GAITÁN Y URIBE
Liliana Castaño Gómez
COLECCIÓN RAFAEL MARÍA BARALT
LÍDERES POLÍTICOS
EN PERSPECTIVA
COMPARADA
UNIVERSIDAD
DEL ZULIA
Liliana Castaño Gómez
GAITÁN Y URIBE
LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA
COMPARADA
Colección Rafael María Baralt
Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt” (UNERMB), 2018
Gaitán y Uribe. Líderes políticos en perspectiva comparada
©2018, Liliana Castaño Gómez
1ra Edición: Noviembre de 2018
Hecho el depósito de ley:
ISBN: 978-980-427-105-2 (Digital)
978-980-427-106-9 (Impreso)
Depósito legal: ZU2018000250 (Digital)
ZU2018000251 (Impreso)
Fondo Editorial UNERMB
Coordinador: Jorge Vidovic
http://150.185.9.18/fondo_editorial/
correo: fondoeditorialunermb@gmail.com
Colección Rafael María Baralt
Coordinador: Jorge Vidovic López
Obra en portada: Gaitán vs. Uribe, de Hilario Atienzo (2018).
Portada: Hilario Atienzo
Diseño y diagramación: Julio García Delgado
Cabimas, estado Zulia, Venezuela
Este libro es producto de investigación desarrollado por su autor. Fue arbitrado bajo el sistema doble ciego por
expertos en el área bajo la supervisión del Fondo Editorial UNERMB de la Universidad Nacional Experimental
“Rafael María Baralt”. Venezuela.
Ediciones Clío
https://www.edicionesclio.com/
Colección Rafael María Baralt
La colección Rafael María Baralt le rinde homenaje al historiador y es-
critor político quién fuera sin lugar a dudas uno de los escritores del siglo
XIX más reconocido en Venezuela e Hispanoamérica; su producción in-
telectual y los aportes en materia literaria los encontramos en el campo de
la historia, escritos costumbristas, poesía, escritos políticos a través de sus
artículos de prensa, en sus trabajos lológicos mediante los diccionarios
que escribió y nalmente; en su contribución como diplomático de Vene-
zuela, España y República Dominicana. Destacó como uno de los grandes
prosistas de la lengua castellana, hasta el punto de gurar como el primer
hispanoamericano en ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua
Española en el año de 1853.
En el sentido anterior, la intención con la colección es promover las pu-
blicaciones en el área de las Ciencias Sociales, especialmente las investiga-
ciones que fortalecen los procesos de reconstrucción de la ciencia histórica
aunque , la colección, también permite la incorporación de escritos sobre
temas de geografía, arte y cultura que pueden ser suministrados mediante
la estructura de conferencias, ensayos, entrevistas, textos de carácter histó-
rico, jurídico, acuerdos, declaraciones; entre otros relacionados con el área
objeto de estudio de las Ciencias Sociales.
Dr. Jorge F. Vidovic
Coordinador de la Colección
jorgevidovicl@gmail.com
DEDICATORIA
Dedico este libro a mi madre Consuelo Gómez, por su conanza y fe
en mí.
A mis hermanos y amigos que siempre han estado presente en mi ca-
minar.
A mis hijos: Humberto Junior, Jesús Daniel y Leonela, que han sido mi
motor para seguir adelante.
A mi pequeña princesa Gabriela, que es sin duda mi rayito de luz.
A mi compañero de lucha, Jesús Humberto por estar presente en cada
momento.
Y, ante todo, a Dios así como a cada una de mis dicultades existen-
ciales que, a la postre, se convirtieron en fuente de inspiración para seguir
adelante y hoy poder llegar a este momento de realización personal.
