ridícula la befa y el escarnio inferido a la
sociedad, principió el martirio de la heroína».47
Dice el autor que la procesión dio comienzo en la cárcel pública a
las nueve de la mañana y que el «negro» Valentín Aguirre fue el escogido
para verdugo. Fue paseada por las calles de Maracaibo y donde se la paseó
se escuchaban los azotes: «pero se oye también la voz de aquella mujer
varonil y heroica, que a los golpes del látigo contestaba con el mismo
estribillo: si no capitula, monda».48
Prosigue Lossada:
«Aquella pobre víctima recorrió con un valor inaudito
la calle de la amargura sin lanzar una queja ni proferir
una mala palabra, y cuando exánime quedó abandonada
por el verdugo y sirviendo de irrisión a la soldadesca, es
fama que ángeles bajaban del cielo a restañar las heridas
con perfumes y bálsamos olorosos… Este hecho inicuo
conmovió profundamente a la sociedad Maracaibera;
pero sirvió de lección objetiva para probar lo que puede
la voluntad cuando va acompañada de un sentimiento
generoso. Desde ese día la conducta varonil de la
Campos, sirvió de modelo a la juventud y ya no hubo
escrúpulo para desaar al tirano y arrojarle a la frente
los eslabones de la cadena que por trescientos años les
tenía atados al yugo de la España».49
Lossada indica que la profecía de la heroína del Zulia se cumplió,
a razón que el 23 de Julio de 1823, se libró en el lago la acción naval en
la cual Padilla y Manrique le concedieron a Morales una capitulación
honrosa.
47 Ídem
48 Ibídem, pág. 14
49 Ídem
50
Ana María Campos. Historia de una heroína:
El autor asegura que la Campos, cuando vio en desgracia a Morales:
«no pidió venganza ni reparación alguna; ella tenía un pecho generoso y
supo perdonar a sus enemigos».50
Sobre su nal Lossada expresa:
«Cinco años sobrevivió la Campos a aquel sacricio
innominado y sangriento, cumplidos los cuales,
muere de una manera trágica a orillas del risueño lago.
Bañándose un día en los Puertos de Altagracia, le dio
un accidente y se sumergió en las ondas, líquida tumba
y sepultura digna de aquella heroica Maracaibera, a
quien venimos hoy a consagrarle estas líneas, como
homenaje a las virtudes de su acendrado patriotismo».51
Este nal hace suponer que falleció en 1828 más no señala el año,
aunque obviamente se reere al mismo; tampoco indica la fecha de muerte
exacta, como otros historiadores lo han armado sin fundamento; de igual
modo sugiere que el Lago de Maracaibo fue su tumba. Estos aspectos los
abordaremos en otros relatos biográcos.
ANA MARÍA CAMPOS: Por Juan Besson
(Historia del estado Zulia. Tomo II. Ediciones del Banco Hipotecario del Zulia.
1973, pág. 741)
Juan Besson Lalinde ha sido considerado como el mejor historiador
zuliano del pasado. Su obra Historia del Zulia, originalmente publicada
en cinco tomos, y que abarca de 1499 a 1950, se considera la mejor que se
ha hecho sobre el Estado. No obstante, debemos lamentar que esa valiosa
obra no cite las fuentes utilizadas que hubieran sido de gran valor para los
historiadores que le sucedieron hasta la actualidad.
Besson, en su obra, dedica pocos párrafos a Ana María Campos.
Comienza señalando las arbitrariedades del General Morales en la
Provincia de Maracaibo y los crímenes contra patriotas que se sucedieron
durante el gobierno de aquel.
Besson menciona:
«un día llegó a conocimiento de Morales en Maracaibo
50 Ibídem, pág. 15
51 Ibídem, pág. 16
51
entre el mito y la realidad
que la señora Ana María Campos había dicho en una
tertulia reriéndose a él: “Si no capitula, monda” y
la hizo traer presa a su presencia. Al preguntarle si
era cierto lo que le han dicho, la Campos contes
armativamente. La insultó Morales y la ordenó
retractarse inmediatamente, o de lo contrario sería
castigada. Altivamente contestó la Campos: “¡No me
retracto, y repito que, si usted no capitula, monda!” Se
llenó de rabia Morales ante el atrevimiento, y mandó
que la sacaran montada sobre un asno por las calles de
la ciudad, siendo azotada, hasta que se retractara. No
tardó en ejecutarse la infame sentencia». 52
Apunta, igualmente, que el verdugo (cuyo nombre no menciona) le
descubrió la espalda, luego la montaron sobre un asno (otros historiadores
plantean que fue un burro) y empezó el suplicio. «A cada latigazo,
el verdugo le exigía que se retractara. “No me retracto – contestaba la
Campos -, y repito que, si no capitula, Monda”».53
Para nalizar, indica: «sin retractarse, la altiva patriota, sufrió los
azotes hasta quedar exánime. Entregado el cuerpo destrozado a su familia
pudo restablecer la Campos su salud, y llenarse de júbilo cuando Morales
fue derrotado y fue embarcado en Maracaibo para Cuba».54
Esta versión es muy parecida a la de Rojas en sus aspectos esenciales
y guarda mucho parecido con la de Lossada.
REFERENCIAS A ANA MARÍA CAMPOS EN APUNTACIONES
HISTÓRICAS DEL ESTADO ZULIA:
Por Pedro Guzmán
(Apuntaciones Históricas del Estado Zulia. II Edición. Universidad del Zulia.
1967, pág. 314)
Pedro Guzmán Aguirre nació en Maracaibo en 1860 y falleció
en la misma ciudad en 1947. Fue Doctor en Ciencias Políticas, escritor
y periodista, además de estudioso de la historia. Su obra Apuntaciones
Históricas del Estado Zulia, vio la luz en 1899, mostrando un muy serio
52 BESSON, Juan. Ob. Cit, pág. 742
53 Ídem
54 Ídem
52
Ana María Campos. Historia de una heroína:
abordaje de los hechos, narrando la historia del Estado en un lapso
comprendido desde los orígenes de la Región hasta 1872. Fue Miembro
Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia, entre otros
cargos.
En su obra señalada, menciona a Ana María Campos. Comienza
indicando que Manrique se alistaba para tomar medidas sobre Maracaibo,
pero Morales, que deseaba también entenderse con aquel, se fue a atacarlo,
como efectivamente lo hizo en 19 de abril, triunfando y apoderándose de
Gibraltar, siendo en esta ciudad donde el Jefe Realista hizo azotar a «una
señora Matos», cuando supo que, en Maracaibo, Ana María Campos
cantaba versos sobre él, en los cuales terminaba con el estribillo «si no
capitula, monda». La Campos fue azotada en las calles de la ciudad de
Maracaibo, montada en un asno (como lo fue la Matos), con el n de que
se retractara, lo que no se consiguió. 55
Es lo único que escribe sobre la heroína. Hace mención de la señora
Matos, ya reseñada, y narra muy escuetamente el suplicio de la Campos,
en concordancia con las descripciones de los hechos que hacen Rojas y
Lossada, pero sin buscar adornar o enfatizar la historia conocida.
ANA MARÍA CAMPOS: Por Kurt Nagel von Jess
(Ana María Campos. Crónicas de Historias del Zulia. Crónica No. 31. Inédito.
2005, págs. 1 al 16)
Kurt Nagel von Jess fue un genealogista e historiador maracaibero
de origen alemán, emparentado lejanamente con la heroína Ana María
Campos. Era bisnieto de Juan Antonio Lossada Piñeres, el mejor biógrafo
de la Campos, además de abogado, diplomático y humanista, experto en
historia de Maracaibo.
Tenía en su producción bibliográca una larga lista de crónicas
sobre el Zulia y sus personajes, que pretendía publicar en su condición
de Cronista de Maracaibo, lo cual no pudo darse, lamentablemente;
entre ellas, una sobre la famosa heroína que nos ocupa, que se reseñará a
continuación.
Expone, Nagel:
«Hablar de Ana María Campos es hablar del arrojo y
la valentía de la mujer venezolana, y en especial, de la
55 Ídem
53
entre el mito y la realidad
zuliana.- Siempre lo he mencionado.- Si la sociedad
venezolana se salva, es porque ha sido guiada siempre
por la voluntad de un grupo numeroso de sus mujeres,
la mayoría, embraguetadas, - actitud esta que he podido
comprobar en la gran mayoría de las que conforman
mi familia - que, contra viento y marea, enfrentan los
avatares que la vida les depara.- Y este es un ejemplo más
de lo que ellas representan.- Su comportamiento quedó
como símbolo del gran aporte de la mujer a nuestra gesta
independentista».56
Continúa Nagel, y menciona un hecho curioso:
«… El hecho que la conducta de la famosa heroína
venezolana haya sido y siga siendo enjuiciada en
referencias que trascienden con desdoro de la verdad,
que al menos motivan dudas, pues no se basan en
pruebas de ningún género, y el conocimiento en que
estamos de orígenes de esas versiones, no hace que
guardemos otorgante silencio, sino deber obligatorio
en reverencia, por defender la dignidad ultrajada de
aquella mujer, y deshacer lo que empañe su gloria de
mártir de la libertad y de virgen pudorosa…».57
Se refería el historiador Nagel a comentarios deshonrosos que
señalaban a Ana María Campos de tener una conducta «no convencional»
ni acorde con los cánones de la época que le tocó vivir. Y agrega:
«… Es verdad que la actitud libre, valiente y abnegada de
la joven Ana María Campos, fue escándalo de algunas
familias “nobles y representativas” de la provincia.
Debía ser así, pues la condición de tales gentes
sumisas, realistas y bravas esclavistas, no admitía la
independencia del país y menos la libertad del pueblo
oprimido, explotado y sojuzgado, que luchaba por
romper las cadenas que lo ataban a la Monarquía…».58
56 NAGEL von JESS, Kurt. Ana María Campos. Crónicas de Historias del Zulia. Crónica
No. 31. Inédito. 2005, pág. 1
57 Ibídem, pág. 2
58 Ibídem, pág. 3
54
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Cierto que la conducta de la Campos debió causar molestia y
generar críticas de muchos de sus contemporáneos y de gente de su clase,
hecho que trataremos con posterioridad.
Nagel, en su Crónica, hace referencia a Lossada Piñeres y a Christian
Oldenburg, prácticamente citando textualmente los trabajos de ambos
historiadores.
Menciona:
«El día 2 de abril del año de 1806, nació en la coronada
villa de los Puertos de Altagracia, hoy del Distrito
Miranda del estado Zulia, Ana María de Campos y
Cubillán de Fuentes, hija legítima de D. Domingo
José de Campos y Perozo de Cervantes, nacido el
31 de agosto de 1765 en Maracaibo y de Da. Maa
Ana Cubillán de Fuentes y Vera, su mujer con quien
había casado en Maracaibo, posiblemente hija de D.
Cristóbal Silvestre Cubillán de Fuentes y Grimaldi y de
Da. Agustina Rosalía de Vera».59
Nagel arma una fecha de nacimiento distinta a la proporcionada
por Lossada Piñeres y todos los historiadores; creímos que se trataba de
un error de transcripción del historiador, pero más adelante sostiene que,
cuando ocurrieron los hechos, en 1823, la Campos tenía diecisiete años,
lo que nos conrma que esta era su creencia, no obstante, ignoramos en
qué se basa para armarlo. También agrega el nombre de sus padres e
incluso la fecha de nacimiento del padre, señalando el apellido Grimaldi
como perteneciente a su abuelo, algo que, veremos más adelante, no se
corresponde con estudios genealógicos que citaremos.
Sobre la familia Campos, siguiendo casi textualmente a Lossada
Piñeres, agrega:
«La familia Campos de las pocas mantuanas de esta
región, era de las más distinguidas y aristocráticas de
esta sociedad, pues estaba entroncada con los Gutiérrez
de Celis, los Antúnez Pacheco, los Lossada, los Pirela,
los Andrade, los Troconis, los Urdaneta Barrenechea,
los de la Cruz y Velasco y con la señora de la Colina
59 Ibídem, pág. 5
55
entre el mito y la realidad
Peredo y Fernández de Hevia, aquella insigne matrona
de grandes campanillas que tenía privilegio de asilo
concedido por la Corte de España, que lo ejercía en
su hato solariego situado en el solar donde después
estuvo el conocido Templo de San Felipe Neri, y
parentesco consanguíneo muy directo, a través de
su familia coriana, con el emperador Moctezuma.
(Montecuchosoma en azteca)».60
Prosigue:
«Ana María era, por lo tanto, blanca criolla, aristócrata,
oligárquica, noble de cuna.- Provenía de un hogar
donde hacían ejemplo de austeridad sus miembros
y nació también la preclara persona del doctor León
de Campos y Cubillán de Fuentes, su hermano,
célebre factor de la Escuela de Cristo; casa que no era
sino sala de ocina revolucionaria que propiciaba la
propagación y puesta en efecto de la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y de donde
tenía que proceder, no una mujer vulgar y viciosa como
se pretende, y como lo propagaba una maestrilla de
escuela que no es Felicia sino infelicia, referida así por
Oldenburg, y cuya identicación no nos fue permitido
lograr, sino la púdica heroína Ana María Campos».61
Con respecto a León de Campos, señala que era «hermano» de
Ana María Campos. En este punto consideramos que si la Ana María que
se ha reconocido como tal, nació en 1796, o en 1806, como arma Nagel,
resulta muy dudoso que León de Campos, que, según Millares Carlo,
cuando participó en la conspiración de la Escuela de Cristo, en 1812,
tenía 61 años de edad, fuera hermano de esa Ana María Campos, que
para la época tendría 16, o 12 según sea el caso. Empero, sí era hermano
de otra Ana María Campos, de la cual nos ocuparemos luego.
Nagel cita a Lossada Piñeres y sostiene que la educación que recibió
Ana María, fue rudimentaria y escasa, que apenas sabía leer, escribir y contar,
pero «sus condiciones morales y maneras eran distinguidas, anteponiendo
60 Ibídem, pág. 5
61 Ídem
56
Ana María Campos. Historia de una heroína:
una intuición, una comprensión y un ideal de justicia y cristianismo y
de lecturas bien interpretadas que hicieron de ella lo que es y lo que vale,
abrillantada por inteligencia no común… ».62
Siguiendo a Lossada dice que la Campos tuvo proposiciones
matrimoniales en su juventud, ¿no era joven aún, en 1823, cuando fue
brutalmente castigada? Tenía supuestamente 27 años, según la mayoa
de los autores que dan por cierto su nacimiento en 1796, pero, aunque
es cierto que una mujer de su época, con su edad, ya era poco casadera,
tampoco ello implicaba que fuera una «solterona», aun perteneciendo a
una familia rica de la Provincia.
Arma Nagel, siguiendo a Lossada, que rechazó proposiciones
matrimoniales porque no quería sumisión y vasallaje «que no se avenía
por cierto con su índole voluntariosa, independiente y altiva».63
Explica la situación política de la Provincia de Maracaibo y la
llegada triunfante de Morales a esta, lo que cambia el panorama político
militar de Venezuela.
Indica la consternación que se vivió en Maracaibo con el gobierno
opresivo de Morales, los asesinatos de patriotas y el clima de terror
imperante: «Era para el Zulia la época aquella, en que pronunciar el
nombre de libertad fue un crimen; y el silencio interpretado como una
prueba de conspiración; la tristeza señal de descontento y la alegría, en
n, esperanza de un pronto cambiamiento…».64
Expone:
«Mientras todo esto sucedía, Ana María Campos, de
apenas diecisiete años, no se entregó… a los goces…
del hogar en su pequeño reino…en el nido amoroso de
la familia, … en el seno de las amistades, o en reuniones
públicas se dio a la labor laudable de encender… con
dichos y arengas ocurrentes y oportunos, el fuego del
amor y del entusiasmo patrio; se expresaba sin temores,
fuertemente contra los realistas y sostenía con valiente
ardor que el poder monárquico sería abatido. Entre
otras ocurrencias estableció el siguiente dilema como
un axioma: “Si Morales no capitula, monda”».65
62 Ídem
63 Ibídem, pág. 7
64 Ídem
65 Ibídem, pág. 9
57
entre el mito y la realidad
Si Ana María Campos había nacido en 1796, no nos explicamos
cómo pudo tener diecisiete años para cuando ocurrieron los hechos que
se narran, pero recordemos que, en el relato de Nagel, este arma que
nació en 1806.
Según dicho relato de Nagel, Morales tuvo conocimiento del
atrevimiento de la joven patriota y la hizo comparecer ante su presencia:
«Llegó la patricia con su escolta de esbirros, - no con
aire jaquetón, como dice el ilustrado colega y amigo
de Lossada Piñeres, Arístides Rojas - sino de modo,
aunque reportado y cortés, varonil y heroico, a la
casa llamada de la Factoría, que es la misma donde
estuvo durante un tiempo la Aduana Marítima de este
puerto, luego la poderosa empresa Breuer Moeller &
Co. Sucs., cuyo principal accionista era el yerno de
Lossada Piñeres, y más tarde el Banco de Maracaibo y
la ONIDEX». 66
A continuación, el famoso diálogo que se produjo entre el General
Morales y la Campos, que es idéntico al narrado por Lossada Piñeres:
«Interrogada por Morales si era cierto que ella se
expresaba mal de su gobierno, contestó airosa: “…he
dicho, señor, que, dada la justicia de la causa de los
patriotas americanos, los poderosos recursos con que
cuentan, la actitud imponente del intrépido Padilla y el
cerco de acero que por doquier os amenaza, si Usía no
capitula, monda”».
Sigue Nagel:
«- ¿Cuáles son los recursos con que cuentan los insurgentes?
Con el genio de Bolívar y de sus valientes paladines,
quienes, opóngase quien se opusiere, triunfarán.
- ¡Insolente! ¿Cómo se atreve usted a proferir semejantes
palabras a mi presencia?
- Lo digo y lo repito, señor: “si Ua no capitula, monda.
66 Ibídem, pág. 10
58
Ana María Campos. Historia de una heroína:
- Retráctese Ud. ahora mismo o le mando castigar como merece.
- No me retracto, aunque Usía me amenace con la muerte,
y repito a Ud. más alto, que, si no capitula, monda».67
El relato de Nagel explica la molestia que ocasionó en Morales
la actitud de la Campos, y que este dio orden para que la agelasen
públicamente, montada en un asno «como para hacer más ridícula la befa
y el escarnio inferido a la sociedad, principió el martirio de la heroína».68
Narra el suplicio de la heroína:
«La inicua procesión dio comienzo en la cárcel pública
donde se yergue hoy el Palacio de Gobierno, a las nueve
de la mañana. - El negro esbirro Valentín Aguirre es
el escogido para verdugo. Lo buscaron no sólo esbirro
sino negro, para que la infamia fuera peor.- Lo primero
que hicieron fue desgarrarle el vestido.- De calle en calle
y de esquina en esquina se oyen los azotes; pero se oye
también la voz de aquella mujer varonil y heroica, que a
los golpes de cada latigazo, con el que el sayón destrozaba
sus delicadas carnes, exclamaba altiva cada vez: “Observa,
¡oh tirano!, cuán poco les importa el cuerpo a los que
aman la gloria. Y a continuación, contestaba con el
mismo estribillo: “Si no capitula, monda”».69
Se habla del verdugo Valentín Aguirre, y se indica que fue escogido
por «negro» para que fuera más infame el hecho. Consideramos que
era muy difícil que, para la época, alguien de clase superior y de origen
blanco, o blanco de orilla, incluso, ejerciera de verdugo, ya que era un
ocio reservado a personas de clases bajas, como eran los pardos.
Igualmente se arma que la cárcel pública estaba situada en lo que
es hoy el Palacio de gobierno del Zulia.
Nagel, siempre siguiendo a Lossada, menciona la valentía de la
vapuleada, el valor demostrado, sin quejarse de sus circunstancias, y el
hecho que, una vez cumplida la condena, quedó en la calle abandonada por
el verdugo y sirviendo de burla a la soldadesca.
Dice Nagel, al igual que Lossada Piñeres que, posteriormente,
67 Ibídem, pág. 12
68 Ibídem, pág. 13
69 Ídem
59
entre el mito y la realidad
Morales es vencido por Padilla y Manrique en la Batalla Naval del Lago
de Maracaibo, y que la Campos no pidió venganza ni reparación y nos
preguntamos: ¿ella podía pedir algún tipo de castigo para su agresor?
¿La guerra no se dirime entre militares que son los que establecen las
condiciones de rendición y demás aspectos? También menciona Nagel
que, debido al ultraje «su vida de mujer bonita y hermosa estaba perdida,
pues había quedado inválida, afectada de un accidente que la atacaba
privándola de toda facultad».70
Esta versión, como las precedentes y posteriores, arman que
el castigo aplicado a la Campos le había causado invalidez. No existe
ninguna documentación que avale esto, lo cual debe ser producto de
la tradición oral y lo que contrasta con el hecho mismo de su muerte
«ahogada en las aguas del lago». Por otro lado: ¿a una lisiada se la dejaría
bañarse sola en las aguas del lago? ¿Es esto razonable? En todo caso debía
estar acompañada por alguien, la inmovilidad haría casi mortal el hecho
que pretendiera sumergirse en aguas lacustres para bañarse. El mismo
Nagel expone:
«Bañándose un día en los Puertos de Altagracia, en la
playa frente a su casa que quedaba en el lado oeste de
la Plaza Mayor, accidental y súbitamente le dio, lo que
suponemos fuese un síncope, que según las anécdotas
familiares fuera producto de una epilepsia originada
por los golpes que recibió, y se sumergió en las ondas,
quida tumba y sepultura digna de aquella heroica
puertera y maracaibera, y así la consagraron como la
mártir del Zulia».71
Se asegura, entonces, que aparte de la invalidez generada por los
azotes, esta le produjo epilepsia, lo que la llevó a la muerte «bañándose»
en la playa frente a su casa, hecho que ocurrió cinco años después de
los azotes, presumimos en 1828, donde Nagel asegura que tenía 22 años,
cuando según Lossada debía tener 32...
70 Ibídem, pág. 14
71 Ibídem, pág. 16
60
Ana María Campos. Historia de una heroína:
MUJERES DE SOL Y FUEGO:
Por Julio Borges Rosales
(Mujeres de Sol y Fuego. Imprenta del Estado. Maracaibo. 1981, págs. 15 a 18)
Julio Borges fue un artista visual, escritor y promotor cultural,
además de historiador o historiógrafo. Su semblanza de Ana María
Campos comienza con una breve exposición sobre el papel de las mujeres
en la gesta patriótica venezolana, en la que menciona a Juana Ramírez,
La Avanzadora, en Maturín; Eulalia Ramos Sánchez, en la Casa Fuerte de
Barcelona; Luisa Cáceres de Arismendi; Isabel Fajardo, y en el Zulia a Isabel
de Ojeda y Ana María Campos, a quién denomina «la fuerte mujer nacida
en los Puertos de Altagracia, villa procera, que escribió páginas brillantes de
la historia patria».72
Dice que Ana María Campos era hija de Domingo Campos y Ana
Maa Cubillán, en concordancia con los demás autores que hemos
analizado, exponiendo lo siguiente:
«la historia nos dice que, desde muy joven, comienza
a preocuparse por el destino del país. En su casa se
reúnen en las noches los patriotas que comienzan a
organizarse, para dar la pelea a los realistas que cada
día cometen más atropellos, lo que enciende la sangre
joven y valiente de la doncella altagraciana».73
Desconocemos si es cierto o no que en «la casa» de la heroína se
hacían reuniones conspirativas. Luego Borges explica la situación política
de la Región: Francisco Tomás Morales no sólo dominaba la antigua
Provincia de Maracaibo, sino que pretendía permanecer en el poder. Dice
que Morales «en su casa frente a la Plaza Mayor»74, conoce la situación,
sabe del fervor patriótico de los que se reúnen en la casa de los Campos
en Altagracia. También llega a sus oídos que en una de esas reuniones
se le ocurre decir a la Campos que «si Morales no capitula, monda»75, es
decir que, si no entregaba el mando, iba a tener que pelear «duro», según
su interpretación; observamos así que cada autor da una connotación
72 BORGES ROSALES, Julio. Mujeres de Sol y Fuego. Imprenta del Estado. Maracaibo.
1981, pág. 15
73 Ibídem, pág. 16
74 Ídem
75 Ibídem, pág. 17
61
entre el mito y la realidad
distinta a la célebre frase de la Campos.
Continúa Borges:
«Ana María es capturada y traída a Maracaibo, en
donde Morales, que se siente ofendido, ordena que
la joven sea paseada por las calles, montada sobre un
asno y recibiendo los latigazos de Valentín Aguirre, un
negro africano al servicio de Morales, quien asiste al
sacricio con una gran sonrisa en sus labios, ya que
esperaba que Ana María se retractara en público de
su ofensa, pero ésta en vez de hacer lo deseado por
Morales, continúa diciendo con la cabeza erguida “Si
no capitula, monda”».76
Llama la atención que se reere a Valentín Aguirre como «un negro
africano», lo cual no es cierto ya que era un pardo (como se verá más
adelante) cuya familia tenía varias generaciones en la ciudad. Y señala,
igualmente, que Morales «asiste al sacricio con una gran sonrisa en sus
labios», lo que revela una gran imaginación. Igualmente sugiere que la
Campos estaba en otra ciudad distinta a Maracaibo ya que fue «traída» a
esta, lo que contrasta con otros relatos. El resto de su biografía es idéntico
al de los historiadores precedentes, nalizando con la anécdota que el
monumento de Renato Luchetti, ubicado en la Avenida El Milagro de
Maracaibo, en honor a Ana María Campos, fue moldeado tomando como
modelo la imagen de Julia, la esposa del escultor.77
El resto del relato es una apología romántica sobre el valor de la
altagraciana y de las mujeres zulianas que no aporta nada de trascendencia.
EL ESCARNIO Y MARTIRIO PÚBLICOS DE UNA HEROÍNA:
Por Antonio Gómez Espinoza
(Historia Fundamental del Zulia. III Tomo. CORPOZULIA. Maracaibo, 1992,
pág. 126,127)
Antonio Gómez Espinoza fue un Licenciado en Filosofía, educador
y escritor. Historiógrafo, escribió su Historia Fundamental del Zulia en tres
volúmenes; esta fue un esfuerzo por compilar el devenir de la Región desde
76 Ídem
77 Ibídem, pág. 127
62
Ana María Campos. Historia de una heroína:
la era prehispánica hasta el siglo XX.
En dicho libro se reere a Ana María Campos:
«Por ese tiempo sucedió el escarnio de doña Ana
Maa Campos, noble matrona altagraciana nacida el
2 de abril de 1796, en el noble hogar de los esposos
Domingo de Campos y doña Ana María Cubillán,
gentes importantes de la población altagraciana. Sintió
vibrar en su alma desde su niñez el deseo ardiente de
libertad patria; y ya en su exuberante juventud y en lo
más peligroso de la situación política de Maracaibo,
a causa de la presencia del sanguinario Morales, no
tuvo reparo en manifestar sus nobles sentimientos y
en varias oportunidades de tertulias familiares de la
Maracaibo de antaño, al llegar el tema obligado de la
política, repetidas veces doña Ana María al hablar del
jefe español, repetía con insistencia: “Si Morales no
capitula, monda, o sea que ella poraba en la salida del
español de Maracaibo, a cualquier precio».78
Esta historia es similar a las anteriores en cuanto a su fecha natal,
la actuación de Morales, su fervor patriótico y el escenario donde ella
proclamaba consignas contra Morales. No obstante, dice que lo hacía en
Maracaibo, cuando a la Campos se la considera oriunda y residente de Los
Puertos de Altagracia.
Subraya que Morales:
«Conocedor de estas atrevidas armaciones ordenó
a la Campos que se presentase en su cuartel. Una vez
presente la Campos fue interrogada por el mismo
jefe, acerca de la veracidad de sus conversaciones:
¿Qué es lo que usted tan repetidas veces arma en sus
conversaciones?. “General, que, si usted no capitula,
monda, repitió la valiente y noble mujer. “Retráctese
de lo que dice, repite Morales. “No puedo General,
porque es verdad que, si usted no capitula, monda».79
78 GÓMEZ ESPINOZA, Antonio. Historia Fundamental del Zulia. III Tomo.
CORPOZULIA. Maracaibo, 1992, pág. 17
79 Ídem
63
entre el mito y la realidad
Este relato de la Campos es casi copia textual de los historiadores
que le precedieron.
Gómez arma que:
«El precio de este arrojo y bizarría fue castigado
bárbaramente por el sátrapa. Ordenó que montada
en un asno fuese paseada por las calles de la ciudad y
que en ese paseo fuese recibiendo azotes en su pecho y
espalda, para lo cual ordenó además que fuese llevada
desnuda de la cintura para arriba, para mayor escarnio
y vergüenza».80
En realidad, la pena de azotes implicaba que la persona estuviera
semidesnuda para garantizar el daño que se pretendía causar al condenado,
por lo que no creemos que fuera llevada «desnuda de la cintura para arriba»
para un mayor escarnio. Gómez indica que el castigo se cumplió sin que
Ana María Campos diese muestras de dolor, contestando a cada latigazo:
«Morales, si no capitula monda»81, versión idéntica a las precedentes.
Al igual que otros historiadores, también arma que Campos
quedó exánime, tirada en el suelo, y que sus familiares la asistieron en
esos momentos. Y concluye: «más de los azotes y la pena moral sufridos,
se le desarrolló la epilepsia, y pocos años después en la playa lacustre en
Los Puertos de Altagracia, al darle uno de los ataques cayó al lago».82
Resulta curioso que, en el segundo tomo de su Historia Fundamental
del Zulia, Gómez Espinoza, al relatar los sucesos relacionados con la
conspiración de la Escuela de Cristo, se reera a uno de los conspiradores,
el Doctor León de Campos, como «padre de Ana María Campos»83,
cuando en esta reseña le atribuye otro padre, que es el que supuestamente
le atribuyen los demás historiadores. Pero en la señalada obra de Gómez
nos encontramos con muchas contradicciones, por ejemplo, el nombre
que le atribuye a la señora Matos, también azotada por órdenes de Morales,
a la cual, en dos páginas distintas, le atribuye dos nombres totalmente
diferentes, entre otros aspectos que no se mencionan porque nada tienen
80 Ídem
81 Ídem
82 Ídem
83 GÓMEZ ESPINOZA, Antonio. Historia Fundamental del Zulia. II Tomo.
CORPOZULIA. Maracaibo, 1992, pág. 295
64
Ana María Campos. Historia de una heroína:
que ver con nuestra biograada.
ANA MARÍA CAMPOS:
Por Atenógenes Olivares, Hijo
(Ana María Campos. Siluetas Ilustres del Zulia. Tomo I. Impresora Nacional, S.
A. Maracaibo. 1988, págs. 25 a 28)
Atenógenes Olivares, Hijo (1905-1993), fue periodista,
historiógrafo, biógrafo, ensayista y poeta. Fue Miembro de Número de
la Academia de Historia del estado Zulia y autor del libro, editado varias
veces, Siluetas Ilustres del Zulia, de donde tomamos su biografía sobre
Ana María Campos.
Su relato es tradicional y toma datos de los anteriores historiadores.
Dice de la Campos que:
«Nació en la Villa de Nuestra Señora de Altagracia el
2 de abril de 1796. Fueron sus padres Don Domingo
Campos y Doña Ana María Cubillán. Nació cuando
germinaba la idea de independencia en Venezuela
formándose en su espíritu la idea de libertad y
heroísmo. A los dieciséis años vio morir a su hermano
el Dr. León Campos asxiado con humo de azufre en el
calabozo de la prisión de Puerto Cabello».84
Comete el error (¿error?) de mencionar al Doctor León de Campos
como hermano de Ana Maa, sabiendo que la Ana Maa nacida en
1796 tenía 16 años cuando murió su «hermano» de 61 años, según relata
Millares Carlo. Pero: ¿sería en realidad su hermana? Eso lo analizaremos
más adelante.
Continúa Olivares:
«Desde muy joven fue defensora y divulgadora de
los principios del Libertador y enemiga constante de
la esclavitud de la monarquía española. A la llegada
del Brigadier Francisco Tomás Morales a los Puertos
de Altagracia, en abril de 1822, quien dejó una estela
de crímenes, se enerva el espíritu patriótico de Ana
84 OLIVARES (HIJO), Atenógenes. Ana María Campos. Siluetas Ilustres del Zulia.
Tomo I. Impresora Nacional, S. A. Maracaibo. 1988, pág. 25
65
entre el mito y la realidad
Maa quién recrudece en sus conversaciones los
grandes ideales republicanos, abanderada de ideas
revolucionarias».85
Suponemos que la tradición oral la identicaba como proclive a la
causa revolucionaria, tomando en cuenta que su tío (¿hermano?), León
de Campos, había sido perseguido y asesinado (según versiones históricas
y algunas fuentes primarias) por los realistas, al igual que su hermano
(¿sobrino?) Benigno de Campos y Cubillán de Fuentes, cuya vida si está
documentada y quizás también pereció a manos de los españoles, según
reere Millares Carlo.
Explica el suplicio de la Campos:
«Francisco Tomás Morales y los suyos hablan de ella
con intenciones de quebrantar su honor de mujer
bien nacida y de conducta ejemplar; cuando alguien
le hizo conocer a Ana María que Morales andaba
deshonrándola públicamente, ella le respondió:
“Hemos venido sufriendo con la Patria la sangrante
humillación de la esclavitud; pero si Morales no
capitula, monda. Estas palabras en el lenguaje de la
época signicaban que, si Morales no entregaba la
plaza, en ella perecería. La noticia corrió hasta oídos
de Morales quien lleno de soberbia ordenó el sacricio
de Ana María Campos. Pide que sea conducida a su
presencia la atrevida mujer. En la factoría, el jefe
realista la inquiere, le pide diga la verdad de cuanto
anda diciendo contra él. Ana María, altiva y resuelta
contestó: “He dicho, señor, que, dada la justicia de los
patriotas americanos, los poderosos recursos con que
cuenta, la actitud imponente del intrépido Padilla y el
cerco de acero que por doquier os amenaza, si Usía no
capitula, monda. Morales, nuevamente le pregunta:
¿Por qué arma usted semejante dicho? Y Ana Ma
sin retractarse, responde: “Porque los patriotas son ya
vencedores en toda Venezuela y dentro de muy poco lo
serán en Maracaibo, por agua y por tierra. El capitán
Morales herido en su orgullo, ordenó que Ana María
85 Ibídem, pág. 26
66
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Campos fuese vapuleada públicamente por las calles
de la ciudad y desde la puerta de la Casa de Morales,
montada sobre lomos de un borrico, fue llevada a
latigazos descargados sobre su espalda desnuda. A
cada latigazo el verdugo le pedía “retráctese” y Ana
Maa Campos contestaba: “Si no capitula, monda”». 86
Esta conversación entre Morales y la Campos, constituyen diálogos
agregados de manera romántica y novelesca, lo cual no parece creíble,
ni es históricamente comprobable. Igual menciona el lugar donde se
inició el martirio como la casa ahora llamada de Morales, cuando otros
historiadores indican que fue en la cárcel pública, situada al lado de dicha
mansión.
Dice Olivares que luego de la Batalla del Lago de Maracaibo «el
3 de agosto del mismo 1823, Morales rmó la Capitulación de las
fuerzas realistas: El día 15 del mismo mes y año, Ana María Campos,
casi inválida a causa del castigo recibido, desde la orilla del lago, en los
Puertos de Altagracia, contempló el buque que conducía hacia la Isla de
Martí al capitán General Francisco Tomás Morales exclamando: “Morales
capitu”».87
Un lustro más tarde, según Olivares, Ana María Campos, cuando
tomaba su baño de costumbre a orillas del lago (¿a pesar de su invalidez?)
frente a su morada de los Puertos de Altagracia (¿hay seguridad que fue en
la playa adyacente a su morada?), murió ahogada.
ANA MARÍA CAMPOS «Asesino: o capitulas
o mondas» (sin autor)
(Síntesis Biográca del Estado Zulia. Ediciones URPA. 1956. Caracas, págs. 26
a 28)
El libro Síntesis Biográca del Estado Zulia es un interesante
compendio sobre la región zuliana, especialmente con información
sobre el siglo XX y diversos personajes de las cinco primeras décadas
de este. También hay una sección sobre personajes del pasado, en el que
mencionan a Ana María Campos.
86 Ibídem, pág. 27
87 Ibídem, pág. 28
67
entre el mito y la realidad
No hemos podido precisar el autor o autores de tal libro, pensamos
que sean varios, y actuaran por disposición de una empresa.
Sobre Ana María Campos, se expone lo siguiente:
«La gran patriota zuliana nació en los Puertos
de Altagracia, Distrito Miranda, el 2 de abril de
1796, cuando comenzaba a germinar la idea de
la independencia venezolana. Perteneció a una
distinguida familia entre quienes guraban Monseñor
Antonio María Campos, que fue Arzobispo de Quito
y el Doctor León Campos, asesinado con humo de
azufre en un calabozo de la prisión de Puerto Cabello,
por disposición de las fuerzas españolas».88
Se vuelve a señalar la fecha de nacimiento siguiendo la fecha que
proporciona Lossada Piñeres. Hablan de su familia, del Doctor León de
Campos y de Antonio María Campos, que algunos arman fue Arzobispo
de Quito, de lo cual no hay constancia alguna. De hecho, hasta 1851, no
hubo arzobispado en Quito, sino que la más alta dignidad eclesiástica la
ocupaba un Obispo, y ello fue de 1546 a 1851. De la lista de los Arzobispos
y Obispos de Quito, ninguno lleva por nombre Antonio María Campos,
por lo que consideramos que esta es una falsedad histórica que no se
fundamenta en ninguna relación de altos dignatarios de la Iglesia de ese
país. Esto lo abordaremos con posterioridad, pero la información sobre
los Obispos y Arzobispos de Quito, pueden consultarse, incluso, en
internet. 89.
Contia:
«En Ana María vivía intensamente el gran dolor de las
desventuras que, bajo la bota española, sufría la tierra
venezolana, dolor que se recrudeció con la muerte del
Doctor Campos, por lo cual inmediatamente comenzó
a hacer campaña de oposición en su pueblo nativo.
Esta campaña fue aún más violenta cuando la invasión
de Maracaibo por el jefe español Francisco Tomás
Morales. La Campos lanzaba sus acusaciones desde los
88 SIN AUTOR. Síntesis Biográca del Estado Zulia. Ediciones URPA. 1956. Caracas,
pág. 26
89 Obispos y Arzobispos de Quito. Disponible en internet: https://es.wikipedia.org/
wiki/Anexo:Arzobispos_de_Quito
68
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Puertos de Altagracia, lo cual llegó a oídos de Morales,
quien dio órdenes de trasladarla a Maracaibo ante su
presencia. Allí ella sostuvo su heroica actitud y repitió
una vez más la frase lapidaria que tantas veces había
dicho: “Asesino, o capitulas o mondas. O lo que es lo
mismo, que Morales tendría que capitular bajo pena
de morir. Hablaba aplicando el modismo “mondas” en
uso para la época».90
Nótese que se indica que la Campos se expresaba mal de Morales
desde Los Puertos de Altagracia, mientras otros historiadores aseguran
era en Maracaibo. Se indica también que Morales se indignó ante la
actitud de la Campos y ordenó que fuera atada sobre un asno y paseada
por las calles de Maracaibo, «mientras un verdugo de nombre Valentín
Aguirre, la azotaba con saña. Pero ella, extendiendo hacia el innito el
dedo acusador, seguía repitiendo: “Asesino, o capitulas o mondas”».91
Ningún autor había armado que la Campos llamara asesino a
Morales, por lo que creemos que este es otro relato con datos fantasiosos
que no se ajusta a un hecho probable y a lo que la tradición sobre el
personaje recoge en la historia. El o los autores, mencionan que «el
látigo infame» de Valentín Aguirre «cayó sobre el cuerpo de la virgen
arrancándole la carne y haciendo verter su sangre»; y también «pero ella
sobrevivió al martirio para ver cumplida su profecía que otaba en el aire
de la Patria: pocos días más tarde, cuando en la Batalla Naval de Maracaibo,
José Tomás Morales, caía vencido por el arrojo y el ímpetu de las fuerzas
comandadas por el Almirante José Padilla y el General Manuel Manrique».92
Así, arman que Morales, el 24 de julio de 1823, tuvo que rmar la
capitulación en una casa situada en el ángulo suroeste de la Plaza Bolívar
de Maracaibo, la cual hoy ocupa la Prefectura del Distrito (la fecha de esta
publicación es de 1956, cuando la llamada Casa de Morales, era sede de
otras instituciones), y «en cuyo frente existe una placa conmemorativa del
histórico suceso».93
Desconocemos si hubo una placa conmemorativa del suceso, pero lo
cierto es que desde hace muchas décadas no existe.
90 SIN AUTOR. Ob. Cit, pág. 26
91 Ídem
92 Ibídem, pág. 27
93 Ídem
69
entre el mito y la realidad
ANA MARÍA CAMPOS. INTERPRETACIÓN HISTÓRICA: Por
Adolfo Romero Luengo
(Ana María Campos. Interpretación histórica. Imprenta Venezuela. Maracaibo.
1956, págs. 1 a 16)
Adolfo Romero Luengo fue un periodista e historiógrafo nacido
en Los Puertos de Altagracia, además de conocido hombre público de
la región y Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del
estado Zulia.
Con respecto a Ana María Campos, escribió:
«Ana María, en el hogar recibe el ejemplo de austeridad,
el concepto del amor cristiano, el sentido de la moral
social. Con este bagaje de su conciencia aviva la
llama de su inteligencia. Y esta trata de atildarla con
la lectura de sanos principios que infunden grandes
ideales. ¿Acaso por este tiempo llegó a sus manos
algún ejemplar de Los Derechos del Hombre cuando
Mariño, procedente de Curazao pasa por los Puertos
de Altagracia con tan valiosa carga revolucionaria?
Es muy probable. Entonces vería más claro los
sufrimientos de la Patria esclavizada y el recuerdo del
hermano heroico removería sus bras y con el alma
oprimida por un ansia de libertad, juraría quizás,
como el soñador glorioso del Monte Sacro en aquella
tarde romana, entregar su inteligencia y hasta su vida
al servicio de la justicia y de la libertad».94
Obviamente esta primera parte se basa en suposiciones, posibles,
pero suposiciones al n, cuando expone que pudo haber leído un
ejemplar de Los Derechos del Hombre, cuando Mariño pasa por la ciudad
de Altagracia. Con respecto al «hermano heroico» se reere sin duda
al Doctor León de Campos, cuyo parentesco con la Campos hemos
mencionado.
Maniesta:
94 ROMERO LUENGO. Adolfo. Ana María Campos (interpretación histórica).
Imprenta Venezuela. Maracaibo. 1956, pág. 1
70
Ana María Campos. Historia de una heroína:
«Ya anda Ana Maa con la tea del gran ideal prendiendo
las conciencias de tertulia en tertulia. Sus coetáneos
comienzan a admirarla. Ya respetan sus opiniones y
reciben con entusiasmo su alocución. Sin embargo,
hay un rumor de alarma en las familias. Se reúnen en
conventillos y comentan el escándalo de la joven. ¡Qué
horror, una niña de alta alcurnia mezclada en cosas
vulgares! Así comentan quienes se entregan sumisos
a la esclavitud, quienes se aferran a los privilegios
personales, quienes son incapaces de amar la libertad.
