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de la actividad comercial del petroleo en Venezuela
a un Petro estado convirtiéndolo en un brujo magnánimo, capaz de alcanzar el
milagro del progreso, aunque tenga que sacarlo de un sombrero, como cualquier
prestidigitador. Ese Estado Mágico especialmente durante los últimos treinta
y cinco años, ha manejado los descomunales ingresos petroleros con una lógica
rentista, produciendo un dominio del Estado sobre la Sociedad y la Nación en
general, con resultados cada vez peores. En Venezuela, según L. J. Oropeza, “Un
Estado dueño de todos los recursos se convirtió en arbitro y señor de la vida
nacional. La Sociedad se hizo por excelencia una entidad sometida, subalterna y
parasitaria de los poderes públicos”.
Por ello, tenemos hoy una economía con precario crecimiento, con graves
problemas estructurales. El país está desarmado entre las trampas rentistas que
nos ha convertido en un reino revolucionario de la manipulación clientelar. Cien
años después de 1914 hemos producido según la OPEP 65.459 millones de barriles,
pero hoy mientras la OPEP ha aumentado su producción en casi un 15 por ciento,
desde 1998, Venezuela la ha visto caer en 11 por ciento. Para 1998 producíamos el
11 por ciento de la producción de OPEP y hoy esa cifra ha bajado al 8,5 por ciento.
Actualmente según cifras de fuentes internacionales, estamos produciendo
entre 2.200.000 barriles diarios y 2.790.000, según los más optimistas. Nuestro
crudo marcador (Merey) es el de menor precio en la cesta de OPEP. Nuestra
productividad por pozo es de aproximadamente 188 barriles /p, mientras el
promedio de los países OPEP es de 867b/p , destacándose Arabia Saudita con
2.858 b/p y con cifras cercanas Irán, Irak, Kuwait, Libia, Nigeria, Catar y los
Emiratos Árabes. Es evidente entonces, que cien años después, aunque tenemos
reservas petroleras que se equiparan y hasta superan a la de otros países, la edad
y el estado de nuestros pozos y los bajos grados API de esas reservas, nos restan
competitividad. Y en medio de tal coyuntura, con la mayor irresponsabilidad
“exportamos “al mundo más de 20.000 profesionales y técnicos de alto nivel, en
los que habíamos sembrado bastante de nuestro petróleo, para que otros países
utilicen su conocimiento para desplazarnos del mercado mundial. En un siglo de
actividad petrolera hemos obtenido ingresos por exportación que ascienden a
1.170,4 millardos de dólares, habiendo ingresado 806 millardos de ellos en los
últimos quince años, etapa en la cual, hemos dejado de invertir en la industria,
pero en la que hemos alcanzado un endeudamiento sin precedente.
Es por ello que un siglo después, parodiando una frase de Adam Smith,
en materia petrolera hemos tenido una cosecha sin siembra. Hemos cosechado
petróleo sin sembrarlo, para repartirlo con criterios cada vez más populistas,
clientelares y políticos. Paulatinamente entonces, nos hemos venido quedando
atrás de América Latina y el mundo. Lo que habíamos logrado en los primeros
setenta años de actividad petrolera, lo hemos perdido en los últimos treinta. Hemos