CONTENIDO
Prólogo ...................................................................................................................... 11
Introducción ............................................................................................................ 15
Capítulo I. Modelos teóricos que explican el liderazgo político en su
relación con la democracia ..................................................................................21
Exordio ...........................................................................................................21
El liderazgo político como unidad de sentido .........................................24
Visión estructuralista del liderazgo de tipo político ..............................28
Visión sistémica del liderazgo político .....................................................31
Visión marxista del liderazgo político .......................................................33
Visión histórica-sociológica del Liderazgo Político ...............................36
Visión culturalista del Liderazgo político ...............................................38
Psicología política y liderazgo ..................................................................... 39
Enfoque cognitivo-conducta para el estudio del liderazgo político ...41
Relación Democracia y liderazgo político ...............................................43
Conclusiones .................................................................................................44
Capítulo II. Jorge Eliécer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez: estrategia de
comunicación política y proyectos políticos ..................................................47
Exordio ...........................................................................................................47
Jorge Eliecer Gaitán: semblanza de un liderazgo ...................................49
Agenda política gaitanista ...........................................................................53
Discurso y estrategia de comunicación política del Caudillo ............. 58
Álvaro Uribe Vélez: vida y trayectoria política ......................................62
Agenda política uribista ...............................................................................64
Discurso y estrategia de comunicación política de Uribe Vélez ........... 68
Conclusiones .................................................................................................71
Capítulo III. Impronta del liderazgo político de Jorge Eliécer Gaitán
y Álvaro Uribe Vélez en perspectiva comparada ...........................................75
Exordio ............................................................................................................75
Acerca del método comparativo en Ciencia Política .............................77
Criterios que orientan la comparación ......................................................78
Aclaratoria final sobre los estilos de liderazgo .......................................83
Contexto histórico-político en perspectiva comparada ........................84
Aspectos Ideológicos que identifican a Gaitán y Uribe ........................89
Programa político de Gaitán y Uribe: semejanzas y diferencias .........91
Perfil actitudinal de Gaitán y Uribe ...........................................................95
Estilos de liderazgo en visión cotejada ......................................................97
Aportes efectuados al fortalecimiento de la democracia colombia-
na: a manera de conclusión ........................................................................100
Consideraciones finales .....................................................................................105
Glosario de términos básicos............................................................................109
Índice de referencia .............................................................................................115
PRÓLOGO
En contextos de poca institucionalización de las instituciones polí-
ticas, como es el caso, en mayor o menor medida, de Latinoamérica en
general y Colombia en particular, otros factores explicativos como el li-
derazgo político cobran fuerza cuando lo que se trata es de interpretar el
funcionamiento del sistema político y sus epifenómenos consecuentes de
personalización radical de la política, populismo radical, neo-polulismo y
clientelismo, tan recurrentes en la historia común de la región.
uizá por estas razones las líneas de investigación sobre liderazgo po-
lítico han orecido en la región de manera inusitada en las últimas dos
décadas, y es que América Latina, se ha constituido históricamente en es-
pacio propicio para la formación continua de liderazgos políticos de fuer-
za que por su impronta calan muy bien en las categorías de caudillismo,
personalismo y carisma. Aquí, todo indica que es el líder el motor princi-
pal que impulsa los procesos históricos nacionales que transforman, para
bien o para mal, a las sociedades que experimentan estas fuerzas avasallan-
tes, como lo ejemplica el performance de Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro
Uribe Vélez, en la nación neogranadina. Situación que entiende muy bien
la autora de la obra, como lo evidencia la lectura sosegada de su amena
investigación.
De este modo, las investigaciones encausadas a dilucidar la importan-
cia y signicado del liderazgo político en la teoría y la realidad histórica
concreta, aunque adquieren en la ciencia política contemporánea su plata-
forma de despegue, necesariamente terminan congurando una suerte de
banquete interdisciplinario que articula y convoca distintas miradas disci-
plinares, así como variadas perspectivas de análisis en torno a un fenóme-
no pluridimensional que por su complejidad intrínseca demanda, como
condición de posibilidad hermenéutica, de enfoques eclécticos y debates
multidisciplinarios que, por lo demás, han terminado por conguran mo-
delos teóricos que rebasan los dominios epistémicos de una disciplina en
particular, en benecio del enriquecimiento general del acervo cognitivo
y metodológico de las ciencias sociales y humanas, cuestión que explica
por qué Castaño conjuga las herramientas analíticas de la ciencia políti-
ca con las de la psicología política, adelantando y enunciando, desde ya,
la necesidad de una psicología política de carácter cognitivo-conductual
sobre el liderazgo, encargada de comprender los procesos de reestructura-
ción cognitiva, proyecto al cual nos sumamos.
La profesora Castaño usa de pretexto el estudio del liderazgo político
situado en su contexto histórico para discutir de forma crítica la calidad de
la democracia colombiana, toda vez que, en último término, es esta fuerza
histórica transformadora o conservadora, según sea la agenda y proyecto
político del actor que le encarne, la que termina por debilitar o fortalecer
el sistema democrático. Ello sucede de múltiples formas, bien sea median-
te el impacto que el liderazgo tiene en los espacios simbólicos de la cultura
política, al fortalecer o erosionar valores, prácticas y representaciones que
empoderan a la comunidad y la encauzan, individual o colectivamente, al
afán de construir en lo cotidiano más y mejores experiencias de democra-
cia, entendiendo la democracia, en esencia, como un estilo de vida de cara
al goce y disfrute de los derechos fundamentales; o mediante su efecto en
la superestructura del estado, bien sea ampliando el catálogo de los dere-
chos que apuntala la democracia participativa y fortaleciendo las institu-
ciones públicas, de cara a la soberanía popular.
El gran aporte de esta obra es que, a nuestro modo de ver, demuestra
en clave comparada, la trascendencia de estos liderazgos carismáticos en
la historia política de Colombia, y es que son los líderes como lo estudia-
dos (Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez), los que terminan por
delinear las bases del proyecto nacional que se tiene y que se quiere lograr.