Por ello se critica y se difama la conducta de Ana María.
Pero ella, altiva, segura de lo noble de su causa, hecha
con alma de acero, se empina sobre su propia dignidad
y se enfrenta al sacricio».95
Es muy posible que la conducta de la Campos haya sido criticada
por su obvia ruptura con los cánones tradicionales que exigían a la mujer
un determinado tipo de comportamiento social, algo que Oldenburg
también señala en sus escritos sobre la Campos.
Romero Luego menciona las circunstancias políticas de la
Provincia de Maracaibo en la época de la actuación de Ana María Campos:
«Es 28 de enero del año de 1821. El Ayuntamiento
de Maracaibo pronuncia solemne su palabra de
incorporación a la República y el Ayuntamiento de
Altagracia se adhiere al histórico pronunciamiento.
Los realistas se proponen la reconquista. En abril
del año 1822, llega a los Puertos por la vía de Coro
Francisco Tomás Morales. A su paso deja huellas
profundas de crueldad. En San Félix acaba de ordenar
el asesinato de Mercedes Alaña. En Sabaneta asesina
al virtuoso sacerdote altagraciano don Juan Bautista
Oberto. Muchas otras personas son azotadas con el
criminal propósito de acallar toda manifestación de
patriotismo. Morales establece su Cuartel General en
Altagracia y entre otras de sus crueldades resalta el
fusilamiento de la señorita heroica Domitilia Flores,
por el delito de no aceptar los requerimientos de amor
95 Ibídem, pág. 2
71
entre el mito y la realidad
de un enemigo de su Patria». 96
Cuando se reere a San Félix, pensamos que alude a la población de
San Félix de Curaridal, donde sufrió martirio la señora Mercedes Alaña,
hecho histórico cuyos pormenores son poco conocidos, pero al parecer,
según cuenta la historia de Falcón, Mercedes Alaña, joven natural de
este pequeño pueblo, murió fusilada en el mes de marzo de 1823 por las
tropas del jefe realista Francisco Tomás Morales; la causa de su ejecución
fue el rechazo que hizo la joven a los requerimientos amorosos de un
capitán español, al tiempo que manifestaba vivas a la independencia y al
Libertador. Su caso es parecido al de la altagraciana Domitila Flores.97.
También señala que, en Sabaneta, Morales asesina al «sacerdote
altagraciano» Juan Bautista Oberto. En este sentido, es posible que dicho
sacerdote tuviera antepasados en Los Puertos de Altagracia, pero no
era de dicha población, sino de un caserío cercano a Quisiro. A Oberto
se le había seguido causa por indelidad al rey en 1812. Mientras era
Presbítero de Coro, le fueron atribuidos unos versos satíricos en contra
de las autoridades españolas por lo cual fue enjuiciado el 16 de junio de
1812. Los testigos que declararon durante la causa, señalaron que Oberto
era un patriota decidido, que además estaba involucrado en la causa del
Intendente de Barinas, Domingo González, quien a su vez había sido
enjuiciado por el mismo motivo. A lo largo de su labor como Capellán
del Hospital General de la localidad, introdujo, en diciembre de 1811, un
reclamo para que se le cancelase su sueldo, petición que le fue concedida.
No obstante, Pedro Alcántara Espejo, quien fungía como Alcalde
Ordinario de los realistas en 1812, y a quien Oberto dirigió su reclamo,
declaró que el capellán abandonó su puesto de trabajo en el hospital para
trasladarse a Sabaneta y fundar allí una sociedad patriótica. El juicio
concluyó el 11 de noviembre de 1812 y el presbítero fue sentenciado a seis
meses de cárcel y a cancelar el pago de los costos. Parece que para la época
en que Morales llega a Maracaibo pasando por Coro, Oberto seguía el a
la causa patriótica, lo que despertó la ira de Morales, con su subsiguiente
asesinato.98
96 Ídem
97 SANGRONIS, Joel. Mercedes Alaña y Manuel Ferrer. Héroes de San Félix. Aporrea.
2011. Disponible en internet: https://www.aporrea.org/regionales/a130617.html
98 Juicio contra el Presbítero Juan Bautista Oberto, natural de Coro y vecino de Barinas
[1812]”. Archivo General de la Nación (AGN), Sección Causas de Indencia, tomo VIII,
exp. 7, fs. 396-412.
72
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Expone Romero Luengo que, en el mes de septiembre del año de
1822, Morales entra triunfante en Maracaibo y «Un decreto de pena
de muerte y la escandalosa violación del tratado de Trujillo, desatan la
tormenta que presagia la fulminación de los patriotas».
Para 1823, indica Romero, el último bastión de la monarquía
tambaleaba... la actuación de Padilla y Manrique estaba cercana para
reconquistar la Provincia.
Luego se reere a Ana María Campos de manera novelesca, al
señalar:
«Por allí anda Ana María emotiva, sin pensar en el rango
aristocrático que nimba su nombre, despreciando la
vil calumnia de los sumisos realistas y de los soberbios
esclavistas, segura de que su alma está hecha para
una causa más grande. Por allí anda, radiante de
entusiasmo, valiente ante la amenaza de la crueldad de
Morales, iluminada por la fe en el triunfo del ideal, con
su arenga y con su gracia de mujer púdica y hermosa,
conquistando prosélitos para los libertadores. Ella ha
vivido esta historia germinativa de la causa libertaria,
ha sufrido con la Patria la sangrante humillación de su
esclavitud. Por ello lucha en parangón con las grandes
heroínas de la historia». 99
Contia:
«En una de sus arengas, Ana María, con su fácil decir,
evoca el genio de Bolívar, traza con su índice signos de
emoción que acompañan sus frases de fe republicana,
invita a seguir la huella regada con sangre por los
mártires de la libertad y, con profética chispa, provoca
delirante emoción en el alma de los patriotas. “Si
Morales no capitula Monda. Es la frase apocalíptica
la que Campos quiere decir, según el modismo de la
época, si Morales no entrega la plaza, allí perecerá. Esta
es la alternativa. Y Morales, en conocimiento de este
grito atrevido, ordena que la doncella sea conducida
a su presencia. Es llevada de los Puertos a Maracaibo
99 ROMERO LUENGO, Adolfo. Ob. Cit., pág. 4
73
entre el mito y la realidad
seguida por fuerte custodia militar. Ya en la Factoría,
inquirida por el terrible Jefe realista sobre la verdad
de su frase, responde altiva y radiante de patriotismo.
“He dicho señor, que, dada la justicia de los patriotas
americanos, los poderosos recursos con que cuentan,
la actitud imponente del intrépido Padilla y el cerco de
acero que por doquier os amenaza, si usía no capitula,
monda”».100
Esta historia es similar a las anteriores, excepto en lo referente a
la prosa literaria que Romero utiliza para narrar los hechos. Arma el
mismo autor que en el diálogo entre Morales y Ana María Campos es
breve, que ella no se retracta, repite lo dicho y «Morales, en el extremo
de la cólera, dispone el castigo para la insolente mujer que así habla en su
presencia».101
«Escoltada y sobre un asno el verdugo Valentín Aguirre
cumple la sentencia. Paseada por las calles, descubierta
la espalda, el látigo cae sobre ella provocando hilillos
de sangre. Esto se hace para escarmiento de los
patriotas. Pero, la Campos no deja escapar una queja,
pareciera como si el látigo le infundiera más ardor a
su patriotismo, por ello, junto al golpe, como un eco
apocalíptico, la frase se escucha en cada esquina: “Si no
capitula, Monda”».102
Romero apunta en su texto que la Campos quedó exánime y que
«de sus carnes brota sangre que, como toda sangre de mártir, es un riego
fecundante que del cielo cae y que el tiempo hace fructicar la tierra con
optima cosecha».103
El resto de su relato es idéntico a los precedentes. Expone que su
cuerpo fue recogido por «manos bondadosas» y que Ana María Campos
«quedó inválida» a causa del agelo recibido. También indica que la
Campos al ser inquirida sobre lo que deseaba como venganza contra
Morales, responde que lo perdona, lo cual, como hemos señalado, no
100 Ibídem, pág. 5
101 Ibídem, pág. 6
102 Ibídem, pág. 8
103 Ibídem, pág. 9
74
Ana María Campos. Historia de una heroína:
correspondía a ella.
Sobre su n, siguiendo la secuencia de los relatos históricos,
dice que cinco años más tarde, «víctima de la enfermedad que sufría
como secuela del agelo recibido, murió (…) cuando a orillas de su
casa solariega se bañaba».104 Este nal, como hemos mencionado, es
especulativo puesto que no conocemos con certeza qué enfermedad pudo
derivarse de los azotes recibidos, aunque no debe descartarse del todo,
pero es imposible conrmar o no que dicho agelo tuviera secuelas, a
falta de fuentes históricas. Por ello consideramos imposible de vericar
cualquier consideración al respecto.
ANA MARÍA CAMPOS. LA HEROÍNA ZULIANA:
Por Evaristo Fernández Ocando
(Ana María Campos. La heroína zuliana. En Revista “Mensaje, del Colegio
Nacional de Periodistas. 1973, pág. 27)
Evaristo Fernández Ocando, maracaibero, fue un periodista y
acucioso cronista del pasado histórico del Zulia, además fue notable
hombre público y Miembro de Número del Centro Histórico del Zulia y
de la Academia de Historia del estado Zulia.
Él designa a Ana María Campos como «la heroína zuliana por
excelencia, que al igual de muchas patricias venezolanas (…) pagó con su
humanidad su ración de martirio a la causa de nuestra independencia».105
En su relato sobre la heroína comienza explicando la situación
política de la época, que signicó el momento culminante de la vida de
Campos:
«Estamos en Maracaibo a 1823, a dos años cumplidos de
la célebre Batalla de Carabobo, y todavía en Venezuela
continuábamos liquidando los últimos resabios del
despotismo español, que por más de tres siglos nos
mantuvieron en el más negativo oscurantismo y
opresión».106
Prosigue:
104 Ibídem, pág. 15
105 FERNÁNDEZ OCANDO, Evaristo. Ana María Campos. La heroína zuliana. En
Revista “Mensaje, del Colegio Nacional de Periodistas. 1973, pág. 27
106 Ídem
75
entre el mito y la realidad
«El sanguinario jefe realista, General Francisco
Tomás Morales, luego de la durísima derrota sufrida
en Carabobo, proseguía apoderado de la Plaza de
Maracaibo cometiendo las más crueles atrocidades,
hasta que sonó la hora del 24 de Julio de ese año de 1823,
cuando en la sangrienta Batalla Naval de Maracaibo,
planicada y llevada a cabo por los patriotas Almirante
José Prudencio Padilla y General Manuel Manrique,
quedaría sellada denitivamente la Independencia
de la Gran Colombia, y Morales obligado por las
fuerzas triunfantes rmó la capitulación ante Padilla
y Manrique y salió deportado con rumbo a la Habana,
Cuba».107
De nuestra heroína dice: «era una bella y talentosa muchacha,
nacida en la procera Villa de Altagracia en el seno de una muy honorable
familia»108; también menciona que dicha familia:
«…había aportado… a la causa patriota venezolana
otro mártir, el Dr. León Campos, un joven abogado,
hermano de Ana María, y uno de los sacricados por
su participación en la Escuela de Cristo, movimiento
revolucionario que se reunió allá en marzo de 1812 en
el Templo de Santa Ana de esta ciudad de Maracaibo,
para conspirar en favor de la Independencia. Este centro
revolucionario de la Escuela de Cristo, fue develado por
uno de sus integrantes, el traidor Servando García, y
todos sus participantes fueron apresados y deportados
a diversos presidios. Al Dr. León Campos le tocó morir
asxiado con humo de azufre en el Castillo de Puerto
Cabello».109
Observemos que este relato vuelve a tomar como verídico la relación
de hermanos entre Ana María Campos y el Doctor León de Campos,
habiendo nosotros ya mencionado, reiteradamente, que ambos no eran
hermanos (en caso que haya existido la Ana María Campos nacida en
107 Ídem
108 Ídem
109 Ídem
76
Ana María Campos. Historia de una heroína:
1796). Todos los historiadores y cronistas la presentan como «joven y
bella doncella», utilizando palabras más, palabras menos.
Reseña Fernández Ocando:
«Una elevada pasión de Ana María por la libertad,
innata en ella, y quizá herida en sus bras más
sensibles por lo que había sucedido a su hermano el
Dr. León Campos que fue víctima de los realistas, la
llevó a realizar campañas de proselitismo dentro de las
toldas patriotas, a las cuales animaba constantemente
e inyectaba energías para la continuación de la magna
empresa de la Independencia. Y fue justamente ella
quien concibió, a la vez que las cantaba, unas famosas
coplas que entre otras cosas expresaban: “Si Morales
no capitula, monda, canto popular que para Morales
reejaba su derrota muy cercana, y que llegaban a su
rostro como bofetadas».110
En su relato arma que Morales, indignado, de inmediato ordenó
que la «valiente muchacha fuese escarnecida y montada en un asno con
las espaldas desnudas y azotada a latigazos (…) por el zambo Valentín
Aguirre, cruel esclavo, fue el encargado de cumplir tan abominable
orden».111 Valentín Aguirre, para Fernández es un «zambo» y un «esclavo»,
lo cual es totalmente falso, ya que era un pardo libre, nieto materno de
esclavos, algo que veremos más adelante.
Dice:
«El azote de Ana María se inició frente a la sede
de la Capitanía General, la colonial casona que
actualmente conocemos con el nombre de “Casa de la
Capitulación” o “Casa de Morales, ubicada al lado del
Palacio de Gobierno y frente al Parque Bolívar. De allí
prosiguió hasta la plazoleta de la Iglesia de los Padres
Franciscanos (El Convento) donde hoy se yergue la
estatua en bronce del historiador y literata zuliano Don
Rafael María Baralt, mejor conocida con el nombre de
Plaza Baralt».112
110 Ídem
111 Ídem
112 Ídem
77
entre el mito y la realidad
Este es el primer relato que alude al hecho de la trayectoria que
siguieron Ana Maa Campos y su verdugo, sin embargo, Fernández arma
que fue llevada hasta la plazoleta de la Iglesia de los Padres Franciscanos,
algo no mencionado jamás por los demás cronistas e historiadores.
Luego agrega: «Tanta fue la conmiseración de los religiosos franciscanos
al presentar tan salvaje espectáculo, que de inmediato se dirigieron a Morales
a n de exigirle ordenase el cese del martirio, a lo que Morales accedió dadas
las suplicas que los sacerdotes franciscanos le hacían»,113 Esta parte del relato
no consta en los relatos anteriores ni en la tradición oral que recogió Lossada,
por lo cual dudamos de su autenticidad.
Culmina su relato señalando que, años posteriores a su martirio y
consolidada ya la Independencia, «Ana María se retiró a su apacible villa
natal de Altagracia lisiada por la epilepsia».114
Al igual que otros cronistas e historiadores que reseñaremos luego,
menciona la epilepsia como secuela de los azotes que recibió al enfrentarse
a Morales. Sin ser médicos podemos adentrarnos en esa enfermedad
y sus causas y consecuencias. La epilepsia se puede originar por varios
motivos: Enfermedades de otros órganos, como enfermedades del hígado
y de los riñones, diabetes y alcoholismo; epilepsias familiares; problemas
antes del nacimiento que afectan al crecimiento del cerebro; problemas
durante el parto, como lesión cerebral; lesiones de la cabeza, sobre todo
por accidentes de coche; tumores cerebrales; infecciones del cerebro,
como meningitis o encefalitis; otra enfermedad que dañe o destruya el
tejido cerebral; hemorragia cerebral, es decir formación de un coágulo
de sangre en el interior del cerebro y envenenamiento por plomo, entre
otras causas.
El términoepilepsiaderiva del griegoepilambaneim, que signica
«coger por sorpresa»; se reere a un conjunto de enfermedades que se
maniestan por crisis epilépticas causadas por un problema en el cerebro.
Generalmente, una crisis epiléptica se desencadena por unexceso de actividad
eléctrica de un grupo de neuronas (células cerebrales) hiperexcitables y
puede afectar a funciones como el movimiento, el comportamiento, o al
nivel de conciencia (la noción de lo que sucede alrededor de uno).115
113 Ídem
114 Ídem
115 MyChildWithoutLimits.org. ¿Cuáles son las causas de la epilepsia? Disponible
en internet: http://www.mychildwithoutlimits.org/understand/epilepsy/what-causes-
epilepsy/?lang=es. Fecha de consulta: 22-10-2017.
78
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Pudo Ana María Campos sufrir de epilepsia si los azotes que le
fueron infringidos le causaron una lesión cerebral, lo que es posible, pero
nunca lo sabremos o quizás ya tenía la enfermedad, pero en todo caso es
imposible de determinar.
ANA MARÍA CAMPOS: VALEROSA Y DECIDIDA POR LA
LIBERTAD: Por Carmen Clemente Travieso
(Mujeres venezolanas y otros reportajes. Capítulo I. Caracas: Ávila Gráca
1951. Disponible en internet: http://cic1.ucab.edu.ve/cic/php/buscar_1reg.
php?base=cct&cipar=cct.par&Mfn=78&Expresion=_(!I1951-03)
Carmen Clemente Travieso fue una periodistavenezolanapionera
del feminismo en este país. Fue la primera mujer en graduarse como
reportera de laUniversidad Central de Venezuelay una de las primeras
mujeres empleadas como periodista a tiempo completo. También fue una
de las primeras mujeres que se unió alPartido Comunista de Venezuelay
trabajó activamente por elsufragio femenino. Dirigió durante diez años
la sección «Cultura de la Mujer» en el periódico Ahora. En 1935 fue
cofundadora de laAgrupación Cultural Femenina. Escribió libros sobre
mujeres y heroínas de la independencia venezolana. Comienza su relato
sobre Ana María Campos, señalando las virtudes de la mujer venezolana:
«Muchas y muy nobles virtudes adornan el carácter
venezolano. Siempre se dijo que la mujer venezolana
era de las más valientes hoy, como ayer. Y, en verdad,
que cuando leemos algunos trozos olvidados de la
historia de la emancipación, o cuando contemplamos
en el hoy angustioso e inseguro… no podemos menos
de armarnos en este criterio. Valerosas y sufridas
cual ninguna, son las mujeres venezolanas. Saben
llegar hasta el sacricio integral. Nuestra historia está
plena de sus gestos generosos, de sus actos de valor:
ya sea una Josefa Palacios que desafía las autoridades
coloniales recibiendo en su propia casa a los patriotas;
o una Luisa Cáceres padeciendo los rigores de una
larga prisión para no desmentir un sentimiento de
libertad que guarda en su corazón como se guarda un
hijo querido; 0 una Luisa Arambide que atraviesa los
79
entre el mito y la realidad
campos con su belleza y su juventud a cuestas, como
una carga más, para llevar un parte a las tropas patriotas
con el informe esperado a su movimiento liberador,
muriendo bajo el látigo con los labios sellados. Ya son
las heroicas mujeres margariteñas haciendo guardia
por las noches al lado del fusil, mientras el soldado
duerme un instante antes de caer herido por su amor
a la libertad. Ya son las matronas dando sus joyas para
comprar armas para la defensa de la libertad. 0 las
campesinas que salen resueltas a jugarse la vida tras un
anhelo de liberación económica».116
Contia:
«Muchas mujeres dieron sus vidas y sus bienes por la
libertad de la patria. En múltiples ocasiones llegaron
hasta el sacricio integral con la ofrenda de sus vidas
jóvenes y promisoras. Y lo más admirable de estas
mujeres venezolanas de ayer, es que no se registra el caso
de ninguna que se haya pasado al bando enemigo, ni se
conoce el nombre de ninguna que haya traicionado su
ideal de libertad por el consabido “plato de lentejas. Es
por ello que la mujer venezolana, desde aquellos lejanos
días se tenía bien ganado su derecho de igualdad social y
política. Valerosas nuestras mujeres de ayer. Valerosas y
generosas también las de hoy».117
Se reere luego a Ana María Campos:
«…vamos a referir a otro valor venezolano de los
tiempos de la independencia: Ana María Campos, la
heroína zuliana casi desconocida de nuestra juventud.
¿Quién fue esa Ana María Campos cuyo nombre nos
116 CLEMENTE TRAVIESO, Carmen. Mujeres venezolanas y otros reportajes.Capítulo
I. Caracas: Ávila Gráca 1951. Disponible en internet: http://cic1.ucab.edu.ve/cic/php/
buscar_1reg.php?base=cct&cipar=cct.par&Mfn=78&Expresion=_(!I1951-03). Fecha de
consulta: 16-3-2017.
117 Ídem
80
Ana María Campos. Historia de una heroína:
suena a generosidad, a belleza, a juventud, a decisión,
a valor, a sacricio, a olor de tierra recién removida
por las aguas lustrales de la libertad? Unos pequeños
datos hemos adquirido de ella, pero que podríamos
ampliarlo hasta el innito, porque de innito están
plenos. Innito y eterno el gesto generoso de donación
de su voluntad y de su vida en aras del ideal redentor.
Innito y ejemplar para las juventudes de todos los
tiempos el sacricio integral de la vida ofrendada
en aras de un ideal liberador. Ana María Campos,
venezolana integral, dio su vida por amor a Venezuela,
¿a qué más puede aspirar un ser humano que le to
vivir los años y los días congestionados de ideal en la
revolución emancipadora? A una mujer o un hombre
de sentimientos nobles, generosos; amante hasta el
sacricio, de esa ilusión de todas las juventudes que se
llama Libertad?».118
Le atribuye generosidad, belleza, juventud, pero admite que «unos
pequeños datos hemos adquirido de ella», lo que ratica que era y es poco lo
que se conoce de la heroína.
Y añade:
«Ana María Campos fue una heroína zuliana. Fue
allá en la “tierra del sol amada, en los hoy campos
petroleros, donde se desarrolló su vida humilde,
silenciosa, callada, como la de todas las mujeres
venezolanas a quienes sólo les fuera enseñado rezar
y obedecer. Y es esto, precisamente, lo sorprendente:
¿Dónde obtuvo esta mujer silenciosa y sometida ese
valor para desaar las iras del tirano que desangraba
la tierra venezolana? ¿Cómo fue que se gestó en su
tierna, inmaculada imaginación de mujer sometida,
esa frase que la inmortaliza: “¡si no capitula, monda!”
dirigiéndose a Morales que estaba ya perdido, porque
trataba de ahogar en sangre el anhelo liberador de un
pueblo? ¿Dónde aprendió esta virtud de resistencia
la tierna muchachita a quien imaginamos con su
118 Ídem
81
entre el mito y la realidad
cuerpecito cimbreante, con sus pupilas de límpido
mirar, con sus manos tibias y generosas, esta madrecita
mimosa de las tropas patriotas de su Maracaibo
rebelde?».119
Le atribuye una dimensión fantástica, de guía de patriotas,
sobredimensionando al personaje, algo muy propio de las militantes
feministas. Incluso hasta la exalta como la autora de la pérdida de Morales
de la Provincia de Maracaibo:
«Ana María Campos con su frase auguró la destrucción
de Morales: la destrucción del odio y la maldad que eran
las armas usadas por este cruel tirano; la destrucción
de todo cuanto se oponía a los anhelos libertadores
de su pueblo. Con ella señaló el n de su tiranía y el
alba de la liberación. Era sólo cuestión de días, nada
más, días en que ella sería inmolada en el infamante
sacricio. Señaló también el camino a los patriotas
zulianos, les infundió el generoso optimismo que a ella
la escuece, ¡qué lástima no haber nacido hombre para
darse totalmente en cada uno de los instantes de su
vida a la lucha por la libertad!».120
Luego menciona sus orígenes y repite la información manejada por
los historiadores que abordaron la biografía de la heroína, incluso indica
el 2 de abril de 1796 como la fecha de su nacimiento y también, con cierto
determinismo, le atribuye cualidades premonitorias:
«Nació Ana Maa Campos en los albores de la
independencia venezolana, en el preciso año en que
un grupo de hombres de diversas clases sociales se
resuelven a emprender la tarea ciclópea de sacudir el
yugo de la tiranía en que yace su pueblo por tres siglos.
En los instantes angustiosos y comprometidos en que
se celebran reuniones clandestinas en La Guaira y en
Caracas para organizar el movimiento de resistencia.
Fue por allá, por el 2 de abril de 1796, en vísperas casi
119 Ídem
120 Ídem
82
Ana María Campos. Historia de una heroína:
del estallido revolucionario de Gual y España, cuando
los hombres de pensamiento y acción se reunían para
discutir los “Derechos del Hombre” y el “Contrato Social,
introducidos clandestinamente desde Colombia. En la
tierra zuliana ve la luz del sol por primera vez. Parecía
que su nacimiento traía algo de simbólico, signándola
desde la cuna con la señal redentora».121
Expresa que, realizada la Batalla de Carabobo y sentadas las bases
de la libertad de Venezuela, quedaban aún bajo el poder español las
provincias de Maracaibo y Coro, últimos reductos «donde campean las
crueles hazañas del tirano Morales»,122 el cual «desata el terror sobre la
tierra dominada».
Y agrega:
«La casa de Ana María Campos es el puerto de
salvación, el asilo seguro para las reuniones patriotas;
allí, entre sus cuartos estrechos se reúnen para
organizar la resistencia, para buscar prosélitos a la
libertad. La muchacha gentil, en plena oración de su
juventud, valiente, generosa, se ofrece en su ayuda: ella
también es venezolana. Y se da, una y otra vez en la obra
generosa de ayuda, colaborando en la organización
de los patriotas, dejando oír su voz en las reuniones
clandestinas, ¿por qué no? ¿No es ella una venezolana?
¡Qué importa que sea mujer!».123
Luego, sigue la misma historia de los otros cronistas o «biógrafos»
de la Campos que la precedieron:
«Y fue en una de estas reuniones clandestinas que dejó
escapar de sus labios la frase inmortal que debía llevarla
al martirio: “si Morales no capitula, monda. Conducida
prisionera ante el mismo Morales no se desanima Ana
Maa. ¿Había medido ella la gravedad de su situación
cuando recorrió las calles que la separaban de su casa a la
121 Ídem
122 Ídem
123 Ídem
83
entre el mito y la realidad
del tirano? En su propia presencia explicó las razones que
la inducían a creer que, si no capitulaba, estaba perdido.
Conocedora, por haberlo compartido ampliamente, del
frenesí patriota, del amor de su pueblo por la libertad, de
su espíritu de sacricio, no concebía Ana María que, una
vez libertada la patria en su casi totalidad del yugo español,
pudiera este hombre cruel y sanguinario arrebatar la gloria
a los suyos».124
Expone Clemente que, debido a su desafío, Morales, en un gesto de
soberbia, «sintiéndose humillado por aquella tierna mujercita»125, ordena
que sea vapuleada públicamente montada en un asno y paseada por las
calles de la ciudad.
También menciona al verdugo al decir que fue «el negro africano
Valentín Aguirre» el encargado de dar latigazos sobre las carnes de la
joven patriota. Y adiciona: «Ana María sintió correr su sangre sin exhalar
un gemido, concentrando su voluntad y sus anhelos en la repetición de la
tremenda disyuntiva: “Si no capitula, monda”».126
Arma Clemente que:
«las matronas de Maracaibo fueron obligadas por Morales a
presenciar el espectáculo como una medida de escarmiento.
Desde los balcones de la casa residencial del tirano son
obligadas a mirar a la joven patriota bañada en su propia
sangre. Angustiadas, se cubren el rostro con las manos y
ocultan a sus pequeñuelos entre sus enaguas para que no
presencien el suplicio. Unas se desmayan, otras protestan
con sus lágrimas y sollozos. La risa asquerosa del chacal
satisfecho pone n a la escena».127
Es la primera vez que un biógrafo de la Campos menciona el
hecho que Morales obligara a la población de Maracaibo a presenciar su
agelo. Este hecho, totalmente incierto, pensamos que fue producto de la
imaginación de la autora; tampoco podemos comprender de qué manera
Morales iba a obligar a la población a observar el producto de su castigo.
124 Ídem
125 Ídem
126 Ídem
127 Ídem
84
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Concluye sobre el legado de la heroína:
«Ana María Campos está allí en su pedestal que el mismo
pueblo le construyó con su sangre generosa: está en sus
corazones hoy como ayer, sirviendo de faro luminoso a todas
las mujeres y a todas las juventudes que aman la libertad sin
claudicaciones, como la amó esta hermosa heroína zuliana.
Importante es destacar en estos momentos en que
los valores venezolanos parecen diluirse, esfumarse,
replegarse en medio de un oportunismo que crece a
diario como yerba maldita, la gura integral de esta
mujer que en medio del potro de martirio supo ser el a
sus ideales, y supo erguirse, desaante, ante el tirano que
sojuzgaba su patria, en defensa de esos mismos ideales.
Allí ha quedado esta or inmaculada, hermosa, virginal,
radiante, generosa: Ana María Campos está en el corazón de
todos los venezolanos, de todos los hombres y mujeres que
aman la libertad y la justicia, sin claudicaciones, como el más
hermoso símbolo de la lucha femenina por estos mismos
ideales».128
ANA MARÍA CAMPOS:
Por Gustavo Ocando Yamarte
(Historia del Zulia. I Edición. Caracas. Editorial Arte. 1986, pág. 142)
Gustavo Ocando Yamarte es un sacerdote, Licenciado en Teología
Litúrgica y Doctor en Historia, educador, comunicador social y músico,
además de promotor cultural. Su obra, Historia del Zulia, fue un trabajo
publicado en 1986 que aborda el devenir regional desde sus orígenes.
En sus páginas correspondientes a la historia del proceso de adhesión
de la antigua Provincia de Maracaibo a la independencia de Venezuela,
menciona a Ana María Campos sólo en una cita a pie de página, lo
que reeja su concepción sobre el personaje, restándole importancia y
advirtiendo que deben realizarse estudios críticos sobre este:
«Existen varias noticias sobre una muchacha llamada Ana
128 Ídem
85
entre el mito y la realidad
Maa Campos, nativa de Los Puertos de Altagracia, quien
fuera azotada públicamente por no cesar de gritar por
las calles contra Morales: “si no capitula, monda. Sería
interesante hacer una investigación seriamente crítica sobre
este personaje».129
Ningún otro comentario ni señalamiento de interés, dejando entrever
que dudaba de su existencia, o por lo menos de la veracidad de los
acontecimientos ocurridos en torno a ella.
DOÑA ANA MARÍA CAMPOS:
Por Fernando Guerrero Matheus
(Doña Ana María Campos. Registro Histórico. En Diario Panorama. 17 de
septiembre de 1985, págs. 1-5)
Fernando Guerrero Matheus fue un comerciante, escritor y Cronista
de Maracaibo por varias décadas, director de la Biblioteca Pública del
Estado y Miembro de la Academia de Historia del Zulia, quien dejó una
vasta obra publicada sobre historia del Zulia y Maracaibo.
Escribió sobre personajes zulianos; de Ana María Campos
escribió muchos trabajos en la prensa local y regional, uno de los cuales
reproducimos.
Reere Guerrero:
«Al Capitán General Francisco Tomás Morales, último
funcionario español de tal jerarquía en Venezuela, luego de
la Batalla del Lago, le tocó el ingrato cometido de rendir el
ejército bajo su comando y arriar las banderas del Reino de
España que ondearon por más de 300 años bajo los cielos de
América». 130
Expone que la Batalla del Lago Maracaibo, ocurrida en julio de 1823,
selló la independencia de Venezuela, consolidó la de la Gran Colombia y
dio renovados estímulos a los planes continentales del Libertador.131
129 OCANDO YAMARTE, Gustavo. Historia del Zulia. I Edición. Caracas. Editorial
Arte. 1986, pág. 142
130 GUERRERO MATHEUS, Fernando. Doña Ana María Campos. Registro Histórico.
En Diario Panorama. 17 de septiembre de 1985, págs. 1-5.
131 Ídem
86
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Pero agrega: «Empero, le quedaba (a Morales) algo más que hacer
al soberbio, indignado y abatido militar».132
Luego indica: «Según cronistas e historiadores fue en la esquina de
la llamada Casa de Morales, Plaza Bolívar de Maracaibo (en ese momento
Plaza Mayor), donde se inició el histórico y brutal castigo de Doña Ana
Maa Campos, la altiva porteña zuliana, el 28 de julio de 1823».133
Guerrero asegura que el martirio de Ana María Campos fue el 28
de julio de 1823, pero ello no está documentado; sin embargo, algunos
cronistas e historiadores aseguran esa fecha, sin fundamento alguno. Para
esa fecha, ya la Batalla Naval del Lago de Maracaibo se había desarrollado
con la derrota de los españoles y se estaban dando conversaciones para la
Capitulación de las fuerzas realistas, por lo que nos parece inexacta esa
armación.134
Expone:
«…el Capitán General Francisco Tomás Morales, indignado
con las frecuentes y públicas mordacidades de la Campos,
no obstante saberse derrotado en la forma más aplastante y
denitiva, ordenó que se le redujera a prisión y se le azotara
luego, en público, montada en un burro». 135
Asegura que Morales, ya derrotado, mandó azotar a la Campos
«montada en un burro» (y no un asno, como señala la mayoría de los
historiadores y cronistas).
Indica que el encargado de cumplir la sentencia infamante fue «un
negrito venezolano» llamado Valentín. Lo denomina «negrito» con cierto
tono despectivo, pero es menos duro cuando se expresa de él, mientras
que otros lo denominan «zambo», «africano», «esclavo», entre otras
expresiones denigratorias.
Guerrero establece que el castigo fue cumplido «en buena parte»
(ignoramos a qué se reere), pero la Campos no dejaba de gritar: «¡Si no
capitula, monda... si no capitula, monda!».136
Finaliza planteando: «Dicen que Morales presenció desde la
balconada de la casa el comienzo de la azotaina y cuando creyó oír
gritos o lamentos o súplicas, sólo oyó el airado y sostenido apóstrofe
132 Ídem
133 Ídem
134 Ídem
135 Ídem
136 Ídem
87
entre el mito y la realidad
de la heroína».137 Al igual que Clemente Travieso, Guerrero hace esta
armación dudosa, de la cual jamás habrá certeza.
HOMENAJE A ANA MARÍA CAMPOS EN EL BICENTENARIO
DE SU NACIMIENTO:
Por Iván Darío Parra
(Ana María Parra. Homenaje en el Bicentenario de su nacimiento. Ars Gráca.
Maracaibo, 1995, págs. 11 a 35)
Iván Darío Parra es un ingeniero mecánico que además ha sido juez,
docente, político, editor, historiógrafo y autor cientíco. Fue Miembro
de la Sociedad Bolivariana del estado Zulia y de la Academia de Historia
del estado Zulia. Escribió el libro Homenaje a Ana María Campos, en el
bicentenario de su nacimiento; este es el que nos ocupa ahora.
Comienza señalando los aportes de la Villa de Altagracia a la
independencia patria:
«En el siglo XVIII vivían en los Puertos de Altagracia un
grupo de honorables familias que dieron insignes próceres
de nuestra independencia, entre otros, los Generales León
de Febres Cordero, José Escolástico Andrade, Francisco
Maa Faría y Felipe Baptista, además de las heroínas
Domitila Flores y Ana María Campos, a quien rendimos
este homenaje».138
Investigaciones recientes de Ramón Rodríguez y del autor de esta
obra, han determinado que algunos próceres venezolanos de la antigua
Provincia de Maracaibo no nacieron en esa Villa porteña, como: José
Escolástico Andrade (nacido en Maracaibo), Antonio de la Guerra
Montero (también de esa ciudad), y el aún discutido León de Febres
Cordero, debido a su lugar de nacimiento, que algunos señalan es San
lix, en el actual estado Falcón. Guerrero arma que el nacimiento de
Ana María Campos fue el 2 de abril de 1796 «en el hogar cristiano de
Don Domingo José de Campos y Perozo de Cervantes y Doña Ana María
Cubillán de Fuertes y Vera (en él que), nace una hermosa niña, la cual fue
137 Ídem
138 PARRA, Iván Darío. Ana María Campos. Homenaje en el Bicentenario de su
nacimiento. Ars Gráca. Maracaibo, 1995, pág. 12
88
Ana María Campos. Historia de una heroína:
bautizada con el nombre de Ana María».139
Dice que recibió una educación propia de la época para su rango
social y condición de mujer y que «En su hogar sentía el calor de la
lucha patriótica de toda la familia, muy especialmente de su hermano
el Dr. León Campos, mártir de la causa de la independencia».140 Vuelve
a señalar, como otros autores, la condición de hermanos entre León de
Campos y Ana María Campos.
Arma que su abolengo era distinguido y que entre su parentela
estaba Monseñor Antonio María de Campos y Perozo de Cervantes,
Arzobispo de Quito (Ecuador) que según Parra era su tío paterno. En este
sentido ya hemos señalado que tal personaje no fue Arzobispo de Quito,
ni siquiera tenemos certeza que haya existido.
También expone que el historiador Luís Guillermo Hernández
«asegura que, en investigación hecha por la Fundación Agustín Millares
Carlo, habían llegado a la conclusión, que el Obispo de La Paz (Bolivia)
en 1764, Monseñor Gregorio Francisco de Campos, estaba emparentado
por nuestra heroína». 141
En ese sentido, el Diccionario del Zulia menciona que dicho Obispo
de La Paz nació el 25 de julio de 1718. Creemos que Hernández y Parra
hayan tenido información de fuentes bolivianas o españolas, a razón que,
en Maracaibo, las más antiguas partidas que se conservan datan de 1725
y corresponden a un libro de pardos (mestizos).
La Real Academia de Historia de España, en su semblanza sobre
el personaje, indica que Monseñor Gregorio Francisco de Campos nació
«aproximadamente» en 1720, en Maracaibo (Venezuela),y murió en La
Paz (Bolivia), el 22 de diciembre de 1789. Fue eclesiástico del gremio y
claustro de la Universidad de Sevilla (España), canónigo de la Catedral de
Santa Fe de Bogotá (Colombia), Obispo de La Paz (Bolivia) y Académico
Honorario de la Real Academia de la Historia del país ibérico. Monseñor
Gregorio Francisco de Campos desarrolló una brillante carrera eclesiástica
en la América española tras su etapa de formación universitaria en
Sevilla. De esta primera etapa española data su ingreso como Académico
Honorario en la Real Academia de la Historia.
Fue admitido como tal el 16 de noviembre de 1747 y presentó la
preceptiva oración gratulatoria. Volvió a las Indias, donde a partir de
139 Ibídem, pág. 14
140 Ibídem, pág. 16
141 Ibídem, pág. 17
89
entre el mito y la realidad
1754 ejerció de arcediano y deán de la catedral de Santa Fe de Bogotá
y, a comienzos de la década de los sesenta, se vuelve a documentar su
presencia en España. En 1761 realizó oposiciones para obtener prebendas
de ocio en las ciudades de Córdoba, Cádiz y Sevilla; tres años más tarde,
en 1764, se doctoró en Teología y Cánones por la Universidad sevillana.
Sin duda fue este periplo peninsular el que le catapultó profesionalmente
para obtener, el 4 de mayo de 1764, su nombramiento como Obispo de La
Paz, ocio que desempeñó hasta su muerte el 22 de diciembre de 1789. 142
Es muy posible que Ana María Campos haya sido pariente del
Obispo de La Paz mencionado, de modo que no se duda del prestigio y
abolengo de la familia Campos en la Provincia de Maracaibo, aunado al
hecho que estos tenían buena posición social y económica, siendo muy
factible que Monseñor Gregorio Campos pudiera estudiar fuera de su lar
nativo, algo muy difícil, incluso para miembros de otras familias nobles
de la ciudad, que según narran diversos historiadores, no poseían medios
de fortuna, e incluso vivían en la pobreza. En todo caso, no conocemos el
grado de parentesco que tendrían ambos.
Parra, en su relato, señala que Morales había reconquistado
Maracaibo y actuaba con crueldad. Dice que Ana María Campos, «joven
activista de la causa justa y por la libertad, se encontraba para esa fecha en
Maracaibo. Las tertulias servían para desahogar emociones y considerar
algunas tácticas».143
Parra cita a Besson y dice que, ante la crueldad de Morales, este
ordenaba castigar sin piedad cualquier manifestación que considerara
contraria a su posición. Así:
«…un día llegó a conocimiento de Morales en Maracaibo
que la señora Ana María Campos había dicho en una
tertulia reriéndose a él: “Si no capitula, monda” y la hizo
traer presa a su presencia. Al preguntarle si era cierto lo
que le habían dicho, la Campos contestó armativamente.
La insultó Morales y la ordenó retractarse inmediatamente
o de lo contrario sería castigada. Altivamente contestó la
Campos: “no me retracto, y repito que, si usted no capitula,
142 REAL ACADEMIA DE HISTORIA DE ESPAÑA. Expediente personal de D.
Gregorio Francisco de Campos. Disponible en internet: http://www.rah.es/gregorio-
francisco-campos/. Fecha de consulta: 20 de julio de 2017.
143 PARRA. Ob. Cit., pág. 19
90
Ana María Campos. Historia de una heroína:
monda” Y mandó que la sacaran montada sobre un asno
por las calles de la ciudad, siendo azotada, hasta que se
retractara. No tardó en ejecutarse la infame sentencia».144
Continúa la historia de la Campos, en consonancia con la de los
demás cronistas e historiadores:
«El verdugo le descubrió la espalda, la montaron sobre
un asno y empezó el suplicio. A cada latigazo, el verdugo
le exigía que se retractara “No me retracto, - contestaba
la Campos, y repito que, si no capitula, monda. Y, así,
sin retractarse, la altiva patriota, sufrió los azotes hasta
quedar exánime. Entregado el cuerpo destrozado a su
familia pudo restablecer la Campos su salud, y llenarse de
júbilo cuando Morales fue derrotado y fue embarcado en
Maracaibo para Cuba”». 145
Arma que el valor de la Campos «despertó en muchos zulianos el
deseo de incorporarse a la escuadra republicana, y así lo hicieron, para
gloria del Zulia y de Colombia». Esto nos parece algo exagerado e incierto,
por lo menos no consta en la historia conocida esas «repercusiones» de su
conducta desaante entre los patriotas zulianos. Ello demuestra una vez
más que su gura ha sido redimensionada casi hasta lo mitológico, algo
que hemos expuesto.
