
44 CONTRATO SOCIAL Y MODERNIDAD POLÍTICA EN COLOMBIA
ciedad profundamente racional en sus fundamentos, que lograra superar
denitivamente las contradicciones del oscurantismo8 político e ideológi-
co propio del Medioevo europeo, al tiempo que generara las condiciones
de posibilidad para llevar a la humanidad a una fase cualitativamente su-
perior de su existencia colectiva. Por estas razones, este capítulo interpre-
ta los signicados políticos, ideológicos, epistemológicos y losócos del
modelo de sociedad surgido al calor de la modernidad política.
Particularmente, interesó comprender la inuencia concreta que el
programa losóco de la modernidad tuvo en la arquitectónica de las so-
ciedades surgidas al calor de las grandes revoluciones losócas, políticas
y económicas del siglo XVIII y XIX en la civilización euro-occidental,
de la cual Latinoamérica9 forma parte, por dos razones concretas, a saber:
1) indiscutiblemente fue el pensamiento liberal ilustrado el que sirvió de
justicación para el desarrollo de los procesos de ruptura con los nexos co-
loniales en los “países del sur” y; 2) asimismo, fue la ideología liberal-ilus-
trada la que dotó de legitimidad y contenido a los sistemas políticos repu-
blicanos de los emergentes Estados nacionales, que Bolívar denió como
“la América meridional” en su célebre Carta de Jamaica de 181510. Por
8 En la actualidad algunos estudios del Medioevo contravienen la concepción tradicional que lo
caracteriza como una época de atraso y calamidad (oscurantismo). Para una revisión alternativa
de este periodo recomendamos consultar: Hernández, Jesús (2008). La política en el Medioevo.
Maracaibo (Venezuela), UNICA..
9 Para Huntington (2004), América Latina es una civilización que existe por derecho propio y
aunque es “hija” de occidente posee rasgos diferenciales en lo histórico, político y cultural; por
lo que afirma: “subjetivamente, los mismos latinoamericanos están divididos a la hora de iden-
tificarse a sí mismos. Unos dicen: “Si somos parte de occidente”. Otros afirman: “no, tenemos
una cultura propia y única”; y un vasto material bibliográfico producido por latinoamericanos y
norteamericanos expone detalladamente sus diferencias culturales” (2004: 39). Para nosotros,
Latinoamérica debe ser considerada como un núcleo histórico que más allá de sus particula-
ridades simbólicas e identitarias, pertenece a la civilización occidental, específicamente puede
ser considerada como la periferia del “occidente hegemónico”, y esto es así porque la cultura
dominante que marca la pauta históricamente en la arquitectónica de las sociedades latinoame-
ricanas y sus sistemas políticos es de tipo occidental.
10 El concepto de América meridional es muy usado en la primera mitad del siglo XIX, por las perso-
nalidades que protagonizaron nuestra gesta emancipadora, tal como lo evidencia cualquier revisión
documental de los discursos, cartas y manifiestos de Bolívar y Miranda, entre otros; de hecho, la
famosa Carta de Jamaica de 1815, originalmente se intitula: “Contestaciones de un “americano
meridional” a un caballero de esta isla”. Al parecer de Villasmil y Chirinos (2011: 50): “Para la
segunda mitad del siglo de las luces, la noción América, hace puntal énfasis, a nivel del imaginario
intelectual de algunos pensadores del sur y norte del continente, en las connotaciones de diferen-