Ellos funcionan como los exegetas o intérpretes de las grandes aspiracio-
nes nacionales, de las necesidades, miedos y aspiraciones de las personas
comunes en su vida cotidiana, casi siempre signadas por la fatalidad de la
violencia y la precariedad de un contrato social formulado de espaldas al
verdadero interés del país. En palabras de Castaño, la gran capacidad del
líder está en su habilidad maniesta para develar el paquete cognitivo de
los colectivos sociales y, en consecuencia, dotar de contenido político al
mismo, con la instrumentalización concreta de una seria de metas, obje-
tivos y propósitos que desarrollan un profundo vínculo afectivo entre el
líder y sus seguidores y simpatizantes, al tiempo que los moviliza conti-
nuamente en pro del logro perentorio de los mismos.
Bienvenida sea esta obra novedosa que aporta nuevos argumentos
para la creación de ciertos consensos o, si se quiere disensos, en torno el
semblante e impronta de dos de las guras más polémicas, emblemáticas
y controvertidas de la historia contemporánea de Colombia; líderes que
marcaron un antes y un después con su trayectoria vital en la sociedad
toda, claro está, desde concepciones políticas abiertamente contrapuestas,
pero con estilo de liderazgo en cierta forma similar.
Dr. Jorge J. Villasmil Espinoza
Universidad del Zulia
Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público “Dr. Humberto J. La Roche”.
Maracaibo, Venezuela.
jvillasmil@fcjp.luz.edu.ve
INTRODUCCIÓN
Debemos aclarar que el trabajo que hoy se presenta fue el resultado de un
proyecto de investigación desarrollado en el marco del doctorado de ciencia
política de la Universidad del Zulia, en el periodo 2014-2018, bajo la tutoría
de la profesora Yolanda Morales Castro, proyecto que fue galardonado con la
distinción honorica mención publicación. Además, el trabajo fue publicado
parcialmente bajo la modalidad de artículos cientícos en las revistas de alto
impacto: Cuestiones Políticas y Perspectivas, respectivamente. Razón por la
cual agradecemos a los editores de ambos órganos divulgativos el haber autori-
zado la publicación de esos trabajos, con modicaciones menores en este nuevo
libro signado por motivos académicos de difusión del saber, sin nes de lucro.
En la actualidad, las investigaciones en torno al liderazgo político asumi-
do como punto nodal de los sistemas políticos contemporáneos han ganado
un sitio destacado dentro de la Ciencia Política, ello por distintas razones a
saber: por un lado, la participación política de una ciudadanía activa y em-
poderada, requiere como condición de posibilidad de la presencia activa de
liderazgos políticos individuales e institucionales, que tracen la agenda de
los objetivos, valores y estrategias que persigue la sociedad civil en su con-
junto para el logro del bienestar social material que se traduce en una vida de
dignidad y calidad. Por el otro, en sociedades como las latinoamericanas en
donde el Estado de derecho es frágil y a veces ccional, los liderazgos po-
ticos personalizados, cuya máxima expresión se encuentra en el caudillismo
histórico, cobran un inusual protagonismo, en el diseño de los cuerpos nor-
mativos, las pautas de relacionamientos entre los actores políticos y sociales,
e incluso en la conguración del Estado en tanto que estructura suprema
de la organización política, económica y social. Por ello, el estudio del lide-
razgo político remite a los fundamentos mismos del sistema político en su
totalidad, en sus distintas modalidades y formas históricas.
16 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
Como es de suponer, no hay un concepto univoco del liderazgo político
ya que el mismo varía en función del momento histórico y el tipo de lide-
razgo en particular que se pretende comprender. No obstante, por liderazgo
político se quiere representar siguiendo a Villasmil (2012), al conjunto com-
plejo de prácticas intersubjetivas que buscan, en última instancia, estructu-
rar una visión viable de la sociedad que se pretende construir y, al mismo
tiempo, la capacidad efectiva de aglutinar y movilizar apoyos políticos para
materializarla en un lapso perentorio de tiempo. Obviamente, la agenda del
liderazgo político varia en razón del estatus y rol que el mismo ocupe en el
sistema. Si se está en la oposición política, por ejemplo, el liderazgo apuesta
por socializar y generalizar su visión de la sociedad que se quiere alcanzar,
bajo el supuesto de que la misma representaría una fase cualitativamente
superior de la que ya existe, fase en la cual, en teoría, se superarían los vicios,
contradicciones e injusticias que aquejan a las grandes mayorías naciona-
les del momento. Si se está en el ejercicio del poder se justica al statu quo
como la mejor realidad posible, dada la circunstancia y el accionar negativo
del enemigo interno y externo, concepto este que se usa comúnmente para
representar a la oposición política y toda forma legítima de disidencia, en
una estrategia discursiva de transferencia de responsabilidades y asignación
de culpas, típica de gobiernos autoritarios.