MUJERES ALTAGRACIANAS QUE, POR SU AMOR A LA
LIBERTAD, SUFRIERON EL MARTIRIO EN ARAS DEL
PATRIOTISMO: Por Christian Oldenburg
(La Villa de Altagracia y su comarca. Imprenta del Estado. Maracaibo. 1974.
págs. 155 a 159)
Christian Oldenburg Cordero (en algunas biografías se le denomina
Christian von Oldenburg Febres Cordero, pero en los documentos
eclesiásticos y civiles donde se hace referencia a él y a su familia, se le
señala como inicialmente se indica), fue un educador, topógrafo, escritor,
historiógrafo y articulista. Nació en Los Puertos de Altagracia y dejó una
144 Ibídem, pág. 22
145 Ibídem, pág. 33
91
entre el mito y la realidad
importante obra sobre la historia de esa Villa. Sobre Ana María Campos
escribió mucho en sus libros, como también en artículos de prensa.
En su texto La Villa de Altagracia y su comarca, dedica algunas
páginas para relatar la vida de la heroína.
Comienza su relato:
«Nació Ana María Campos en la población de Altagracia,
del Estado Zulia, el día 02 de abril del año 1796. Fueron
sus padres Don Domingo Campos y Doña Ana María
Cubillán. La familia Campos era de las más distinguidas
de la provincia, como lo demuestra su parentela con los
Antúnez, los Pirela, los Lossada y los Celis; con la Señora
Colina, dama que poseía privilegio de asilo otorgado por
la Corte de España, y emparentada por consanguinidad
con el emperador Moctezuma (Montecuchzoma)». 146
Asegura que los Antúnez y los Campos eran oriundos de Carmona
en Andalucía, antiquísima ciudad española.
Casi siguiendo a Lossada Piñeres, escribe:
«La educación de La Campos no fue superior, como era
ley para las mujeres de la época; mas sus condiciones
morales y maneras eran distinguidas, abrillantadas por
una inteligencia no común. De aquel hogar donde hacían
ejemplo de austeridad sus miembros, nació también la
preclara persona del Dr. León Campos, célebre factor
de la Escuela de Cristo, que no era otra cosa que ocina
revolucionaria por los derechos del hombre, tenía que
proceder no una mujer vulgar y viciosa, como se pretende,
sino la heroína pública Ana María Campos». 147
¿A qué hogar de la familia Campos se reere? Suponemos que arma
que el Doctor León de Campos era hermano de Ana María Campos, por
lo menos la nacida en 1796, lo cual hemos repetido que no era posible,
aunque quizás los errores en los que incurrieron los historiadores que
invocaban esa consanguinidad no eran errados, como explicaremos.
146 OLDENBURG, Christian. La Villa de Altagracia y su comarca. Imprenta del Estado.
Maracaibo. 1974, Pág. 155
147 Ídem
92
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Plantea:
«Era el año 1823, Francisco Tomás Morales había sido
nombrado Capitán General de Venezuela, y vencedor en
Salina Rica, ocupaba como uno de los últimos reductos del
poder español a Maracaibo. La ciudad estaba amilanada
con la presencia de aquel hombre precedido de una fama
de severidad ponderada, que no dejaba sin castigo a todo
el que hiciera demostraciones contrarias a su dominio y
poderío. Ya en Altagracia, cuando intentó apoderarse de
Maracaibo la primera vez, había victimado a Domitilia
Flores; poco después en Dabajuro, fusilaba al Capitán
Telecha, al inglés Trainer y al subteniente Francisco
Velazco. Maracaibo ahora presenciaba la muerte de Don
Jaime Carrubí, matado a bayonetazos en la Plaza Mayor,
diz “por orden de Morales. En Gibraltar había hecho
azotar montada en un asno a la señora Matos».148
Este texto es casi idéntico al de Lossada Piñeres. Hemos mencionado
a los personajes, la mayoría de los cuales están documentados. A Domitila
Flores, la señala como «Domitilia».
Y expone:
«… la señorita Ana María Campos se expresaba sin
temor, fuertemente, contra los realistas; se daba a la labor
de encender el fuego del patriotismo en el hogar, en el
seno de la amistad, en reuniones públicas, con dichos y
arengas, sostenía con fe que el poder monárquico sería
abatido y estableció este dilema “Si Morales no capitula,
monda”».149
Narra que Morales tuvo conocimiento de la actitud de la altagraciana
y la hizo traer a su presencia.
Suscribe que la Campos fue llevada ante Morales «seguida de una
escolta de esbirros que solícitos se dieron prisa a cumplir el mandato».150
La heroína se presentó en la llamada Casa de La Factoría e interrogada
por Morales si era verdad que ella se expresaba mal de su gobierno y hacía
148 Ibídem, pág. 156
149 Ídem
150 Ibídem, pág. 157
93
entre el mito y la realidad
propaganda patriótica contestó:
«“He dicho, señor, que, dada la justicia de los patriotas
americanos, los poderosos recursos con que cuentan, la
actitud imponente del intrépido Padilla y el cerco de acero
que por doquier os amenaza, si usía no capitula, monda
¿Cuáles son los recursos con que cuentan los insurgentes?”
Con el genio de Bolívar y de sus valientes paladines
quienes opóngase quien se opusiere, triunfarán.
“¡Insolente! ¿Cómo se atreve usted a proferir semejantes
palabras en mi presencia?.
“Lo digo y lo repito, señor: si usía no capitula, monda.
“Retráctese usted ahora mismo o la mando castigar como
se merece.
“No me retracto, aunque usía me amenace con la muerte,
“y repito a usía que, si no capitula, monda”».151
El origen de este diálogo pertenece a la tradición (o quizás a
la imaginación de los distintos biógrafos). Recordemos, y lo hemos
mencionado, toda vez que, como hemos repetido, que no hubo un proceso
en sí, por lo menos que quedara plasmado en documentos, y en el cual se
recogieran las declaraciones de la osada patriota. Consideramos posible
que entre verdugo y víctima se diera un diálogo semejante que la historia
oral recogió, pero ello pertenece al campo de la especulación.
Luego de esto la Campos fue públicamente agelada y montada en
un asno, para hacer «más afrentoso el castigo, escarnecedor y ridículo».152
Hemos expuesto ya que la pena de azotes implicaba un castigo denigrante.
Maniesta Oldenburg que, escogido el verdugo Valentín Aguirre
para dar los azotes, la Campos fue paseada por la ciudad, mientras repetía
el estribillo: «Si no capitula, monda». (Oldenburg es de los pocos cronistas
que no denomina al verdugo en términos peyorativos: «africano»,
«negro», «zambo» etc., y no le coloca adjetivos que señalen su supuesta
vileza).
Oldenburg reere a Lossada, de quien admite toma muchos datos:
«…con admirable valor, Ana María Campos recorrió
su calle de la amargura sin exhalar una queja, hasta que
151 Ídem
152 Ídem
94
Ana María Campos. Historia de una heroína:
exánime quedó abandonada por el verdugo, sirviendo
de irrisión a la soldadesca, y que este hecho conmocionó
profundamente a la ciudad de Maracaibo, pero fue lección
objetiva para probar lo que puede la voluntad cuando va
acompañada de un sentimiento generoso. Desde ese día
la conducta varonil de La Campos sirvió de modelo a la
juventud».153
Y agrega: «Los hijos de Maracaibo, los habitantes de otros lugares,
inspirados, estremecidos por el ejemplo y atraídos por el deber, voluntarios
se dirigían a incorporarse a la escuadra republicana, que estaba anclada
en Altagracia y Punta de Piedras».154
Esta armación, y lo hemos expuesto, es incierta y especulativa. Con
la Capitulación de Morales ante los jefes patriotas Padilla y Manrique, se
libera el Zulia y añade Oldenburg:
«… cuando La Campos vio la desgracia a Morales, no
pidió venganza ni reparación alguna; lo perdonó; y no
sólo había recibido de él aquel infame ultraje, sino que
como desgraciada consecuencia del castigo, su porvenir
se había oscurecido, su vida de mujer joven y hermosa
estaba perdida; había quedado inválida, afectada de un
accidente que la atacaba privándola de toda facultad».155
Concluye Oldenburg que cinco años después del martirio, «tomando
un baño a orillas de su casa, que aún existe en la villa gracitana, víctima
de su incurable mal»,156 la heroína zuliana pereció ahogada en el lago de
Maracaibo.
El relato de Oldenburg es muy parecido al de Lossada Piñeres, que
originó todos los demás relatos. Resulta penoso que este historiógrafo,
natural y vecino de Los Puertos de Altagracia, no hubiera ahondado en
la vida de la heroína teniendo los documentos y archivos disponibles en
la misma Villa, y pudiendo haber recopilado tradiciones orales sobre
el personaje, tomando en cuenta que nació en 1894, y aún quizás se
conservarían recuerdos y tradiciones dignas de recogerse sobre la Campos.
153 Ídem
154 Ibídem, pág. 158
155 Ibídem, pág. 159
156 Ídem
95
entre el mito y la realidad
La carta que menciona en su libro donde se descalica la moral de la Campos,
y que trataremos luego, pudo arrojar luces sobre Ana María Campos, pero
Oldenburg no publica ni da a conocer la carta ni el remitente, lo que hubiera
sido interesante e importante a los nes de conocer más sobre la biografía de
la Campos, en arenas menos mitológicas.
ANA MARÍA. LA GRAN HEROÍNA:
Por Ramón Ávila Girón
(Ana María Campos. La Gran Heroína. En Ana María Campos. Heroína del
patriotismo. Junta Bicentenaria. Alcaldía de Miranda. Los Puertos de Altagracia.
1996, págs. 66 a 76)
Ramón Ávila Girón fue un médico y abogado oriundo de Los
Puertos de Altagracia. No era historiador, pero sí un hombre eminente
con una vasta cultura humanística. Su relato sobre Ana Maa Campos,
que reproducimos, es casi idéntico a los de Lossada y Oldenburg, aunque
creemos que se basó más en el de Oldenburg.
No aporta nada nuevo a la historia de la heroína, pero lo tomamos
de manera referencial para constatar que en todos los relatos de la
Campos publicados después del de Lossada Piñeres, en 1891, hay una
línea secuencial indiscutible.
Comienza su relato:
«Esta ilustre mujer, siendo joven y bella, de inocencia sin
mancilla, talentosa y vivaz, no vaciló en retar valientemente
al falaz y cruel jefe realista Morales, quien utilizando los más
responsables métodos pretendía mantener a nuestro pueblo
bajo el peso ignominioso del tutelaje hispano. Llevada de su
acendrado y ardiente amor a la patria, Ana María Campos
estableció un dilema que la condujo hasta el martirio; y en
el momento del suplicio, su patriotismo incólume, su fe
inquebrantable y su altivez, acrecentada en la medida que
aumentaba su dolor, la hicieron una heroína, y le depararon
un sitial en el sagrado templo de la inmortalidad».157
157 ÁVILA GIRÓN, Ramón. Ana María Campos. La Gran Heroína. En Ana María
Campos. Heroína del patriotismo. Junta Bicentenaria. Alcaldía de Miranda. Los Puertos
de Altagracia. 1996, pág. 66
96
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Arma que nació Ana María Campos el día 2 de abril de 1796,
siendo hija de Don Domingo Campos y Doña Ana María Cubillán. Dice:
«Su familia paterna era una de las más privilegiadas ante las autoridades
españolas, ya que los ascendientes de Don Domingo se habían ganado el
máximo miramiento de parte de la corte por la gran cantidad de servicios
que le habían prestado, tanto militares como políticos». 158 En este sentido,
no señala cuándo habían prestado sus servicios a la Corte; consideramos
que hubo un equívoco y se refería a prestar servicios a la Corona española.
Menciona la situación política de la Provincia de Maracaibo en
1823 y señala que Francisco Tomás Morales después de vencer en Salina
Rica a las tropas mandadas por el General «Francisco de Clemente» (era
Lino de Clemente) había ocupado la ciudad de Maracaibo:
«… cuyos moradores temían al jefe realista que, por sus
bárbaras actuaciones, se había hecho preceder de una fama
de enorme sevicia, como lo demuestra el haber ultimado
horrendamente a Domitilia Flores, en el mismo pueblo
donde naciera La Campos, al Subteniente Francisco
Velasco, al capitán Telecha, a Don Jaime Carrubí, a otros
abnegados patriotas venezolanos que habían manifestado
vivamente su anhelo por la derrota del odioso poder real».
159
Sobre estos personajes ya nos hemos detenido, al igual que
Oldenburg, denomina «Domitilia» a Domitila Flores.
Continúa relatando que Morales trataba por todos los medios de
evitar el desarrollo del sentimiento patriótico de los zulianos y cometía
actos abominables contra los patriotas.
Indica que Ana María Campos trabajaba activamente por inamar el
deseo de independencia y libertad en la población, «en el ámbito familiar,
entre las amistades, en público se veía la insigne gracitana sostener con
absoluta conanza que nuestra ota no tardaría en destruir la escuadra
realista y que muy pronto Venezuela se vería librada»160, haciendo célebre
la frase: «Si Morales no capitula, monda». Según los relatos anteriores, no
se mencionó que la Campos tuviera la seguridad de la derrota realista por
158 Ídem
159 Ídem
160 Ibídem, pág. 68
97
entre el mito y la realidad
la ota republicana.
Continúa:
«Relatos históricos altamente dedignos, nos informan
que Morales al saber la intrepidez de nuestra compatriota
hizo que sus esbirros la llevaran a su presencia y que
al enfrentarse ambos, el jefe realista le preguntó si era
cierto que ella estaba tratando de encender el fuego del
patriotismo en el corazón de los venezolanos y si había
hecho propaganda negativa a su gobierno, a lo que Ana
Maa Campos respondió con valentía y altivez: “He dicho
señor, que dada la justicia de los patriotas americanos, los
poderosos recursos con que cuentan, la actitud imponente
del intrépido Padilla y el cerco de acero que por doquier
os amenaza, si usía no capitula, monda».161
Luego reproduce textualmente la conversación que hubo entre
Morales y la Campos que Oldenburg recoge en el relato y que no
reproducimos de nuevo.
Luego, casi copiando a Oldenburg, asegura que después de haber
la Campos hablado con Morales, y no retractarse de su posición ni
comentarios en su contra, este:
«Herido en su orgullo… desatadas entonces más que
nunca, por tal atrevimiento, sus iras siempre sueltas,
ordenó a su soldadesca que azotasen a aquella valiente
mujer. Uno de sus más fornidos esbirros, llamado Valentín
Aguirre, fue escogido para verdugo. En las primeras horas
de la mañana de un día de 1823, montada en un asno la
sentenciada, se dio principio al conmovedor martirio.
A las puertas de la cárcel comenzó el horrendo suplicio
que corrió varias calles de la ciudad. Centenares de azotes
recibió la heroica mujer sobre su cuerpo blanco y púdico;
aunque se le conminaba a la retracción, mientras toda ella
se teñía en púrpura, no retiró lo dicho; antes bien a cada
latigazo que recibía respondía con todo su aliento: “Si no
capitula, monda”».162
161 Ibídem, pág. 69
162 Ibídem, pág. 70
98
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Sigue el relato indicando que Ana María Campos, recibiendo latigazos,
repetía la frase: «Si Morales no capitula, monda», quedando tendida
«sobre el piso pedregoso de una de las calles de su patria querida por cuya
libertad se ofreció en holocausto, cual una núbil, que sincera y voluntaria,
se ofreciera en sacricio ante el altar de su Dios pagano».163
Repite idéntico el relato de Oldenburg al armar que su martirio
sirvió a los patriotas de ejemplo quienes «voluntariamente corrieron
a engrosar las las de nuestra escuadra». Esto es algo que ya hemos
advertido en el relato de Oldenburg como fantasioso y no ajustado a
ninguna realidad documental ni histórica.
Luego de derrotado Morales, relata:
«… algunas personas intimaron a la Campos para que
pidiese castigo en contra del canario, pero ella dando
ejemplo de grandes virtudes, perdonó al enemigo caído,
cuyo infame ultraje no sólo había destruido su belleza
personal, sino que la había invalidado para toda la vida,
ya desde que fue agelada quedó padeciendo de una
enfermedad que nalmente cinco años después ocasionó
que la gloriosa mujer pereciera ahogada en las aguas de
nuestro bello lago».164
Culmina su relato destacando los tristes designios de la heroína,
utilizando la prosa poética para exaltar sus virtudes. El autor, en realidad,
nada nuevo aporta que no se haya escrito con anterioridad.
ANA MARÍA CAMPOS:
Por Ana Belén García López
(Las Heroínas silenciadas de las independencias hispanoamericanas. Editorial
Complutense. Madrid. 2013, págs. 92,93)
Ana Belén García López es Licenciada en Geografía e Historia,
especialidad de Historia de América, título obtenido en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares en el año 1986.Es
una autora española que ha realizado diversos cursos relacionados con
163 Ibídem, pág. 72
164 Ibídem, pág. 76
99
entre el mito y la realidad
América. Es autora del libro Las Heroínas silenciadas de las independencias
hispanoamericanas, especie de diccionario de mujeres que participaron
en la gesta independentista de los países hispanoamericanos, donde
menciona a Ana María Campos. En su reseña la hace natural de Los
Puertos de Altagracia, nacida el 2 de abril de 1796 y fallecida el 17 de
octubre de 1828.
Expone:
«Perteneciente a una de las familias aristocráticas de la
región, desde muy joven se declaró rme partidaria de las
ideas independentistas y así lo demostró en la etapa del
contragolpe realista a principios de la década de los 20,
organizando en su casa reuniones clandestinas en las que
se conspiraba contra el poder español y se organizaba la
defensa del lago de Maracaibo, ocupado por las fuerzas
del realista Francisco Tomás Morales. En 1822, acusada de
haber comentado en una de esas reuniones “Si Morales no
capitula, monda, fue detenida y castigada públicamente,
paseándola como escarmiento a su atrevimiento,
soportando estoicamente su castigo y repitiendo “Si no
capitula, monda. El 24 de julio de 1823 se libró la batalla
naval del lago de Maracaibo, que selló la independencia
de la provincia del mismo nombre, de la que fue testigo
Ana María, aunque nunca se repuso del suplicio al que
fue sometida y que la llevó a la muerte el 17 de octubre de
1828».165
Lo más signicativo de esta breve reseña es la fecha de muerte de
que se atribuye a Ana María Campos. ¿De dónde surgió esta fecha tan
exacta? ¿Cuál fue su fuente? Seguro biografías de la heroína de autores
venezolanos. Esa fecha de fallecimiento no está documentada e ignoramos
su procedencia. En los Registros Eclesiásticos de Los Puertos de Altagracia
no se encuentra para la fecha indicada ninguna acta de defunción que
corresponda a Ana María Campos. También llama la atención que ubica
el martirio de la Campos en 1822, cuando otros autores aseguran fue en
1823, y hasta dan fecha exacta. El resto del relato, sigue las informaciones
históricas que se han repetido por más de 130 años.
165 GARCÍA LÓPEZ, Ana Belén. Las Heroínas silenciadas de las independencias
hispanoamericanas. Editorial Complutense. Madrid. 2013, págs. 92,93
100
Ana María Campos. Historia de una heroína:
ANA MARÍA CAMPOS. HEROÍNA ZULIANA:
Por Aurelio Beroes
(Ana María Campos. Heroína zuliana. En Ana María Campos. Heroína del
patriotismo. Junta Bicentenaria. Alcaldía de Miranda. Los Puertos de Altagracia.
1996, págs. 77 a 84)
Aurelio Beroes fue un Ingeniero Civil, cientíco y escritor muy
laureado. Escribió un relato sobre Ana María Campos que reproducimos
a continuación en sus rasgos generales.
Comienza señalando sus orígenes y su signicado como Mártir de
la libertad:
«Nacida la señorita Campos cuando germinaba la idea
de la Independencia en Venezuela, el 2 de abril de 1796,
tocóle cruzar en toda la fuerza de su juventud, ese período
radiante a veces, sombrío en otras, de oro y de hierro,
de sangre y de humo, de heroísmo y de lágrimas, de
exaltaciones en la administración pública y en el doloroso
cadalso; y que fue como el bautismo de la gloria para la
América Española».166
Describe a Morales como «alma salida de los antros, de renada
crueldad, hambriento de venganza y de sangre, descargaba toda su cólera
contra los patriotas a quienes la suerte mantenía indefensos bajo la férula
de su autoridad».
Sigue su relato mencionando la juventud de la Campos para el
momento en que ocurrió su martirio, enmarcado en una prosa poética:
«Niña, puede decirse, era Ana María Campos, porque
su juventud, su conducta y sus virtudes no habían sido
mancilladas por nadie. De espíritu inquieto, enamorada
de los principios de la emancipación, dotada de gran
vivacidad y hermoso decir, sus reuniones eran buscadas
por los más entusiastas republicanos; allí desgranaba ella
166 BEROES Aurelio. Ana María Campos. Heroína zuliana. En Ana María Campos.
Heroína del patriotismo. Junta Bicentenaria. Alcaldía de Miranda. Los Puertos de
Altagracia. 1996, pág. 77
101
entre el mito y la realidad
toda la sal de su gracia y todo el ardor de su patriotismo
para enviarle prosélitos a los Libertadores; en los tiempos
heroicos de la Grecia, ella había ejercido de pitonisa entre
sus conciudadanos».167
Arma que fue en una de esas reuniones donde la joven Campos
«dejó escapar de sus labios» la frase que debía llevarla al martirio: «Si
Morales no capitula, monda». Y conducida prisionera en las averiguaciones
ante el propio Morales, no le faltó el valor para sostener su dicho y las
razones en que lo apoyaba.
Maniesta:
«Acostumbrado el jefe español a gobernar tiránicamente,
en su orgullo herido juzgó menospreciada su autoridad y
sin reparos de ninguna naturaleza ordenó que Ana María
fuese vapuleada públicamente por las calles de la ciudad,
de esquina a esquina, y montada sobre un asno, para que
así la viesen mejor los que pregonaban de patriotas».168
Indica que el castigo se llevó a cabo como se había dispuesto y la
«mano tosca» de Valentín Aguirre, de origen africano, descargó el látigo
sobre el cuerpo «incoado y puro de la noble virgen».169 Agrega que de las
carnes de la Campos «brotaron sangre o la cuajaron sobre la suave piel, las
ropas se rasgaron como el cáliz que cubre la corola de la rosa, el sonrojo
del pudor subió muchas veces a la faz de la heroína».170
Asegura que la Campos fue testigo de la caída en desgracia de
Morales:
«… ella, que había pasado incógnita para el mundo, recibe
el envidiable bien de entrar en el templo de la inmortalidad
con la aureola del martirio; y habiendo sobrevivido a este,
vio, días más tarde, sus profecías cumplidas: el 24 de julio
de 1823 se libró la acción naval que dio por resultado el
triunfo de los Generales Padilla y Manrique… Morales
tuvo que acogerse a la capitulación que generosamente le
167 Ibídem, pág. 78
168 Ibídem, pág. 79
169 Ibídem, pág. 80
170 Ibídem, pág. 82
102
Ana María Campos. Historia de una heroína:
concedieron los patriotas venezolanos».171
Este autor no agrega que la Campos no pidiera castigo para Morales,
y este se acogió a los términos de la capitulación.
Finaliza su relato de esta manera:
«Cinco años después, satisfecha la heroína del triunfo de su
causa, y del nimbo de gloria que se extendía sobre el cielo
de su Patria, desapareció para siempre entre las ondas de
su lago azul, como si hasta en la muerte debiera parecerse
a los dioses mitológicos, sólo que no pudo como Heles
darle su nombre a nuestro Ponto de aguas dulces».172
El relato, obviamente, nada agrega a las biografías existentes.
ANA MARÍA CAMPOS. HEROÍNA ZULIANA: Por Rafael
Morillo Paz
(Ana María Campos. Heroína zuliana. En Ana María Campos. Heroína del
patriotismo. Junta Bicentenaria. Alcaldía de Miranda. Los Puertos de Altagracia.
1996, págs. 96 a 106)
Rafael Morillo Paz es un promotor cultural nacido en Los Puertos
de Altagracia y fundador de la Sociedad Bolivariana de esa Ciudad.
Su relato comienza señalando que Ana María Campos nació el
día 2 de abril de 1796 y compara su valor con el de otras heroínas de la
Independencia venezolana, como Josefa Camejo, Leonor Guerra, Luisa
Cáceres de Arismendi y otras tantas mujeres incluso anónimas.173
Expone:
«Ana María Campos (…) fue ciento por ciento una activista
de la causa libertadora, visitando hogares y haciendo
tertulias, llevando en sus labios la voz orientadora de la
mujer mirandina para animar los espíritus, para tener
siempre viva la conciencia y la fe despierta en todos y cada
171 Ibídem, pág. 83
172 Ibídem, pág. 84
173 MORILLO PAZ, Rafael. Ana María Campos. Heroína zuliana. En Ana María
Campos. Heroína del patriotismo. Junta Bicentenaria. Alcaldía de Miranda. Los Puertos
de Altagracia. 1996, pág. 96.
103
entre el mito y la realidad
uno con quienes hacia el contacto político; para remover
las bras sobre lo que signicaban los sufrimientos de la
patria esclavizada».174
Sigue:
«Por su misma dedicación, continua y consecuente en
contra de los realistas, fue calumniada por las familias
nobles sumisas a estos, lo que originó que fuera detenida
en Altagracia en calidad de prisionera y conducida a
Maracaibo a presencia de Morales, en la casa denominada
hoy de la Capitulación o de Morales, para que se retractara
de su célebre frase: “Si Morales no capitula, monda. Fue
interrogada por el mismo Morales y no se retractó, y en
su presencia le respondió ante sus reproches: “lo digo y lo
repito, señor, si usted no capitula, monda».175
Su relato, palabras más palabras menos, es idéntico a los anteriores
en sus datos y circunstancias. Arma que el castigo de Morales a su
irreverencia consistió en:
«… montarla en un asno a espaldas desnudas y pasearla
por las calles de Maracaibo de ayer, dejando caer en su
pobre humanidad el látigo inclemente del verdugo,
utilizado para llevar a efecto el vía crucis de tan noble
dama. Esto no fue suciente para callarla; pudo más la
nobleza de la mujer altagraciana que el azote en la mano
de un tirano, y allí está su estatua en la avenida El Milagro,
en el mismo lugar donde fue tirada y abandonada por
quienes la vapulearon».176
Morillo Paz se deja llevar por la imaginación al señalar el lugar donde
ahora está su estatua, como el mismo en el que su cuerpo fue abandonado
por el verdugo después de la pena de azotes que le fue impuesta. Eso no
consta en ninguna crónica e historia sobre la heroína. Finaliza su relato
armando: «cuando se bañaba, pereció ahogada a la edad de 27 años,
174 Ibídem, pág. 98
175 Ibídem, pág. 101
176 Ibídem, pág. 103
104
Ana María Campos. Historia de una heroína:
teniendo como testigo mudo la brisa lacustre que le peinó su cabello para
enviarla a la eternidad».177 Si nació en 1796, para 1828 tendría 32 años y
no 27, lo que constituye un error más de este relato, que es muy similar
a los anteriores, pero adiciona elementos producto de una desbordada
imaginación reñida con las propias biografías conocidas de la heroína.
ANA MARÍA CAMPOS, HEROÍNA DE LA LIBERTAD:
Por Ramón Rodríguez
(Ana María Campos, heroína de la libertad. Trabajo inédito. Los Puertos de
Altagracia, 1996, pág. 1 a 15)
Ramón Rodríguez es un historiador y genealogista autodidacta de
Los Puertos de Altagracia que, por décadas, ha estudiado meticulosamente
los archivos eclesiásticos y civiles de dicha población, además de otros
documentos. Ha pertenecido a varias instituciones sociales y culturales
de la Villa y ha escrito diversos trabajos sobre personajes e historia del
Municipio Miranda. Escribió este trabajo sobre Ana María Campos, el
cual permanece inédito y que aborda al personaje basado en autores
anteriores y en sus propias investigaciones.
Inicia su relato indicando el año de nacimiento de la heroína,
seguro basado en cronistas anteriores: «nació en la villa de Los Puertos
de Nuestra Señora de Altagracia el 2 de abril de 1796, siendo hija legítima
de Don Domingo de Campos y Perozo Cervantes (1765- 1830) y de Doña
Maa Ana Cubillán de Fuentes y Vera».178
Asegura que fue la «… única hija hembra en una familia de seis
hermanos, todos nacidos en Maracaibo a excepción de ella: Benigno
(1790), Juan Evangelista (1792), José Francisco (1792), José Félix (1794),
Fernando Agustín (1799) y Luís de Campos y Cubillán de Fuentes».179
Este dato es curioso, toda vez que resulta extraño que nuestra biograada
haya sido la «única» miembro de esta familia que haya nacido en la ciudad
porteña y los demás en Maracaibo. ¿Cuál sería la razón? ¿Resulta lógico?
¿Y si en realidad la Ana María que conocemos nunca hubiera nacido en
Los Puertos de Altagracia y fuera un personaje cticio? ¿La casa de los
Campos en Los Puertos era de su supuesto padre, Domingo de Campos o
177 Ibídem, pág. 105
178 RODRÍGUEZ, Ramón. Ana María Campos, heroína de la libertad. Trabajo inédito.
Los Puertos de Altagracia. 1996, pág. 1
179 Ídem
105
entre el mito y la realidad
de otro miembro de la familia? ¿Quizás de un hermano?
Asegura Rodríguez que la infancia de la Campos: «transcurrió en
su pueblo natal, bajo la mirada protectora de sus padres y amparada por
ese cariño especial que recibe una única hija en la familia. Su educación,
iniciada a principios del Siglo XIX, la recibió posiblemente en Maracaibo,
impartida por los Frailes Franciscanos».180 No está documentado que la
Campos recibiera educación formal, y menos que fuera impartida por los
franciscanos, por ello que dudamos de esta armación.
Se pregunta Rodríguez, quien hace un recuento de los hechos
subversivos de 1799 (sublevación de Francisco Javier Pirela y las ideas de
la Revolución francesa): «¿Podría pensarse que a las manos de la entonces
doncella Ana María Campos llegara algún ejemplar de la traducción de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano hecha por el prócer colombiano
Antonio Nariño?».181 Esto, obviamente, es un especulativo, y otros
cronistas lo habían señalado con anterioridad.
Reseña Rodríguez que para el año 1810, en plenos acontecimientos
revolucionarios e independentistas promovidos en Caracas, varios
parientes y familiares de Ana María participan en los hechos a favor de
la libertad que se dieron en Maracaibo. «Su tío paterno, el Abogado León
Francisco de Campos y Perozo de Cervantes, estuvo comprometido, en
el mes de mayo de 1810, en una conspiración en contra del Gobernador
de la provincia de Maracaibo Don Fernando Miyares, siendo detenido
y encarcelado y luego absuelto por falta de pruebas».182 Rodríguez es el
primero que señala, con toda razón, que León de Campos era tío de la
heroína, si consideramos que la nacida en 1796 era hija de Don Domingo
de Campos, que efectivamente fue hermano del Abogado.
Agrega Rodríguez:
«Un tío político de Ana María, el Capitán Juan Francisco
Perozo de Cervantes, esposo de Doña Juana Josefa de
Campos y Perozo Cervantes, hermana de Don Domingo
de Campos, fue muy leal a la corona española y fue quien,
el 11 de Mayo (de 1810), actuó conduciendo presos hasta
el castillo de San Carlos en la isla de Zapara a la entrada
del lago, a los patriotas Don Vicente Tejera, Don Andrés
Moreno y el joven Don Diego José Jugo, delegados por la
180 Ibídem, pág. 2
181 Ídem
182 Ibídem, pág. 3
106
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Junta Suprema de Caracas para solicitar que se adhiriera a
la revolución la provincia de Maracaibo».183
También agrega que «El Alcalde de Los Puertos de Altagracia,
Capitán José Joaquín Faría Reldírez, funcionario realista, padre del
prócer altagraciano Francisco Maa Faría, en 1811, tenía conocimiento
de la participación del tío de la Campos, Dr. León Francisco de Campos
y Perozo Cervantes, en los hechos conspirativos en la provincia».184 Con
respecto a esto, cita a Oldenburg: «Por velada anidad o por motivos de
familia, personas de las autoridades locales atenuaban el celo e incumplían
las órdenes y la aplicación de las leyes draconianas de la tiranía colonial.
El Alcalde Faría estaba en conocimiento de que el Dr. León Campos no
venía nomás en ejercicio de Abogado, sino a conspirar».185
Menciona que desde joven:
«Ana María escucharía las conversaciones familiares,
los rumores y leería cartas y noticias recibidas de sus
parientes Lossada, Antúnez Pacheco, Celis, Pirela, quienes
participaban activamente por los ideales de un país libre,
despertándose en ella sentimientos y simpatías por las
ideas independentistas. El Dr. León Campos contribu
a modelar en ella estos ideales, debido a sus contactos con
los principales personajes que impulsaban el rompimiento
de las cadenas de la opresión colonial en la provincia».186
Consideramos que entramos de nuevo al campo especulativo ya
que no podemos comprobar que León de Campos hubiera «modelado»
los ideales de libertad de la Campos.
Expone Rodríguez:
«Cuando Ana María sólo contaba con 15 años a principios
de 1812, ya el Doctor León de Campos era fundador de la
Cofradía Religiosa Escuela de Cristo, la cual funcionaba
anexa al templo de Santa Ana de Maracaibo, y que no
era otra cosa que una sociedad patriótica clandestina
enmascarada tras la fachada de una sociedad confesional.
183 Ibídem, pág. 4
184 Ídem
185 Ibídem, pág. 5
186 Ibídem, pág. 6
107
entre el mito y la realidad
Las actividades conspirativas en contra del gobierno de
la provincia fueron delatadas el 14 de febrero de dicho
año, abortándose un organizado plan para derrocar
al Gobernador español Don Pedro Ruíz de Porras,
quien ordenó la disolución de la cofradía y la captura y
enjuiciamiento de sus miembros».187
Es notoria la participación de León de Campos en esas conspiraciones
puesto que en el Archivo General de la Nación se encuentran varias
causas de indencia contra el señalado abogado, además de lo armado
certeramente por historiadores, documentalistas y cronistas, entre ellos
Agustín Millares Carlo, con respecto a su papel protagónico en hechos
desestabilizados del orden establecido en la Provincia de Maracaibo.
Rodríguez indica: «La familia de la Campos sufrió un duro golpe al ser
arrestado el Dr. León Campos y trasladado al Castillo de San Carlos en
Puerto Rico, en el cual fue torturado y asxiado con humos de azufre».188
Y agrega: «Un sobrino del Doctor Campos, Benigno Campos —
hermano de Ana María- fue detenido por conspiración».189 Esto es un
hecho igualmente cierto, probado documentalmente; lo que no parece
cierto es que Benigno fuera hermano de la Campos.
Contia
«El Zulia no pudo gozar de los benecios de la
independencia ante el fracaso de este intento y continuó
la provincia bajo el dominio español, concentrando
la corona mayor cantidad de fuerzas en la región. La
adolescente Ana Maa Campos, como testigo de estos
hechos, irá perlando su carácter y asimilando los ideales
revolucionarios. En marzo de 1817 es develado un nuevo
intento de insurrección en Maracaibo, en el cual estuvo
involucrado el altagraciano Policarpo Faría, Sargento de
Brigada de Artillería, así como otros personajes marabinos.
El fervor revolucionario y el fomento independentista
continuaba creciendo y minando las entrañas del régimen
español en el país y en Maracaibo».190
187 Ibídem, pág. 8
188 Ídem
189 Ibídem, pág. 8
190 Ídem
108
Ana María Campos. Historia de una heroína:
El párrafo citado, en cuanto a que los acontecimientos libertarios
causaran el despertar de las ideas políticas de la Campos, también es
especulativo, esto, pues no consta, al igual que lo siguiente:
«La vida de Ana María Campos ve transcurrir su
adolescencia durante los años de mayor agitación política
y sintiendo en carne propia la opresión y la muerte de su
tío, cuya dolorosa experiencia debió calar profundamente
en su espíritu, para que en los años siguientes se convirtiera
en una fuerte opositora de la monarquía: Ya anda Ana
Maa con la tea del gran ideal prendiendo las conciencias
de tertulia en tertulia. Sus coetáneos comienzan a
admirarla, ya respetan sus opiniones y reciben con
entusiasmo su alocución. Sin embargo, hay un rumor
de alarma en las familias. Se reunían en conventillos y
comentan el escándalo de la joven: ¡Qué horror, una
niña de alta alcurnia mezclada en cosas vulgares! A
comentan quienes se entregan sumisos a la esclavitud,
quienes se aferran a los privilegios personales, quienes
son incapaces de amar la libertad. Por ello se critica y se
difama la conducta de Ana María».191
Sobre la conducta de la Campos y su reputación cuestionada ya
se ha analizado otros relatos y se ahondará en ello con posterioridad.
Prosigue:
«En 1817, la heroína sufre un nuevo golpe familiar,
esta vez, el fallecimiento de su madre Doña María Ana
Cubillán de Fuentes y Vera, ocurrido en Maracaibo. Su
padre, Don Domingo de Campos, fue trasladado a Los
Puertos de Altagracia como administrador subalterno
de la Real Hacienda en esta villa. Al enviudar, contrae
nuevamente nupcias, esta vez con Doña Francisca María
Faría Olivares, y de cuya unión nacerán seis hijos más:
Maa de la Concepción (1819), María Vicente (1820),
Sergio María (1821), Francisca María (1826), José Toribio
(+1829) y José Isidro (1829). Es probable que la heroína se
estableciera nuevamente en su pueblo natal hasta 1821 en
191 Ibídem, pág. 9
109
entre el mito y la realidad
que termina su padre sus funciones de administrador».192
Estos datos son interesantes: la muerte de la supuesta madre de la
Campos, el nuevo matrimonio de su supuesto padre que tiene otros hijos,
y el cargo que detentaba Don Domingo de Campos en Los Puertos de
Altagracia, hechos ciertos y documentados.
Expone Rodríguez la situación política desde 1821, con la
declaración de Independencia de Maracaibo y su unión a la Gran
Colombia y la toma de la provincia por Morales, señalando que los realistas
se proponían la reconquista del territorio de la Provincia, produciéndose el
arribo del General Francisco Tomás Morales, quien en el mes de abril de
1822, toma Los Puertos de Altagracia en donde establece su cuartel General
para preparar la toma de Maracaibo, pero sufre derrota el 24 de abril en
el sitio de «Juana de Ávila» al norte de Maracaibo. Igual expone que en el
mes de julio, Francisco Tomás Morales decide desocupar Altagracia, y que,
ante esta situación, Ana María Campos se expresa fuertemente contra
los realistas y se da a la labor de «encender el fuego del patriotismo en
el hogar, dentro del grupo de sus amistades y en reuniones, con dichos y
arengas».
Aborda el autor el hecho de que Morales efectúa su segunda invasión
a Maracaibo como Capitán General y toma la ciudad el 7 de septiembre
de 1822 e instala su ejército, comenzando persecuciones y atropellos.
Sigue Rodríguez:
«Ana María Campos continuaba propagando los ideales
de libertad durante las visitas y tertulias, en las cuales
narraba las proezas del ejército libertador en Venezuela
y Nueva Granada. Fue entonces cuando con mayor
entusiasmo, la Campos arreció sus arengas y pronunció
su estribillo apocalíptico, “Si Morales no capitula, monda.
Esta frase la repetirá en todas partes con tanto ardor y
vehemencia que contagia los ánimos de todos, que se
entusiasmaban al ver exteriorizado en una joven un coraje
casi varonil. Hasta que llegó a oídos de Morales lo que
sucedía, quizás a través de un marabino traidor, y ordenó
se arrestase a la joven, quien se encontraba en Maracaibo,
y fuese conducida a su presencia». 193
192 Ídem
193 Ibídem, pág. 10
110
Ana María Campos. Historia de una heroína:
También Rodríguez arma que la Campos «estaba en Maracaibo»
cuando fue llamada en presencia de Morales, cuando otros autores
dejan entrever que estaba en Los Puertos. Sin embargo, si la escuadra
de Manrique ya había tomado esa población, es lógico pensar que esta
estuviera en Maracaibo.
Sigue Rodríguez:
«Bajo custodia militar fue llevada a la Casa de la Factoría,
hoy Casa de la Capitulación o de Morales, esquina de
calles Venezuela y Urdaneta frente a la plaza de Bolívar de
Maracaibo. Aquí fue interrogada por el jefe realista sobre
las denuncias en su contra por instigación a la insurrección
a través de sus frases y exclamaciones. El 18 de junio de
1823 fue sometida a interrogatorio, y al preguntársele
si era cierto lo que de ella se decía, la Campos contestó:
“He dicho, Excelencia, que dada la justicia y el coraje de
los patriotas, los poderosos recursos con que cuentan, la
actitud imponente del intrépido Padilla y el cerco de acero
que por doquier os amenaza, si usía no capitula, monda
A esto preguntó Morales: ¿Cuáles son los recursos con los
cuales cuenta los insurgentes? Contestó la Campos: “Con
el genio de Bolívar y de sus valientes paladines, quienes
opóngase quien se opusiere, triunfarán.” Expresó Morales:
“Insolente ¿Cómo se atreve usted a proferir semejantes
palabras en mi presencia? ¡Le digo y le repito señor, si
vuestra señoría no capítula... monda! “Retráctese usted
ahora mismo o la mando a castigar como se merece
amenazó Morales. Y culminó Ana María: “No me retracto,
aunque usía me amenace con la muerte, y repito a usía, si
no capitula monda”».194
A este respecto, tres aclaratorias: primero, según todos los
historiadores consultados la casa llamada de la Factoría, era la misma
donde estuvo durante un tiempo la Aduana Marítima de este puerto, luego
la poderosa empresa Breuer Moeller & Co. Sucs., cuyo principal accionista
era el yerno de Lossada Piñeres y más tarde el Banco de Maracaibo, es
decir, la Casa de la Capitulación no era la Casa de la Factoa. Segundo,
194 Ibídem, pág. 11
111
entre el mito y la realidad
la fecha indicada en la cual Morales supuestamente se entrevista con
la Campos, el 18 de junio de 1823, no tiene ningún asidero documental,
algo que habíamos señalado con anterioridad; y tercero, la conversación
entre Morales y la Campos, tan detallada en sus pormenores, mencionadas
por Rodríguez y otros historiadores, la consideramos producto de alguna
tradición oral que se transmitió de generación en generación, por lo tanto,
debe tomarse con cautela.