Hasta el presente, el liderazgo político como constructo teórico posee
un conjunto de características generales que se maniestan en las distintas
sociedades humanas, más allá de sus particularidades y diferencias, tales
como: la pretensión de ocupar progresivamente los principales espacios
de poder políticos de una sociedad determinada, a la par de reformular
un imaginario político que le permita justicar en la representaciones so-
ciales su voluntad de preeminencia como factor hegemónico del sistema
político, por el mayor tiempo posible. Por esta situación empíricamente
contrastable Villasmil (2012: 4) señala:
“(…) El liderazgo de tipo político está vinculado a la acción o intención
maniesta de una facción, agrupación política o conjunto de agrupa-
ciones políticas, por producir, reproducir y desarrollar un entramado
de poder vinculante que le garantice la posición rectora, en término
del ejercicio del poder y la autoridad, en un sistema político especíco.
17LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
En el caso colombiano algunos liderazgos políticos “personalizados”
han logrado generar en su momento un conjunto de transformaciones
materiales y simbólicas que han impactado profundamente a la sociedad
colombiana marcando un antes un después en el funcionamiento del sis-
tema político, tal es el caso de Jorge Eliécer Gaitán, quien con su discurso
de reivindicación de los sectores populares, marginados y oprimidos, por
lo que consideraba era un sistema oligárquico de espalda al verdadero in-
terés nacional, logró crear una expectativa de justicia social que persiste
aun hoy. Una muestra de su imaginario político de corte nacionalista y
socialista (Cruz, s/f ), se expresa es sus diáfanas piezas discursivas, impro-
visadas la mayoría de las veces al calor de las muchedumbres aglutinadas
en torno a su persona, en plazas y barrios de Bogotá principalmente.
“Bienaventurados los que no ocultan la crueldad de su corazón, los que
entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para
ocultar los sentimientos de rencor y exterminio. Malaventurados los que
en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad contra
los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la
ignominia en las páginas de la historia” (Gaitán, citado por: Cruz, s/f: 3).
Con su asesinato se “recrudece” la espiral de violencia y polarización
que condena al país a una guerra civil que se ha prolongado por más de 50
años, en la que han surgido paulatinamente distintos grupos insurgentes
y delincuenciales, de izquierda y de derecha respectivamente, que pugnan
por el control de entidades territoriales y por inuir directa o indirecta-
mente en el ejercicio del poder político a nivel local, regional y nacional.
Otra muestra de liderazgo político de tipo carismático y personalizado
es el ejercido en el siglo XXI por el ex presidente de Colombia y actual sena-
dor de la República Álvaro Uribe Vélez, quien representa un liderazgo que
se enmarca también en la gura recursiva del “caudillo latinoamericano,
que lo mantiene activo en la esfera política. Estos estilos de liderazgo que re-
velan épocas distintas son de interés para la investigadora por su pertinencia
y utilidad explicativa de la realidad política colombiana, a condición de que:
“Colombia esta carente de nuevos líderes que inuyan con el deleite de
la justicia, sin soborno, que muestren una visión que trascienda el paso
de los tiempos, que sean superiores a sus liderados, íntegros, que eviden-
18 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
cien fortaleza espiritual y elevación de carácter, que no busquen lo suyo,
que sirvan a todas las personas sin distingo alguno, dispuestos a afrontar
los retos y a superar las metas propuestas” (Pachón, 2005:78).
Desde la perspectiva de la cita anterior, los liderazgos políticos de es-
tos momentos en Colombia están y estarán determinados por una doble
condición: por un lado, los límites que la misma sociedad les impongan
como resultado del desarrollo de sus instituciones y de las capacidades au-
tónomas de los ciudadanos para controlar sus acciones; y, por el otro, los
referentes éticos que de manera inherente desarrollen como resultado de
su evolución personal en la práctica de vivir en democracia.
La justicación de esta investigación, viene dada entre otras razones por
la naturaleza misma del tema de liderazgo político, poseedor de relevancia
intrínseca no solamente para Colombia sino para cualquier país de Améri-
ca Latina y del mundo, ya que muchas decisiones cruciales para la vida y el
desarrollo pleno de la sociedad, quedan en manos de “líderes” y su estilo de
liderazgo puede favorecer o desfavorecer, indiscutiblemente, en la dinámica
de organización social, gestión de conictos y administración de recursos. Por
ello, es necesario contar con la producción y reproducción continua por parte
del sistema político de liderazgos democráticos que vayan de la mano con lo
que promulga la constitución del 91, en sus artículos 1, donde se reconoce
taxativamente la importancia de la democracia, en los términos siguientes:
“Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República
unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, demo-
crática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana,
en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran, en la prevalencia del
interés general” (Constitución Política de Colombia, 1991:13).
ueda claro que, la constitución política en la declaración del artículo
uno, invita a trabajar por una democracia participativa, de tal manera que
se necesita imprimir en el país un liderazgo democrático que aglutine en su
devenir histórico los elementos típicos de la visión del liderazgo político
de tipo democrático como: la capacidad de inuencia, capacidad de pro-
ducir la movilización voluntaria de sus seguidores, capacidad de proponer
una visión integradora y, además, capacidad de conducir a sus seguidores a
la búsqueda de objetivos socialmente útiles, entre otros elementos de valía.
19LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
También, es importante examinar en detalle la historia contemporánea
para comprender el liderazgo político en la democracia colombiana en
dos tiempos: Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez. Como momentos
destacados alegóricamente, de la vida política nacional en lo concerniente
a la construcción colectiva de opciones y alternativas representativas de
los intereses y mandatos de los sectores populares que aspiran, ayer y hoy,
a un cambio de rumbo es los destinos del país que, por lo demás, permita
superar los altísimos niveles de conictividad sociopolítica por repartos
de valores y generar, consecuentemente, un contrato social diferente.
En lo concreto, esta obra se orientó a través de las siguientes interro-
gantes: ¿Qué significados políticos e ideológicos posee el fenómeno del
liderazgo político colombiano en su contexto histórico? ¿Qué aportes y
contribuciones efectuaron los liderazgos políticos de Jorge Eliecer Gaitán
y Álvaro Uribe Vélez a la democracia de la Colombia contemporánea?
¿Qué vinculación existe entre liderazgo político, democracia y
conflictividad política en Colombia?
De la mano con estas preguntas problema este trabajo tuvo por objeti-
vo general: Develar el liderazgo político de la democracia colombiana en
dos tiempos: Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez (siglo XX y XXI).
Este objetivo se desagregó a su vez en tres objetivos particulares, que por
su complejidad maniesta fueron desarrollados en su momento cada uno
en un capitulo en particular de la obra, bajo el esquema de un artículo
arbitrado. Los objetivos especícos fueron:
Revisar los distintos modelos teóricos que explican el liderazgo
político en su relación con la democracia.
Interpretar el sentido y alcance del liderazgo de Jorge Eliecer Gai-
tán y Álvaro Uribe Vélez, en relación a su estrategia de comunica-
ción política y sus proyectos políticos concretos.
Comparar la impronta del liderazgo político de Jorge Eliecer Gaitán
y Álvaro Uribe Vélez en su contexto histórico e ideológico particular.
En cuanto a las secciones constitutivas del texto, el capítulo I: (Mo-
delos teóricos que explican el liderazgo político en su relación con la de-
mocracia), revisa los distintos modelos teóricos que explican el liderazgo
20 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
político en su relación con la democracia. Aquí se muestran algunas de las
diferentes ópticas y perspectivas de análisis que han venido edicando las
principales escuelas de pensamiento social, tales como: el estructuralismo,
el funcionalismo, el marxismo y la visión histórico sociológico fundada en
su momento por Max Weber, útiles para el estudio del liderazgo. En este
sintético recorrido, ocupa un tratamiento especial los aportes teóricos que
ha desarrollado la psicología política latinoamericana en general y, dentro
de estas coordenadas, el enfoque cognitivo-conductual en particular, que
enlaza la dimensión subjetiva y objetiva de los actores políticos en la trama
de sus relaciones de poder.
El capítulo II: (Jorge Eliécer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez: estrategia
de comunicación política y proyectos políticos), interpreta el sentido y
alcance del liderazgo de Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez, en re-
lación a su estrategia de comunicación política y sus proyectos políticos
en concreto. Esencialmente, se muestran los aspectos más emblemáticos
de la estrategia de comunicación política de ambos líderes en su contexto
histórico particular, para aterrizar en la reconstrucción de sus proyectos
de poder desde una visión crítica y quizá hasta revisionista.
Finalmente, el capítulo III: (Impronta del liderazgo político de Jorge
Eliecer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez en perspectiva comparada), compara
la impronta del liderazgo político de Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro Uribe
Vélez en su contexto histórico e ideológico particular. Para este propósito
de cierre se denen 6 criterios comparativos al calor de la política compa-
rada, para matizar las semejanzas y diferencias de los liderazgos que nos
ocupan, al tiempo que se intenta dar respuestas adecuadas a los interro-
gantes transversales que conguran la formulación del problema. Por úl-
timo, se presentan las conclusiones generales de la investigación.
CAPÍTULO I
MODELOS TEÓRICOS QUE EXPLICAN EL
LIDERAZGO POLÍTICO EN SU RELACIÓN CON LA
DEMOCRACIA
EXORDIO
Más que una aproximación conceptual al liderazgo político en sus variadas
manifestaciones, importa ahora de conformidad con los objetivos plantados
por esta investigación: Revisar los distintos modelos teóricos que explican
el liderazgo político en su relación con la democracia, tarea que envuelve, al
mismo tiempo, la comprensión de las lógicas y miradas que, desde distintas
escuelas del pensamiento político y social, se han estructurado para dar cuenta
de los fenómenos que como la democracia y el liderazgo político desempeñan
un rol axial en la construcción de las realidades históricas que nos ocupan.
De esta manera, cada uno de estos modelos que hoy conquistan un sitial
destacado en los dominios de la ciencia política, nos remite a un paradigma o
macromolde que dene a la vez enfoques y perspectivas de análisis distintivas
en cada caso, que privilegian en su proceder algunos aspectos de la realidad
en detrimento de otros. Por ello, al adentrarnos al mundo de los modelos in-
terpretativos de la realidad y sus fenómenos constitutivos, no solo se quiere
signicar una concepción teórica particular del liderazgo, sino también una
manera de comprender la realidad en tanto que espacio y momento construi-
do intersubjetivamente por sus actores protagonistas y, epistemológicamente
por los cientícos sociales, de ahí la relación simbiótica entra realidad y cono-
cimiento que no se puede soslayarse en la investigación.
22 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
En el caso concreto de la ciencia política latinoamericana, desarrollada
en el marco de las metodologías cualitativas de corte postpositivista, lo
fundamental está en este caso en re-interpretar la esencia y cualidad del
liderazgo político como fenómeno histórico individual y colectivo de cara
al desarrollo o traba, según sea el caso, de las formas políticas de organiza-
ción social de tipo democrático. Ya que, indiscutiblemente, es la democra-
cia la única forma de gobierno que hasta ahora garantiza el ejercicio pleno
de lo que hoy se entiende como Derechos Humanos de las personas-ciu-
dadanos, ejercicio sin el cual no se puede armar un proyecto de vida de
calidad, dignidad y libertad. De ahí que, es común que la postura ética
maniesta de los estudios cualitativos y en particular socio-críticos, asuma
un compromiso taxativo por la promoción y reexión de estas temáticas
de interés social, bajo la premisa propia de una ontología de la historia
que supone que los pueblos transitan –o deberían transitar en el movi-
miento de su ser colectivo-, dialécticamente por una senda que los acerca
en su devenir a formas más genuinas de democracia y justicia social, de
la mano con su liderazgo político civil-democrático, forma de liderazgo
antagónica con el militarismo, la autocracia y la oligarquía, entre otras, de
lo contrario perdería su esencia democrática y degeneraría en otra cosa.
Prevenidos ante la complejidad de nuestro sujetos y objetos de estu-
dio así como de las herramientas metodológicas y epistemológicas adop-
tadas, la revisión de los modelos teóricos útiles, de una forma u otra, al
estudio del liderazgo político y la democracia no solo tiene una función
descriptiva, sino muy especialmente se hace con la nalidad de congurar
en último término, una “hermenéutica ecléctica” que integre en igualdad
de condiciones las distintas miradas y conceptos que emergen de los para-
digmas estudiados, entendiendo que algunas de estas miradas son, por su
naturaleza, irreconciliables, tal como lo es, la cosmovisión positivista con
la nueva racionalidad; en todo caso este ejercicio de proximidad se efectúa
desde la confrontación teórica y, se privilegian los “constructos” que se
ajustan a nuestros postulados teóricos de conformidad con las subjetivi-
dades asumidas y el condicionamiento social del conocimiento, a lo cual
no puede escapar ningún investigador, de ahí que podamos armar que el
único camino a la objetividad posible este en las subjetividades asumidas.
23LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
En esta tarea planteada por el objetivo especíco del capítulo, enunciado
en líneas anteriores, conviene la propuesta desarrollada por Losada y Casas
(2008), para los cuales de los macromoldes o paradigmas surgen enfoques que,
por lo que representan para la producción de conocimiento, requieren de in-
vestigadores prevenidos y conscientes ante su alcance y limitaciones intrínsecas:
“(…) El término enfoque señala una problemática que intriga al estu-
dioso; unos conceptos que se privilegian; un conjunto de presuposicio-
nes generalmente implícitas; a partir de las cuales se inicia la argumen-
tación, y unas reglas de inferencia para llegar a conclusiones aceptables
dentro del enfoque. Así, pues, siempre que se analiza un fenómeno po-
lítico se mira a partir de unas preguntas y no de otras, con determinados
conceptos y no con cualesquiera, asumiendo como punto de partida
del análisis unas presuposiciones selectas en lugar de otras y aceptando
ciertas reglas para llegar a conclusiones valederas” (2008: 13).
Aclarado esto, se comprende entonces de antemano que todo enfoque,
en tanto que mirada particular y parcial de la realidad, implica en su fun-
cionamiento, una visión siempre limitada de los sujetos y objetos de estu-
dio, razón por la cual la concepción cualitativa de la ciencia, consciente de
sus falencias, apuesta constantemente por el diálogo inter-paradigmático e
inter-disciplinar. Igualmente interesa a esta investigación, la clasicación
que los referidos autores (Losada y Casas, 2008) hacen de los principales
enfoques que guían en la actualidad el desarrollo de las investigaciones de
la ciencia política a nivel internacional; esto, pensando en nuestro ámbito
temático que destaca la relación: liderazgo político y democracia en su con-
texto histórico diferencial, es decir, en la escena donde tienen signicado.