Continúa su relato: «Morales encolerizado dio orden a sus servidores
de castigar a la insolente mujer que sin amedrentarse ante él le habló con
tanta altivez, viéndose herido en su orgullo, y sin lograr la retractación de
la joven, dispuso que fuese azotada y paseada en un asno por las calles de
la ciudad, para escarmiento público».195
Y añade:
«Desnuda de la cintura para arriba, cubierto apenas el pecho con un trozo
de corpiño, desgarrado por la mano tosca y brutal del negro Valentín
Aguirre, el cual sirvió de verdugo y montada sobre un asno marchando
delante dos números de la banda militar con tambor y corneta y a sus lados
unos números de tropa con sus armas en balanza, y detrás Aguirre con el
azote, partió la procesión del sacricio hasta llegar a la esquina de la Casa
de la Factoría donde habitaba Morales, y allí, se detuvo por primera vez
la comitiva para iniciar el castigo impuesto por el Gobernador y Capitán
General, quien, desde la ventana de su casa contempló y admiró el valor
de aquella mujer, quien extendiendo sus torneados brazos y señalando
con el índice, relampagueantes sus grandes ojos gritaba a todo pulmón
cada vez que el látigo fustigaba su espalda, “si no capitula, monda” (luego)
comienzan los azotes y de esquina en esquina, va la víctima recibiéndolas
hasta que se cumple por entero la sentencia. A poco de haber comenzado
el suplicio, llena de dolor y agobiada por la sed, la víctima pide y suplica
a los verdugos que le concedan un poco de agua, pero estos, en repetidas
ocasiones, se niegan a ello. Poco a poco, la señora fue enmudeciendo».196
Al respecto otras consideraciones: en los relatos existentes se dice
que estaba la Campos desnuda de la cintura para arriba, pero ninguno
menciona que «apenas el pecho (cubierto) con un trozo de corpiño».
También nos parece fantasioso señalar la mano del verdugo como «tosca
y brutal» con el ánimo de denigrar a un servidor de las autoridades de
195 Ídem
196 Ibídem, pág. 12
112
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Maracaibo quien, para la época, indudablemente, sólo recibía órdenes.
Igualmente, el hecho de armar que el suplicio comenzó «marchando
delante dos números de la banda militar con tambor y corneta y a sus
lados unos números de tropa con sus armas en balanza», lo cual no consta
tampoco en ningún relato. Asimismo, ningún otro historiador o cronista
señala que Morales viviera en la Casa de la Factoría, sino en la hoy llamada
Casa de Morales, o sea, la Casa hoy conocida de la Capitulación quien
¿«desde la ventana de su casa contempló y admiró el valor de aquella
mujer»? Algo igualmente novelesco. Tampoco costa que la víctima «pide
y suplica a los verdugos que le concedan un poco de agua», lo que parece
producto de la imaginación de los cronistas citados por Rodríguez en su
trabajo.
Prosigue:
«Seguía ejecutándose el azote y cada vez repetía en
compensación a cada latigazo “si no capitula, monda.
La Campos recorrió su vía crucis y resistió el castigo
sin exclamar una queja, y cuando el verdugo, cansado
de propinarle azotes se disponía a dejarla, ya su cuerpo
exánime, desgarradas y destrozadas su carne y vestiduras…
quedó allí tendida sobre el piso pedregoso del convento,
hoy Plaza Baralt, y un fraile franciscano, condolido por la
noble Ana María, pidió se suspendiera el castigo. Amigos
y familiares recogieron su cuerpo ensangrentado para los
cuidados del fraile y del médico».197
Con respecto a esta parte del relato, observamos que sigue la secuencia,
en su contenido, de los relatos precedentes. Que la Campos fuera azotada
hasta llegar a la hoy Plaza Baralt es mencionado apenas por pocos
cronistas; y la presencia de un fraile que ruega por el cese del castigo,
también nos parece ilusorio, por no estar documentado ni haber sido
mencionado por Lossada Piñeres, quizás, dentro de todo, el más veraz de
los que relataron los momentos trascendentales de la vida de Ana María
Campos. Igual, ningún anterior biógrafo mencionó jamás a un médico
que curara sus heridas.
Arma Rodríguez: «A consecuencia de la agelación, la joven Ana María
sufriría en su cuerpo deformaciones e invalidez, lo cual fue el premio a
197 Ibídem, pág. 13
113
entre el mito y la realidad
su sacricio».198 Hemos abordado este hecho con anterioridad en otros
relatos.
Luego de explicar los hechos relativos a la derrota de Morales por
las fuerzas patrióticas, expone: «Allí se cumpliría la frase profética de Ana
Maa Campos sobre la capitulación del gobernante español semanas antes
de la decisiva batalla naval que decidió el futuro libertario de la provincia
de Maracaibo. El 24 de julio de 1823 fue el día nal de la contienda en el
lago zuliano; se tiñeron de sangre las aguas, y con el triunfo de las fuerzas
patriotas se consolidó la libertad de Maracaibo y de Venezuela».199
Tras la derrota de Morales y como corolario de su sino, señala
Rodríguez que Ana María Campos, inválida a causa del agelo recibido
«sonríe satisfecha de su sacricio, y entonces perdonó a Morales (…) ella
sólo luchaba por la causa justa de la emancipación y no podía caber en su
corazón de heroína un sólo sentimiento de venganza, porque ella había
mixticado el concepto del ideal por el cual daba su sangre. Así proceden
las almas nobles».200
Para concluir el relato sobre Ana María Campos, Rodríguez, al
igual que los historiadores y cronistas que le precedieron, plantea: «Cinco
años después de aquella memorable fecha, en 1828, y en fecha (sic) no
precisada, mientras se bañaba a orillas del lago al fondo de su casa en Los
Puertos de Altagracia y víctima de un ataque de epilepsia, surgida ésta a
consecuencias de su agelación, murió Ana María Campos ahogada».201
ANA MARÍA CAMPOS:
Por José Romero Mudafar
(Citado por Torres, Ángela, Rodríguez, Soraida y otros. Actitud de Ana María
Campos en el contexto socio-político de colonia. Trabajo de Investigación.
Universidad Experimental Rafael Maa Baralt. 1996, págs. 62, 63, 64, 65)
Este locutor, contador público y cronista, nació en Los Puertos
de Altagracia en 1935 y fue un cultor de la historia y tradiciones de la
Villa. Es entrevistado para un trabajo de investigación, por estudiantes
de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt, en la que
198 Ibídem, pág. 15
199 Ídem
200 Ibídem, pág. 14
201 Ibídem, pág. 15
114
Ana María Campos. Historia de una heroína:
destaca que no es historiador «pero he sido seguidor y estudiador (sic) de
la historia de (los Puertos de Altagracia)».202
Arma que Ana María Campos Cubillán nace el 2 de abril (de
1796), y que procede
«… de una familia muy religiosa, fue sobrina del Arzobispo
de Quito Monseñor Antonio María Campos, (y) hermana
del Dr. León Campos (que) formó parte de la Escuela
de Cristo, los revolucionarios que se reunían en 1812 en
el templo Santa Ana de Maracaibo, y bajo ese nombre de
Escuela de Cristo ocultaban sus inquietudes por la liberación
de la patria».203
Admite que:
«…lamentablemente no hay muchas fuentes de donde
nutrirse para hablar de ella como una gran patricia o una
gran heroína, aunque su trayectoria como heroína no fue
muy larga, sino que se hace valor fundamental en la gesta
libertaria de la patria, especialmente en el estado Zulia,
cuando se fragmentaba (sic) la Batalla Naval de Maracaibo
en 1823».204
Expone que la Campos «…decía en las reuniones sociales, en forma
clandestina, el término “Si Morales no capitula, monda”».205
Asegura: «… los padres de ella (Ana María) no estaban muy a gusto
con su actitud, que le podía venir un castigo».206 No creemos que esta
armación corresponda a la realidad de los hechos; tampoco es referido
con anterioridad. También arma que Morales, al saber que había una
revolucionaria en Los Puertos de Altagracia, hizo que se la llevaran a
Maracaibo.
Agrega que Ana María Campos «“no fue azotada en la Plaza de Los
202 ROMERO MUDAFAR, José. Ana María Campos. Citado por Torres, Ángela,
Rodríguez, Soraida y otros. Actitud de Ana María Campos en el contexto socio-político
de colonia. Trabajo de Investigación. Universidad Experimental Rafael María Baralt.
1996, pág. 62
203 Ídem
204 Ibídem, pág. 63
205 Ibídem, pág. 64
206 Ídem
115
entre el mito y la realidad
Puertos, ya que no exisan plazas para la época, se dice que Ana María
Campos fue azotada en la Plaza Mayor de Maracaibo en 1823, por el
dicho “si no capitula, monda”».207
En su relato aporta un dato interesante:
«Hay cosas que hay que mantenerlas dentro del verdadero
equilibrio de los nombres y de su personalidad y nos anima
este bicentenario de su natalicio, el hecho de revalorizarla.
Ahora, hay muchas cosas que no se conocen de ella, ni
siquiera ningún historiador de mi pueblo ni del Zulia
puede demostrar su fe de bautismo, porque no pueden
hacerlo, porque en aquel tiempo los investigadores de
nuestro pueblo cometían el error craso, un error que hay
que castigarlo, que cuando llegaban a investigar al libro y
conseguían la fe de bautismo de esos próceres nuestros,
no se conformaban con anotar sino que mutilaban el
libro y se llevaban la hoja. Hay historiadores de mi pueblo
que han sido mezquinos en negar toda una personalidad
relevante de la Campos, y algunos osados se atreven a decir
que no existió porque no hay evidencias, pero hay fechas
y nosotros los mirandinos no nos hemos preocupado
en revalorizar aún más la gura egregia de la Campos y
a veces somos mezquinos en negar los merecimientos
de la heroína, de una joven que dio todo, en aras de la
independencia en el sentido de inmolarse».208
La acusación del señalado autor reviste gravedad, pero es muy
creíble. En el pasado, muchos investigadores revisaban libros de los
archivos eclesiásticos y sustraían páginas, aunque el caso de la Campos,
en los libros respectivos de bautismo y entierros, para las fechas en las que
supuestamente nació y murió, ello no se evidencia.
Igual pasó con documentos del Acervo Histórico del Zulia que
desaparecieron con el tiempo, aunque historiadores los han citado en
sus trabajos publicados, como el Censo de Maracaibo de 1833, donde el
autor de esta obra intentó ubicar siendo Director del Acervo Histórico del
Zulia, y jamás se encontró, a pesar de las citas de dicho Censo en artículos
207 Ibídem, pág. 65
208 Ídem
116
Ana María Campos. Historia de una heroína:
y libros publicados.
Se contradice Romero cuando, por una parte, alega que su partida o
acta bautismal pudo ser sustraída, pero por otra parte reniega de algunos
historiadores de Los Puertos de Altagracia que arman que Ana María
Campos no existió; empero, inmediatamente dice: «pero hay fechas». ¿A
qué fechas se reere? Un enigma envuelto en el misterio.
CAMPOS, ANA MARÍA:
Por María Elena Parra Pardi
(CAMPOS, Ana María. Diccionario de Historia de Venezuela. Fundación Polar.
Segunda Edición. Tomo I. 1999, págs. 631,632)
El muy completo Diccionario de Historia de Venezuela, editado por
la Fundación Polar, el cual contó con la colaboración de distinguidos
especialistas en todas las áreas, reseña la biografía de Ana María Campos,
elaborada por María Elena Parra Pardi. Se señala en dicho Diccionario que
la Campos nació en Los Puertos de Altagracia (Edo. Zulia), el 2 de abril
de 1796, y falleció en el año 1828. Estamos seguros que la historiadora se
basó en la bibliografía conocida sobre la heroína de la Villa de Altagracia.
Luego indica el nombre de sus padres: «Hija de Domingo José de Campos
y Perozo de Cervantes y de María Ana Cubillán de Fuentes y Vera».209
La denominan: «partidaria de las ideas emancipadoras», patriotismo
que «puso de maniesto cuando Maracaibo, después de la batalla de
Carabobo (1821), fue ocupada por los realistas, al mando del mariscal de
campo Francisco Tomás Morales en 1822».210
Siguiendo la línea de los historiadores y cronistas zulianos, señala:
«Eran frecuentes, aunque clandestinas, las reuniones republicanas; entre
estas las auspiciadas por la joven Campos, quien llegó a decir en una de
ellas: “Si Morales no capitula, monda” (es decir, muere)».211 Creemos que
el dicho que la tradición adjudica a la Campos no implicaba la muerte de
Morales, sino su derrota.
Sigue:
«Esa armación le valió ser llevada prisionera ante el jefe
209 PARRA PARDI, María Elena. CAMPOS, Ana María. Diccionario de Historia de
Venezuela. Fundación Polar. Segunda Edición. Tomo I. 1999, pág. 631.
210 Ídem
211 Ibídem, pág. 632
117
entre el mito y la realidad
realista y castigada públicamente: fue conducida por las
calles de la ciudad montada en un burro, semidesnuda y
soportando los latigazos del verdugo Valentín Aguirre;
suplicio este que no logró doblegarla. Sus aspiraciones
de libertad se verían cumplidas al librarse la batalla
naval del lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823, que
selló la independencia de la provincia de Maracaibo y
Morales hubo de acogerse a la capitulación ofrecida por
los patriotas».212
Esta biografía, sucinta y parca, resume todo lo conocido sobre la
heroína, por lo que nos pareció necesaria reproducirla, que, si bien no
arroja algo nuevo sobre el personaje, si expone, en líneas generales, lo que
se conoce de ella, sin explayarse en detalles y hechos a veces fantasiosos,
novelescamente abordados, proclives a la construcción de un ser
extraordinario que bordea la mitología o literariamente narrados sobre
Ana María Campos.
NUESTRA AMÉRICA CONTRA EL IMPERIO ESPAÑOL.
HUELLAS DE LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER:
Por Teresa Gamboa Cáceres
(Nuestra América contra el Imperio Español. Huellas de la participación de la
mujer. En Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Enero/junio de 2010. Vol.
15/ No. 34, págs. 119 a 135)
Teresa Gamboa Cáceres fue una muy reconocida profesora e
investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la
Universidad del Zulia. También fue una feminista de izquierda. Su trabajo
sobre Ana María Campos apareció en una revista cientíca y resulta
interesante por la óptica que le dio.
Comienza señalando que, sobre Ana María Campos, se conserva más
información que sobre otras heroínas zulianas como Domitila Flores, «la
mayoría transmitida oralmente en coplas y relatos, que fue recogida por
los cronistas de los Puertos de Altagracia».213 Indica que en las crónicas
212 Ídem
213 GAMBOA CÁCERES, Teresa. Nuestra América contra el Imperio Español. Huellas
de la participación de la mujer. En Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Enero/
junio de 2010. Vol. 15/ No. 34, pág. 119
118
Ana María Campos. Historia de una heroína:
existe «un empeño en defender que Ana María era de “buena familia” o de
familia aristocrática” y hasta establecen su parentesco con un Arzobispo
de apellido Campos en Perú», añadiendo que en ello «entra en juego
un prejuicio clasista, al cual subyace que las mujeres del pueblo llano no
serían de buena familia».214
Con respecto a esto, debemos señalar que, ciertamente se hace,
en los relatos existentes, apología de la aristocracia de la familia de la
Campos, pero ello, en consideración del autor, no está inmerso en un
discurso clasista; era común que historiadores y genealogistas de la época
destacaran el origen noble de nuestros próceres. Pero también hubo
hombres y mujeres en nuestra gesta emancipadora de condición modesta,
como José Leonardo Chirinos y Pedro Camejo, al igual que mujeres como
Juana La Avanzadora, otra heroína venezolana del oriente del país, todos
ellos muy respetados por la historia venezolana, a pesar de su humilde
cuna. 215
214 Ibídem, pág. 121
215 Juana Ramírez se destacó por su pasión patriota, su deseo por lalibertad, y su entrega
a la lucha independentista. Defendió a Maturín del ejército de Domingo Monteverde en
1813, aquel glorioso 25 de mayo cuando logró que ungrupode mujeres se dirigiera hacia
el enemigoespañol, y con gran valentía se les enfrentó hasta que los realistas cayeron
vencidos. Juana nació en 1790, en un poblado llamado Chaguaramal, cerca de Maturín,
en tierras de la provincia de Barcelona. Su madre, llamada Guadalupe Ramírez, era una
negra esclava, traída deÁfricay comprada por la familia del General Andrés Rojas.
La noticia de los sucesos de 1810 y las ideas independentistas habían llegado a través
de un rico ganadero maturines que se hallaba en Trinidad e inmediatamente ganaron
adeptos. La Familia Monagas y los Rojas, entre otras, rápidamente se unieron a la lucha
y formaron sus ejércitos con los esclavos de sus haciendas. Siendo Juana una adolescente
de 15 años, ya se interesaba en acompañar al General Andrés Rojas a realizar las labores
de laguerraindependentista. Estuvo en las batallas que se realizaron en las cercanías de
Maturín contra Antonio Zuazola, de La Hoz, Monteverde y Morales. Era una negra alta,
con muchocaráctery un gran coraje. Sabía infundir a sus compañeros un gran ímpetu
hacia la lucha patriótica. Por los alrededores de Maturín, se ganaron cuatro batallas,
entre 1813 y 1814: el 25 de mayo de 1813 (Alto de los Godos), Los Magueyes, Aragua,
Uracoa... Se perdió una batalla, y con ella, se hundió no sólo Maturín sino también la
Segunda República. En la batalla del 25 de mayo de 1813, Juana tuvo una signicativa
actuación. Ese día patriotas y realistas se enfrentaron en una dura lucha que tuvo su
nal al oscurecer el día. En el norte de Maturín, en la sabana llamada Altos de los
Godos se reunieron los patriotas, esperando a Monteverde con sus dos mil hombres,
que venía desde la Cruz de la Paloma. Como a las 11 de la mañana empezó el fuego.
Los patriotas eran menos en número de soldados. Cerca de la Plaza Piar de Maturín,
un grupo de mujeres bien resueltas se encontraban luchando también. Comandadas
por Juana Ramírez, con apenas 23 años, atacaban al enemigo, atendían heridos y hasta
disparaban cañones. La Batería de Mujeres la formaban, además de Juana Ramírez,
María Antonia y Juanita Ramírez, Marta Cumbale, Valentina Mina, Graciosa Barroso
de Sifontes, Vicencia y Rosa Gómez, Dolores Betancourt Mota, Carmen Lanza y Luisa
119
entre el mito y la realidad
También se equivoca cuando señala el parentesco de la Campos con
«un Arzobispo del Perú»; hemos explicado ya que era con un supuesto
Arzobispo de Quito.
Arma Gamboa que «… la actitud e intrepidez de Ana María Campos
resultan contradictorias con las costumbres señoriales de la época, y fue
duramente criticada y calumniada en su momento».216 Estas calumnias
se transmitieron oralmente, e igual las menciona Oldenburg en su escrito
sobre la Campos que hemos reseñado.
Gamboa expone que a Ana María Campos la caracterizan los
historiadores como «Hermosa, inteligente, ágil en la palabra, persuasiva y
revolucionaria… prenda de admiración en todas las tertulias de sociedad,
en las cuales desparramaba sus opiniones sustentadoras de los principios
del Libertador, y el reproche constante y cortante a la esclavitud de la
monarquía española». 217 Estas descripciones, a nuestro juicio, son
fantasiosas.
Plantea Gamboa: «El comportamiento de Ana Maa Campos es
contradictorio con las conductas permitidas a las mujeres de cierto nivel
social a comienzos del siglo XIX».218 Con ellos estamos de acuerdo, ya
que la mujer, en esa época, tenía muy poco protagonismo, y que una
dama soltera y de la alta sociedad hablara tan públicamente de sus ideas
políticas y fuera tan valiente para expresarla en distintos escenarios, era
impropio y hasta escandaloso.
Gamboa sentencia que «… la misma expresión que la hizo famosa:
O capitula o monda, no parece corresponder a una expresión propia de
mujeres de cierto nivel social», y en eso el autor está completamente de
Gutiérrez, Isidora Argote, Eusebia Ramírez, Guadalupe Ramírez, Rosalía Uva, María
Romero de López, Josefa Barrosos, Juana Carpio y Lorenza Rondón. Desde Altos de los
Godos llegó la noticia de que los patriotas se les estaban acabando las municiones. Eran
casi las 4 de la tarde, así que el Comandante Felipe Carrasquel, jefe de los patriotas en
este encuentro, ordenó a Juana avanzar hasta Los Godos. Juana y su batería de mujeres,
con gran coraje y valentía, iniciaron su avanzada. Entre disparos y cañonazos llegaron a
auxiliar a los patriotas. Juana Ramírez se encargó al terminar la batalla de dar sepultura a
los realistas caídos. Estos fueron enterrados en un sitio llamado la «Mata dela Muerte»,
al pie de un árbol ubicado frente a laIglesiaSan Ignacio, en lo que hoy es Fundemos.
Al independizarseVenezuela, Juana se estableció en Guacharacas (hoy San Vicente),
Monagas. Formó una pequeña familia con sus cinco hijas: Clara, Juana, Juana Josefa y
Victoria. Allí vivió de laagricultura. Murió en 1856, a los 66 años. Fue enterrada en el
cementerio antiguo de Guacharacas en El Bajo. Un monumento, construido en 1975,
recuerda el sitio donde reposan sus restos.
216 Ídem
217 Ibídem, pág. 123
218 Ibídem, pág. 127
120
Ana María Campos. Historia de una heroína:
acuerdo.
Consideramos que esa frase es vulgar en la voz de una aristócrata y no
cónsona con una educación distinguida como se le atribuye a la heroína.
Arma la autora, y lo compartimos, que:
«Durante la colonia, el siglo XIX e incluso parte del siglo XX,
la mujer de los estratos pudientes y medios era preparada para
cumplir sus deberes como esposa y madre (reproductora del
apellido y garantizadora de la herencia), para conducir la vida
doméstica y cuidar los bienes materiales; debía ser juiciosa,
diligente, recatada y religiosa. Se insistía en la educación
doméstica y eventualmente artística (piano y literatura); los
más retrógrados pedían no hablarles de ciencia y menos aún
de emancipación. Esto evidencia un imaginario tradicional,
impregnado por costumbres atávicas. Por su parte, las
familias de los sectores populares, ante las carencias y
estrecheces de la vida cotidiana, no se preocupaban por
estas pautas de comportamiento, pero las mujeres estaban
sometidas a mayores limitaciones, debiendo aportar su
trabajo para el sostenimiento del hogar…».219
La autora, haciéndose eco de la historia conocida de la Campos,
asegura:
«Las ideas libertarias de Ana María pudieron ser
motivadas originalmente por su hermano mayor, León
Campos quien pertenecía a la Escuela de Cristo –con
sede en Maracaibo–, organización religiosa utilizada
para ocultar la actividad conspirativa. Según historias no
conrmadas, León Campos murió en la prisión de Puerto
Cabello, en 1812, cuando Ana María contaba tan sólo 16
años».220
Sobre este parentesco, hemos explicado nuestra postura con
reiteración.
Gamboa aborda la situación política y señala que, al llegar a los
Puertos de Altagracia, en abril de 1822, el jefe realista Francisco Tomás
219 Ídem
220 Ibídem, pág. 130
121
entre el mito y la realidad
Morales había asumido una actuación feroz contra los patriotas, incluso
actuando contra la también mítica patriota Domitila Flores y luego contra
Ana María Campos.
«Los cronistas presumen que “eran frecuentes, aunque
clandestinas, las reuniones republicanas; entre estas las
auspiciadas por la joven Campos, quien llegó a decir en una
de ellas: ‘Si Morales no capitula, monda (es decir, muere)’.
Delatada por alguno de los asistentes, fue llevada prisionera
a Maracaibo. Sostuvo su posición ante Francisco Tomás
Morales – el implacable jefe realista–, incluso dando indicios
de tener conocimiento del alto potencial de los patriotas
de la escuadra dirigida por los neogranadinos Padilla y
Manrique, que se preparaba para la batalla naval del Lago
de Maracaibo”».221
Esta cita reere a Oldenburg y luego lo vuelve a citar en lo
relativo a las palabras de la Campos a Morales, idealizadas desde
nuestro punto de vista:
«He dicho, señor, que, dada la justicia de los patriotas
americanos, los poderosos recursos con que cuentan, la
actitud imponente del intrépido Padilla y el cerco de acero
que por doquier os amenaza, si Usía no capitula, monda…
los patriotas son ya vencedores en toda Venezuela y
dentro de muy poco lo serán en Maracaibo, por agua y
por tierra».222
Sigue Gamboa:
«Ana María fue condenada a ser vapuleada públicamente
y semidesnuda por las calles de Maracaibo. Hasta la Casa
de Morales (hoy Casa de la Capitulación en el Paseo
Ciencias), montada sobre un burro, el 18 de junio de 1823,
fue llevada a latigazos sobre sus espaldas desnudas por las
manos del esclavo Valentín Aguirre, seguido por un par de
soldados españoles quienes la instaban infructuosamente
a retractarse, hasta que cayó exánime y fue conducida a
221 Ibídem, pág. 132
222 Ibídem, pág. 133
122
Ana María Campos. Historia de una heroína:
prisión».223
Llamamos la atención de ciertas inexactitudes: la fecha señalada
para el azote no consta en ningún documento y, el animal en el que fue
montada, según la mayoría de los cronistas, fue un asno. Recordemos
que, según la costumbre de la época, estos castigos eran públicos para
que cumplieran su papel de escarmiento o de lección ejemplarizante, para
atemorizar a potenciales trasgresores de la autoridad.
La autora, siguiendo la historia tradicional, indica:
«Poco más de un mes después de la tortura de Ana María
Campos, el 24 de julio de 1823, se produce el triunfo de
los patriotas en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo,
la cual selló la Independencia de la Gran Colombia y
permitió la liberación de Ana María y la curación de sus
heridas, que la dejaron víctima de epilepsia y con una
relativa invalidez. El 3 de agosto Francisco Tomás Morales
rma la capitulación de las fuerzas realistas, es decir el
nal del poderío español en la Gran Colombia. Y el día 5
del mismo mes, Ana María Campos contempla el buque
en el cual se alejaba para siempre el último vestigio del
poder español. Finalmente, cinco años más tarde, Ana
Maa Campos muere ahogada a orillas del Lago, al fondo
de su casa en la Villa de Altagracia. Sobre el hecho hay dos
versiones: que murió víctima de un ataque de epilepsia o
simplemente, que prerió morir».224
Ignoramos en qué se basa la autora para asegurar que «prerió morir»
ni cuál fue la fuente utilizada para llegar a esa conclusión.
223 Ibídem, pág. 134
224 Ibídem, pág. 135
123
entre el mito y la realidad
Plaza Ana María Campos, ubicada en la avenida El Milagro de Maracaibo, inaugurada
en 1956. Fuente: Acervo Histórico del Zulia. Fototeca Arturo Lares Baralt.
Maracaibo
Plaza Ana María Campos, en Maracaibo. Detalle. Se observa a Ana María Campos y
al verdugo Valentín Aguirre. Fuente: Acervo Histórico del Zulia. Fototeca Arturo Lares
Baralt. Maracaibo.
124
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Plaza Ana María Campos, en Los Puertos de Altagracia. Detalle. Se observa a Ana
María Campos y al verdugo Valentín Aguirre, junto a un soldado realista. Fuente:
Acervo Histórico del Zulia. Fototeca Arturo Lares Baralt. Maracaibo.
Casa de la Factoría (la que tiene dos pisos), en la cual se supone compareció, según
algunas reseñas históricas, Ana María Campos, ante el gobernante Francisco Tomás
Morales. Fue demolida. Fuente: Fotografía proporcionada por el historiador Ernesto
García MacGregor.
125
entre el mito y la realidad
Casa de la Capitulación o de Morales. Según la historia del Zulia, esta casa fue habitada
por el General Francisco Tomás Morales, quién contempló, desde su balcón, el castigo de
Ana María Campos. Fuente: Acervo Histórico del Zulia. Fototeca Arturo Lares Baralt.
Maracaibo.
6. EL SUPUESTO SEPULCRO DE ANA María
CAMPOS. ¿DÓNDE FUE ENTERRADA LA HEROÍNA?
Se ha armado por varios historiadores de la Villa de Altagracia,
entre ellos Christian Oldenburg que: «bajo el pavimento de la
capilla del Sagrario, en Altagracia, se pulverizan los restos de
personas del viejo señorío. Están los de Francisco María Faría, Ana Maa
Campos, Domitila Flores y otros».225 Además hubo la declaración, en
1991, emitida por el, para la fecha, Presidente de la Sociedad Bolivariana
de Altagracia, señor Rafael Morillo Paz, en cuanto a que: «él es el único
testigo visual de lo que Oldenburg arma(ba)».226 Esto originó en Los
Puertos de Altagracia, para ese momento, un clima de incertidumbre
225 DORIA MARTÍNEZ, Mariela. Ana María Campos. Heroína del patriotismo.
Cuadernos de la Fundación del Niño. Seccional Zulia. 1992, pág. 13
226 Ídem
126
Ana María Campos. Historia de una heroína:
que cobró trascendencia, no sólo en el continuo comentario popular, sino
también en los Medios de Comunicación Social Impresos a principios del
mes de junio de aquel año.
Morillo narra, con cierta inseguridad en la exactitud de las fechas,
lo siguiente:
«En 1941-42, cuando contaba tan sólo escasos once o doce
años de edad, fui monaguillo de la Iglesia Altagraciana, a
cargo del Sacerdote (hoy difunto) Monseñor Parra León.
Siendo Presidente de este Estado Manuel Maldonado,
hubo una remodelación de la estructura interna de
la capilla. El señor Daniel Alvarado, encargado de la
remodelación, cambió los viejos arcos románicos de medio
punto, por ojivas. También, cambió la ornamentación. A
la cúpula principal le colocaron la tapa de un baúl, y dos
medios arcos sustituyeron las bóvedas. Además, el piso
también sufrió transformación: las baldosas de barro
las cambiaron por mosaicos. En ese momento fueron
descubiertas las tumbas de próceres altagracianos; entre
otros la de Ana María Campos y la de Domitila Flores,
las cuales yo identiqué con mis propios ojos, cuando
leí la cripta. Entonces recordé las clases de historia que
impartían en el colegio. Las placas identicadoras de las
bóvedas fueron extraídas y tiradas al patio de la Iglesia, de
donde se extraviaron con el tiempo». 227
Al conocer esta historia y la armación de Oldenburg, Ramón
Rodríguez, para entonces joven investigador autodidacta, se hizo portavoz
de este supuesto hallazgo ante la prensa escrita de la región.
Las declaraciones de Rodríguez ocasionaron la paralización de la
nueva restauración de la Iglesia, a cargo de Apresur-Zulia, mientras que
los representantes de las instituciones competentes, en este caso, la Junta
Regional y Nacional de Conservación de Patrimonio del Zulia y el para
entonces Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), se pronunciaron al
respecto. Estos organismos realizaron una investigación exhaustiva con
criterio arqueológico y antropológico, con la que se pretendía denir
la veracidad del caso; dichas investigaciones no llevaron a ningún
227 DORIA MARTÍNEZ, Mariela, Ob. Cit., pág. 14
127
entre el mito y la realidad
descubrimiento de trascendencia.
Por otra parte, el para entonces Secretario de Cultura del Zulia,
Nemesio Montiel, el director de la Casa de Cultura de Cabimas, Humberto
Ochoa, el Presidente Regional de la Junta de Conservación y Patrimonio,
Régulo Abreu, el Arqueólogo Edgar Martínez, el representante de la
empresa Apresur Zulia, Arquitecto Pablo Salas y otros más como el
párroco de la Iglesia altagraciana, José Ramón Mediavilla, de origen
andaluz, también presentaron su posición y criterio en torno al suceso
ante los medios escritos de difusión. Unos dieron crédito a la posibilidad
del hallazgo, otros estuvieron en desacuerdo.
Mediavilla, por su parte, negó la legitimidad de las huesas al señalar
la inexistencia de los certicados de defunción de dichos notables en los
respectivos archivos eclesiásticos.
Con base a esto, y por mucho tiempo, se mantuvieron cerradas las puertas
a las investigaciones visuales de la Iglesia altagraciana.
Consideramos que pudo haber una alta posibilidad que, en un
pasado, restos de próceres y de personas notables estuvieran sepultados
en la Iglesia. Ello era un honor reservado a personas de rango y alcurnia,
e incluso a presbíteros.
Que se haya dicho que Domitila Flores estuviera en la iglesia es un
sin sentido, dado que el apellido de dicho personaje (cuya vida y hechos
son tan oscuros como los de Ana María Campos, debido a la falta de
documentación) no guraba entre los de los notables de la Villa, y según
la tradición oral era una «bordadora».
Con respecto a los otros personajes que se mencionan, quizás
haya algo de cierto, pero debemos destacar que la restauración de
monumentos y, especialmente, de iglesias en Zulia y Venezuela, se ha
hecho siempre sin criterios verdaderamente histórico-patrimoniales, no
respetándose los elementos físicos y arquitectónicos. Ejemplo de ello lo
observamos en las restauraciones, en Maracaibo, de la Catedral y de la
Iglesia de Cristo de Aranza, donde las osamentas de los que reposaban
allí fueron desalojadas y, a falta de parientes próximos, ubicados en sitios
desconocidos (solamente en la Catedral de Maracaibo, a principio de la
década de los setenta del siglo XX, en una de esas fallidas restauraciones,
se inhumaron 117 huesas de notables de Maracaibo, y su destino sólo lo
supo el Arzobispo de ese entonces).
Seguro ocurrió así en Altagracia, pero no podemos asegurarlo,
aunque es obvio que actualmente no se conserva ninguna lápida de los
128
Ana María Campos. Historia de una heroína:
sepultados en esta, sólo de dos próceres sepultados en el jardín, que son
los de Oberto y Olivero, lo que revela el caótico tipo de restauración que
se ha hecho en el pasado, algo impensable en otros países de tradición
católica como México y España, donde las restauraciones no han
implicado el «desalojo» de los huesos de las personas que descansaban
para la eternidad en esos santos lugares. Entonces, no hay ninguna certeza
que los restos de Ana María Campos reposaran en dicha Iglesia, igual la
historia oral dice que murió ahogada en el Lago, pero nos preguntamos:
¿Encontraron su cuerpo?228
228 La sepultura en el interior de las iglesias cristianas durante la colonia y en la primera
etapa de la era republicana, era un privilegio otorgado a personas de las llamadas clases
superiores, españoles o descendientes de ellos, así como de otros con medios de fortuna
y ligados a la iglesia por razones de su piedad y contribución a sus obras y al trabajo
de Dios. Sin embargo, debe señalarse que, por lo General, los cementerios estuvieron
siempre anexos a las iglesias o cercanos a ellas, y el caso de la Iglesia Parroquial de Los
Puertos no fue la excepción, pues los patios laterales eran los cementerios, y ello lo deja
asentado en su diario de visita Mons. Mariano Martí en 1774. La relación que existe en
los registros parroquiales sobre las personas que fueron sepultadas en el interior de la
Iglesia con autorización de la jerarquía eclesiástica es la siguiente: 1) Josefa Andrade:
05-07-1755.- Contribuyente con la fábrica de la Iglesia. 2) Nicolás Perozo: 08-02-1758:
Contribuyente con la fábrica. Lugar. Capilla del santo Cristo. 3) Bernardo José Velarde:
22-12-1787. Suplidor de la fábrica. 4) María Melchora de Nava: 29-01-1788.- Suplía la
fábrica. 5) Francisco Melchor Faría: 27-08-1786. Contribuyente de la fábrica. 6) Maa
Rosario García: 09-01-1788. Suplía la fábrica de la iglesia. 7) Pedro José Romero: 01-
08-1788. Suplía la fábrica. 8) Magdalena Rendirez. 27-12-1798. Contribuyente con la
fábrica. 9) Pbro. Juan Francisco de Olivares: 24-06-1806.- Sepultado en la Capilla Mayor.
10) Joaquina Junquero: 15-01-1814. Esposa del Gral. Pedro Ruíz de Porras, Gobernador
de la Provincia de Maracaibo y de la Provincia de Santa Marta. Sepultada en la Capilla de
Nuestra Señora de la Soledad. 11) Pbro. José Francisco del Pulgar: 04-11-1814. Sepultado
en el Presbiterio. 12.- Francisca Barrera: 11-04-1818. Lugar: Capilla de Ntra. Sra. de la
Soledad. 13) Pbro. Manuel Salvador Franco y Plata: 09-10-1818.- Cura de Capatárida:
Sepultado en el Presbiterio. 14) Pbro. Pedro Esteban Caraballo: 17-06-1829.- Sepultado
en el Presbiterio. (Tío materno de Mons. Felipe Nery Sandrea, Obispo de Calabozo).15)
Tte. Cnel. Rudesindo Oberto: 18-02-1832. Sepultado al pie de la torre norte. 16) Pbro.
José Joaquín Veira: 09-10-1891. Sepultado en el Presbiterio. 17) Petronila Vale: ¿?
–1868.- Exhumados en otro lugar y traídos a esta Iglesia. 18) Isabel Delgado: 24-05-
1869. Exhumados en otro lugar y traídos a esta Iglesia. 19) Manuela Villalobos: 25-05-
1872. Exhumados y traídos a esta Iglesia. Primera esposa de José Joaquín Barrera, padre
de la Maestra María Barrera Ferrer. 20) Carmen Fuenmayor: 26-05-1874. Exhumados
y traídos a esta Iglesia el 22-08-1886.21) Francisco Antonio Valbuena: 09-09-1909.22)
Esther Marín: 10-01-1910.23) José Manuel Torres: 21-06-1912.24) Felipe Barrios: 07-
12-1914.25) Francisco Olivares: 23-11-1914.26) José María Faría: 13-01-1914. 27) Rosa
Ferrer: 26-05-1915.28) Sebastián González: 31-08-1916.29) Rafael Torres Nava: 31-03-
1918.30) Inés María Caldera: 24-07-1919. 31) Isabel María Padrón de Velarde, 17-06-
1920. Licencias concedidas para la exhumación de restos de sus lugares originales para
ser colocados en otro sitio de la Iglesia, con permiso para colocarle lápidas sin cruz, sin
ceremonia de solemnidad y con el pago de los derechos correspondientes a la fábrica
129
entre el mito y la realidad
No obstante, el investigador Ramón Rodríguez realizó un listado
de las personas y personajes que estuvieron enterrados en la Iglesia de
Altagracia, ello en función de los datos de los libros de defunción o
entierros de los pobladores de la Villa, donde se indicaba que habían sido
sepultados en esa Iglesia como su lugar de descanso nal. Evidentemente,
Ana María Campos no aparece en esta lista, toda vez que acta de defunción
nunca ha sido encontrada, por lo menos en Los Puertos de Altagracia, lo
que nos lleva a preguntarnos: ¿Murió en Los Puertos de Altagracia?
Vieja fotografía de la Iglesia de Nuestra Señora de Altagracia, en Los Puertos de
Altagracia, lugar donde, según algunos cronistas, estuvieron sepultados los restos de Ana
María Campos. Acervo Histórico del Zulia. Fototeca Arturo Lares Baralt. Maracaibo.
de la Iglesia: 1) Manuel Flores: 28-08-1904.2) Sra. Matos: 31-10-1905. Esposa de Pedro
Antonio Matos. 3) José Matos: 29-05-1906.4) Josefa Olivares Suárez: 06-02-1907.5)
Zoila Jiménez de Olivares: 26-10-1910.6) Isabel Villalobos de Márquez: 20-07-1917.7)
Inés María Caldera: 24-07-1919.
130
Ana María Campos. Historia de una heroína:
7. LA PENA DE AZOTES
La tradición señala que a Ana María Campos se le aplicó la pena
de azotes por su actitud desaante ante el gobernante realista
Francisco Tomás Morales. Pero ¿qué era la pena de azotes?
Los azotes, o latigazos, eran elcastigo corporalmás común durante la
época colonial. Consistía en inmovilizar al prisionero dejando desnuda
su espalda, en donde se aplicaba la cantidad de azotes que determinaban
los juzgadores. Su número variaba de 25 a 200 azotes, dependiendo de la
gravedad de las faltas cometidas, la consistencia física del acusado, su edad
y sexo. La ejecución de los azotes se llevaba caminando sobre las calles, en
las plazas públicas -en donde se ubicaba la picota- o en algún lugar muy
concurrido por la población; los días señalados para su aplicación eran
generalmente los días de mercado y la hora marcada era entre las once
y doce de la mañana. Por ejemplo, las heridas leves se castigaban con 50
azotes dentro de la cárcel, las consideradas graves se condenaban a 50
azotes públicamente en la picota.
Como señalamos, la pena de azotes era una de las penas más
comunes en la época del Antiguo Régimen, aunque ya había tenido gran
auge en el derecho visigodo y en la Edad Media. La pena de azotes fue una
de las penas «estrella» del derecho penal hasta el siglo XVIII, a partir del
cual disminuyó su aplicación.
«Los azotes no sólo eran una pena corporal que conlleva
una exposición a la vergüenza pública, sino que además
suponían que el reo fuera marcado de por vida ya que
se le dejarán marcas o vestigios de ese delito y condena
para siempre. La pena de azotes fue en la práctica aplicada
junto a la pena infamante de vergüenza pública, debido a
que en la pena de azotes la publicidad en la ejecución de
la misma se consideraba indispensable para que tuviera el
carácter deshonroso y burlesco. Ello explica que los azotes
se ejecutaran, en la práctica, montando al reo en un asno
y recorriendo las calles principales mientras un pregonero
voceaba el delito y la sentencia. Además, es de destacar
que fue una pena aplicada sobre todo a los plebeyos (…)
para las gentes de baja condición social, debido al carácter
131
entre el mito y la realidad
deshonroso de esta pena». 229
La pena de azotes necesariamente debía ser expresada en la
sentencia del tribunal juzgador. Después del juicio la sentencia debía ser
noticada al reo.230 Es probable que en el caso de Ana María Campos
no hubiera juicio alguno y, de ser cierto lo que nos dice la historia sobre
esta infamante pena aplicada a la Campos, en la cual no existe evidencia
documental que mediara juicio alguno, estaríamos en presencia de otro
acto de arbitrariedad de la fuerza realista que ocupaba la provincia de
Maracaibo al mando de Francisco Tomás Morales.
8. LOS PERSONAJES DEL RELATO HISTÓRICO:
FRANCISCO TOMÁS MORALES Y VALENTÍN
AGUIRRE
En la historia de Ana María Campos destacan dos personajes:
el primero, el General Francisco Tomás Morales, señalado
como cruel gobernante de la Provincia de Maracaibo, quien
la había reconquistado luego que esta declarara su independencia en 1821
y se uniera a Colombia.
Y el segundo personaje, el verdugo Valentín Aguirre, de quien
los cronistas e historiadores se expresan, como lo hemos señalado, en
el peor de los términos y le atribuyen condiciones morales denigrantes,
destacando su origen esclavo y su ruindad al vapulear a la doncella
convertida en heroína. Del primero son muchas las fuentes, documentos
y bibliografía, tanto en España como en Venezuela, pero sólo nos
interesan sus rasgos biográcos; del segundo pudimos corroborar que fue
un personaje que efectivamente existió, esta existencia está corroborada
por fuentes primarias.
229 MATEOS SANTIAGO, José francisco. Las penas en el Antiguo Régimen Español.
Trabajo n de Grado en Derecho. Facultad de Derecho. Universidad de Valladolid.
Valladolid, España. 2104, pág. 86.
230 ORTEGO GIL, Pedro. Algunas consideraciones sobre la pena de azotes durante
los siglos XVI-XVIII. En Revista Hispania, LXII/3, Núm. 212. Universidad de Santiago.