De ahí que, en las variadas secciones de este capítulo se revisaran crítica-
mente algunos de los distintos enfoques que, como: el estructuralista, sisté-
mico, marxista, histórico sociológico y culturalista, aportan luces al estudio
y compresión del fenómeno liderazgo político. Atención especial tendrán los
enfoques que emergen de la psicología en general y psicología política en par-
ticular, para la interpretación de las manifestaciones conductuales y mentales
del líder, situado en su contexto, sin perder de vista los criterios y coordenadas
de la ciencia política latinoamericana, entendida como espacio cognitivo en el
que se articulan distintas miradas y herramientas teóricas-metodológicas, con
24 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
el propósito de develar en toda su complejidad los hechos, procesos, estructu-
ras y personalidades que componen los dominios de la política y lo político, al
tiempo que construye su autonomía epistemológica y su identidad cientíca
especica en el marco de las ciencias sociales y humanas.
De lo que se trata es de generar una aproximación interpretativa que va-
lore e integre por lo menos teóricamente, las distintas voces y miradas que se
pronuncian ante el fenómeno polifacético del Liderazgo político de la demo-
cracia colombiana en dos tiempos: Jorge Eliécer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez.
EL LIDERAZGO POLÍTICO COMO UNIDAD DE SENTIDO
Como ya se adelantó en el planteamiento del problema, nuestra con-
cepción del liderazgo implica necesariamente la síntesis de distintas teo-
rías y conceptos que conciben este fenómeno en todo momento como
relacional y dinámico, constantemente orientado a la consecución de una
serie de objetivos políticos que varían en función del tiempo y espacio par-
ticular en el que el líder concreto opera, así como de los requerimientos
que su modelo de sociedad impone, al calor de las representaciones socia-
les y los imaginarios colectivos que en el plano de lo simbólico generan
una cultura política particular –que puede ser democrática o no-, y una
idea del liderazgo que se quiere desarrollar, como herramienta de trasfor-
mación del sistema político de cara al bienestar social.
De esta manera, el liderazgo político posee una función dual para esta
investigación: por una parte, se constituye en la unidad de sentido o ca-
tegoría de análisis que explica, en buena medida, las características del es-
cenario político nacional, regional o local en tanto que elemento axial de
las relaciones de poder que se tejen entre los actores y factores que domi-
nan el espacio público, lo que demanda, a su vez, la estructuración de una
metodología (hermenéutica) capaz de dotar al fenómeno de su sentido y
signicado original y; por la otra, emerge el liderazgo político como una
fuerza histórica que en sociedades como la latinoamericana, tiene la capa-
cidad de fungir como el elemento rector de su sistema político, llegando,
en algunos casos, a personalizar la actividad política de forma radical, en
detrimento de las organizaciones partidistas –máxima representación de
la sociedad civil organizada-, y de la calidad del andamiaje institucional
25LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
propio del Estado de Derecho, así como de la capacidad de participación
de la ciudadanía para forjar su destino, tal como lo demuestran los caudi-
llos militares y civiles que surgen continuamente en la historia republica-
na de la región, como óbice de los procesos de democratización y moder-
nización del Estado y la sociedad.
En consonancia con las ideas esbozadas, Delgado (2004), plantea ade-
cuadamente los lineamientos necesarios para el desarrolla de las investiga-
ciones orientadas a develar el sentido del fenómeno del liderazgo político
en toda su complejidad:
“Dada esta situación, la actitud que creemos más acertada y coherente
es la de formular un enfoque conceptual propio y ecléctico. Éste, por
necesidad, será el resultado de la integración de distintos conceptos
y orientaciones de análisis previamente formulados por otros autores
en la extensa literatura existente sobre la temática” (2004: 24).
De esta propuesta de síntesis, de la que ya se ha comentado bastan-
te, surge precisamente este objetivo de la investigación como un requeri-
miento para confeccionar un modelo interpretativo del liderazgo político
colombiano, que dé cuenta de los elementos constitutivos del líder entre
los que destacan: “La trayectoria vital: los rasgos personales, el entorno y
la situación para el ejercicio del liderazgo político; el pensamiento, pro-
yecto y agenda; los seguidores y ciudadanos; y la acción política como un
espacio para la legitimación del liderazgo político” (Delgado, 2004: 24), a
lo que habría que sumar también el papel desempeñado por la ideología y
la relación existente entre democracia y liderazgo, de la que se desprende
el sustrato mismo del tipo de liderazgo desarrollado por las personalida-
des a estudiar, cuestión que se abordara más adelante.
Al parecer estos mismos personajes comprendieron en su momento
histórico, el sentido trascendente de su liderazgo, en tanto que espacio
de representación de ciertos intereses colectivos silenciados o negados; a
este respecto Jorge Eliezer Gaitán, en discurso pronunciado en 1945, en el
marco de su campaña presidencial arma:
“Casi todos los movimientos sociales y políticos que han transfor-
mado a un país o alterado la historia del mundo han aparecido de
26 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
forma sorpresiva (…) al contacto de las realidades vividas; de los an-
helos destrozados; de las ansiedades legitimas incumplidas; de los
clamores de justicia no escuchados; de las armaciones de la verdad
desconocida o negada; del bien o del amor ultrajados, van formán-
dose, metódica y silenciosamente pero de manera inexorable, nuevas
formas de anhelo, distintas concepciones de equilibrio social, diver-
sas inquietudes de la voluntad hacia un sistema más adecuado y justo
de la vida” (1979: 171).