2002, pág. 858
132
Ana María Campos. Historia de una heroína:
8.1. FRANCISCO TOMÁS MORALES, GOBERNADOR DE LA
PROVINCIA DE MARACAIBO
El General Morales nació en Carrizal de Argüimes (Islas Canarias),
el 20 de diciembre de 1781 o 1783 (fuentes más autorizadas señalan que
nació el 27 de diciembre de 1781), y murió en 5 de octubre de 1845,
en Las Palmas (Islas Canarias), España. Los padres fueron Francisco
Javier Morales Guédes y Mariana Alfonso Guédes y su madrina Tomasa
Alfonso.231 En algunas biografías se le identica como Morales Guédes o
Guédez.
Morales fue un Ocial del Ejército español, durante la Guerra
de Independencia venezolana, llegó a alcanzar el grado de Mariscal de
Campo. Arribó a Venezuela el 19 de marzo de 1804, estableciéndose en
Píritu (actual Estado Anzoátegui), donde trabajó como pulpero. Cinco
años después contrajo nupcias en Barcelona con Josefa Bermúdez.
En 1813 se unió a José Tomás Boves en Oriente, convirtiéndose poco
tiempo después en su segundo al mando. El 12 de octubre de 1814 atacó
al General de DivisiónJosé Félix Ribas, quien con 1.500 hombres había
organizado la defensa de La Victoria, que impedía el paso hacia Caracas
de las fuerzas realistas.
Después de varias cargas de caballería, Morales fue derrotado por
los republicanos y dispersadas sus fuerzas. Posteriormente, entre el 28
de febrero de 1814 y el 25 de marzo de 1814, participa con Boves en las
acciones de San Mateo en las que mandaba el ala derecha realista cuando
tomó el trapiche y la «Casa Alta»; cabe destacar que durante esta fase
de la batalla se produjo la explosión del parque republicano, provocada
por el capitánAntonio Ricaurte. Esta heroica acción de Ricaurte, aunado
al rápido contraataque lanzado por el General en Jefe Simón Bolívar,
derivaron en la derrota de Morales y el consiguiente fracaso de la acción
general llevada a cabo por Boves.232
Luego de su participación en las acciones de San Mateo, combate
en el mismo año de 1814 en la batalla de Bocachica (31 de marzo), donde
fueron derrotadas las fuerzas realistas por Santiago Mariño. El 15 de
junio de 1814, comanda una de las columnas con las que Boves derrota
231 ADARGUMA, Guayre. General Francisco Tomás Morales. Disponible em internet:
http://elcanario.net/Articulos2/generalfranciscotomasmorales.htm. Fecha de consulta:
3-1-2018.
232 Francisco Tomás Morales. Biografía. Disponible en internet: https://www.
venezuelatuya.com/biograas/morales.htm Fecha de consulta: 9-12-2017.
133
entre el mito y la realidad
a Bolívar en la segunda batalla de La Puerta. En julio de ese mismo año,
cuando se llevaba a cabo la retirada de los republicanos hacia el oriente
venezolano (conocida también como la Emigración a Oriente), Morales
recibió el encargo de hacer el seguimiento de la columna que se retiraba,
derrotando a los patriotas el 17 de agosto en Aragua de Barcelona.
A raíz de la muerte de Boves, el 5 de diciembre de 1812, en labatalla
de Urica, Morales se hizo proclamar Comandante de las tropas realistas.
En abril de 1815 se hallaba en Carúpanocuando llegó a Venezuela la
expedición española que mandaba el Mariscal de Campo Pablo Morillo.
A diferencia de Boves, quien no aceptaba órdenes de los jefes españoles,
Morales siguió con Morillo a Margarita y de allí hacia Cartagena de
Indias, donde tuvo una destacada actuación en la reducción de aquella
plaza fuerte, que nalmente doblegaron en diciembre de 1815.233
Se encontraba Morales acompañando a Morillo en operaciones
destinadas al sometimiento en el virreinato de Santa Fe, cuando ante
la preparación de Bolívar en Haití para la expedición de Los Cayos
sobre las costas de Venezuela, fue enviado a Valencia para desarrollar
una contraofensiva. En junio de 1816, tras el desembarco de Bolívar
en Ocumare, derrotó al CoronelCarlos Soubletteen las alturas de Los
Aguacates, siguiendo hacia Ocumare donde tomó posesión del material
de guerra y de otros suministros depositados por Bolívar en la playa.
Luego de este triunfo, emprendió una caza feroz de los republicanos
que, bajo el mando del General de Brigada Gregor MacGregor, llevaron a
cabo una retirada hacia el Oriente de Venezuela (conocida también como
la Retirada de los Seiscientos). Su paso incontenible fue detenido el 27 de
septiembre de 1816 en la sabana de El Juncal (cerca de Barcelona), donde
fue derrotado por las tropas del General de DivisiónManuel Piar y del
General de Brigada MacGregor. Tras este revés, Morales se retira a Uchire
y de allí a Orituco a levantar tropas. En 1817, Morales fue trasladado al
ejército que bajo el mando de Pascual Real debía operar contra Barcelona.
El 16 de marzo de 1818, combatió en la batalla de Semén. El 20 de mayo
del mismo año derrotó al General de División Manuel Cedeño en el
233 ABAD RIPOLLA, Emilio. Don Francisco Tomás Morales y Afonso ,
Comandante General de Canarias (1827-1834). Disponible en internet: Fecha
de consulta: 12-6-2018. http://amigos25julio.com/index.php?option=com_
content&view=article&id=1551:don-francisco-tomas-morales-y-afonso-comandante-
general-de-canarias-1827-1834&catid=65:conferencias&Itemid=105 Fecha de consulta:
3-9-2018.
134
Ana María Campos. Historia de una heroína:
combate de la laguna de Los Patos.234
En 1819 participó en la campaña de Apure, conducida por el General
Pablo Morillo, participando en los siguientes combates: El Jobo (4 de
febrero), Caujural (8 de febrero), Cañafístula (11 de febrero) y Queseras
del Medio (2 de abril). En 1821, cuando el General José Francisco
Bermúdez tomó Caracas e invadió los valles de Aragua en mayo, durante la
ejecución de maniobras previstas en el plan de operaciones de la campaña
deCarabobo, Morales salió con sus fuerzas de Calabozo y mediante una
rápida contraofensiva recuperó el territorio ocupado por Bermúdez.
Luego de esto, Morales marchó al campo de Carabobo, donde
combatió en la batalla librada allí el 24 de junio de 1821, en la cual fueron
derrotadas las fuerzas que opuso a Bolívar el Mariscal de Campo Miguel
de la Torre. El 7 de noviembre de 1821 fue ascendido a Mariscal de Campo.
El 7 de junio de 1822 derrotó de nuevo al GeneralCarlos Soubletteen
el combate de Dabajuro (hoy Estado Falcón). El 4 de julio del mismo
año se encargó del mando de las fuerzas realistas en Venezuela por haber
sido enviado a Puerto Rico el Mariscal de Campo Miguel de la Torre. Tan
pronto asumió el mando reinició operaciones destinadas a recuperar el
territorio perdido por las fuerzas del Rey y tratar de restaurar el sistema
español.235
En agosto de 1822, Morales, que se encontraba en Puerto
Cabello,emprendió un ataque contra las fuerzas republicanas, pero fue
derrotado por el GeneralJosé Antonio Páez, el 11 del mismo mes, en la
Sabana de la Guardia. Tras la derrota, Morales retornó a Puerto Cabello
y desde aquella plaza inició operaciones de lo que se conoce como la
campaña de Occidente y que se extendió por Coro, Maracaibo, Trujillo y
Mérida; desarrollándose en ella las acciones siguientes: Sinamaica (2 de
septiembre), Zuleta (4 de septiembre), y la toma del castillo de San Carlos
(9 de septiembre).
Dicha campaña llevada a cabo por Morales tuvo éxito en un
primer momento, ya que logró el control de todo el Zulia. No obstante,
234 BORGES,Analola. Francisco Tomás Morales, General en Jefe del Ejército Realista
en Costa Firme (1820-1823). Anuario de Estudios Atlánticos, Número 11, Las Palmas.
Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria. 1965 disponible en internet: https://
mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/aea/id/1439. Fecha de consulta: 18-5-2018.
235 MORALES PADRÓN, Francisco. El último Capitán General de Venezuela,
el canario Francisco Tomás Morales III Coloquio de Historia Canario-Americana
(1978)/coordinadoporFrancisco Morales Padrón,Vol.2, 1980. Disponible en internet:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=970293. Fecha de consulta: 15-2-
2018.
135
entre el mito y la realidad
las operaciones desarrolladas entre diciembre de 1822 y enero de 1823
destinadas a obtener el mismo resultado en Trujillo y Mérida, fracasaron.
En tal sentido, el 3 de agosto de 1823, luego de la derrota sufrida por
la escuadra española el 24 de julio, Morales capituló en Maracaibo ante
el General de Brigada Manuel Manrique y se marchó a Cuba y de allí a
España. En 1827 fue nombrado Comandante General de las Islas Canarias
y Presidente de la Real Audiencia. En 1834 regresó a España, donde
permaneció en cuartel hasta 1837 hasta que volvió a Canarias, retirado
de la vida pública, donde murió.236
Francisco Tomás Morales y Alonso, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos. Gran
Cruz de las Órdenes de San Fernando e Isabel La Católica, según un retrato auténtico.
(Fuente:http://www.rseapt.es/en/directors/item/158-d-francisco-tomas-morales-y-
alonso)
236 URDANETA, Ramón. El último Capitán General. Disponible en internet: http://
ramonurdanetavenezuela.blogspot.com/2014/11/el-ultimo-capitan-general.html. Fecha
de consulta 17-10-2018.
136
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Firma auténtica de Francisco Tomás Morales
8.2. ¿QUIÉN FUE EL VERDUGO VALENTÍN AGUIRRE?
Los autores que han abordado la vida y hazañas de Ana María
Campos, se reeren al verdugo Valentín Aguirre en los peores términos
y destacan su crueldad al azotar a la heroína. Creemos que Valentín
Aguirre sólo era un miembro de la clase baja de la colonia que cumplió
las órdenes de Morales y fue escogido para aplicar la pena de azotes que
le fue impuesta a la heroína. Los diversos autores se reeren a él como
«africano», «negro» y «zambo», dando cuenta de su origen étnico, lo
que denota, incluso, cierto racismo. Pero ¿existió en realidad Valentín
Aguirre? A razón de una revisión exhaustiva a los registros eclesiásticos
de Maracaibo, encontramos a un Valentín Aguirre contemporáneo con
Ana María Campos, quizás menor que ella (por la supuesta edad que se
le atribuye a la heroína). El nombre Valentín, castizo, sin embargo, no era
tan común; por lo menos en los libros revisados no se han encontrado
muchos. Creemos rmemente que se trata del mismo personaje.
El 26 de febrero de 1805, encontramos en la Iglesia Matriz (El
Sagrario), en el libro correspondiente a los Pardos, el matrimonio de José
Julián Aguirre, hijo natural de María de las Nieves Aguirre, con María
Ignacia Toledo, hija legítima de Antonio Toledo y María Gabriela Prieto,
todos pardos libres.237 Los abuelos de Valentín Aguirre, Antonio Lorenzo
Toledo y María Gabriela Prieto, eran esclavos de María Petronila Montero,
237 Acta Matrimonial, Iglesia El Sagrario. Libro de Pardos y gente inferior.
Disponible en internet: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9R5H-
K5Z?i=610&cc=1951777. Fecha de consulta 17-8-2018
137
entre el mito y la realidad
según se desprende de las actas de nacimiento de todos sus hijos, entre
1776 y 1798.
Dejando a un lado las causas que motivaron a la Iglesia Católica para
levantar acta de los sacramentos administrados a sus eles y estraticarlos
por raza, era notorio que blancos, indios y negros eran registrados en
libros distintos en los archivos eclesiásticos en la América hispana.
En lo que respecta a los negros ¿cómo y cuándo surgió esa disposición
y qué causas y circunstancias la motivaron? Iniciado el comercio de esclavos
en América, la Iglesia asumió la tarea de su evangelización y bautismo. Tal
actitud recibió todo el respaldo ocial de la Corona, aunque no se pueda
armar lo mismo de los dueños y mercaderes de esclavos a quienes, hasta
cierto punto, perjudicaba que los negros fueran instruidos y bautizados.
Siendo Maracaibo un puerto de importancia durante los siglos XVII
y XVIII, a este, llegaba un número elevado de esclavos, y desde de la ciudad,
se dispersaban a otras regiones como el Sur de Lago de Maracaibo. En un
principio, el trabajo de evangelización de los esclavos fue ejercido por el
clero secular hasta la llegada de los jesuitas.
Tanto para proteger a la «buena sociedad» como para demostrar,
llegado el caso, la limpieza de sangre y la fe de los ascendientes, se hacía
necesaria la discriminación también en los registros parroquiales, donde el
acta del sacramento, bautismo o matrimonio, se convertía en documento
irrevocable. Con la mezcla de indios, negros y blancos y las derivaciones
de otras categorías, como zambos, mulatos, cuarterones, quinterones,
etc., se van creando los libros de pardos, en los que se ha hallado a estos
Aguirre. Al parecer, con el nombre de Pardos se pretendía englobar a
todas las castas derivadas del negro, equivaliendo el moreno, al negro más
puro y el pardo a las mezclas resultantes; su referencia a la milicia añadía
sin duda un contenido despectivo. Los libros de Blancos llevan a veces el
título de Blancos Españoles. Esta división muestra claramente la rigidez
racial imperante.238
En las postrimerías de la Colonia, en Venezuela, los pardos formaban
la mayoría de la población (entre 40% y 50%), según diferentes autores. A
pesar de ser el grupo más numeroso, tenían unos derechos muy limitados y
se les prohibía la educación, entrar a las órdenes sacerdotales y casarse con
personas de mejor condición social, entre otras restricciones.
238 GUTIÉRREZ AZOPARDO, Ildefonso. Los libros de registro de pardos y morenos
en los archivos parroquiales de Cartagena de Indias. Revista española de antropología
americana, vol. XIII. Ed. Univ. Complutense. Madrid, 1983, págs. 122,126, 127.
138
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Otros autores señalan que la composición étnico-social de Venezuela
se podía clasicar en tres grandes grupos: los blancos; la gente de color o
pardos libres, que eran de ascendencia mezclada (producto de la mezcla
de las tres etnias principales: blanco, negro e indio) o negra, y los indios.
Por último, estaban los esclavos, que podían ser negros o pardos, ya que
determinaba su posición el nacer de vientre esclavo. «Difícilmente un
blanco tenía amistad con un pardo, por su indigno origen, pues eran
descendientes de negros esclavos, o tenían parientes esclavos».239
Los pardos estuvieron sometidos a leyes que les imponían
limitaciones. En primer lugar, a las Leyes de Indias. En 1571, Felipe II
les incorporó una disposición en la que las mulatas y las negras, libres o
esclavas, no podían llevar oro o seda, mantos ni perlas. Si eran casadas
con español, se les permitía usar unos zarcillos de oro con perlas, una
gargantilla y un ribete de terciopelo en la saya o falda: «Les estaba
prohibido, so pena de conscación, el uso de joyas, ropas de seda y mantos
de cualquier tipo de tela. Tan sólo podían llevar mantellinas o mantillas
un poco más abajo de la cintura, pues los mantos estaban reservados a
damas de mayor jerarquía. De aquí el origen de la palabra «mantuano»,
con el que se denominaba a la aristocracia criolla»240
El Consejo de Indias, incluso, en algunas disposiciones, presentaba
su opinión sobre los pardos: «… todos provenientes de mezclas infectas,
viciadas, con malos ejemplos y conducta réproba, que por lo mismo se
han considerado, se estiman y tendrán en todos los tiempos por indignos
e ineptos».241
También expresó dicho Consejo su rechazo a la intención de igualar
los pardos a los blancos del «estado llano»: «… esta clase de gente que por
su viciosa derivación y naturaleza no es comparable a la del estado llano
de España y constituye una especie muy inferior, ofreciéndose en extremo
reparable que los hijos o descendientes de esclavos conocidos como tales,
se sientan y alternen con los que derivan de los primeros conquistadores
o de familias nobles, legítimas, blancas y limpias de toda fea mancha».242
Era necesario explicar el signicado de Pardo para reconocer que
en su composición podían estar inmersas las descripciones que los
239 SOSA CÁRDENAS, Diana. Los Pardos: Caracas en las postrimerías de la Colonia.
Universidad Católica Andrés Bello; Caracas. 2010, pág. 25
240 Ibídem, pág. 28
241 CORTÉS, Rodulfo Santos. El régimen de las “Gracias al Sacar” en Venezuela
durante el período hispánico. Tomo II Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1978,
pág. 255.
242 Ibídem, págs. 255, 256.
139
entre el mito y la realidad
historiadores zulianos le proporcionaban al verdugo Valentín Aguirre:
negro, zambo o africano.
El que consideramos y estamos seguros que es el padre de Valentín
Aguirre, José Julián Aguirre, tiene varios hijos, entre ellos: José Antonio
Aguirre Toledo; Eugenia María Aguirre Toledo; Maa Petronila Aguirre
Toledo; Maa Josefa Aguirre Toledo y María Trinidad Aguirre Toledo.
Todos nacidos luego del matrimonio de sus padres (1804). Es curioso que
en cada acta bautismal de los hijos se le atribuya a José Julián un nombre
distinto, pero siempre la madre de sus hijos conserva el mismo nombre y
apellido. De esta manera se le denomina: José Julio; José Agustín; Dubio;
Odulio; Julio y José Dulio, pero estamos seguros que se reeren a la misma
persona. Era frecuente en aquellas épocas tener varios nombres de pila,
incluso tres o cuatro, y en los registros eclesiásticos los individuos iban
apareciendo con algunos de ellos. La experiencia del autor de este trabajo
en este asunto es muy frondosa. No encontramos ningún Valentín entre
sus hijos en los Archivos estudiados, pero creemos y estamos seguros
que esta pareja son los padres de Valentín Aguirre, el tan «despreciado»
verdugo.
Este Valentín Aguirre, casado con Antonia García, hija natural
de otra Antonia García, lo dejó viudo el 18 de julio de 1856.243 Para esa
época ya se habían abolido las discriminaciones de raza en los libros de
la Iglesia, por el advenimiento de la independencia y la constitución de la
República no se señalaba el origen o condición racial.
No hemos logrado encontrar el acta matrimonial de Valentín, pero
sí datos del nacimiento y defunción de sus hijos, que ratican, de algún
modo, su relación con quien creemos eran los padres, pardos libres, y
nietos de esclavos, entre ellos: Agustín Aguirre García, fallecido el 16 de
agosto de 1846 (ignoramos cuándo nació, pero debió morir joven)244;
Maa de los Dolores de la Trinidad Aguirre García, bautizada el 18 de
mayo de 1832, siendo su madrina María Ignacia Toledo, su abuela245; María
243 Acta de defunción, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet: https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RRZ-981W?i=1923&cc=1951777.Fecha de
consulta: 30-8.2018.
244 Acta de defunción, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet:https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RRZ-9X7T?i=1418&cc=1951777. Fecha de
consulta: 30-8.2018.
245 Acta bautismal, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5Y-D75?i=1418&cc=1951777. Fecha de
consulta: 30-8.2018.
140
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Trinidad Eduarda Aguirre García, bautizada el 19 de octubre de 1834,
siendo sus padrinos Pedro Balbuena y Petronila Aguirre, su tía246; José
Dulio Andrés de la Trinidad Aguirre García, bautizado el 26 de diciembre
de 1835, siendo su madrina su tía Eugenia Aguirre (se puede observar
que llevaba uno de los nombres de su abuelo, el padre de Valentín)247, y
fallecido el 10 de julio de 1837.248; Maa Trinidad de los Dolores Aguirre
García, bautizada el 10 de abril de 1838 (en esta acta el nombre del padre
aparece escrito «Balentín»)249; Maa del Carmen de la Trinidad Aguirre
García, bautizada el 20 de mayo de 1842250; Agustina Aguirre García,
bautizada el 3 de septiembre de 1844, siendo sus padrinos Pedro Pineda
y Maa Concepción García, quizás parientes de la madre251; Petronila
Aguirre García, que ignoramos cuándo nació, y lleva el nombre de una
tía paterna, casada con Elías Paz, y quien murió el 25 de julio de 1918, en
la Parroquia Santa Lucía, cuando todos los demás fueron bautizados en
El Sagrario (Catedral).
Ello nos hace pensar que los Aguirre pudieron ser residentes del
sector de Santa Lucía, cuyos habitantes se registraban en la Iglesia Matriz
antes de que se creara la Parroquia de la zona, en 1888.252
Es importante destacar que la mayoría de los textos sobre Ana
Maa Campos aluden al «africano» Valentín Aguirre como «verdugo
desgraciado cuyas asesinas manos castigaron a la heroína».253 Según
Gamboa, esto pasaba por alto que se trata de un «esclavo» cumpliendo
246 Acta bautismal, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet: https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5F-SZ5L?i=152&cc=1951777. Fecha de
consulta: 30-8.2018.
247 Acta bautismal, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet https://www.familysearch.
org/ark:/61903/3:1:33S7-9R5Y-82Q?i=33&cc=1951777. Fecha de consulta: 30-8.2018.
248 Acta de defunción, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet:https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRZ-9JQJ?i=1250&cc=1951777. Fecha de
consulta: 30-8.2018.
249 Acta bautismal, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5F-SZ5L?i=152&cc=1951777. Fecha de
consulta: 30-8.2018.
250 Acta bautismal, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet https://www.familysearch.
org/ark:/61903/3:1:33S7-9R5F-SZ6T?i=363&cc=1951777. Fecha de consulta: 30-8.2018.
251 Acta bautismal, Iglesia El Sagrario. Disponible en internet: https://www.familysearch.
org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5Y-NZG?i202&cc=1951777. Fecha de consulta: 30-8.2018.
252 Acta de defunción, Iglesia Santa Lucía. Disponible en internet: https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GR5F-SQ6K?i=903&cc=1951777. Fecha de
consulta: 30-8.2018.
253 GAMBOA CÁCERES, Teresa. Nuestra América contra el imperio español. Huellas
de la participación de la mujer. Revista Venezolana de Estudios de la mujer. Enero/Julio
2010. Vol. 15/ No. 34, págs. 119-138
141
entre el mito y la realidad
órdenes de los tiranos realista.254 Como hemos visto y comprobado,
Valentín Aguirre no era esclavo, sino pardo libre.
Tal cual se puede apreciar, la información reseñada, la coincidencia de
época y el estatus racial de este Valentín Aguirre, coincide con los relatos
de los diversos historiadores que señalan al verdugo con este nombre, por
lo que ello nos aproxima a una verdad casi incuestionable: la autenticidad
de uno de los protagonistas de los relatos sobre la heroína zuliana que dan
un atisbo de certeza sobre su existencia, que se conjuga con la tradición
de los últimos 200 años y que la oralidad ha transmitido de generación
en generación.
Sin embargo, nos hemos encontrado con un hecho inquietante: el
padre de Valentín Aguirre, José Dulio Aguirre, fue un pardo acusado de
indencia por sus ideas patrióticas.
¿Quién era José Dulio Aguirre? Era maracaibero, e hijo natural de
Maa de las Nieves Aguirre (como se ha señalado), de condición pardo,
que pertenecía a las milicias de ese grupo racial en Maracaibo y había
participado, junto con otros hombres, en la sublevación que se iba a llevar
a cabo, supuestamente, el 14 de febrero de 1812, en la que se pretendía
sustraer cartuchos de cañón para hacer la toma formal del cuartel de
Maracaibo.
Esa sublevación fue llamada la Escuela de Cristo. Los conspiradores
se reunían en el templo de Santa Ana; Aguirre, según testimonios, mostró
su adhesión hacia las propuestas de los llamados patriotas en búsqueda de
la libertad y ruptura absoluta del nexo colonial con la metrópoli española.
Poco tiempo después de la insurrección, el Gobernador de Maracaibo
ordenó al teniente Ignacio de Alcázar, comandante del Real Cuerpo de
Artillería, que formase sumario a los reos implicados en esta. A Aguirre
se le siguió causa de indencia, pero esta se encuentra incompleta y
por dicha razón desconocemos lo sucedido con este pardo que apostó,
supuestamente, por un nuevo ideal de libertad y posible «igualdad
social». El 17 de febrero de 1812 todos los implicados fueros acusados
por el ese delito (de indencia), no obstante, el letrado en Leyes, Pedro
García, defendió a Dulio Aguirre en el juicio. Las pruebas de que el padre
de Valentín Aguirre fue un conspirador son claras y están en el Archivo
General de la Nación. 255
Resulta curioso e impresionante que un conspirador contra las
254 Ídem
255 Ídem
142
Ana María Campos. Historia de una heroína:
autoridades españolas hubiera tenido un hijo que estaba perfectamente
alineado con las fuerzas realistas y sirvió de verdugo en un acto deleznable,
aunque seguro le fuera ordenado. Las pruebas son irrefutables y no dejan
duda alguna de la liación de José Dulio Aguirre y Valentín Aguirre.256
9. LA CASA DE LA FAMILIA CAMPOS
Frente a la Plaza Miranda, en la avenida 2 de Los Puertos de
Altagracia, está situada la casa de los Campos, donde vivió,
según se arma sin ninguna prueba documental, Ana María
Campos con su familia y en cuya parte posterior, según la leyenda, que
daba al Lago, se ahogara. Esta se encuentra actualmente en ruinas por
la desidia de los distintos gobiernos municipales. Según los habitantes
del pueblo, la casa le perteneció, hasta hace tres décadas, a un abogado
de nombre Antonio Rodríguez, heredero de esta y de otras casas de la
colonia, legadas por su padre, Ismael Rodríguez, un hombre adinerado,
según se dice. 257
La casa, dicen los porteños, en una oportunidad fue solicitada en
compra por parte de la Municipalidad para darle un uso ocial. El señor
Rodríguez, para entonces, se resistió a venderla. Ante esta negativa, la
Municipalidad le jó un plazo (no conrmado durante las investigaciones)
para que la cediera. De no hacerlo, a Rodríguez le sería expropiado el
inmueble. Al nal la cesión no ocurrió; en la actualidad sigue en estado
muy ruinoso y semidestruida.
La vivienda de los Campos, que evidentemente existió desde la época
colonial, aún conservaba, hasta hace treinta años, en su interior y parte
256 Se pueden revisar en el Archivo General de la Nación (AGN) los siguientes
documentos: Sección Causas de Indencia, tomo VI, exp. 2, pieza 2, fs 73-88. “Juicio
contra varios maracaiberos por las intentonas de sublevación en Maracaibo el 1 de
octubre de 1810 y el 14 de febrero de 1812 [1812]”, AGN, Sección Causas de Indencia,
tomo VII, exp. 2, pieza 1, fs. 41-72. “Juicio a varios reos por indencia seguida en
Maracaibo [1812]”, AGN, Sección Causas de Indencia, tomo VII, exp. 2, pieza 3, fs.
89-148. “Juicio a varios reos por indencia seguida en Maracaibo [1812]”, AGN, Sección
Causas de Indencia, tomo VII, exp. 2, pieza 4, fs. 158-178. “Juicio a varios reos por
indencia seguida en Maracaibo [1812]”, AGN, Sección Causas de Indencia, tomo VII,
exp. 2, pieza 6, fs. 216-224. “Juicio a varios reos por indencia seguida en Maracaibo
[1812]”
257 DORIA MARTÍNEZ, Mariela. Ana María Campos, heroína del patriotismo.
Cuadernos Fundación del Niño. Seccional Zulia. Imprenta del Estado Zulia. 1992, pág.
15
143
entre el mito y la realidad
del exterior, su originalidad arquitectónica. Ahora, una pared de bloques
rompe con la fachada de estilo colonial. Se dice que, en el pasado, gente
vinculada a la política, sin la más mínima conciencia sobre la preservación
del patrimonio público, tomaron por asalto la casa de los Campos para
efectuar sus reuniones. A ellos se les atribuye el ser los responsables
directos del desequilibrio del diseño genuino que muestra la vivienda. 258
De tal manera, el rescate de esta nunca se dio. Su ubicación exacta
es: Avenida 2, calle 9 y 10, frente a la Plaza Miranda, en Los Puertos de
Altagracia.
En cuanto a su construcción, la casa que habitaba la familia de Ana
Maa Campos estaba construida a base de caña brava y losas de barro rojizos.
Las paredes eran de bahareque y los pisos rústicos de ladrillos rojos. Puertas
altas de madera de ceiba y grandes ventanas tipo colonial caracterizaban a
la vivienda.
Actualmente se encuentra en tan mal estado que los techos se
desplomaron hace años. Se conserva sólo una parte de su fachada, como
señalamos (la otra se derrumbó), más algunas paredes de bahareque de sus
habitaciones.
En 1996, la Junta Bicentenaria del Natalicio de Ana María Campos
presentó a la Alcaldía un proyecto para recuperar y restaurar dicha casa. Por
su parte, el Museo del Hombre presentó igualmente un proyecto para que
funcionase en dicha casa «El Centro de Investigación y Documentación Ana
Maa Campos». Nada de esto se dio en su momento y la casa ahora sólo
es un solar. Desconocemos la cadena documental de propiedad de dicho
inmueble, pero sí creemos que sea la casa de los Campos, toda vez que así se
ha asegurado por los viejos pobladores desde hace más de 150 años, además,
está en la plaza principal del pueblo, lugar tradicional donde, para la época,
y en todas las poblaciones venezolanas durante la colonia, vivía la élite,
por lo cual consideramos creíble que fuera la residencia de esa familia, por
lo menos de Domingo Campos y Ana María Cubillán, aunque, volvemos
a señalar, ninguna fuente documental estudiada nos dice que Ana María
Campos fuera su habitante, pero siendo su hermano el dueño supuesto de la
casa, y recordemos que este ostentaba cargos en Los Puertos de Altagracia,
es muy posible que Ana María Campos pasara largas temporadas en dicha
residencia de... ¿su padre?, ¿hermano? Sobre ello nos ocuparemos luego.
Los historiadores y cronistas arman que la Campos murió ahogada
en la parte posterior de esta vivienda que da al lago «mientras tomaba
258 Ídem
144
Ana María Campos. Historia de una heroína:
un baño». Dadas las investigaciones, estamos seguros que la casa era de
Domingo Campos, que tenía, repetimos, intereses en esa ciudad, además
que algunos de los hijos de su segunda esposa nacieron en la Villa (los de su
primera esposa en Maracaibo).
Esta casa, como muchas otras edicaciones de la Colonia, ha
desaparecido o se ha transformado de tal manera que no representa en casi
nada su esencia pre independentista, esto debido al abandono de las familias
moradoras y también por la falta de interés de los gobiernos regionales y
locales por conservar y restaurar estos sitios de valor histórico, lo que ha sido
una constante en el devenir histórico del Zulia.
Aspecto que tenía la casa de los Campos hace sesenta años, según un dibujo extraído del
libro de Christian Oldenburg: La Villa de Altagracia y su comarca. Imprenta del Estado.
Maracaibo. 1974, pág. 149.
145
entre el mito y la realidad
Aspecto que presentaba para 1992, la casa de los Campos, tomado del libro preparado
por Mariela Doria, Ana María Campos, heroína del patriotismo. Cuadernos Fundación
del Niño. Seccional Zulia. Imprenta del Estado Zulia. 1992, pág. 15.
10. ¿FUE LA CONDUCTA DE ANA María CAMPOS
TRASGRESORA PARA LA ÉPOCA?
De ser cierto en su totalidad la tradición que describe la
actuación de Ana María Campos en cuanto a su conducta
pública, y su arenga a quien quisiera oírla sobre el temible
Morales y los realistas, estaríamos en presencia de una conducta atípica
por parte de una mujer de la época, ya que ellas tenían un lugar secundario
en la sociedad patriarcal del momento, y la vida pública se circunscribía a
la iglesia y a las labores del hogar. Expone Oldenburg:
«El hecho de que la conducta de la famosa heroína
zuliana es nuevamente enjuiciada por ahí en referencias
que trascienden con desdoro de la verdad, que al menos
establecen dudas, pues no se basan en pruebas de ningún
género, y el conocimiento en que estamos de los orígenes
146
Ana María Campos. Historia de una heroína:
de esas versiones, no nos permite guardar silencio,
considerando que es deber obligatorio defender la
dignidad ultrajada de aquella mujer y procurar deshacer
lo que pretendía empañar su gloria de mártir de la
libertad».259
Ciertamente la actitud «libre» de Ana María Campos pudo ser
escandalosa para algunas familias «nobles y representativas» de la
Provincia. Tenía que ser así, pues la condición predominante en la
población de la Villa y de la antigua Provincia de Maracaibo era proclive
a España y no admitían la independencia que Caracas había propiciado
en 1810. Entonces, es posible que «semejante atrevimiento» fuera
imperdonable e impropio de una mujer de la nobleza.
Oldenburg reere un aspecto que no aclara en su contenido, ni
menciona responsables cuando arma:
«Sabemos de fuente dedigna, por razones de amistad
casi familiar en la casa de un magnate de “noble alcurnia,
prócer de la Independencia, que no obstante sus virtudes
públicas a la par que correligionario de la Campos, con
mezquina ceguedad, avivaba torpes pasiones nacidas
al rescoldo de vieja enemistad, y refería cosas “que
decían” de la ilustre altagraciana, que los familiares del
mismo prohombre, ecuánimes y verídicos, desmentían y
rechazaban indignados. Papeles íntimos que vimos, darían
fe de nuestras aserciones, a no impedirlo su condición
privada, que respetamos».260
¿A qué se refería Oldenburg? ¿Qué condiciones morales le atribuían
a Ana María Campos? ¿Era una mujer de costumbres no convencionales?
¿Su actuación como mujer no estaba en consonancia con los cánones de
la época y ello le acarreó una mala reputación?
Todas estas interrogantes quedan sin respuesta. El autor de este trabajo
visitó muchas veces, desde hace más de 25 años, Los Puertos de Altagracia,
donde tenía relaciones amistosas con familias viejas de la Villa, además,
pudo conversar con muchos viejos habitantes de Los Puertos sobre Ana
259 OLDEMBURG, Christian. La Villa de Altagracia y su comarca. Imprenta del
Estado. Maracaibo. 1969, pág. 158
260 Ídem
147
entre el mito y la realidad
María Campos.
Las narraciones oídas, pasadas de generación en generación, no son
nada halagüeñas de la conducta de la heroína. Se la consideraba «loca»,
«casquivana» y hasta «mujer de costumbres no morales». No se puede
asegurar que ello sea cierto, la tradición oral hay que contrastarla con hechos
probados documentalmente. De todas maneras, queda la referencia de
Oldenburg que parece ser cierta más el hecho que Ana María Campos no
era una mujer que guardara una conducta propia de las mujeres de la época.
Incluso su «Si no capitula, monda», que se le atribuye, no nos parece una
frase elegante propia de una mujer de la alta sociedad, más bien una frase
vulgar y provocativa que tendía a burlarse y a la vez retar a quien gobernaba
Maracaibo en aquella época.
Oldenburg sale en su defensa y arma: «… Esas referencias
irreverentes afectan los sentimientos de agradecimiento y civismo; son
destructoras y confunden y chocan, promueven justas razones de protestas
y piden castigo merecido…».261 Continúa «…no se continúe profanando
la memoria de la ínclita mujer, espíritu en carne viva de martirioesencia
de juventud que se dio… a la obra de la libertad… y la independencia de
su patria…».262 Y concluye: «… es reprobable hacer gratuitas menciones
deshonrosas. Es imperdonable armar lo que no nos consta y más aún es,
si, con daño de reputaciones, consagradas con hechos innegables… sobre
todo, si se denigra de las personas ejemplares de nuestra Historia Nacional.
Gloria, respeto y gratitud a su memoria venerada…».263
Es una pena que Oldenburg no aclarara nunca el contenido de esas
cartas que tuvo a la vista que quizás guardaran cierta contemporaneidad con
la Campos. Recordemos que Ana María Campos, tanto la «doncella» como
la dama mayor, que el autor de esta obra (y eso se tratará más adelante) cree
que fue la heroína, eran mujeres solteras, lo que agrega un ingrediente más en
contra de sus actuaciones públicas, dado que una mujer en esa condición o
estado, menos podía atreverse a tener una vida no convencional puesto que
ello le restaba posibilidades de matrimonio, destino de las mujeres de su época
y, especialmente, de su rango. Esto último, si consideramos que Ana María
Campos fuese la «doncella» que los historiadores retrataron.
261 Ídem
262 Ídem
263 OLDENBURG, Christian. Ob. Cit., pág. 159
148
Ana María Campos. Historia de una heroína:
11. EL CRISTO DE JUANA LOSSADA
El Cristo de Juana Lossada es una gura religiosa de tamaño
grande que el autor de este trabajo tuvo la posibilidad de
observar en la casa del historiador, genealogista, catedrático
y diplomático, Doctor Kurt Nagel von Jess. Según tradiciones familiares
orales de la familia Lossada, de la que descendía Nagel von Jess, esta talla
de marl del siglo XVII, en cruz de ébano con placa de plata, copia de la
de Sevilla, debió ser del Presbítero Doctor Pedro José Antúnez Pacheco y
Morales Chacín, hermano del fundador de San Carlos del Zulia, población
del Sur del Lago de Maracaibo.
A través de su sobrina-nieta, Juana Lossada y Antúnez, quien lo heredó,
pasó de generación en generación a la familia Nagel von Jess. Según la
tradición familiar de los Lossada, dicho Cristo presidió el velatorio de las
exequias de la heroína independentista
zuliana Ana María Campos y Cubillán de
Fuentes, sobrina-nieta, al igual que Juana
Lossada, del propietario original de este
crucijo.264 265
Nagel refería que la autenticidad de
esa reliquia fue corroborada266, por una
testamentaria encontrada en el Registro
Principal del Estado Zulia (a la cual no
tuvimos acceso, pero debió conocerla
el referido historiador). Ahora bien,
de ser cierta la tradición familiar de los
Lossada, esa reliquia debió encontrarse
en Maracaibo (ya que los propietarios
señalados por Nagel vivían en la capital
de la antigua Provincia de Maracaibo),
y consideramos poco razonable que, si
264 El Doctor Nagel von Jess, elaboró una
especie de postal con la foto de la imagen religiosa
y una descripción explicativa de la misma, donde
narra la historia transmitida de generación en
generación en su familia.
265 Nagel von Jess, Kurt. La Familia Lossada de
Maracaibo. EDILUZ y Acervo Histórico del Zulia,
2007, Maracaibo, pág.52
266 Entrevista a Kurt Nagel von Jess, 13 de mayo de 2012.
149
entre el mito y la realidad
la heroína Campos hubiera fallecido en Los Puertos de Altagracia, la
mencionada reliquia fuera trasladada hacia esa Villa para sus exequias.
12. UNA RELIQUIA RELACIONADA CON ANA
María CAMPOS EN EL MUSEO DEL ESTADO
Después de la Exposición Regional con la que Maracaibo
conmemoró el Centenario del Natalicio del Ilustre Prócer,
General en Jefe Rafael Urdaneta, en el actual Palacio
Legislativo, en 1888, la cual fue, según los documentos de aquella época,
la máxima demostración de las fuerzas materiales e intelectuales del
pueblo zuliano, fue organizado el Museo del Estado. Este parece que con
con una importante colección por la cantidad y calidad de las reliquias
históricas y objetos que lo enriquecían, provenientes en su mayor parte
de aquella exposición.
Una vez constituido, tanto el Gobierno como los particulares,
se interesaron entonces en hacer donaciones valiosas, sobre todo de
antigüedades históricas de la Colonia, de la Gesta Magna y de los sucesos
más importantes que siguieron en los primeros años de la República. De
estas se compondría ese primer Museo, el segundo creado a nivel nacional;
el primero sería fundado en Caracas, el llamado Museo Nacional, el 11
de julio de 1874, decretado por el Presidente Antonio Guzmán Blanco,
siendo la inauguración del edicio el 28 de octubre de 1875; museo que
fue saqueado en 1889 a la caída del guzmancismo. El tercer museo sería
creado en Mérida, en 1889, por el rector de la Universidad de esa ciudad,
Carracciolo Parra Olmedo.
El Museo del Estado Zulia fue dirigido por notables hombres: los
registros del Acervo Histórico del estado Zulia dan cuenta del Coronel
Antonio Blanco Uribe como su primer director (probable), quien lo
dirigió hasta 1901. Existió un período de tiempo en el cual el museo, por
razones políticas, fue utilizado para el acuartelamiento de tropas, pero
el 9 de enero de 1901, durante la presidencia del Estado del General Diego
Bautista Ferrer, se decreta como Director Ocial a José Ramón Fonseca,
para darle una nueva gerencia; a tal efecto, ya muchas de las importantes
piezas que el local resguardaba desaparecieron durante el tiempo que estuvo
inoperante, iniciándose nuevamente el proceso de adquisición de piezas
150
Ana María Campos. Historia de una heroína:
para las colecciones, entre las cuales se encontraba las secciones de riquezas
naturales, industria, historia y artes. El 29 de enero de ese mes (1901), se
nombra como Inspector ad honorem del Museo al destacado ciudadano y
coleccionista Christian Witzke, propulsor de la museística a nivel nacional.267
El Museo del Zulia poseía una heterogénea colección, albergando
en su seno, material etnográco, zoológico, mineralógico e histórico. La
parte artística contaba con lienzos de próceres de la independencia y
obras pictóricas donadas por famosos pintores de la época, como Julio
Árraga y Manuel Ángel Puchi Fonseca.268
En 1904 se nombra como director al Sr. Carlos Bermúdez y en 1908
a Joaquín Rivas, quien dura poco en el cargo, siendo sustituido Juan P.
Luzardo, alternando la dirección de ese Museo con Jaime Luzardo Chacín,
en ausencia del primero. No se encuentran, en los archivos consultados,
noticias de los posteriores directores de la institución.269
El Museo fue víctima de las borrascas políticas, determinantes de
la histórica evolución en la que el pueblo venezolano buscaba ansioso
su consolidación en la forma republicana, en consecuencia, el Museo
vino a menos, y por Decreto Ejecutivo de abril de 1926, se dispuso unir,
temporalmente, la Biblioteca Pública y el Museo del Estado, a n de
salvar lo poco que quedaba de ambas instituciones, antes regularmente
abastecidas.270
El Museo del estado Zulia luchó por mantener sus puertas abiertas
sin recibir ningún tipo de ayuda para su funcionamiento y, además, fue
víctima de continuos hurtos.
Se tomó la decisión de cerrar sus puertas y donar toda la colección
existente, bastante menguada, en el año de 1936, al Museo Militar General
Rafael Urdaneta, donde se han conservado hasta la actualidad sólo muy
pocas piezas con las que originalmente comenzó el Museo, siendo el
Presidente del Zulia, Luís Roncajolo, quien por Decreto Ejecutivo del 21
de octubre de ese año, lo organizó en forma denitiva en el sitio en el que
está actualmente, es decir, donde existió la casa en la que nació el Prócer.
Por coincidencia, con motivo del Centenario de la Muerte del Héroe, el
Presidente del Estado embelleció la arquitectura del edicio, construyó
267 MORALES MANZUR, Juan Carlos. “El Museo del Estado Zulia: Segunda
institución museística del país. En Boletín de la Academia de Historia del estado Zulia,
No. 52, 2015 (julio-diciembre). Maracaibo, pág. 1
268 Ibídem, pág. 2.
269 Ibídem, pág. 3
270 Ibídem, pág. 9
151
entre el mito y la realidad
al lado la Arcada de los Héroes y una pequeña plaza profusamente
iluminada.
Ahora bien, existe en el Acervo Histórico copiosa información
sobre dicho Museo y sobre sus colecciones. De una somera lectura a
los distintos inventarios desde 1889 hasta 1904, se puede evidenciar la
cantidad y calidad de las piezas que allí se exhibían: su número superaba
los 250 objetos. En los inventarios se señala que cada pieza donada
constaba de documentos sobre el donante y su procedencia. Entre los
numerosos y valiosos objetos podemos citar: Acta auténtica del Cabildo
de Maracaibo reunido en el Templo de Santa Ana en el año de 1821
cuando se declaró la Independencia y posterior adhesión a la patria
venezolana de la Provincia de Maracaibo (lo que resulta importante
toda vez que todos los historiadores zulianos siempre han asegurado
que esa sesión se produjo en el antiguo Palacio Consistorial); las tijeras
con que Don Santiago Bracho cortó los cartuchos para la Batalla Naval
de Padilla; una rosa natural, disecada en un frasco, obsequio de Bolívar
a la señorita Panchita Troconis la noche del baile en la Casa Fuerte, en
1826, con documentos (hecho que ningún historiador ha mencionado);
una lámpara eléctrica que fue la primera que se encendió en Maracaibo
en la casa de habitación de Don José Jugo, obsequiada por él mismo el
5 de julio de 1896, con documentos rmados; un binóculo que usó el
General José Padilla en la Batalla Naval del lago de Maracaibo, con sus
documentos; campanas pequeñas del Templo de Santa Ana que repicaron
en la Sesión del Cabildo de Maracaibo de enero de 1821; un camarín
portátil de madera, forrado en tela, donde pasearon al General Morales,
último Gobernador de Maracaibo, el día que llegó a esta ciudad (hay una
nota que dice: «debe estar en un cuarto del Concejo Municipal»); retrato
del Gral. León de Febres Cordero; retrato del Coronel Diego Jugo; retrato
del General Antonio de la Guerra; retrato del Cadete Remigio Negrón;
retrato del Coronel Nicolás Yoly; retrato del Capitán Tiburcio Urquinaona;
retrato del General José Escolástico Andrade; retrato del General Luis
Celis; retrato del General Felipe Baptista; retrato del Capitán Anselmo
Belloso; retrato del Coronel Joaquín M. Chacín; retrato de Francisco Ma.
García, entre muchos otros objetos que sería interminable detallar pero
que nos hablan de la trascendencia de las reliquias de ese primer Museo
zuliano.271
271 Acervo Histórico del Estado Zulia. Inventario del Museo del Estado (objetos,
muebles y útiles). Tomo XXI, Legajo 23. 1908, Folios 178 y ss.
152
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Llaman la atención, a los nes de nuestra investigación, dos objetos
presentes en el inventario de 1904: un cuadro al óleo de Ana María
Campos, y la silla del burro donde montaron a Ana María Campos por
orden de Morales, Gobernador de Maracaibo, en 1823.
Sobre el cuadro al óleo no hay mayores detalles, no se señala
quién lo pintó o que proporciones tenía. Sobre la silla del burro donde
montaron a Ana María Campos, se señala que esta tiene documentos.
Tales documentos indicaban la procedencia del objeto, quién lo donó y
la historia de él; dichos documentos desaparecieron con el tiempo y no
sabemos que contenían, lo que hubiera sido valioso para indagar más
sobre los hechos que ocurrieron a la heroína en 1823 (y no en 1822 como
armaron algunos autores).
No obstante, revisando posteriores inventarios, como uno de 1909,
nos percatamos que se menciona dicha silla, pero con una nota marginal
que dice «en Caracas», lo que hace suponer que para la fecha no se
encontraba en el mermado Museo del Estado. Igualmente, en sucesivos
inventarios, se da fe de la desaparición de muchos objetos, indicándose
que, estaban perdidos, habían sido hurtados, estaban en mal estado,
estaban, o «suponían» debían estar en otro lugar, o «se encontraban
supuestamente en manos de (otras) personas» (que incluso mencionan
con nombre y apellido).272
Ese primer Museo zuliano sufrió de una gran indolencia
gubernamental, lo que hizo que desaparecieran y fueran hurtados muchos
de los valiosos objetos que se inventariaron en sus colecciones iniciales.
Resulta penoso que esto haya sucedido, porque a juzgar por la cantidad y
calidad de las piezas museísticas que poseía, constituyó un gran esfuerzo
en su época para lograr un espacio de conocimiento histórico y valoración
de todo lo zuliano.
Cuando se crea el Museo General Rafael Urdaneta, como se señaló
al inicio, las piezas del antiguo Museo del Estado pasaron a este, pero los
inventarios de 1936, 1952, 1955, entre otros, evidencian que el noventa por
ciento de los objetos del antiguo Museo habían desaparecido, incluyendo
los correspondientes a Ana María Campos.
La presencia del cuadro y de la silla de montar donde fue vapuleada
Ana María Campos nos hace ver que la heroína estaba presente en el
imaginario colectivo, que su presencia histórica era, apenas setenta años
272 Acervo Histórico del Estado Zulia. Inventario del Museo del Estado (objetos,
muebles y útiles). Tomo XXI, Legajo 23. 1908, Folios 210 y ss.
153
entre el mito y la realidad
después de su martirio, reconocida por la sociedad, lo que nos indica que
sí existió.
13. EL «ENCUENTRO» DE LA SUPUESTA PARTIDA
ECLESIÁSTICA DE DEFUNCIÓN DE ANA María
CAMPOS POR EL CRONISTA DE LOS PUERTOS
DE ALTAGRACIA PEDRO LUÍS PADRÓN PADRÓN.
HISTORIA DE UNA FALAZ INCONGRUENCIA
El 2 de abril del año 2003 se celebraba un año más del
«natalicio» de la heroína altagraciana Ana María Campos.
En la conmemoración que se realizó para la fecha se efectuó
un acto litúrgico en la Iglesia de Nuestra Señora de Altagracia, al cual
asistieron el Alcalde, fundaciones culturales, un pequeño grupo de las
fuerzas vivas del Municipio Miranda y el Cronista de la ciudad.
En dicho acto se develó una placa recordatoria sobre la existencia
de los restos mortales de la heroína que yacen debajo del piso de la iglesia
parroquial (hecho jamás comprobado, por cierto, como hemos señalado),
y además se hizo público un nicho con el libro de defunciones del Archivo
Parroquial en donde se señalaba, según el Cronista del Municipio para
ese entonces, Pedro Luís Padrón Padrón, que pertenecía a Ana María
Campos.
Ramón Rodríguez, investigador histórico y genealogista de
ese Municipio, discrepó sobre ese «descubrimiento»273, con cuyos
razonamientos el autor de este trabajo está totalmente de acuerdo. Dicho
descubrimiento tergiversa la historia y no contribuye a arrojar luces sobre
la verdadera Ana María Campos.
273 RODRÍGUEZ LUZARDO, Ramón. Análisis y razonamiento lógico e histórico
sobre el Acta o Partida de Defunción No. 284, de la Iglesia Principal de Los Puertos
de Altagracia, que se atribuye a la heroína altagraciana “Ana María Campos, según el
entonces Cronista del Municipio Miranda, Pedro Luis Padrón Padrón. Manuscrito no
publicado. 2003, pág. 1
154
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Acta de defunción de la esclava Mariana Campos, según la partida original no
manipulada, obtenida en familysearch.org, página ocial de los mormones (Fuente:
https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRV-2PZ?i=577&wc=WNNV-
N5Z%3A376111301%2C377859701%2C377037902%2C377963901&cc=1951777.)
Acta de defunción de la esclava Mariana Campos, manipulada, según se evidencia, en
contraste con la imagen anterior.
El Acta de Defunción en cuestión dice lo siguiente:
En la Villa de Altagracia a dos de enero de mil
ochocientos veinte i nueve dí sepulta Sta. a M.
Mariana Campos esclava de Sr. Domingo Campos
q.e. Murió el mismo día, y recibió el sacramento
de la penitencia, pero no los demás sacramentos
pr. q.e murió apenas de administrados St.
Sacramento; nada tocó d la fábrica pr. qe. fue de
limosna, y pa. qe. conste lo rmo.
Pr. José Ma. Alvarado
155
entre el mito y la realidad
De acuerdo al criterio investigativo y documental se presentan a
continuación los siguientes razonamientos sobre el Acta de Defunción
inserta en el Libro de Defunciones No. 6, años 1821-1835, Partida No.
284, Folio No. 80, de fecha 2 de enero de 1829 que se encuentra en el
Archivo Parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora de Altagracia en los
Puertos. 274
1. En la partida de defunción se observa claramente el número
de esta (284) y el nombre de la difunta. Además, podemos ver
y apreciar una vocal «A» que signicaba «Adulta», pues para
difuntos párvulos (niño o niña), se utilizaba la letra «P». Esta
práctica era común para identicar la condición de la persona y
se encuentra en los libros de defunciones y en los de bautismos,
de tal manera se lee al inicio «A. (Mariana Campos)».
2. Se observa claro el nombre de la difunta y su clase social o status
dentro de la sociedad de la época. Era una esclava en la Venezuela
donde esa práctica no había sido abolida.275
Esta clase social o condición no se ajusta al verdadero linaje que
tuvo Ana María Campos, según los historiadores y genealogistas, ya que su
familia pertenecía a la nobleza.276
3. El nombre que aparece dentro de esta partida de defunción
es «MARIANA CAMPOS» el cual sería su nombre de pila.
Seguidamente, después de su nombre dice textualmente «esclava
del Sr. Domingo Campos». 277
Aquí podemos apreciar muy claramente el término de esclava,
clasicación esta que se le otorgaba a la persona que realizaba trabajos,
faenas forzadas o labores domésticas. Se les daba este término a las
personas de color inferior o de razas «impuras» como ya señalábamos
anteriormente, y que eran propiedad de determinadas familias de criollos
o europeos, e incluso de pardos ricos.
Podemos deducir que «Mariana Campos» tenía el apellido de su
amo o dueño, pues era costumbre desde la época colonial que los dueños
de esclavos les colocaran a estos su apellido para que así se conociera de
quien era propietario o porque era forzoso identicar con un apellido a
un esclavo. En este caso, el apellido Campos que poseía esta esclava pudo
ser de su legítimo dueño Don Domingo Campos o de un antepasado de
274 Ibídem, pág. 2.
275 Ibídem, pág. 4
276 Ibídem, pág. 6
277 Ibídem, pág. 7
156
Ana María Campos. Historia de una heroína:
este. 278
4. Observamos que no se encuentra el nombre de sus padres. En el
supuesto caso de que hubiese sido hija legítima del Sr. Domingo
Campos y de la Sra. María Ana Cubillán, debiera aparecer escrito
en la misma partida, pero vemos que no es así.
Si leemos e investigamos las partidas de defunción de los archivos
eclesiásticos de la era colonial, encontramos que siempre aparecen los
nombres o parentesco familiar o estado del difunto, en cuanto fuera
casado o soltero.
En la partida señalada se lee que la difunta «recibió el sacramento
de la penitencia, pero no los demás sacramentos». Se deduce que para
administrarle los santos óleos y el sacramento la persona tiene que estar
consciente, despierta o viva para poder realizar este procedimiento
litúrgico o religioso. Suponemos que al poco tiempo de terminar de
colocarle el sacramento muere la esclava Mariana Campos, quizás por
alguna enfermedad que obligó a su sepultura inmediata, ya que se
acostumbraba a realizar un funeral y esperar hasta el otro día para el
entierro.
La tradición y la historia señalan que Ana María Campos fue
hallada o encontrada ahogada en las aguas del lago cuando se bañaba a
orillas de este, hecho que como ya explicamos, no tiene ningún basamento
documental. Si consideramos cierta esa tradición oral, si para el momento
ya estaba exánime o muerta por ahogamiento, ¿cómo se explica que le
fuesen administrados los sacramentos sino se encontraba con vida? Por
lo tanto, no corresponde esta defunción a lo narrado sobre el personaje.
5. En la misma partida de defunción indica que fue una sepultura de
limosna, o sea que apenas se cubrían los gastos de su sepelio
Esto último contradice lo demostrado en investigaciones históricas
y documentos de los Archivos de Maracaibo y Los Puertos de Altagracia
sobre la bonanza económica y condición noble que disfrutaba la familia.
6. Al inicio del Acta o Partida de Defunción, al margen izquierdo,
se encuentra, como se ha señalado, la letra «A» que signica
«Adulta». Se observa que fue colocada deliberadamente al lado
de la letra «A», las letras «na» (se puede evidenciar que la tinta
no corresponde a la original y que al leer el nombre de la difunta
pareciese decir «Ana»). Esto nos indica que alguna persona trató
278 Ibídem, pág. 8
157
entre el mito y la realidad
de tergiversar y cambiar el contenido original de esa partida.279
Entonces: ¿Manos inescrupulosas trataron de distorsionar
la historia? Lo cierto es que esta situación evidencia que, a falta de
datos y documentos reales que den vida a la mítica heroína, algunos
«historiadores», pensando tal vez que pudieran haber encontrado una
señal o pista que pudiera llevar a la existencia del Acta de Defunción de
Ana María Campos, hayan urdido tan descabellado plan de hacer pasar
el Acta correspondiente a una esclava como el de la heroína altagraciana.
7. Las Partidas de Bautismo y de Defunción de heroína Ana María
Campos nunca pudieron (hasta las investigaciones del autor de este
trabajo), ser encontradas. Diversos investigadores de la historia,
escritores, entre otros, han escudriñado y examinado los libros
parroquiales de Nuestra Señora de Altagracia sin éxito alguno.
Don Ramón García Oliveros, con ayuda de los Presbíteros Rodolfo
Bohórquez y luego el Presbítero Lisandro Puche García, revisaron
los archivos para ubicar personajes importantes de la historia de
Altagracia. Arístides Urdaneta, Christian Oldenburg, Manuel
Matos Romero, Adolfo Romero Luengo y otros, realizaron trabajos
minuciosos y buscaron afanosamente rastros del pasado histórico
de la Villa, por último, el destacado historiador y genealogista Kurt
Nagel von Jess, realizó una investigación profunda y meticulosa
sobre los documentos y libros del archivo parroquial de Altagracia
y de casi todas las parroquias del Zulia. ¿Cómo es que para 2003,
aparece esta partida que pasó inadvertida sin que nadie lo notara?
Simplemente había sido descartada porque no se correspondía a la
de Ana María Campos, por las razones ya expuestas.
8. En los Archivos de la Villa, sólo se ha podido hallar una sola
referencia escrita sobre una Ana María Campos, luego de una
rigurosa investigación llevada a cabo por el investigador e
historiador Ramón Rodríguez, desde los años 1994 hasta el 2000.
Se puede evidenciar que esta Ana María Campos fue madrina
de Bautismo de un niño llamado Juan Francisco, nacido el 7 de
mayo de 1808 e hijo legítimo de Nicolás Padrón y de Alejandrina
Mendoza. (Libro de Bautismo N° 6, años 1806-1813, folio 23) En
ella se indica que la madrina era vecina de la ciudad de Maracaibo.
280De ello trataremos luego.
279 Ibídem, pág. 12
280 Ibídem, pág. 14
158
Ana María Campos. Historia de una heroína:
9. Si de verdad fuera cierto el hallazgo de la tan «preciada» partida
de defunción, ¿por qué no se nombró una comisión técnica de
investigadores para la evaluación del documento, o se llamó
a la Academia Nacional de la Historia, al Acervo Histórico del
Zulia, la Fundación Centro de Investigadores «Agustín Millares
Carlo», la Sociedad Bolivariana del Estado, el Centro de Estudios
Históricos de la Universidad del Zulia, la Asociación de Escritores
del Zulia y demás instituciones ligadas a la materia para que
realizaran una verdadera investigación cientíca, metódica, que
arrojara un juicio de valor irrefutable sobre la autenticidad o no
del documento en cuestión, y así darle solidez histórico-cientíca
e investigativa? Se debió pedir una revisión, análisis y evaluación
del contenido de esa partida y que fuese supervisada y dirigida
por las autoridades eclesiásticas.
Se hace necesario demostrar y aclarar el error que se cometió en
2003, con el único propósito de falsicar la historia y quizás ganar
protagonismo.
10. Con relación a la fecha de la muerte de Ana María Campos, según
la tradición y la historiografía, siempre se ha dicho que falleció
cinco (5) años después de haber sido agelada, o sea, en el año
1823, antes de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo; sufrió
dicho castigo por orden del Gobernador y Capitán General
Francisco Tomás Morales, y el año de su muerte sería 1828. Eso
es lo que dice la tradición, jamás documentada ni soportada por
documento alguno.281 282
Las investigaciones de Ramón Rodríguez sobre el acta de defunción
adjudicada a la heroína Ana María Campos, según se desprende de su
prolijo estudio, nos llevan a asegurar, sin ningún tipo de dudas, que la
partida de defunción señalada corresponde a una esclava que pertenecía
a la Familia Campos.
281 Ibídem, pág. 15
282 Ibídem, pág. 16
159
entre el mito y la realidad
14. LA «ACLARATORIA» QUE HACE JOSÉ ANTONIO
DE CAMPOS, SOBRE SU PRIMA ANA María
CAMPOS EN EL POSTA DEL COMERCIO, DEL 12
DE SEPTIEMBRE DE 1888
Según una referencia del historiador y genealogista, además de
pariente de Ana María Campos, doctor Kurt Nagel von Jess,
en el periódico El Posta del Comercio, de Maracaibo, del 12
de septiembre de 1888, aparece una «aclaratoria» que José Antonio de
Campos, hace sobre su prima, la heroína altagraciana.
Primero debemos señalar que fue El Posta del Comercio. Este
periódico inició su vida en el año 1879, editado por Diódoro Alvarado
y P.A. Vílchez, y aunque en los primeros números conocidos no se
menciona el nombre de los redactores, al parecer, desde el principio, esa
función correspondió a José María Rivas y Juan Calcaño Mathieu.283
Sobre este particular, la revista El Zulia Ilustrado en su edición del 31
de enero de 1889 informa en el «inventario de publicaciones de la Sección
Zulia» que: «Rivas fue director fundador; la administración estuvo a
cargo de Vílchez, Pedro Hernández Arria y José Domingo Medrano».284
Sin embargo, en los ejemplares conocidos, es sólo a partir de 1881 cuando
aparece Rivas como Editor junto a Alvarado.285 Posteriormente, en 1882,
se le reconoce en el encabezado el crédito de redactor, apareciendo como
Editor y Administrador P. A. Vílchez286.
Este periódico se imprimía en la imprenta de Alvarado e Hijo, que
en 1883 cambió el nombre a Imprenta Bolívar situada en la calle de La
Independencia, No 14.287 Inicialmente fue un bisemanario; se convirtió a
partir de septiembre de 1882 en diario, intentando competir con los otros
dos grandes periódicos de entonces: Los Ecos del Zulia y El Fonógrafo.288
De acuerdo a López de Sagredo289, su salida tuvo carácter político, y el
283 PINEDA, Alicia. 100 Años de Periodismo en el Zuliano en el Zulia. Colección
Zuliana N 7. Maracaibo. SERBILUZ. Universidad del Zulia. 1994, pág. 64
284 Ibídem, pág. 68
285 EL Posta del Comercio. Año III. Mes 25. 13 de octubre de 1881. No 190
286 EL Posta del Comercio Año IV. Mes 40. 28 de diciembre de 1882. No 370
287 PINEDA, Alicia. Ob. Cit., pág. 72
288 BERMÚDEZ, Nilda. El Posta del Comercio en la prensa zuliana del siglo XIX. 1881-
1884. Una aproximación a la historia y diseño de una empresa editorial decimonónica.
En Revista Portafolio, Año 2. Volumen 2. Número 4. 2001, pág. 49
289 LÓPEZ DE SAGREDO Y BRÚ, José. Materiales para la imprenta y el periodismo
160
Ana María Campos. Historia de una heroína:
primer número vio luz en 1879, como órgano que se oponía al gobierno
regional de la época.
Una vez destituido el Presidente del Estado Zulia al que adversaba
el periódico, en 1880, la postura editorial cambió y el periódico pasó a
tener un «carácter general», pues se dedicaba a lo político, al comercio,
a noticias, industrias, literatura, variedades, anuncios, entre otros.290. Se
entregaba a domicilio y funcionó por más de 7 años. En los Archivos
Nacionales, como la Hemeroteca Nacional, Sala Tulio Febres Cordero,
sólo se ubican series incompletas correspondientes a los años que van
entre 1880 y 1887, siendo el último número conocido el 1.729 del 24 de
septiembre de ese año 1887; sin embargo, todavía se publicaba para el
año 1889, según se desprende de la información suministrada por El
Zulia Ilustrado en su edición del 31 de enero de ese año, al incluirlo entre
las publicaciones que exisan en Maracaibo para esa fecha .291
Hace más de tres lustros, el autor de este trabajo se comunicó con
el extinto Licenciado en Historia Jorge López Falcón, para ese momento
Jefe de la Sección de Libros Raros de la Biblioteca Nacional, a los nes que
averiguase la presencia de ese número de 1889, en el cual José Antonio de
Campos hacía la aclaratoria sobre su prima. La búsqueda fue infructuosa
porque sólo había ejemplares hasta 1886, cosa que corroboramos
personalmente en 2018 al ir a la referida Biblioteca Nacional de Caracas,
donde fue dicho lo mismo, razón por la cual no comprendemos por q
se arma que había ejemplares hasta 1887, en esa importante Biblioteca.
Por mucho tiempo y desde hace más de una década, cuando
emprendimos esta investigación, solicitamos a Kurt Nagel que
proporcionara la «aclaratoria» aparecida en ese periódico, la cual él decía
tener, por considerarla de mucha importancia, toda vez que se trataba de
un supuesto pariente cercano de la Campos y había sido escrita dos años
antes de la biografía de Juan Antonio Lossada Piñeres, en 1891.
El Doctor Nagel prometió buscar la referencia, pero nunca dio con
ella, a pesar de la insistencia; ello, unido a la búsqueda realizada en otros
archivos como el señalado de la Biblioteca Nacional, y el de los Servicios
Bibliotecarios de la Universidad del Zulia (SERBILUZ), tampoco resultó
exitoso. En esta última institución también estaban ejemplares de El
Posta del Comercio hasta 1886; estos no se encuentran catalogados ni
digitalizados.
en el estado Zulia. Cámara del Comercio de Maracaibo. 1970, pág. 102
290 BERMÚDEZ, Nilda, Ob. Cit., pág. 49
291 Ibídem, pág. 50
161
entre el mito y la realidad
Los periódicos del Zulia del siglo XIX que reposaban en el antiguo
Centro Zuliano de Investigación Documental, situado en la vieja sede de
la Secretaría de Cultura, desaparecieron cuando un Director del Acervo
Histórico se empeñó, sin justicación de ninguna naturaleza, clausurar
ese centro, de lo cual devengó que tales periódicos (junto a los miles de
libros del siglo XIX y principios del XX, sobre Maracaibo), que estaban
en físico y también podían consultarse en microlm, desaparecieran
misteriosamente, muchos incluso antes de ser enviados a la edicación
inservible que sirvió como segunda sede de Biblioteca del Estado;
también, quizás, desaparecieron producto de las continuas inundaciones
de ese recinto, o por otros motivos que sería delicado abordar pero de los
que quien suscribe tuvo conocimiento.
Resulta curioso que dicho Director, que es un historiador «formado»
en el área, no hiciera nada por asumir inmediatamente la custodia de esas
colecciones o evitar detener su desaparición, empero, parece que lo único
que interesaba era «unicar» en el Acervo Histórico a todas las instituciones
que tuvieran que ver con archivos, museos, casas patrimoniales y Centros
de Historia, es decir, convertir al Acervo Histórico en una superestructura
con una sola cabeza visible: la del Director. También fue penoso leer en la
prensa regional las posturas de dicho Director y del personal del antiguo
Centro Zuliano de Investigación Documental, cada uno planteando sus
razonamientos, lo que desembocó en una lamentable diatriba pública.
Lo cierto es que, cuando el autor de este trabajo ocupaba la Dirección
del Acervo Histórico del Zulia, creó, en el seno de ese organismo, el
Centro de Investigación Zuliano «Héctor Cuenca», con el n de rescatar
esas colecciones hemerográcas (ya señaladas) y bibliográcas (más de
9.000 títulos sobre historia regional, del siglo XIX y principios del XX),
sorpresa cuando encontró con que no quedaba nada, excepto una caja
con diapositivas sobre Maracaibo, unas sillas rotas y algunas fotografías
enmarcadas; todo lo demás había desaparecido.
Consideramos que la «aclaratoria» que se hizo en un periódico
regional para una fecha tan lejana como 1888, es sumamente trascendental,
debido a que ella implicaba corregir o desmentir hechos o circunstancias
que rodearon la vida de Ana María Campos, y que habían pasado de
generación en generación desde hacía 57 años, desde aquel 1823 cuando
la heroína fuera azotada públicamente. También nos hacemos algunas
preguntas: ¿Por qué el Doctor Nagel jamás comentó sobre esa «aclaratoria»
en ninguno de los escritos que hizo sobre la aristócrata devenida en
162
Ana María Campos. Historia de una heroína:
mártir? ¿Por qué sólo lo menciona en la genealogía de Ana María Campos
al referirse a José Antonio de Campos? ¿Cuál fue el motivo que llevó a
tan acucioso investigador, historiador y genealogista, al no referir nada
sobre tan importante asunto? No lo sabemos, pero consideramos que en
dicha aclaratoria, de haber existido, pudiéramos encontrar luces que nos
permitan desentrañar la verdad escondida detrás de tan mítico personaje.
Ahora bien, ¿quién fue José Antonio de Campos? No hemos
encontrado absolutamente ningún dato sobre este caballero. Según Nagel
era hijo de Benigno de Campos y Perozo de Cervantes, cuya acta de
nacimiento y defunción no se han encontrado, ni la de su matrimonio u
otro dato que certique el haber estado casado o tenido hijos. Si Nagel lo
menciona, suponemos, se basó en la «aclaratoria» que su «hijo» publica
en El Posta del Comercio, en la fecha referida de 1888, donde quizás señala
ser hijo de Benigno de Campos, ya que ni en los archivos eclesiásticos de
Altagracia y Maracaibo, aparecen, en ningún documento, padre e hijo.
La experiencia del autor, sin embargo, luego de décadas de
investigación en los archivos eclesiásticos, determina que el hecho de
no aparecer datos de una persona en estos, no implica necesariamente
que no existiera. Nos basamos en las muchas lagunas e imprecisiones
que existen en ese acervo documental, en el cual hay muchos libros
rotos, incompletos, deteriorados, entre otros, lo que diculta la actividad
investigativa. Ni siquiera Ramón Rodríguez, que ha investigado los libros
parroquiales (en físico) de los Archivos eclesiásticos de Los Puertos de
Altagracia por años, ha encontrado ningún dato sobre estos personajes.
También está el hecho que muchas familias, nobles o no, se trasladaban
a otras poblaciones a cuidar haciendas o intereses económicos y los
hijos de estos, naturalmente, no eran bautizados en Maracaibo o en Los
Puertos de Altagracia, sino en otras poblaciones tan distantes como las
hoy ubicadas en el Estado Falcón.
Entonces surge la pregunta envuelta en el misterio: ¿Quién era José
Antonio de Campos? Es un enigma que hasta ahora no hemos podido
desentrañar, sólo su nombre en esa «aclaratoria», en la cual hace algunas
consideraciones (que desconocemos), sobre su «prima» Ana María
Campos.
163
entre el mito y la realidad
15. LA VERDADERA ANA María CAMPOS:
HIPÓTESIS RAZONADA
Las tres Ana María Campos
Fueron tres Ana María Campos de la misma familia. De dos
de ellas su existencia está documentada; de la más famosa, la
heroína altagraciana nacida en 1796, nada se tiene, y según el
autor, esta no existió. Veremos cuáles son estas tres Ana María Campos.
Ana María de Campos y Antúnez Pacheco
Doña Ana María de Campos y Antúnez Pacheco, que según el
genealogista Kurt Nagel von Jess era tía de la heroína Ana María Campos
y, «en su honor se le colocó el nombre», era hija legítima del Capitán
Don Juan Ignacio de Campos y Pineda, español, y de Doña Isabel María
Antúnez Pacheco y Morales Chacín (o Marín). Ella se había casado con
su primo hermano el Capitán Don Nicolás José Antúnez Pacheco y de
la Cruz, nacido en Maracaibo el 10 de septiembre de 1725 como hijo
legítimo de Don Antonio Antúnez Pacheco y Morales Chacín (o Marín;
apellido este último que por dicultades de la misma escritura antigua no
se pudo descifrar) y de Doña Felipa Josefa de la Cruz y Velasco, familias de
vieja raigambre en Coro, cuyos miembros todos vinieron de España por
esa ciudad. Los Antúnez Pacheco eran de las primeras familias corianas-
maracaiberas, por cuanto este apellido gura en sus respectivas remotas
fundaciones. El Antúnez, de origen portugués, que pasó luego a España,
es patronímico de Antón o Antonio. El Pacheco, igualmente de origen
portugués, aun cuando se reputa castellano, tiene su primitivo asiento
americano en la venezolana ciudad de Trujillo.292
Don Nicolás José Antúnez Pacheco y de la Cruz fue el fundador
de la ciudad San Carlos del Zulia, al sur del lago de Maracaibo. Del
matrimonio de Don Nicolás y Doña Ana María hubo, al parecer, cuatro
hijos: Doña Josefa Nicolasa, nacida el 24 de marzo de 1755, casada el
19 de marzo de 1770 con Don Fernando Lossada Noboa y Boan Lemus,
tronco de la familia Lossada; Doña Juana Lorenza, nacida el 24 de abril
292 NAGEL von JES, Kurt La familia Lossada de Maracaibo. . EDILUZ y Acervo
Histórico del Zulia, Maracaibo. 2007, pág. 32
164
Ana María Campos. Historia de una heroína:
de 1756 en Maracaibo; Doña Francisca María, nacida el 11 de octubre
de 1757, muerta el 28 de julio de 1837, casada con el Teniente de Milicias
de Blancos y Administrador de la Real Renta de Correos, Don Francisco
Suárez de Acero, pariente del General Rafael Urdaneta y D. Tomás José,
nacido el 8 de marzo de 1859 de quien no se obtuvo más información.293
El capitán Don Juan Ignacio de Campos y Pineda, el primero de los
Campos que llegó a Maracaibo, casó, en fecha que no se precisa, con la
señalada Doña Isabel Antúnez Pacheco y Morales Chacín, y fueron padres
de: Tiburcio Lorenzo de Campos y Antúnez Pacheco; Andrés José de
Campos y Antúnez Pacheco; María Josefa de Campos y Antúnez Pacheco;
Ana María de Campos y Antúnez Pacheco; Pedro José de Campos y
Antúnez Pacheco; José Gregorio de Campos y Antúnez Pacheco, y María
Candelaria de Campos y Antúnez Pacheco todos nacidos en Maracaibo.
294
Tiburcio José de Campos y Antúnez Pacheco, nacido el 11 de agosto
de 1724, casó con Doña María de la Concepción Perozo de Cervantes
quienes fueron padres, según Nagel, de: Isabel María de Campos y Perozo
de Cervantes, nacido en Maracaibo en 1751; José Cayetano de Campos
y Perozo de Cervantes, nacido en Maracaibo en 1752; Francisco Eugenio
de Campos y Perozo de Cervantes, nacido en Maracaibo en 1754; León
Francisco de Campos y Perozo de Cervantes, nacido en Maracaibo en
1756 (el famoso conspirador de la Escuela de Cristo); Felipe Nicolás de
Campos y Perozo de Cervantes, nacido en Maracaibo en 1758; Juana
Josefa Romualda de la Cruz de Campos y Perozo de Cervantes, nacida
en Maracaibo en 1762; Petronila Clemencia de Campos y Perozo de
Cervantes, nacida en Maracaibo en 1763; Domingo José de Campos y
Perozo de Cervantes, nacido en Maracaibo en 1765; Francisco José de
las Llagas de Campos y Perozo de Cervantes, nacido en Maracaibo en
1766; Juan Ignacio Manuel de Campos y Perozo de Cervantes, nacido en
Maracaibo en 1766: Monseñor Antonio María de Campos y Perozo de
Cervantes, supuesto Arzobispo de Quito, y Benigno de Campos y Perozo
de Cervantes.295
Doña María de la Concepción Perozo, murió, ya viuda, el 16 o 17
de abril de 1817, y fue sepultada en la Iglesia de El Sagrario, según costa
293 Ídem
294 NAGEL von JES, Kurt, La familia del General Rafael Urdaneta. CORPOZULIA,
Maracaibo. 1995, págs. 11, 12
295 Ibídem, págs. 13, 14.
165
entre el mito y la realidad
en el Acta respectiva.296
Con respecto a quien menciona Nagel como Benigno de Campos y
Perozo, no hay evidencia documental, y el que los historiadores arman
que fue Arzobispo de Quito, Antonio María de Campos y Perozo de
Cervantes, dudamos que haya existido, como se explicó con anterioridad.
Hemos señalado, también, de manera premeditada, el año y lugar
de nacimiento de todos los hijos de los Campos y Perozo, a los nes de
nuestro hallazgo.
Ana María de Campos y Perozo de Cervantes:
La verdadera heroína histórica
Los genealogistas que estudiaron la familia Campos, muy reputados
todos, nunca mencionaron en sus escritos a Ana María Campos y Perozo
de Cervantes, cuya acta bautismal no se ha encontrado, pero el autor de este
trabajo encontró su acta de defunción en la Iglesia El Sagrario, hoy Catedral
de Maracaibo, Libro 7 de 1831 a 1842, página 64, sin número, fallecida el día
20 o 21 de agosto de 1837. La Acta en cuestión es esta:
Reza:
«En Maracaibo, a veintiuno de agosto de mil ochocientos
treinta y siete años, se le dio sepultura en el campo santo
de esta ciudad a la señora Ana María Campos, soltera,
hija legítima de Don Tiburcio Campos y de Doña María
Concepción Perozo, difuntos, no recibió los Santos
296 Acta de defunción, iglesia El Sagrario. Disponible en internet: https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RRZ-9NBX?i=931&cc=1951777. Fecha de
consulta: 2-12-2018.
166
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Sacramentos porque murió de repente, fue su entierro
cantado, por (ilegible) menor con doble mayor, y para que
conste lo rmo». Gregorio Luzardo
Vieja estampa de la hoy Catedral de Maracaibo, donde el Presbítero Gregorio Luzardo
hizo constar la defunción de Ana María Campos Perozo, la verdadera, a nuestro juicio,
heroína histórica. La estampa debe ser posterior a 1873 dado que se observa que ya
existía la plaza Bolívar hecha por órdenes del entonces Presidente del estado Zulia,
Venancio Pulgar. Fuente: Acervo Histórico del Zulia. Fototeca Arturo Lares Baralt.
Maracaibo.
167
entre el mito y la realidad
Fachada del antiguo Cementerio colonial, también denominado Cementerio Viejo o
Cementerio General de Maracaibo, construido por el General José María Carreño,
Intendente del Departamento Zulia; terminado en 1828 e inaugurado en 1829, donde
fue sepultada Ana María Campos y demolido en 1942 para construir la Plaza del
Obrero. Fotografía Colección del historiador Ernesto García Mac Gregor.
Esta Acta contiene algunos elementos interesantes:
1. La fallecida se llamaba Ana María Campos, el nombre de nuestra
heroína, y era soltera, como señala la tradición era la Campos.
2. Pertenecía claramente a la familia Campos, era hermana
de Domingo de Campos y de León de Campos, el primero,
supuesto padre de la heroína en cuestión, y el segundo, el famoso
conspirador de la Escuela de Cristo que, algunos historiadores,
seguro por equivocación y falta de fundamentos sólidos, daban
como hermano de la Campos (aun cuando en realidad sí eran
hermanos, como pudimos determinar en esta investigación).
3. En el Acta se observa algo inusual para la época: se mencionan
con los títulos de Don y Doña a los padres de Ana María Campos,
algo extraordinario ya para 1837, toda vez que desde 1823 se
había terminado, con la República, el orden social aristocrático
y se suprimieron los tratamientos de nobleza o aristocracia de
los miembros más distinguidos de la sociedad, como también
168
Ana María Campos. Historia de una heroína:
las consideraciones de castas. Ello indica que la difunta era de la
antigua aristocracia de la ciudad como siempre se señaló.
4. Se dice que la difunta fue enterrada en el «Campo Santo» de
Maracaibo, siendo el único existente para ese momento, el antiguo
Cementerio colonial, también denominado Cementerio Viejo
o Cementerio General de Maracaibo, construido por el General
José Maa Carreño, Intendente del Departamento Zulia, el cual
fue terminado en 1828 e inaugurado en 1829, y que quedaba
detrás de la iglesia de San Juan de Dios (actual Basílica), en la
calle El Tránsito. La historia recoge el hecho que Don Manuel
de Arocha planicó darle mayor extensión, con una adecuada
fachada y una capilla funeraria, además de una cruz monumental
en el centro del cementerio, cuya base sirviese de osario general,
con poesías sagradas impresas alrededor, proyecto que nunca se
pudo terminar por las convulsiones políticas que hubo en el Zulia,
en el siglo XIX. Fue eliminado en 1942 para construir la Plaza del
Obrero, después llamada Centenaria.297 298
5. El Acta analizada dice: «no recibió los Santos Sacramentos porque
murió de repente». Una muerte «de repente» abarca una amplia
gama de muertes, pudiendo ser el ahogamiento una de ellas. Esto
es una especulación, pero pudo ser su muerte de esta manera, en
todo caso no fue en Los Puertos de Altagracia, sino en Maracaibo.
6. Su entierro fue cantado y rezado, como correspondía a una mujer
de clase alta y familia prominente como eran las familias Campos
y Perozo.
Creemos, casi con absoluta certeza, que estamos en presencia del
Acta de defunción de la verdadera heroína Ana María Campos.
A juzgar por las actas bautismales de sus hermanos, todas
documentadas, excepto los dos últimos que se señalaron, Ana María
Campos pudo nacer entre 1751 y 1770, aunque creemos que pudo nacer
en los últimos años de la sexta década del siglo XVIII (si bien esto es una
especulación), lo que nos permite estimar que Ana María Campos era una
mujer de entre 50 a 60 años o más para el momento en que sucedieron los
acontecimientos que la hicieron inmortal, y no la «doncella» o «joven»
297 MATOS ROMERO, Manuel. Maracaibo del Pasado, Tipografía Cervantes,
Maracaibo. 1967, págs. 37, 38.
298 SILVA, José Isidro. “Apuntes Biográcos sobre la Vida Pública del Ciudadano
Manuel de Arocha, citado por Hernández, Luis Guillermo, Semprúm Parra, Jesús.
Diccionario General del Zulia. Editorial Sultana del Lago, 2018, págs. 472, 473
169
entre el mito y la realidad
mujer que fue azotada por el verdugo Valentín Aguirre, en 1823. También
podemos armar que la verdadera Ana María Campos no nació en los
Puertos de Altagracia, sino en Maracaibo, como nacieron todos sus
hermanos, pudiendo pasar temporadas largas en casa de sus padres y
hermanos en dicha Villa, asunto en el que ahondaremos en este apartado.
Por otra parte, dada la tradición de la familia Lossada sobre la
presencia del Cristo perteneciente a Juana Lossada, en las exequias de la
Campos, se ratica que esta muriera en Maracaibo y no en Los Puertos
de Altagracia. Resulta poco creíble que muriera en la Villa de Los Puertos
y el Cristo fuera trasladado al lugar, con las dicultades que implicaba el
desplazamiento en esa época, aspecto que ya hemos mencionado
También consideramos que la Ana María Campos que aparece como
madrina el día 16 de mayo de 1818 y que hemos mencionado, se refería a
esta Ana María Campos y no a la «creada» por la imaginación de Lossada
Piñeres en su biografía de la heroína publicada en 1891.
Esta Acta dice:
«En la Parroquia de Nuestra Señora de Altagracia con diez
y seis días del mes de mayo de mil ochocientos y ocho
años, Yo, el Presbítero Don José de los Ángeles de Olivares,
Cura Rector de dicha Parroquia, bauticé solemnemente y
puse óleo y crisma (ilegible) y di bendiciones, según el
Ritual Romano, a Juan Francisco Estanislao, hijo legítimo
de Nicolás Padrón, moreno, esclavo de Don Juan (o
Francisco) Perozo y de Alejandrina Mendoza, parda libre,
quien nació el día siete de este mes y año. Fue su madrina
Doña Ana María Campos, vecina de Maracaibo, a quien
le advertí el parentesco espiritual, y obligaciones; fueron
testigos Don Diego Luzardo, todos de este vecindario y en
fe de ello lo rmo. José de los Ángeles de Olivares».
Era común que miembros de la nobleza de Maracaibo apadrinaran
a hijos de personas de otros estamentos. ¿El bautizado era hijo de un
esclavo de Juan Perozo? Nuestra heroína era de la familia Perozo por
vía materna. La Ana Maa de Lossada Piñeres, si hubiera sido madrina,
hubiera contado con 12 años y, aunque era posible que una niña de esa
edad fuera madrina, es más plausible que se tratara de Ana María Campos
y Perozo.
Llegando a esta conclusión, podemos asegurar que la heroína Ana
Maa Campos es esta y no la otra que se ha señalado como nacida y
170
Ana María Campos. Historia de una heroína:
fallecida en Los Puertos de Altagracia, en las fechas que se han indicado
a lo largo de este estudio. También creemos que nació, como todos sus
hermanos, en Maracaibo y no en Los Puertos de Altagracia, como se
desprende de su acta de defunción y del documento donde es madrina,
únicas fuentes primarias que dan fe de la existencia de Ana María Campos,
hallados hasta ahora. Según los registros en los archivos parroquiales
de Los Puertos de Altagracia, los Campos se habían establecido en esa
Villa un poco antes de 1785. Entre 1785 y 1795, jaron residencia en Los
Puertos de Altagracia tres hijos de Don Tiburcio de Campos, padre de
la heroína: Felipe Nicolás, Juana Josefa y Domingo José de Campos y
Perozo de Cervantes. 299 Juana Josefa de Campos y Perozo de Cervantes
se casó con el Teniente de Justicia Mayor de la Villa de Altagracia Don
Juan Francisco Perozo. Es razonable suponer que Ana María Campos y
Perozo, teniendo a varios hermanos en esa población, se estableciera en
ella, quizás por años o largas temporadas, lo que explicaría la difundida
creencia que era oriunda de esa población.
Recordemos que su padre, Don Tiburcio Lorenzo de Campos, nació en
1724, siendo bautizado en la hoy catedral de la ciudad de Maracaibo, el día
17 de agosto del mismo año.
Don Tiburcio León de Campos cumplió su servicio militar hasta
llegar a obtener el grado de Capitán de Milicias de Blancos de Maracaibo
y fue, además, asignado a importantes servicios por el propio Gobernador
de la Provincia de Maracaibo Don Alonso del Río y Castro, el cual lo
asignara como interventor de la expulsión de los padres jesuitas de estas
tierras para 1767. También el Gobernador del Río y Castro le designa
como «responsable del embargo de la hacienda de Los Marañones y de
Santa Cruz, citas en las inmediaciones de Gibraltar al sur del Lago».300
Asimismo, por Real Cédula de 27 de marzo de 1767 del Rey Carlos
III de España, se ordenaba desterrar de sus dominios en América a la
orden religiosa de la «Compañía de Jesús». Fue encomendada la tarea a
Don Tiburcio de Campos por el Gobernador de la provincia, de realizar
inventarios y conscar los bienes de estos padres Jesuitas que poseían sus
hatos y casas en la zona Sur del Lago de Maracaibo, para luego expulsarlos
299 Este hecho apoya nuestras armaciones, en el sentido que los Campos y Perozo,
de Maracaibo, se fueron estableciendo en Los Puertos de Altagracia, por intereses
económicos o por el ejercicio de cargos.
300 NAGEL von JESS, Kurt. “Registro Civil de la Catedral de Maracaibo 1727-1775,
Primera Edición. Maracaibo. Consejo Municipal de Maracaibo 1980, pág. 36,
171
entre el mito y la realidad
de los dominios de España. 301
En otro documento encontramos a Don Tiburcio de Campos, bajo el
gobierno del Coronel Don Francisco de Ugarte, Gobernador Provincial
entre 1756-1758, donde constaba que este era Procurador General del
Gobernador. 302
El padre de Ana María Campos era muy rico ya que poseía tierras.
En un documento analizado, encontramos que el padre de Ana María
Campos era dueño de haciendas en los Valles de San Pedro y Santa María,
a pocos kilómetros de la ciudad de Gibraltar. 303
Sobre su vida personal, parece no era virtuosa, pues el Obispo
Mariano Martí, en su visita pastoral a la antigua Provincia de Maracaibo,
en 1774, señala: «Don Tiburcio vivía mal en adulterio con una mulata
libre en esta hacienda, y de lo cual tuvo dos hijos bastardos». Para ese
momento era casado y habían nacido todos sus hijos legítimos con
Maa de la Concepción Perozo, por lo menos los que los documentos
indican como tales. A partir de 1795 no se encuentran más datos sobre
Don Tiburcio de Campos, quien también tenía intereses económicos en
la Villa, en los registros de Altagracia, presumiéndose que murió a nales
del siglo XVIII en Maracaibo. Los servicios prestados y sus privilegios
demuestran que era muy bien visto por las autoridades españolas de la
época. 304
De su madre no se tienen muchos datos, excepto el señalado de haber
muerto en 1817, antes que Maracaibo se independizara y se adhiriera a la
causa de independencia.
301 REY FAJARDO, José. “El archivo y biblioteca del Colegio Jesuítico Maracaibo,
inventariado en la expulsión de 1767” En: Boletín de la Academia Nacional de la
Historia. Tomo LXII, Julio – septiembre de 1979. No. 247, pág. 583.
302 Rodríguez, Ramón. Ana Maa Campos, heroína de la libertad. Trabajo inédito. Los Puertos
de Altagracia. 1996, pág. 12
303 MARTÍ, Obispo Mariano “Documentos relativos en su visita pastoral de Caracas
1771-1788, Tomo I, Libro Personal, Edición 1988, págs. 181, 248.
304 Acta bautismal, iglesia El Sagrario. Disponible en internet: https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RRZ-9XL5?i=1263&cc=1951777. Fecha de
consulta: 3-11-2017.
172
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Acta de defunción de la Iglesia El Sagrario, de doña María Concepción Perozo, del 4
de abril de 1817, en la que se señala que era viuda de don Tiburcio de Campos, madre
de la auténtica Ana María Campos. Por la fecha de fallecimiento suponemos que debió
morir de avanzada edad, dados los años de nacimiento de sus hijos. Se destaca el hecho
que fue sepultada en la hoy Catedral de Maracaibo, lo que señala su prestigio social,
sin embargo, las desastrosas «restauraciones» de dicha Iglesia, hicieron que su lápida
y sepulcro, se perdieran. (Fuente: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-
9RRZ-9NBX?i=931&cc=1951777)
Con respecto al Presbítero Gregorio Luzardo, que oció su funeral,
había nacido como Gregorio Francisco María Luzardo Corso el 26 de
septiembre de 1764, hijo legítimo del Alférez Don José Antonio Luzardo
y de Doña Tomasa Corso, de familia noble 305, y falleció el 30 de mayo de
1838, un año después que Ana María Campos, ya de edad avanzada como
se desprende de las actas respectivas, quien, según Millares Carlo, a nales
del Siglo XVIII, actuaba como Capellán de la Iglesia de San Francisco (El
305 Acta de defunción, iglesia El Sagrario. Disponible en internet: https://www.
familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9RRZ-9XL5?i=1263&cc=1951777. Fecha de
consulta: 31-7-2018.
173
entre el mito y la realidad
Convento) cuando Don José Domingo Rus era Alcalde, dirigiendo luego,
por muchos años, la iglesia El Sagrario.
Consideramos que los hechos narrados por Lossada Piñeres,
un historiador respetable, grosso modo, ocurrieron en realidad, por lo
menos en sus rasgos esenciales: su apoyo a la causa patriótica, quizás
por haber visto reducidos a prisión y quizás muerte a su hermano, Don
León de Campos y a su sobrino Don Benigno; es muy probable también
que haya manifestado su descontento con el tirano Morales, y palabras
más, palabras menos, armara públicamente su desacuerdo al ejército y
gobierno de ocupación; es también posible que fuera castigada por su
proceder y fuera azotada. Hasta allí creemos que son hechos con alta
probabilidad de ser ciertos, que fueron transmitidos por la historia oral,
pero desvirtuamos las «frondosas» y «novelescas» biografías posteriores
que adornaron, exaltaron y llevaron a Ana María Campos al sitial de mito,
de ejemplo de la mujer bravía; también cuestionamos a historiadores y
cronistas que añadieron elementos fantasiosos y hasta inventaron diálogos
y situaciones para sustentar su acción: el atrevimiento de la matrona
Ana María Campos, la dama más que madura, vieja, que ya no sería tan
agraciada ni hermosa tal como fue descrita, al cuestionar al gobernante
despótico de la Provincia de Maracaibo. Lo que más nos desconcierta
es que Lossada Piñeres, un historiador serio, haya armado con tanta
precisión su fecha de nacimiento, pero recordemos que su biografía de la
Campos fue escrita más de medio siglo después de ocurridos los hechos,
mezclándose historia oral y biografía, sin utilizar técnicas de investigación
acordes para que su trabajo fuera veraz. Lossada Piñeres escribe su breve,
pero muy prolija biografía una gran cantidad de datos, muchos de los
cuales pudieron ser aclarados como ciertos en esta investigación, y otros
quizás nunca lo serán, de no aparecer fuentes primarias u otras conables
e irrefutables.
Ana María Campos y Cubillán de Fuentes: La Ana
María que nunca existió
La Ana María Campos nacida en 1796 que la historia ha exaltado
en verso y prosa no existió, a nuestro criterio. Consideramos que Lossada
Piñeres creyó mucho más atractiva la historia de una joven y bella mujer
altiva y atrevida que desaó a las autoridades realistas de la época, que al
174
Ana María Campos. Historia de una heroína:
relato de una mujer ya vieja y sin atractivos especiales, cuya actuación fue
desaante y patriótica. También puede ser que ese historiador hubiera
recibido de buena fuente información sobre la Campos a través de
tradiciones familiares y crónicas que no fueran totalmente dedignas. De
esta manera se estaba creando un mito bajo premisas falsas.
También es digno de mencionar que todos los cronistas e historiadores
que tomaron casi al pie de la letra el relato de Lossada Piñeres para sus
propias crónicas, no intentaron ahondar más sobre el personaje, siendo
Ocando Yamarte el único que llamó la atención sobre la necesidad de hacer
un estudio concienzudo y crítico del personaje.
La historia debe ser crítica y debe ser revisada para evitar el culto a los
personajes que han hecho aportes signicativos a la sociedad. Maquillar
la historia y repetirla, es un grave defecto de nuestros historiadores
venezolanos que hicieron de nuestros próceres de la independencia
guras sacrosantas y no se preocuparon por descubrir la verdad a través
del razonamiento histórico.
Es necesario, al abordar y analizar la historia de la epopeya
independentista y de sus personajes, utilizar el revisionismo histórico, es
decir, el estudio crítico de los hechos históricos y los relatos ociales, con
el n de revisarlos y eventualmente reinterpretarlos. Su uso académico se
reere a la reinterpretación de hechos históricos a la luz de nuevos datos,
o nuevos análisis más precisos o menos sesgados de datos conocidos.
El revisionismo presupone que, entre los historiadores, o el público
general, existe una forma generalmente aceptada de entender un
acontecimiento o un proceso histórico y que hay razones para ponerla
en duda. Esas razones pueden ser de distinto tipo: la puesta en valor de
nuevos documentos, el cambio deparadigma historiográco, o también
el cambio de los valores desde los que se observa el pasado.
Ese revisionismo debe aplicarse al análisis de las biografías de los
hombres y mujeres de la independencia venezolana, tan miticados y
ensalzados por historiadores y gobiernos, que los tomaron como bandera
para crear la idea perenne del valor de esta patria y de las guerras que
hicieron a Venezuela un país independiente.
Ana María Campos y Perozo fue la verdadera Ana María que se ha
miticado hasta darle características sobrenaturales.
Esta investigación no pretende ser absoluta, se deja abierta la
posibilidad para que historiadores y estudiosos persistan en la búsqueda
de nuevos datos y documentos que arrojen más luces sobre este personaje
175
entre el mito y la realidad
histórico. Para ello deben dejarse a un lado la miticación y el deseo de
mantener la leyenda a toda costa sin contrastar ni analizar la historia,
aceptándola sin sustentación ni rigurosidad.
16. GENEALOGÍAS DE LAS FAMILIAS CAMPOS Y
CUBILLÁN. ALGUNOS ASPECTOS A CONSIDERAR
Varios genealogistas han tratado la historia y familia de
los Campos y Cubillán. Eran familias de la aristocracia
de la colonia, sin lugar a dudas, según se desprende de
sus conexiones sociales, cargos públicos que ocuparon, privilegios y
posesiones económicas. Kurt Nagel von Jess, Antonio Herrera Vaillant y
Ramón Rodríguez han abordado estas genealogías. El primero, pionero
de los estudios genealógicos en el Zulia; el segundo, genealogista con
una base de datos muy importante sobre genealogía venezolana y actual
Presidente del Instituto Venezolano de Genealogía, y el tercero, acucioso
investigador de Los Puertos de Altagracia, que ha trabajado durante años
esos archivos.
Es preciso, sin embargo, hacer algunas consideraciones sobre la
genealogía. La Genealogía es una de las disciplinas del conocimiento
humano cuyos objetivos y nes son poco conocidos en su exacto alcance,
al mismo tiempo que a su alrededor existe una desinformación con
respecto a ella. «Es así como para la mayoría de las personas la genealogía
no pasa de ser otra cosa que árboles genealógicos de donde cuelgan
antepasados, las más de las veces ilustres, y que sólo sirven para halagar la
vanidad de quien se ocupa de eso». 306
La realidad genealógica es, por el contrario, una realidad cientíca
denible en sus nes, objetivos y métodos. En muchos países,
especialmente de habla inglesa como por ejemplo Australia y Nueva
Zelanda, se la estudia en escuelas secundarias y universidades como
Historia de Familia. No obstante, en su denición y sus alcances, no
han coincidido los autores que se han ocupado del tema, aunque las
diferencias en algunos casos son muy sutiles. Si bien es cierto que algunos
la consideran una ciencia auxiliar, otros consideran que la Genealogía es
306 TEJERINO CARRERAS, Ignacio Introducción a los Estudios Genealógicos.
Córdova – Argentina. Ediciones de la Junta Provincial de Historia de Córdova. 1988,
pág. 3
176
Ana María Campos. Historia de una heroína:
parte de la Historia: «todavía se sigue repitiendo por inercia un viejo error
conceptual que reside en considerar la Genealogía como una disciplina
auxiliar de la Historia, en categoría similar a la Paleografía, a la Heráldica,
a la Numismática…».307
Ese error fue denitivamente desterrado y, sin negar que exista una
signicativa colaboración mutua, lo cierto es que la Genealogía no es
sino una de las partes en que la materia histórica puede dividirse para su
estudio, como uno de los puntos de vista con que se enfoca el acontecer,
al poner el acento en la formación de los grupos sociales y principalmente
considerarse a la Genealogía como una disciplina auxiliar de la historia,
independiente, siendo que ambas se valen de métodos idénticos para las
fuentes –también comunes- sin que diera tampoco el tratamiento de
estas a la luz de la crítica externa e interna, como es obvio. 308
Asimismo, la Genealogía estudia a la familia en cuanto a la liación
e identicación de sus miembros, estableciendo parentescos y alianzas,
ubicándolos dentro de un contexto histórico y económico-social. Esto
último marca una clara distinción con respecto a los objetivos que en
la mayor parte de su historia ha tenido la Genealogía, cuyo alcance se
agotaba en el estudio de liaciones y alianzas sin el menor aporte de otro
carácter.
Los estudios genealógicos actuales deben comprender también breves
noticias biográcas de los miembros de la familia estudiada, en especial
aquellos que se relacionan con su actividad dentro de la comunidad o que
hayan tenido impacto en la sociedad en la cual se han desenvuelto.
En cuanto a la extendida creencia de que la Genealogía sólo se ocupa
de familias de cierta y determinada condición social, si bien es algo que
se ha dado en la mayoría de los países, eso no indica que así deba ser.
A la Genealogía como tal le interesa la familia, cualquiera sea el lugar
circunstancial y temporal que esta pueda ocupar.
Se pueden constatar tres fases diferentes que se suceden en los
estudios genealógicos en Venezuela. Una primera fase que corresponde
al período durante el cual España ejerce el dominio sobre lo que ahora
es este país, que se caracteriza por la utilización de la Genealogía como
apoyo a las pretensiones nobiliarias (probanzas de nobleza, de limpieza de
sangre, etc.), así como para la solicitud de cargos reservados a los hidalgos,
acceso a las órdenes religioso-militares y otros privilegios y recompensas
307 Ídem
308 Ibídem, pág. 38
177
entre el mito y la realidad
derivados del régimen jurídico de las encomiendas, aplicado a lo que
algunos autores han llamado la Hidalguía o Fuero de Indias, o Hidalguía
de Pobladuría que diera nacimiento en el Nuevo Mundo a una nueva
«aristocracia» americana. Ello llevó a la necesidad de algunos hidalgos
criollos a establecer árboles genealógicos ascendentes para acceder a
cargos especiales y resguardar su estado social.309
Con los cambios ocurridos durante el proceso independentista y la
abolición de privilegios nobiliarios y aristocráticos, la Genealogía será
utilizada en una segunda fase, durante el siglo XIX y la primera mitad
del XX, para establecer líneas ascendentes de los nuevos próceres y
personalidades sobresalientes en las contiendas de emancipación del
poder de la Metrópoli, «dando inicio al estudio de la historia de las familias,
en las que se resaltan las virtudes de los más prominentes hombres para ir
creando una conciencia de una nueva identidad nacional». 310
Según de la Gloubaye, durante estas dos primeras fases de la
genealogía en Venezuela, predomina una neta tendencia casi exclusiva
hacia el estudio de las familias de la élite que compartió el poder
socioeconómico, incluyendo paulatinamente nuevas familias de
inmigrantes, particularmente de origen europeo, que se fueron integrando
por matrimonio con las familias de la élite tradicional, especialmente en
Caracas y demás puertos de Venezuela, o centros de producción, que en
denitiva forman los ascendientes de la actual alta sociedad venezolana.
Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, la Genealogía venezolana
va a evolucionar hacia otros estratos cada vez mayores del espectro social,
«a través de monografías familiares, de obras de dimensión regional, que
incluyen una gama mayor de familias, y algunas relativas a poblaciones
descuidadas por las generaciones anteriores de genealogistas».311
También deben considerarse para la cienticidad de los estudios
genealógicos, la cita de fuentes primarias que determinen la veracidad de la
información señalada. No hacerlo provoca dudas y también inexactitudes
que se evidencian en el hecho que muchos trabajos genealógicos son
citados en nuevos libros y publicaciones. Estas fuentes secundarias pueden
estar llenas de inexactitudes, las cuales son reproducidas de manera
alarmante por otros estudiosos de estos temas. En ese sentido, entonces, es
preciso citar las fuentes primarias y las secundarias (libros sobre familias,
309 DE LA GLOUBAYE DE MENORVAL, Ives. Evolución de los Estudios Genealógicos
en Venezuela. Caracas. Instituto Venezolano de Genealogía, pág. 2
310 Ibídem, pág. 3
311 Ibídem, pág. 14
178
Ana María Campos. Historia de una heroína:
genealogías etc.) y contrastarlas con la realidad documental. Sólo de esta
manera, que implica un actuar cientíco, le daremos certeza y a la vez
realce a esta disciplina.
Presentamos estas genealogías de las familias Campos y Cubillán.
No hemos cambiado nada de ellas en cuanto al formato que los
autores presentan (reglas para identicar a los individuos, mayúsculas,
tratamiento de los personajes etc.), sólo haremos algunas acotaciones y
aclaraciones con notas a pie de página.
Si bien es cierto que las familias Campos y Cubillán eran de las más
ricas y aristocráticas de la colonia, en Maracaibo, también parece que a
partir del siglo XIX descienden de nivel social y económico y seguro se
mezclaron con gentes de estratos más bajos. Es una pena que no hayamos
podido encontrar datos de las ramas recientes de tales familias; también
es cierto que muchos genealogistas no se preocupan por ahondar más
en las familias que se mimetizaron con los estratos bajos de la población,
reseñando solo a estas cuando tuvieron poder económico.
16.1. GENEALOGÍA DE LOS CAMPOS Y CUBILLÁN:
POR KURT NAGEL VON JESS
(NAGEL von JESS, Kurt (1998) “Breve reseña histórico-genealógica del poder
económico-político de algunas familias maracaiberas. Tesis de Maestría
en Historia. Facultad de Humanidades y Educación. Universidad del Zulia.
Maracaibo. 1998. Pág. 110)
CAMPOS
El origen de este apellido es diverso así como el de sus armas. Sin
embargo, es opinión general que procede de una comarca conocida en la
antigüedad como Campi-Gotorum (Campo de Godos), y que después fue
conocida como Tierra de Campos, por lo tanto, castellano, perteneciente
a las Provincias de Palencia, León y Valladolid. Otros dicen que es
originario de Corral de Almaguer en Toledo. Para otros es originario de
Corella en Navarra.
Este linaje probó repetidas veces su nobleza en la Sala de Hijosdalgo
de la Real Chancillería de Valladolid. Miembros de este linaje se unieron
a los del linaje de PINEDA y formaron una tercera rama, constituyéndose
179
entre el mito y la realidad
en Condes de Castillejo, Señores del Mayorazgo de la segunda rama de
su apellido en Loja y cuyos más importantes representantes fueron María
Antonia, José María, Miguel, Rafael, Gabriel y Joaquín de Campos y
Pineda, quienes vivieron alrededor de 1738.
Descendientes de esta rama se encontraban ya en Maracaibo a nes
del Siglo XVII y principios del Siglo XVIII; y a pesar de que se radicaron
en Los Puertos de Altagracia, donde tenían casas veraniegas, puede
decirse que eran oriundos de Maracaibo.
Sus armas originales son: en campo de gules, un león rampante de
oro. Los de Guernica traen: en campo de sinople, un aspa de oro. Otros
de las Vascongadas traen: en campo de oro, un aspa de azur, acompañada
de cuatro rosas de gules. Los de Toledo traen: escudo jaquelado de oro y
gules. Otros de Toledo traen: escudo ajedrezado de gules y de oro, ocho
de cada uno. Los de Sevilla y de Maracaibo traen: en campo de plata,
cinco cabezas de moro al natural, puestas en aspas. Los Marqueses de
Loja traen: en campo de oro, un árbol terrasado de sinople, y dos zorras
de su color natural, andante la primera y contornada al pie del tronco la
segunda. Los de Navarra traen: escudo partido: en el primero de gules,
un león rampante de oro; en el segundo de oro, una cruz de gules. Su
genealogía en Maracaibo es como sigue:
I. Sancho Antolinez, el de los Campos de los Santos, Caballero
de Alfonso V de León, Embajador ante la Corte de Muza Alí
Maimón, quien en camino a su embajada mató cinco moros
cerca de los Llanos de Marbel, a doce leguas de Burgos, casado
en la merindad de Burela, Montañas de Burgos, con Alfonsa
González, fueron los padres de:
A. Sancho de Campos y González que sigue al II.
B. Pedro de Campos y González.
C. NN. de Campos y González. 312
II. Sancho de Campos y González, fue el padre de:
A. Juan de Campos que sigue al III.
III. Juan de Campos, quien el 1.6.1417 litigó su hidalguía por ante la
Real Chancillería de Valladolid, fue el padre de:
A. NN. de Campos que sigue al IV.
IV. NN. de Campos, fue el padre de:
A. Pedro de Campos que sigue al V. 313
312 NN se reere a nombre desconocido
313 Como genealogista procuro no utilizar o hacer uso excesivo de la denominación
NN, por considerar que resta autenticidad y certeza a las familias estudiadas.
180
Ana María Campos. Historia de una heroína:
V. Pedro de Campos, quien en 1548 vuelve a litigar su hidalguía,
probando sin lugar a dudas que desciende de Juan de Campos,
su abuelo, y obtuvo la ejecutoria el 13.6.1548, casado en Sevilla
con Da. Inés de Portocarrero, fueron los padres de: 3143
A. Alfonso de Campos y Portocarrero que sigue al VI.
VI. Alfonso de Campos y Portocarrero, casada con Da. Elvira de
Castro fueron los padres de:
A. Marcos de Campos y Castro que sigue al VII.
VII. Marcos de Campos y Castro, casada con Da. María de Ribera,
fueron los padres de:
A. Juan Pablo de Campos y Ribera que sigue al VIII.
VIII. Juan Pablo de Campos y Ribera, casada con Marina María de
Balcarcel, fueron los padres de:
A. Gregorio Francisco de Campos y Balcarcel que sigue al
IX.-
IX. Gregorio Francisco de Campos y Balcarcel, casado en Sevilla con
Ana de Pineda y Toledo, h.l. de D. Luis de Pineda y Ponce y de
Da. Luisa de Toledo, nieta de D. Agustín de Pineda y Castro
y de Da. María de Ponce, bisnieta de D. Leonardo de Pineda y de
Da. Beatriz de Castro, fueron los padres de:
A. Cptn. D. Juan Ignacio de Campos y Pineda que sigue al X.
X. Cptn. D. Juan Ignacio de Campos y Pineda, *en Sevilla,315 fue el
primero de su estirpe que llegó a Maracaibo, casado en
Maracaibo con Isabel Antúnez Pacheco y Morales Chacín, h.l.
de D. Juan Laureano de Antúnez Pacheco, *en Carmona, y de
Da. Juana Maa Morales Chacín, *en Maracaibo, fueron los
padres de:
A. Mtr. de Camp. Tiburcio Lorenzo de Campos y Antúnez
Pacheco que sigue al XI/1º.
B. Cnl. Andrés José de Campos y Antúnez Pacheco que
sigue al XI/2º.
C. María Josefa de Campos y Antúnez Pacheco, *el 5.3.1729
en Maracaibo.
D. Ana María de Campos y Antúnez Pacheco, casada el
29.10.1753 en Maracaibo, con su primo hermano D.
Nicolás José Antúnez Pacheco y de la Cruz y Velasco, h.l.
314 Es una pena que el autor no mencione la fuente documental de la Ejecutoria de
Hidalguía, a los nes investigativos.
315 El asterisco indica nacido
181
entre el mito y la realidad
de D. Antonio Antúnez Pacheco y Morales Chacín y de
Da. Felipa Josefa de la Cruz y Velasco, ascendientes de
los Campos y Antúnez Pacheco, Antúnez Pacheco y
Campos, Lossada y Antúnez, Lossada y Celis, Lossada y
Piñeres, Lossada Díaz, von Jess Lossada, Nagel von Jess,
Nagel Beck y otros.
E. Pedro José de Campos y Antúnez Pacheco, que sigue al
XI/3º.
F. José Gregorio Francisco de Campos y Antúnez Pacheco,
Obispo de Santa Fe de Bogotá y de La Paz en el Alto
Perú.316 317
G. María Candelaria de Campos y Antúnez Pacheco, casada
en Maracaibo con D. José Romualdo Jiménez Cedeño de
Cisneros y Hernández de Cuenca, h.l. del Alf. D. José
Jiménez Cedeño de Cisneros y Chávez y de Da. María
Hernández de Cuenca y Peniche, con descendencia.
XI/1º. -Mtre. de Camp. Tiburcio Lorenzo de Campos y Antúnez
Pacheco, *el 11.8.1724 en Maracaibo, Procurador General de
Maracaibo, en 1754, Alcalde Ordinario en 1757, casado con Da.
María de la Concepción Perozo de Cervantes, fueron los padres
de:
A. Isabel María de Campos y Perozo de Cervantes, * el
7.1.1751 en Maracaibo.
B. José Cayetano de Campos y Perozo de Cervantes, * el
7.8.1752 en Maracaibo.
C. Francisco Eugenio de Campos y Perozo de Cervantes, *
el 16.11.1754 en Maracaibo.
D. León Francisco de Campos y Perozo de Cervantes, * el
13.4.1756 en Maracaibo.
E. Felipe Nicolás de Campos y Perozo de Cervantes, * el
30.5.1758 en Maracaibo.
F. Juana Josefa Romualda de la Cruz de Campos y Perozo
316 José Gregorio de Campos fue Deán de Sata Fe y Obispo de La Paz, pero nació antes
de 1719, y no creemos que Nagel haya encontrado su acta bautismal por no existir, para
la fecha, archivos eclesiásticos en Maracaibo, toda vez que estos se habían extraviado
o destruido, además tampoco cita la fuente para colocar a este Obispo en esa parte de
la genealogía de los Campos. La biografía de este personaje ya se reseñó en páginas
precedentes.
317 Véase de Odriozola, Manuel. Documentos literarios del Perú. Tomo Tercero. 1872.
Imprenta del Estado, pág. 558
182
Ana María Campos. Historia de una heroína:
de Cervantes, *el 8.2.1762 en Maracaibo.
G. Petronila Clemencia de Campos y Perozo de Cervantes, *
el 22.5.1763 en Maracaibo.
H. Domingo José de Campos y Perozo de Cervantes que
sigue al XII/1º.
I. Francisco José de las Llagas de Campos y Perozo de
Cervantes, * el 17.9.1766 en Maracaibo.
J. Juan Ignacio Manuel de Campos y Perozo de Cervantes,
* el 23.12.1768 en Maracaibo.
K. Mons. Antonio María de Campos y Perozo de cervantes,
famoso Arzobispo de Quito (Ecuador). 318
L. Benigno de Campos y Perozo de Cervantes que sigue al
XII/2º.
XI/2º. -Cnl. Andrés José de Campos y Antúnez Pacheco, * el 30.11.1726
en Maracaibo, Coronel en el Regimiento de Caballería de
Dragones de la Provincia de Pasajes en la Real Audiencia de
Charcas, según consta en el expediente de servicio que se
conserva en la Biblioteca Nacional de Bogotá en información de
1769, quien con María del Carmen Rojas, fueron los padres de:
A. Mariano de Campos y Rojas, * en Nuestra Señora de la
Paz, el 8.10.1777, quien luego ingresó en el Real
Seminario de Nobles de Vergara en Guipúzcoa el
23.8.1791 y egresó el 20.7.1793.
XI/3º. Pedro José de Campos y Antúnez Pacheco, casado con Da.
Agustina Rosalía de Vera y Sánchez de Agreda, viuda
posiblemente de D. Cristóbal Silvestre Cubillán de Fuentes y
Grimaldi
319, fueron los padres de:
A. Maa Josefa de la Soledad de Campos y Vera, * el
28.8.1743 en Maracaibo.
B. José Antonio de Campos y Vera, * el 10.8.1745 en
Maracaibo.
C. Fr. Gregorio Francisco de Campos y Vera, * el 18.9.1747
en Maracaibo, habiendo sido su madrina Da. Ana María
de Campos y Antúnez Pacheco.
XII/1º. Domingo José de Campos y Perozo de Cervantes, * el 31.8.1765
318 No existe evidencia sobre la existencia de este Arzobispo en Quito. Esto se señaló
con anterioridad en este trabajo.
319 Según Antonio Herrera-Vaillant, no era Grimaldi el apellido, sino Giraldo, con lo
que estamos de acuerdo.
183
entre el mito y la realidad
en Maracaibo, casado en Maracaibo con Da. María Ana Cubillán
de Fuentes y Vera, h.l. posiblemente de D. Cristóbal Silvestre
Cubillán de Fuentes y Grimaldi y de Da. Agustina Rosalía de
Vera, fueron los padres de:
A. Benigno Álvaro Conrado de Campos y Cubillán de
Fuentes, *el 20.2.1790 en Maracaibo.
B. Juan Evangelista o Juan Esteban de Campos y Cubillán
de Fuentes que sigue al XIII/1º.
C. José Félix María de Campos y Cubillán de Fuentes, *el
21.2.1794 en Maracaibo.
D. (?) José Francisco Domingo de Campos y (?) Cubillán de
Fuentes que sigue al XIII/2º.
E. Ana María de Campos y Cubillán de Fuentes, *el
2.4.1796 en Los Puertos de Altagracia, falleció en 1828
en Los Puertos de Altagracia, ahogada cuando se
bañaba en la playa frente a su casa que quedaba en el lado
oeste de laPlaza Mayor, posiblemente víctima de un
ataque de epilepsia, famosa heroína independentista muy
querida de los puerteros.
F. Fernando Agustín de Campos y Cubillán de Fuentes, * el
28.8.1799 en Maracaibo.
G. Luis de Campos y Cubillán de Fuentes
H. Dr. León de Campos y Cubillán de Fuentes, prócer de la
Independencia y uno de los partícipes en el complot de la
famosa Escuela de Cristo.320
XII/2º. Benigno de Campos y Perozo de Cervantes, fue el padre de: 321
A. José Antonio de Campos, quien el 12.9.1888 hace una
aclaratoria en El Posta del Comercio en relación a su
prima Ana María de Campos y Cubillán de Fuentes. 322 323
320 El error es notorio, Domingo de Campos era tío de la inexistente Ana María
Campos, pero en realidad hermano de la auténtica heroína, hecho sucientemente
explicado.
321 El autor duda de la existencia de este Campos, toda vez que no existe evidencia
documental, señalado en este trabajo.
322 Sobre esta aclaratoria en El Posta del Comercio, se ha dedicado suciente
información al respecto en este trabajo.
323 Entre los hijos de Domingo de Campos faltó uno sin nombre fallecido el 18 de
mayo de 1796, un mes después del nacimiento de la supuesta Ana María Campos
histórica. Véase: https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GRRZ-
9GPF?i=66&cc=1951777. Fecha de consulta: 6-12-2017.
184
Ana María Campos. Historia de una heroína:
XIII/1º. Juan Evangelista o Juan Esteban de Campos y Cubillán de
Fuentes, el 26.12.1792 en Maracaibo, casado el 28.8.1815 en
Maracaibo con Da. Maa de Jesús Baptista y Faría, h.l. de D.
Gerónimo de Baptista y de Da. María Ana Faría, fueron los
padres de:
A. Teresa de Jesús de Campos y Baptista, * el 28.8.1818 en
Maracaibo, casado el 29.12.1838 en Maracaibo con
Carlos Dáger O´Brien, * en Irlanda, h.l. de Andrew
Dager o Dragert y de Ann Catherine O´Brien.
XIII/2º. José Francisco Domingo de Campos y (?) Cubillán de Fuentes,
* el 14.5.1792 en Maracaibo, casado el 28.8.1815 en Maracaibo
con Da. Francisca María Faría, fueron los padres de:
A. José Zacarías de Campos y Faria, * el 5.11.1823 en
Maracaibo.
CUBILLÁN
1º/I.- Cristóbal Silvestre Cubillán de Fuentes, bisabuelo de la heroína
altagraciana Ana María Campos, casado con María Candelaria
de Grimaldi, fueron los padres de:
A.- Cristóbal Silvestre Cubillán de Fuentes y Grimaldi que
sigue al 1º/II.
1º/II.- Cristóbal Silvestre Cubillán de Fuentes y Grimaldi, abuelo de
Ana María Campos, *en La Habana, casado el 24.2.1752 en
Maracaibo, con Agustina Rosalía de Vera y (?) Sánchez de
Agreda, viuda de D. Fernando Menacho, fueron los padres de:
a. Francisco Javier Cubillán de Fuentes y Vera, *el 8.12.1754
en Maracaibo.
b. Juan José Cubillán de Fuentes y Vera, *el 12.3.1758 en
Maracaibo.
c. Maa del Rosario Cubillán de Fuentes y Vera, *el
12.10.1764 en Maracaibo.
d. María Josefa de la Candelaria Cubillán de Fuentes y Vera,
*el 2.11.1766 en Maracaibo.
e. María Ana María del Rosario Cubillán de Fuentes y
(?) Vera, casada con D. Domingo José de Campos y
185
entre el mito y la realidad
Perozo de Cervantes, h.1. de D. Tiburcio Lorenzo
Campos y Antúnez Pacheco y de Da. María de la
Concepción Perozo de Cervantes, padres de la heroína
altagraciana Ana María de Campos y Cubillán de Fuentes.
16.2. GENEALOGÍA DE LOS CAMPOS Y CUBILLÁN POR
ANTONIO HERRERA-VAILLANT
(Información genealógica no publicada de la base de datos del Doctor Antonio
Herrera-Vaillant, Presidente del Instituto Venezolano de Genealogía.)
CAMPOS
Procedente de noble estirpe sevillana descendiente de Pedro del
CAMPO, que obtuvo Ejecutoría de Hidalguía en la Real Cancillería de
Valladolid en 1548, se asentó en la ciudad de Maracaibo esta familia a
comienzos del siglo XVIII.
Sus Armas, certicadas a esta familia por Don Francisco José de la
Rúa y Astorga, son: «En campo de plata, cinco cabezas de moro, puestas
en sotuer». Por los PINEDA traen un
escudo cuartelado: «En primero y último, en campo de oro, un pino
verde; y segundo y tercero, en campo de gules, cruz oreteada de plata;
con orla de plata con ocho cabezas de lobos de gules».
Don Alonso de CAMPOS, casado con Doña Elvira de CASTRO,
fueron padres de:
Don Marcos de CAMPOS y CASTRO, nacido en Sevilla en 1601,
casado con Doña María RIVERA, nacida en Sevilla en 1600, hija de Don
Sebastián RIVERA, y de Doña Inés de ESPINOSA. Fueron padres de:
Don Juan Pablo de CAMPOS y RIVERA, nacido en Sevilla en 1631
y casado allí con Doña Marina María VALCARCEL y TORRES, nacida
en 1631, hija de Don Juan VALCARCEL y de Doña Leonor de TORRES.
Fueron padres de:
Don Gregorio Francisco de CAMPOS y ORBANEJA (?),nacido
en Sevilla en 1650 y casado en esa ciudad con Doña Ana de PINEDA y
FLORES TOLEDO, nacida en 1658, hija de Don Luis de PINEDA y de
Doña Luisa de TOLEDO. Fueron padres de:
El Capitán Don Juan Ignacio de CAMPOS y PINEDA, nacido en
Sevilla en 1681, que fue recibido como noble en la villa de Puebla (1700).
186
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Casó en Maracaibo con Doña Isabel ANTÚNEZ PACHECO, nacida
en esta última ciudad en 1720, hija de Don Juan Laureano ANTÚNEZ
PACHECO, natural de Carmona, y de Doña Juana María de MORALES,
natural esta última de Maracaibo. Fueron padres de: Doña María Josefa,
nacida en Maracaibo el 05/03/1729; y de:
1. Doña Ana María de CAMPOS y ANTÚNEZ PACHECO,
casada en Maracaibo el 29/10/1753 con su primo hermano, Don
Nicolás José ANTÚNEZ PACHECO y de la CRUZ, bautizado en
Maracaibo el 19/09/1725, Capitán de Caballería y cofundador
de San Carlos del Zulia, que heredó el Mayorazgo de sus tíos,
fallecido el 02/07/1786, por lo que lo heredó su hija, hijo de Don
Antonio ANTÚNEZ PACHECO y MORALES, y de Doña Felipa
Josefa de la CRUZ y VELASCO.
2. Don Gregorio Francisco de CAMPOS y ANTÚNEZ PACHECO,
que fue Deán de la Catedral de Santafé de Bogotá, y Arzobispo de
La Paz, capital de la actual República de Bolivia (1764).
3. Don Andrés José de CAMPOS y ANTÚNEZ PACHECO,
bautizado en Maracaibo el 30/11/1726, Coronel del Regimiento
de Caballería de Dragones de la provincia de Pacajes, en la Real
Audiencia de Charcas, Alcalde de primer voto de La Paz, según
consta en expediente de servicios é hidalguía que se conserva en la
Biblioteca Nacional de Bogotá, en información de 1769. Contrajo
matrimonio en La Paz (Bolivia) con Doña María del Carmen de
ROJAS y FORONDA, nacida en La Paz en 1760, hija del Teniente
Coronel Don Ramón de ROJAS y ORUETA, y de Doña Manuela
de FORONDA y BULUGUA. Fueron padres de:
a. Don Mariano de CAMPOS y ROJAS, nacido en la ciudad
de Nuestra Señora de La Paz el 08/10/1777, que ingresó
en el Real Seminario de Nobles de Vergara, en Guipúzcoa,
el 23/08/1791 y egresó el 20/07/1793, sentando plaza de
Guardia Marina el 26/06/1793 (Exp. 2660).
4. El Maestre de Campo Don Tiburcio Lorenzo de CAMPOS y
ANTÚNEZ PACHECO, nacido en Maracaibo el 11/08/1724, y
bautizado allí el 17 de ese mes, Procurador General de la ciudad
en 1754, Alcalde ordinario en 1757. Casó con Doña María de
la Concepción PEROZO DE CERVANTES. Fueron padres de:
Doña Isabel María, nacida el 07/02/1751; Don José Cayetano,
nacido el 07/08/1752; Don Francisco Eugenio, nacido el
187
entre el mito y la realidad
16/11/1754, Colegial de San Bartolomé en Bogotá con pruebas el
09/08/1776; Don León Francisco, nacido el 13/04/1756, Colegial
de San Bartolomé en Bogotá, con pruebas en 1776, abogado de
la Audiencia del Distrito de Maracaibo en 1801; Doña Petronila
Clemencia, nacida el 22/05/1763; Don Francisco José de las
Llagas, nacido el 17/09/1766; Don Juan Ignacio Manuel, nacido
el 23/12/1768; y:
a. Doña Juana Josefa Romualda de la Cruz de CAMPOS
y PEROZO DE CERVANTES, nacida en Maracaibo el
08/02/1762, y casada hacia 1790 con el Capitán de Milicias
Don Juan Francisco de PEROZO.
b. Don Domingo José de CAMPOS y PEROZO DE
CERVANTES, nacido en Maracaibo el 31/08/1765,
Administrador de la Real Hacienda de los Puertos de
Altagracia. Casó con Doña María Ana CUBILAN DE
FUENTES, hija de Don Cristóbal Silvestre CUBILAN DE
FUENTES y GRIMALDI, natural de La Habana, en la isla
de Cuba, y de Doña Agustina ROSALDO DE VERA. Casó
de nuevo en los Puertos de Altagracia el 28/11/1818 con
Doña Francisca María FARÍA y OLIVARES, hija de Don
Francisco Melchor FARIA, y de Doña María Francisca de
OLIVARES. 324 Del primer enlace tuvo a:
i. Don Benigno Álvaro de CAMPOS y CUBILAN
DE FUENTES, nacido el 20/02/1790.
ii. Don José Francisco de CAMPOS y CUBILAN DE
FUENTES.
iii. Don Félix de CAMPOS y CUBILAN DE
FUENTES.
iv. Don Fernando Agustín de CAMPOS y CUBILAN
DE FUENTES, nacido el 28/08/1799.
v. Doña Ana María de CAMPOS y CUBILAN DE
FUENTES, célebre heroína de la Independencia,
nacida en los Puertos de Altagracia el 02104/1796
y fallecida allí en 1828.
vi. Don Juan Evangelista de CAMPOS y CUBILAN
DE FUENTES, nacido en Maracaibo el
324 Al igual que Nagel, Herrara no menciona Ana María Campos y Perozo de Cervantes,
la, a nuestro parecer, verdadera heroína
188
Ana María Campos. Historia de una heroína:
26/12/1792 y casado allí el 28/08/18 15 con Doña
Maa de Jesús BAPTISTA y FARIA, hija de Don
Gerónimo BAPTISTA y DEUSAUT, oriundo de
Burdeos (Francia), y de Doña Maa Ana FARIA
y XIMENEZ, vecina de los Puertos de Altagracia.
c. Don Felipe Nicolás de CAMPOS y PEROZO, nacido el
30/05/1758, Colegial de San Bartolomé en Bogotá, con
pruebas en 1776; casó en los Puertos de Altagracia el
01/07/1789 con Doña María Josefa Ciríaca de OBERTO.
5. Don Pedro José de CAMPOS y ANTÚNEZ, casado con Doña
Agustina Rosalía de VERA y ACOSTA, bautizada en Maracaibo
el 07/09/1727, hija de Don Juan Lázaro de VERA y FERNÁNDEZ
DE MEDINA, natural de La Laguna, en la isla de Tenerife, y de
Doña Juana Catalina de ACOSTA, natural de Maracaibo. Fueron
padres de:
a. Don José Antonio de CAMPOS y VERA, nacido en
Maracaibo el 10/08/1745, que fue Colegial de Nuestra
Señora del Rosario en Santafé de Bogotá en 1758.
b. Don Gregorio Francisco de CAMPOS y VERA, Colegial
del Rosario en Santafé de Bogotá.
CUBILLÁN
1. Cristóbal Santiago CUBILLÁN, casado hacia 1660 con Francisca
GONZÁLEZ DE ACUÑA, vecinos de Maracaibo, fueron los padres de:
Don Cristóbal Silvestre CUBILAN, natural de Maracaibo, casó en la
parroquia del Espíritu Santo de La Habana el 26/12/1715, con Doña María
Candelaria GIRALDO, hija de Nicolás GIRALDO y de Doña Magdalena
MÉNDEZ. Fueron los padres de:
1.1. Don Cristóbal Silvestre CUBILAN y GIRALDO (No es
Grimaldi”)325, natural de La Habana, en la isla de Cuba, casó en la
parroquia Mayor de Maracaibo el 24/02/1752 con Doña Agustina
ROSALDO DE VERA, viuda de Fernando MENACHO. Fueron
padres de:
1.1.1. Fray Francisco Xavier Cubillán y Vera, nacido en
325 Corresponde a una nota del propio autor Herrera-Vaillant
189
entre el mito y la realidad
Maracaibo el 08/12/1754, franciscano, que otorgó testamento
en Maracaibo el 17/01/1808.
1.1.2. Juan José CUBILAN y VERA, nacido en Maracaibo
el 12/03/1758 (padre de Doña Candelaria, Doña Agustina,
Doña María de la Merced, Doña Paula, Doña María de la
Chiquinquirá, Doña Asunción, Don Francisco Xavier y Don
José Maa CUBILAN, sobrinos del fraile).
1.1.3. Maa del Rosario CUBILAN y VERA, nacida en
Maracaibo el 12/10/1764.
1.1.4. Maa Josefa CUBILAN y VERA, nacida en Maracaibo
el 02/11/1766.
1.1.5. Maa Ana CUBILAN y VERA, casada con Don
Domingo José de CAMPOS y PEROZO DE CERVANTES,
hijo de Don Tiburcio Lorenzo de CAMPOS y de doña María
de la Concepción PEROZO DE CERVANTES. De este enlace
nació la heroína Doña Ana María de CAMPOS y CUBILAN
DE FUENTES.326
16.3. GENEALOGÍA DE LOS CAMPOS Y CUBILLÁN POR
RAMÓN RODRÍGUEZ
(Ascendencia y Genealogía de Ana María Campos (Trabajo inédito no
publicado). 1996.)
GENEALOGÍA DE ANA MARÍA CAMPOS
El apellido es diverso así como el de sus armas. Sin embargo, es
opinión general que procede de una comarca conocida en la antigüedad
como Campi-Gotorum (Campo de Godos), y que después fue conocida
como Tierra de Campos, por lo tanto, castellano, perteneciente a las
Provincias de Palencia, León y Valladolid. Otros dicen que es originario
de Corral de Almaguer en Toledo. Para otros es originario de Corella en
Navarra.
Este linaje probó repetidas veces su nobleza en la Sala de Hijosdalgos
de la Real Chancillería de Valladolid. Miembros de este linaje se unieron
a los del linaje de Pineda y formaron una tercera rama, constituyéndose
326 Consideramos esta genealogía sobre los Cubillán muy prolija en datos y más
dedigna, toda vez que Herrera ha investigado minuciosamente genealogías cubanas y
venezolanas.
190
Ana María Campos. Historia de una heroína:
en Condes de Castillejo, Señores del Mayorazgo de la segunda rama de
su apellido en Loja y cuyos más importantes representantes fueron María
Antonia, José María, Miguel, Rafael, Gabriel y Joaquín de Campos y
Pineda, quienes vivieron alrededor de 1738.
Descendientes de esta rama se encontraban ya en Maracaibo a nes
del Siglo XVII y principios del Siglo XVIII; y a pesar de que se radicaron
en Los Puertos de Altagracia, donde tenían casas veraniegas, puede
decirse que eran oriundos de Maracaibo.327
Sus armas originales son: en campo de gules, un león rampante de
oro. Los de Guernica traen: en campo de sinople, un aspa de oro.- Otros
de las Vascongadas traen: en campo de oro, un aspa de azur, acompañada
de cuatro rosas de gules. Los de Toledo traen: escudo jaquelado de oro y
gules.-Otros de Toledo traen: escudo ajedrezado de gules y de oro, ocho
de cada uno. Los de Sevilla y de Maracaibo traen: en campo de plata,
cinco cabezas de moro al natural, puestas en aspas. Los Marqueses de
Loja traen: en campo de oro, un árbol terrasado de sinople, y dos zorras
de su color natural, andante la primera y contornada al pie del tronco la
segunda. Los de Navarra traen: escudo partido: en el primero de gules, un
león rampante de oro; en el segundo de oro, una cruz de gules.
En cuanto a los Cubillán de Fuentes, deriva o proviene de Cubillas o
Cubillán que es santanderano, con casas en la merindad de Trasmiera, en
el lugar de Toranzo, en el Concejo de la Vega de Liévana, partido judicial
de Villacarriedo y en el del Concejo de Bárcena de Cicero y partido judicial
de Santoña. Otros provienen de Asturias, en el Concejo de Colunga.
En Maracaibo usaron el Cubillán unido al de Fuentes que es para
algunos de origen francés. Otros dicen que procede de un primitivo solar
que estuvo situado en las montañas de Sobrarbe. Según otros, desciende
de dos hermanos que pelearon con el rey D. Pelayo en la toma de Oviedo
y León. Todos los Fuentes, Fuente o de la Fuente tienen quizás el mismo
origen. Se difundió por Asturias, León, Castilla, las Vascongadas, Aragón,
Valencia y Andalucía.
Las armas de los Cubillán son: en campo de plata azulada que es color
de cielo, una torre de piedra sobre ondas, y por encima del homenaje una
cruz saliente de gules; al lado derecho de la torre, un hombre en pie que
tiene un perro de una traílla, el perro de sable con remiendos de plata; por
el otro lado de la torre, una encina de sinople.
327 Cita textualmente el trabajo de Nagel von Jess.
191
entre el mito y la realidad
Las armas primitivas de los Fuentes son: en campo de azur, cinco
ores de lis de oro puestas en sotuer.
En Maracaibo se tienen noticias de varias personas que posiblemente
fueran hermanos y procedían de La Habana.
Del apellido Pineda, podemos decir que es castellano de Salamanca,
donde caballeros de este apellido fueron regidores perpetuos. Según algunos,
proviene de la época romana, descendiente de un tal Lucio Pinario, quien se
halló en la Segunda Guerra Púnica y se destacó en Sicilia. Descendientes de
este linaje se radicaron en España donde su nombre se corrompió en Pineros
y luego en Pineda. Se establecieron en Andalucía y en Castilla (Salamanca).
Entre ellos se destacaron D. Luis Esteban de Pineda y Matienzo, Caballero de
Calatrava, creado Conde de Pineda el 8.3.1693 y D. Pedro de Pineda Salinas
Ponce de León y Ximénez de Enciso, Conde de Villapineda, el 25.4.1738.-
En Maracaibo hubo varias ramas diversas.
Sus armas son: en campo de oro, un árbol (pino) de sinople, con dos
lobos de sable pasantes al pie del tronco; bordura de gules con ocho aspas
de oro. Los Campos y Pineda de Maracaibo traen: escudo cuartelado;
en el primero y en el cuarto, en campo de oro, un pino de sinople; en
el segundo y en el tercero, en campo de gules, cruz oreteada de plata;
orla de plata con ocho cabezas de lobo de gules; siendo el pino las armas
primitivas en alusión a la familia y la cruz, agregada posteriormente por
haber participado miembros de ella en la Batalla de las Navas de Tolosa,
representando la orla hazañas militares en las que miembros de ella han
participado.
La Familia Antúnez y Pacheco
Dentro de la familia y la descendencia que tuvo la heroína altagraciana
Ana María Campos, guran en línea paterna Doña Isabel Maa de
Antúnez y Pacheco, esposa del Capt. Don Juan Ignacio de Campos y
Pineda, sus bisabuelos.
Esta familia fue durante el siglo XVIII una do las más acaudaladas
y ricas de la época, siendo dueños de varias extensiones de tierras en las
zonas productoras de cacao en el sur del Lago de Maracaibo, cercanas a la
población de San Antonio de Gibraltar.
Los Antúnez y Pacheco son originarios de Portugal. Este es un
apellido doble formado por dos linajes diferentes que constituyen una de
192
Ana María Campos. Historia de una heroína:
las familias más antiguas de Maracaibo.
Los Antúnez son de origen portugués y quienes pasaron después a
España. Familias de este tronco se radicaron en la Villa de Peñamayor,
partido judicial de Becerra, provincia de Lugo; también en la Villa de
Medellín, partido judicial de Don Benito, provincia de Badajoz, e
igualmente en Madrid. Los Pacheco son también de origen portugués,
apellido muy antiguo y muy noble, descendiente posiblemente de un
famoso General de nombre Vivió Pacheco, cuyos descendientes pasaron
a España.
Por una Cédula Real que tenemos a la vista,328 rmada por Don
Carlos IV en Madrid a 16 de diciembre de 1789, donde aprueba y
conrma la fundación del vínculo y Mayorazgo creado por el Doctor Don
Pedro Joseph Antúnez Pacheco, Vicario, Juez Eclesiástico y de Diezmos,
Examinador Sinodal de este Obispado, Subdelegado de la Santa Cruzada,
aparece en comprobación de lo que decimos: “la distinción de las familias
Antúnez y Campos, de donde procede la actual poseedora Doña Josefa
Nicolasa Antúnez Pacheco, legítima esposa y conjunta persona de
Don Fernando Lossada y Noboa, Alcalde Mayor de esta ciudad de San
Sebastián, quienes por ambas líneas son de ilustre y antigua nobleza y
todos sus ascendientes han prestado buenos servicios a la Corona en
empleos políticos y militares. De esta familia viene Doña Ana María
Campos y son también sus ascendientes Isabel María Antúnez Pacheco,
mujer legítima del capitán de caballería Don Juan Ignacio de Campos y
Pineda, el Maestro de campos, Don Tiburcio Lorenzo de Campos, Don
Pedro de Campos, Don José de Campos y Doña María Candelaria de
Campos legítima esposa de Don José Cedeño Jiménez de Cisneros.
El apellido compuesto Antúnez y Pacheco, ya se armó que perteneció
a una de las familias más acaudaladas y notorias de la provincia de
Maracaibo en aquella época de los siglos XVIII y XIX, y que poseyeron
tierras y plantaciones en el sur del Lago. Esta armación queda evidenciada
en el hecho de que para 1730, un miembro de esta estirpe, Don Juan
Francisco Antúnez Pacheco y Morales, era un rico comerciante propietario
de plantaciones de cacao, y a quien a la vez se le tildaba de contrabandista
de mercancías y de esclavos, habiendo sido hijo de Don Laureano Antúnez
Pacheco y de Doña Juana María Morales Chacín, el primero de los cuales
fundó una capellanía el 23 de Marzo de 1717.
Otro personaje destacado fue el Capt. de Milicias de Blancos de
328 Parece textual ya que no se evidencia.
193
entre el mito y la realidad
Maracaibo y de Caballería, Dn. Nicolás Antúnez Pacheco y de la Cruz,
(sobrino de Don Juan Francisco Antúnez Pacheco), quien nació en
Maracaibo el 10 de septiembre de 1725, y contrajo matrimonio en la misma
ciudad el 29 de octubre de 1753 en primeras nupcias, con Doña Ana María
de Campos y Antúnez Pacheco, su prima hermana, hija legítima del Capt.
Dn. Juan Ignacio de Campos y Pineda y de Doña Isabel Maa Antúnez
Pacheco y Morales Chacín, y más tarde, lo hizo en segundas nupcias con su
prima María Rosa de Andrade y de La Cruz.
El Capt. Antúnez Pacheco era uno de los hacendados productores
de cacao más prósperos y ricos en 1774 en el sur del lago, en el sitio de
Río Seco o Valleseco. El Obispo de Caracas, Mons. Mariano Martí, en
su visita a estas tierras en dicho allí lo dejó asentado: Estas tierras de
Valleseco son muy frondosas y fructíferas como las cultiven. Dn. Nicolás
de Antúnez, en cuya casa o hacienda vivo ahora, tiene acá cien mil árboles
de cacao, y otros tienen también sus haciendas de cacao, aunque discurro,
no tan crecidas…También este Capt. fundó una capellanía en este sitio,
y en su hacienda construyó un oratorio bajo la invocación de la Virgen
de Dolores; Don. Nicolás Antúnez Pacheco cumplió servicios políticos y
administrativos a la Corona de España y al gobierno local de la provincia
de Maracaibo.
Para el año de 1778, era Regidor y Depositario General del Cabildo de
la ciudad de Maracaibo. Fue comisionado por el Gobernador de Maracaibo,
Cnel. Dn. Francisco de Santa Cruz, para efecto de demarcar las tierras de
labor y hacer entrega de ellas y de las casas a los vecinos fundadores de San
Carlos del Zulia, siendo cofundador de esta población.
En la naciente población de Santa Rita, costa oriental de lago,
encontramos a otro personaje, quien era hermano de Dn. Nicolás,
el Tte. de Caballería Dn. José Antonio Antúnez Pacheco y de la Cruz,
quien era casado con Juana Catalina de la Torre y Vicuña, y quien poseía
una hacienda y oratorio en este sitio, para el momento en que arriba el
Obispo Martí en 1774. Un hijo de este Dn. José Antonio, fue Dn. Sebastián
Antúnez Pacheco de la Torre, vecino de Trujillo y quien se vio envuelto en
los acontecimientos políticos de 1810 a favor de la independencia en dicha
población. Su hermano, el Pbro. Andrés Antúnez Pacheco y de la Torre,
quien para 1811 aparece conspirando contra la corona y a favor de la libertad
del país y de la provincia de Maracaibo, en donde ejercía su apostolado.
Entre la parentela de los Antúnez y Pacheco, aparece el Pbro. Dn.
Pedro José Antúnez Pacheco y Morales Chacín, quien fuera Vicario
194
Ana María Campos. Historia de una heroína:
Foráneo y Juez Eclesiástico de la Provincia de Maracaibo entre 1730
y 1755, y quien a la vez era hermano de Dn. Juan Francisco Antúnez
Pacheco y Morales, dueño de haciendas de cacao en la zona sur del lago. El
historiador altagraciano Don Christián Oldenburg nos dice lo siguiente:
Según Cédula Real rmada por Carlos IV en Madrid, a 16 de diciembre
de 1786, se aprueba y conrma la fundación de vínculo y mayorazgo
creado por el Dr. Pedro Joseph Antúnez, Vicario y juez Eclesiástico y
de diezmos, Examinador Sinodal de este obispado, Sub-Delegado de la
Santa Cruzada, etc. De aquí precede la distinción de los Antúnez, y de
este desciende Doña Josefa Nicolaza Antúnez Pacheco, esposa de Don
Fernando Losada Noboa, Alcalde Mayor de la ciudad de San Sebastián de
Maracaibo, ambos de antigua importancia adquirida por sus ascendientes
en servicios políticos y militares a la corona.
Esta Doña Josefa Nicolaza Antúnez Pacheco y Campos, era resobrina
del Pbro. Dr. Pedro Antúnez Pacheco, y era hija del Capt. Don Nicolás
José Antúnez Pacheco y de la Cruz, como hemos visto, cofundador de
la población de San Carlos del Zulia, y de Doña Ana María de Campos
y Antúnez Pacheco (prima hermana de este). Doña Josefa se casaría en
Maracaibo con Dn. Fernando de Losada y Noboa, de cuya unión procede
el linaje de los Losada en el Zulia.
Doña Ana María de Campos y Antúnez pacheco era hermana de
Dn. Tiburcio Lorenzo de Campos y Antúnez Pacheco, abuelo paterno
de la heroína Ana Maa Campos (también de esta familia es) el prócer
zuliano José María Antúnez, nacido en Maracaibo y quien llegó al grado
de Capitán, se alistó en el Batallón “Brillante, más tarde Batallón “Zulia,
organizado por el Gral. Rafael Urdaneta en Maracaibo y bajo el mando
del Comandante José María Delgado. Luego de la batalla de Carabobo
fue llamado a Bogotá y formó parte de la guardia de honor del Libertador
Simón Bolívar. Luego se incorpora al Batallón “Vencedores” en Boyacá el
cual se dirigía al sur de Colombia para llegar hasta Guayaquil (Ecuador).
Murió en Caracas el 10 de Abril de 1868.329
329 Hasta el presente no se ha podido investigar nada sobre la liación de José María
Antúnez, el ilustre prócer, por lo que consideramos inexacta esta armación.
195
entre el mito y la realidad
Los Lossada y Antúnez Pacheco
Doña Josefa Nicolaza Antúnez Pacheco y Campos, se casó con el
Alcalde Mayor de Maracaibo, Dn. Fernando de Losada Noboa, quien era
originario de Vilameo de María de Sabadell, Obispado de Lugo, reino de
Galicia, España, siendo hijo legítimo de Dn. José de Losada y Noboa y Da.
Ana María o María Juana de Boan y Lemus.
De esta unión nacieron, Juana Francisca, María Josefa y Juan
Antonio Losada Noboa y Antúnez Pacheco; al parecer, este último fue
una persona de pensamientos liberales e independentistas a principios del
Siglo XIX. Dn. Juan Antonio Lossada contribuyó en 1806 con Miranda y
en 1821 con Bolívar. Fue un hombre de gran carácter que contribuyó con
su dinero y sus esclavos negros a la expedición del Generalísimo Miranda
por Coro, y quien remitió a su hijo Fernando con un esclavo de color,
un caballo y 500 pesos al General Bolívar que se encontraba en Cúcuta
preparando la Batalla de Carabobo, como una ofrenda y contribución
para que lo alistara en el ejército patriota.
Los Campos en Los Puertos de Altagracia
Don Tiburcio Campos fue padrino de un hijo de Don Juan Bautista
Oberto y Doña Inés Rendiles, primeros habitantes de los alrededores de
lo que sería Quisiro, considerándose a Don Juan Bautista como fundador
de aquella población. Apadrinaron a José Isidro en la Iglesia de Altagracia
en 1786, y se considera, según los registros en los archivos parroquiales,
que los Campos se habían establecido en Los Puertos un poco antes de
1785. Entre 1785 y 1795, jaron residencia en Los Puertos de Altagracia
tres hijos de Don Tiburcio, Felipe Nicolás, Juana Josefa y Domingo José
de Campos y Perozo de Cervantes. 330
A partir de aquí no se encuentran más datos sobre Don Tiburcio
Campos, presumiéndose que murió a nales de siglo en Maracaibo. Los
servicios prestados y sus privilegios demuestran que era muy bien visto
por las autoridades españolas de la época. Doña Juana Josefa de Campos
y Perozo de Cervantes, tía paterna de la heroína, se casó con el Teniente
330 Este hecho apoya nuestras armaciones, en el sentido de que los Campos y Perozo,
de Maracaibo, se fueron estableciendo en Los Puertos de Altagracia, por intereses
económicos o por el ejercicio de cargos, por lo que la verídica Ana María Campos pudo
pasar temporadas en esa población.
196
Ana María Campos. Historia de una heroína:
de Justicia Mayor de la Villa de Altagracia Don Juan Francisco Perozo,
leal a la corona y quien fue también Administrador Subalterno de la Real
Hacienda entre 1787 y 1795 y entre 1798 y 1808, fue otra vez Tte. de
Justicia Mayor. Para 1810 tenía el rango de Capitán de Milicias de Blancos,
y el 11 de Mayo de este año, capturó y condujo al Castillo de San Carlos
a los patriotas Vicente Tejera, Andrés Moreno y José Jugo, delegados de
la Junta Suprema de Caracas, enviados para solicitar la adhesión de la
provincia de Maracaibo a la revisión independentista comenzada el 19 de
Abril con los hechos de la y capital.
De la unión de Don Juan Francisco Perozo y Doña Juana Josefa de
Campos, nacieron Luís José de la Concepción y Joaquín Vidal José de
Jesús (1785), María Asunción del Carmen (1787) y Felipe Perozo de
Campos (1799).
Otro de los hijos de Don Tiburcio, Don Felipe Nicolás de Campos
y Perozo Cervantes, llegó a ser Alcalde de la Villa de Altagracia en 1797,
habiéndose casado en esta villa el 1° de Julio de 1789 con Maa Josefa
Ciriaco Oberto Lezama, y de ellos nacerían María Trinidad de la Cruz
y Josefa Altagracia de Jesús (1796), Rafael María de Jesús (1797), José
Vicente (1799), Paulina de Jesús (1802) y Felipe de Campos y Oberto,
quien murió el 29 de Noviembre de 1808. Don Felipe Nicolás de Campos
murió en Los Puertos el 10 de diciembre de 1800.
Entre las familias más aristocráticas de Maracaibo en el Siglo
XVIII se encontraban los apellidos Antúnez y Pacheco, Lossada, Pirela,
Sánchez y Agreda, Perozo de Cervantes, Campos y Pineda. Algunos de
ellos provienen de los fundadores de Maracaibo y de Los Puertos de
Altagracia, teniendo por consiguiente cierto abolengo en la sociedad
marabina española y criolla, por los servicios prestados a la monarquía
en lo político, militar y religioso.
La familia Perozo de Cervantes se estableció en Venezuela, primero
en Coro desde 1594, inicialmente por Don Diego Perozo de Cervantes
el viejo, nacido en 1527, y su esposa Leonor Núñez, desde mediados,
y hasta nales del Siglo XVII, se encontraban los descendientes de esta
familia en Maracaibo y en Los Puertos de Altagracia.
197
entre el mito y la realidad
Don Domingo José de Campos y Perozo de
Cervantes
Nació en Maracaibo el 31 de agosto de 1765, como ya se ha señalado,
en el hogar formado por sus Padres Don Tiburcio Lorenzo de Campos
y Antúnez Pacheco y Doña María Concepción Perozo de Cervantes. Se
educó en la misma ciudad, en la cual contrajo matrimonio probablemente
para 1789, con Doña María Ana Cubillán de Fuentes y Vera, hija
posiblemente de Don Cristóbal Cubillán de Fuentes y Grimaldi, natural
de La Habana (Cuba) y de Doña Agustina Rosalía de Vera y Sánchez de
Agreda, viuda de Don Fernando Menacho.
Don Domingo de Campos y su hermano Don Juan Ignacio de
Campos ejercían funciones según, en el Cabildo de Maracaibo en 1790, y
ambos hacen una proclamación del rey, expresándole delidad y lealtad a
la corona de España, la cual se denominó “Proclamación de Carlos IV en
la muy noble y muy leal ciudad de San Sebastián de la Nueva Zamora de la
laguna de Maracaibo en 1790”. A partir de 1785, se presume comenzaron
sus visitas la población de Altagracia en la cual adquirieron una casa o
estancia veraniega.
El historiador zuliano Dr. Kart Nagel von Jess, en su obra “La
Familia del General Urdaneta, detalla la siguiente lista de la progenie de
Don Domingo Campos y Doña María Ana Cubillán:
•Benigno Álvaro de Campos y Cubillán de Fuentes, nacido en
Maracaibo el 20.12.1790.
•Juan Evangelista o Juan Esteban de Campos y Cubillán de Fuentes,
nacido en Maracaibo el 26.12.1792, quien casó en Maracaibo el
28.8.1815 con Doña María de Jesús Baptista y Faría, hija de Don
Gerónimo de Baptista y Doña Maa Ana Faría.
•José Félix María de Campos y Cubillán de Fuentes, nacido en
Maracaibo el 21.2.1794.
•José Francisco de Campos y Cubillán de Fuentes, nacido en
Maracaibo el 14.5.1792, y casó en dicha ciudad el 28.8.1815, con
Doña Francisca María Faría.
•Ana María de Campos y Cubillán de Fuentes, nacida el 2.4.1796
en Los Puertos de Altagracia y fallecida en Altagracia en 1828 en
la playa frente a su casa que quedaba en el lado oeste de la Plaza
Mayor, posiblemente víctima de un ataque de epilepsia. Famosa
heroína independentista muy querida por los puerteros.
198
Ana María Campos. Historia de una heroína:
•Fernando Agustín de Campos y Cubillán de Fuentes, nacido en
Maracaibo el 28.8.1799.
•Luís de Campos y Cubillán de Fuentes. (?)
•Dr. León de Campos y Cubillán de Fuentes, prócer de la
independencia y uno de los partícipes en el complot de la famosa
Escuela de Cristo. (30)
Don Domingo de Campos llegó a ocupar el cargo de Administrador
Subalterno de la Real Hacienda para los años de 1817-1820; enviuda por
muerte de Doña María Ana Cubillán en 1817, posiblemente en Maracaibo,
contrayendo segundas nupcias en Los Puertos de Altagracia en 1818
con Francisca María Faría Olivares, natural de esa villa, hija legítima de
Don Francisco Melchor Faría y de Doña María Francisca de Olivares,
recibiendo las menciones nupciales el 28 de noviembre.
De esta unión nacieron en Los Puertos de Altagracia, María de la
Concepción Vidal el 27.4.1819, falleciendo párvulo el 13.5.1821; Maa
Vicente Celestina, el 5.4.1820; Sergio María, el 6.10.1821; Francisca
Manuela, el 3.8.1826 y José Toribio de Jesús, fecha no precisada y quien
murió en Los Puertos 4.5.1829.
Don Domingo de Campos enviuda también de su segunda esposa
quien muere en Altagracia el 25.12.1829, un año antes de la pérdida de
su hija, la heroína Ana María Campos. Al parecer, sus bienes y fortunas
habían sido conscados por las tropas españolas comandadas por el
Brigadier Francisco Tomás Morales, cuando estuvo en territorio zuliano
de 1821 a 1823.
Don Domingo de Campos muere en los Puertos de Altagracia el
19 de noviembre de 1830, siendo pagado su entierro por el Alcalde de
Altagracia, Don Justo Moreno.
Dr. León Francisco de Campos y Perozo de Cervantes (1756-
1812). Este nombre corresponde al prócer civil altagraciano a quien la
historiografía regional ha reconocido como hermano de la heroína Ana
Maa Campos, pero investigaciones recientes aanzadas por algunas
actas de los archivos religiosos en Maracaibo y Altagracia, han podido
comprobar que en realidad era tío de la heroína, pues fue el cuarto hijo
del matrimonio de Dn. Tiburcio de Campos y Antúnez Pacheco con Dña.
Maa de la Concepción Perozo de Cervantes y Luzardo Valois, por lo que
era hermano de Don Domingo de Campos y Perozo de Cervantes, padre
de la heroína Ana Maa Campos.
El Dr. León Francisco de Campos nació en Maracaibo el 13 de abril
199
entre el mito y la realidad
de 1756, siendo sus padres el Capt. De Milicias Don Tiburcio Lorenzo
de Campos y Antúnez Pacheco y Doña. María de la Concepción Perozo
de Cervantes y Luzardo Valois.331 Fue el cuatro de los once hijos de este
matrimonio, y es probable, según la costumbre de la época que estudiara
sus primeras letras en su tierra natal en el Convento de San Francisco.
Tal vez, por inuencia de su padre Don Tiburcio Campos, decide
cursar estudios superiores en alguna de las Universidades de Caracas o
Santa Fe de Bogotá, en la cual estudia Derecho Civil y Canónico obteniendo
el Título de Abogado. Ya para nales del Siglo XVIII se encontraba en
Maracaibo cumpliendo funciones de Abogado de la Real Audiencia de
Santa Fe y de Caracas junto a sus colegas, los Dres. José Domingo Ruz
Ortega, Andrés María de Manzanos, José Lorenzo de Reyner, Carlos
Garay y Luís Francisco de Matos, quienes fueron los primeros abogados
de la provincia de Maracaibo.
Después de los sucesos el 19 de abril de 1810, el Dr. León Francisco
Campos se acogerá y abrazará el ideal republicano.
En mayo de 1810, el Dr. Campos estuvo comprometido en una
conspiración en Maracaibo, en contra del Gobernador español Don
Fernando Mijares. Habiéndole conado el secreto de la conspiración a
un ocial de artillería de nombre José Manuel Santaella de las milicias de
pardos, fue delatado el movimiento por dicho ocial.
331 No hay evidencia documental de este segundo apellido de los Perozo de Cervantes.
200
Ana María Campos. Historia de una heroína:
CONCLUSIONES
El problema de los límites difusos entre historia y literatura ocupa el
centro de las discusiones historiográcas. Este énfasis en la construcción
narrativa de la historia nos ubica frente al problema de determinar cuáles
son las condiciones de verdad de un relato histórico, si este comienza
a analizarse desde su trama narrativa, cómo discernir entre lo ccional
y lo verdadero, y cómo comparar valorativamente los relatos históricos
si contienen los mismos elementos explicativos o parten incluso de las
mismas evidencias históricas.
La historia estudia el quehacer del hombre a lo largo del tiempo,
por ello el investigador histórico se convierte en juez y parte, es decir,
el hombre estudiando al hombre, lo que diculta el abstraerse en su
investigación social. ¿Es posible lograr la objetividad histórica? La
historia no es una simple narración de hechos que tienen cierto grado
de veracidad; la historia es una interpretación de los hechos humanos, es
plantear el signicado de los acontecimientos. Así, el historiador no puede
sustraerse a valorar. Esto quiere decir, entre otras cosas, que la historia
no puede ser entendida como algo denitivo y dado. El historiador no
puede abandonar su esencia humana, por lo que le es imposible ser
objetivo y abandonar el contexto cultural y social al que pertenece. Cada
historiador hará diferentes lecturas de los documentos, dependiendo de
su perspectiva, tanto personal como cultural.
Empero, el historiador no tiene derecho a perseguir una demostración
a despecho de los testimonios, a defender una causa, sea cual fuere. Debe
establecer y hacer maniesta la verdad o lo que cree que es la verdad.
A pesar de ello la objetividad histórica es posible a través de revisiones
incesantes del trabajo histórico, el análisis, las recticaciones sucesivas y
la acumulación de verdades parciales.
Igualmente, todo trabajo está sujeto a la crítica de otros historiadores
que argumentan cientícamente sus oposiciones a las propuestas.
La interpretación de los historiadores no es el único problema
para lograr la objetividad en la historia, sino que debemos añadir que
los documentos fuentes no son materiales brutos, objetivos e inocentes,
sino que en su estructura está implícito el poder e inuencia de una
parte de la sociedad sobre la memoria, y está parcialmente determinado
por su época y su entorno que retrata su «verdad». Sin embargo, lejos
de ser un tropiezo, por el contrario, el desenmascaramiento y denuncia
201
entre el mito y la realidad
de las misticaciones y falsicaciones de la historia permiten acercarnos
más a la objetividad. Si bien la historia tiene un carácter narrativo ¿cómo
diferenciar la narrativa histórica de la literaria, y la cción de la realidad?
Tradicionalmente la historia se concebía como un relato, una narración de las
personas que atestiguaron el hecho, donde se mezclaba indistintamente
cción y realidad. Sin embargo, la historia probó que podía ser considerada
ciencia, empleando métodos de crítica cientíca y comparativa que no sólo
daban cuenta de lo sucedido, sino que lo analizaba y podían establecerse sus
relaciones causales. No obstante, la historia no puede romper sus vínculos
con la narración so pena de perder su propia historicidad, con todo, para el
historiador existe la obligación de autenticar su narración.
La historia busca reconstruir sucesos que ya no están y para ello es
importante el uso de la imaginación. Un historiador perfecto tiene que
poseer una imaginación lo sucientemente vigorosa para volver su
narración emocionante y pintoresca, pues a partir de ella se nos presentan
objetos posibles de percepción que no se perciben en realidad. A pesar
de esto, es importante denir los límites de esta imaginación, pues el
historiador deberá darle a esta espacio y tiempo y esta deberá ser coherente
de modo que todas las cosas tengan una ilación lógica con las demás, aun
cuando esta relación sólo sea topográca y cronológica, situaciones que
no debe cuidar el escritor literario. La historia busca la realidad que si
bien no puede ser absoluta si puede ser lo más cercana a esta a partir de
la búsqueda de fuentes verídicas y comprobables que puedan analizarse
y que formen un sistema lógico y coherente, es decir un conocimiento
histórico. Por su parte el relato busca ser convincente, presenta una lógica
que satisfaga a públicos no involucrados profundamente en el análisis
histórico.
Para jar las fronteras entre literatura e historia, partimos del hecho
que los relatos de cción carecen por completo de un contenido de
verdad y, en vista que la historia pertenece al reino de lo real verdadero,
no puede existir en contenido ningún tipo de equiparación. Ahora bien,
una cosa es explicar narrando y otra problematizar la propia explicación
para someterla a la discusión y al juicio de un auditorio, si no universal,
al menos considerado competente, compuesto en primer lugar por
los colegas del historiador. La objetividad es parte del proyecto de la
historia, por tanto, el historiador no sólo debe narrar una historia, debe
autenticar dicha narración, pues todos los componentes de su trabajo
(ideológicos, argumentativos, estructurales) se encuentran expuestos a la
202
Ana María Campos. Historia de una heroína:
crítica, en primer lugar, de otros historiadores. El narrador de cción no
tiene semejante obligación.
Por otra parte, la historia de las mentalidades es el estudio de los
mitos históricos y están destinados a construir y/o consolidar identidades.
Las mitologías contemporáneas son representaciones históricas que
denen el derecho de una nación a existir. Cierto es que hoy vemos una
lucha titánica de los pueblos por conseguir o preservar una identidad,
sin embargo, la nueva historia debe de mantener al margen los mitos,
primero para no crear falsas ilusiones de identidad y después para no
desacreditar su aspecto cientíco.
Tradicionalmente se piensa en la Historia como la ciencia que estudia
el pasado. La historia va a investigar, en el perenne desenvolvimiento de
la vida, la vida que fue, el mundo que pereció, las sociedades, tradiciones
y costumbres. Enfoques modernos no validan esta armación pues su
importancia, análisis y crítica, trasciende al presente; la historia estudia
procesos y estos por denición son interminables.
Las biografías de Ana María Campos fueron, las más de las veces,
producto de la subjetividad de los distintos historiadores. Se llegó a
idealizar al personaje llevándolo al sitial de mito, de heroína extraordinaria,
y ello fue producto de la imaginación de historiadores que dieron un
sentido fantástico a sus acciones y que publicaron sus escritos en épocas
cuando en Venezuela se buscaba afanosamente un sentido de identidad,
de construir en el colectivo un concepto de Nación, en una Venezuela
de nales del siglo XIX en el que este concepto era frágil, para no decir
inexistente.
Lossada Piñeres, mejor y principal biógrafo de Ana Maa Campos,
abordó a su pariente, la famosa heroína, dándole tintes fantásticos y
utilizando datos de una tradición oral que hasta ahora es la única que nos
ha permitido considerar su vida y hechos como gura trascendente de
la gesta emancipadora en el Zulia. Pero la Campos no fue la única mujer
zuliana que fue patriota y revolucionaria. Otras mujeres, cuya participación
en los hechos está documentado, tanto por fuentes primarias como por
relatos de sus contemporáneos, han caído en el olvido, o sólo se las ha
mencionado muy supercialmente en los libros de Historia Regional,
siendo su actuación igual de meritoria que la de la heroína que muchos
identicaron, a nuestro juicio, erróneamente, como oriunda de la Villa de
Altagracia. Ejemplos de ello son Ana Gaón, a la que se le siguió un juicio
de indencia por apoyar públicamente la independencia de Venezuela;
203
entre el mito y la realidad
Maa de los Dolores Moreno de Castro, con fundamental actuación en
los hechos que desembocaron en la declaración de independencia de
la Provincia de Maracaibo, el 28 de enero de 1821; Mariana Oberto de
Urdaneta, quien declara en el marco de una investigación por conspiración
sus simpatías a la causa patriótica; las hermanas Nicolasa y Concepción
Rosales, pardas libres, que arriesgan sus vidas escondiendo en su casa a
un herido de nombre José Cenobio Urribarrí, a quien nalmente sacan
los realistas para luego asesinarlo.
Evidentemente, estamos conscientes que Ana Maa Campos fue
convertida en un mito por Lossada y todos los cronistas e historiadores
que le sucedieron. Los mitos tienen algo indescifrable, una dimensión
borrosa que representa los límites de la inteligibilidad. De un lado está
la realidad, la verdad, la ciencia, la razón, el sentido común y los hechos
comprobables. Del otro lado, el error, la falsedad, las mentiras y, en el mejor
de los casos, los cuentos y las cciones que por candidez, pedagogía o
distancia temporal disfrazan los hechos empíricos con los que construyen
leyendas, fábulas y narraciones tradicionales. El historiador para hacer
frente a un mito debe tratar de acabar con él y presentar la realidad.
Todas las sociedades poseen mitos encargados de cumplir estas
funciones, y no es excepcional que muchos de estos mitos se articulen
dentro de los límites políticos y culturales de los estados-nación.
En un aspecto más o menos formal, los mitos nacionales son
narraciones acerca de algún episodio o personaje del pasado debidamente
desvirtuado, hiperbolizado y esquematizado. Tienen que inspirar,
aleccionar, plantar estandartes morales colectivos entre los miembros
de una comunidad. De esta manera desarmar los mitos es condición
necesaria para ver hechos y personajes bajo una justa dimensión.
La ecacia de los mitos no se mide por la veracidad empírica de lo
narrado. El mito tiene, pues, valor, promueve los mejores sentimientos de
un pueblo. Por ello se trata de mantener el misterio. Y a veces, de hacerlo
más misterioso.
¿Es posible comprender una nación sin recurrir a los mitos? ¿Es posible
ser una nación si no se tienen mitos? La historia universal nos conrma
que el corazón de eso que llamamos «pueblos», «naciones», «países»,
«patrias», está justamente en aquellas representaciones e interpretaciones
del mundo que idealizan los orígenes, valores y héroes que denen «la
identidad», es decir, lo que hace «únicos» a ciertos colectivos humanos. Los
mitos son el núcleo de ese sistema de subjetividad colectiva. Representan
204
Ana María Campos. Historia de una heroína:
esos grandes cuentos o relatos (otros dirían, estructuras narrativas) que
sirven para explicar de dónde venimos y hacia dónde deberíamos ir como
colectivo.
Tienen la particularidad de articular tres planos temporales, pues
los mitos conectan el pasado con el futuro al mismo tiempo que ofrecen
las claves interpretativas para darle sentido al presente. Su potencia
narrativa reside en esa coherencia circular que explica y aclara todo. Mito
y dogma son mecanismos de producción de sentido similares. En ambos
casos, estos sistemas de explicación total sirven a los nes de los poderes
terrenales y espirituales. El poder necesita tanto del control objetivo de
sus sujetos como de la modelación de la subjetividad del colectivo
Muchos historiadores y ensayistas venezolanos se han dedicado a
estudiar los mitos republicanos, especialmente los que se han construido
alrededor de la gura de Simón Bolívar. Los mitos fundacionales que
denen a la nación venezolana han tenido efectos devastadores para el
desarrollo de una sociedad moderna orientada hacia la despersonalización
del poder y el desarrollo económico; romper con esos mitos es condición
sine qua non para el surgimiento de una sociedad más libre y próspera.
Por su lado, los «miticadores», los que proponen recuperar y potenciar
la visión mítica del colectivo venezolano, avanzan la tesis según la cual
la nación (el pueblo) necesita la referencia de los héroes y de sus valores
fundamentales (fundacionales) en su lucha por la emancipación de las
cadenas que les imponen las dominaciones de todo tipo. En las dos tesis hay
verdades sobre el ser venezolano. La adoración casi religiosa de los héroes
míticos, especialmente de Simón Bolívar y de otros próceres, ha sido el
germen de una personalización del poder político que se ha traducido en
las perversiones del caudillismo y del militarismo. Sin embargo, el mito
ha tenido un poder enorme de movilización que también ha contribuido
al cambio social, político y cultural.
Es justamente en el relato mítico del proceso emancipador que
encontramos la tradición en sus aspectos más atávicos, especialmente en
aquellos elementos del relato que sobrevaloran al héroe, que sobreponen
lo militar sobre lo civil en la lucha independentista y que conciben la
nación como una supuesta unidad histórica cuya génesis estaría en una
idealizada «raza cósmica».
Este trabajo intentó desmiticar a una de las heroínas más veneradas
del Zulia, Ana María Campos. Se han presentado razonamientos,
hipótesis, y documentos que nos señalan quién fue en realidad, y qué
205
entre el mito y la realidad
de cierto hay en sus acciones. Bajo el análisis de biografías, documentos,
tradiciones, entre otros, hemos querido presentar al personaje auténtico,
a la heroína que quizás rondando los sesenta años se atrevió a desaar
a las despóticas autoridades españolas que dominaban la Provincia de
Maracaibo para 1823.
Esta investigación no está terminada. Existen fondos hemerográcos
por consultar, quizás cartas de contemporáneos de la Campos que nos
den una mejor luz sobre su vida y acciones, y también algunas fuentes
primarias que permanecen no estudiadas, pero lo cierto es que se quiso
ofrecer, bajo la valoración crítica de todos los recursos con que se contaron
una verdadera imagen de la heroína del «si no capitula, monda».
206
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UNIVERSIDAD NACIONAL
EXPERIMENTAL RAFAEL María BARALT
AUTORIDADES
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Colección Rafael Maa Baralt
Historiador. Doctorado
en Historia y Arte por
la Universidad de Granada,
Tesis de Grado CUM LAUDE.
Doctorado en Ciencia Política
por la Universidad del Zulia.
Doctorado en Investigación por la
Universidad Rafael Belloso Chacín.
Máster en Derecho Nobiliario y
Premial, Genealogía y Heráldica
por la Universidad Nacional
de Educación a Distancia, España. Postdoctorado
en Ciencias Humanas, por la Universidad del Zulia.
Postdoctorado en Teoría de las Organizaciones, por
la Universidad Rafael Belloso Chácin. Máster en
Relaciones Internacionales y Diplomacia, por el Instituto
de Estudios Globales, España. Magister Scienciarum
en Administración de Empresas, por la Universidad
Rafael Urdaneta. Especialista en Gerencia de Industria y
Comercio, por la Universidad Rafael Urdaneta. Experto
en Gestión de la Paz y los Conictos, por la Universidad
de Granada, España. Licenciado en Ciencias Políticas y
Administrativas, por la Universidad Rafael Urdaneta,
Primer Lugar de su Promoción. Director del Acervo
Histórico del Estado Zulia (2000-2011). Editor de la
Revista ACERVO de Estudios Históricos y Documentales
(2000-2011). Profesor Visitante de las Universidades
de Salamanca, Alcalá de Henares y la Sociedad de
Estudios Internacionales (España). Profesor Invitado de
la Universidad de los Andes (Venezuela). Miembro de
Número y Vicepresidente de la Academia de Historia
del Estado Zulia. Miembro de Número del Instituto
Venezolano de Genealogía, y del Centro Zuliano de
Investigaciones Genealógicas. Miembro Correspondiente
de las Academias de Genealogía de Costa Rica, Uruguay,
Chile, Perú, Argentina, República Dominicana, Brasil, y
del Instituto Catalán de Genealogía. Profesor Eméritus
de la Universidad del Zulia. Premio Andrés Bello, por
la Universidad del Zulia, y Premio Francisco Eugenio
Bustamante en dos oportunidades por la misma
Universidad.