De la hermenéutica de este fragmento retórico-discursivo se desprenden
varias ideas de anclaje; en principio la labor del líder democrático estaría en-
focada en interpretar las principales problemáticas sociales de su momento,
que a su juicio son la consecuencia de un ordenamiento sociopolítico y eco-
nómico injusto y excluyente y, consecuentemente, orientar el descontento
social en la construcción de un nuevo bloque histórico que sea propicio para
el logro de un “sistema más adecuado y justo de la vida.
Dentro de este orden de ideas, el líder democrático al decir de Gai-
tán, se caracteriza por ser el representante del sentir de las aspiraciones
de los sectores históricamente relegados, así como el artíce de “nuevas
concepciones de equilibrio social” que den al traste con los dispositivos de
control y dominación, formales e informales, impuestos por las clases do-
minantes en el ejercicio del poder, mediante la transformación del orden
establecido de cara al verdadero interés popular.
Por ello, el sentido del liderazgo político-democrático debe compren-
derse no solo en la revisión de los discursos, cartas y maniestos de los líde-
res interpelados, sino en el estudio cientíco de las mutaciones y cambios
impulsadas por ellos en sus accionar político concreto. Con independencia
del enfoque adoptado, de lo que se trata es de confrontar en la investigación
la dimensión discursiva, donde se socializada el ideario político, con las ac-
ciones y experiencias encaminadas a convertirlas en realidad, ya que: “La
retórica del decir triunfa sobre la pragmática del actuar, lo cual lleva a una
política que se inscribe más en los referentes estíticos y éticos de lo popular
que en los postulados de la modernidad” (Rincón, 2015: 5).
En otro momento histórico diferente pero signado también por múlti-
ples situaciones de suma complejidad para la sociedad y el Estado Colom-
27LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
biano, Álvaro Uribe Vélez dene cuales son, a su entender, el reto de las
sociedades democráticas y por ende de su liderazgo:
“El reto de las democracias del mundo hoy, es la derrota del enemi-
go de la sociedad que es el terrorismo y la criminalidad organizada,
cualquiera sea su ropaje ideológico. Colombia así lo ha entendido y
por eso hizo de la seguridad una prioridad de la vida nacional, en-
tendiendo que lo que hace perdurable una política es la paciencia y
la persistencia. Los éxitos no son sinónimos de victoria; se requiere
una lucha de todas las horas y por muchos años” (2010: s/p).
Desde esta perspectiva, el líder de tipo democrático debe ser capaz de
identicar cuáles son los principales “enemigos de la democracia” y enfren-
tarlos en todos los escenarios posibles, hasta alcanzar la victoria. Es de con-
siderar que tanto Gaitán como Uribe, gozaron en su momento de altísimos
niveles de popularidad, por lo que se inere que sus discursos estaban en
sintonía con el sentir de las mayorías y sus acciones políticas se constituían
en un espacio para la legitimación de su liderazgo (Delgado, 2004).
Finalmente, el sentido del liderazgo democrático, se visualiza al decir de
Collado-Campaña y Col. (2016), quienes se adhieren al enfoque construc-
tivista estructuralista ideado por Pierre Bordieu, en el carácter relacional e
integrador del mismo, donde el individuo líder consigue acondicionar un
espacio simbólico y social que posee relativa estabilidad para trasladar a otros,
en razón de movilizarlos continuamente para la consecución de una meta o
serie de metas. Es precisamente en este proceso intersubjetivo donde:
“(…) Los actores inmersos en el campo político desarrollan un pro-
ceso de acumulación de capital político que sirve tanto para aanzar
el liderazgo como para mejorar la posición de seguidores, y habilitar
a estos y al líder para el acceso a otros campos y tipos de capitales
económico, simbólico, etc.-” (2016: 82).
En efecto, el liderazgo político es siempre un proceso que sobrepasa
al individuo líder en el que interactúan grupos de personas orientadas a
la acumulación de capital político, como base para desplegar mancomu-
nadamente otras iniciativas concernientes al acceso diferencial al reparto
de valores, concepto este que nos remite, al decir de Villasmil (2016), al
acceso de los principales bienes y servicios de la comunidad así como la
28 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
ocupación de sus espacios de poder, desde los cuales se detenta la autori-
dad, situación que en la mayoría de los casos es el privilegio de una elite o
conjunto de elites políticas, económicas y sociales.
VISIÓN ESTRUCTURALISTA DEL LIDERAZGO DE TIPO POLÍTICO
El concepto de estructura, proveniente de la arquitectura, ha estado pre-
sente en las Ciencias Sociales desde nales del siglo XIX, ello para represen-
tar la analogía existente entre los organismos vivos y los fenómenos sociales
(Losada y Casas, 2008). En líneas generales, se caracteriza por ser un enfo-
que que aspira a comprender el funcionamiento de una sociedad, vista en su
totalidad, destacando sus estructuras constitutivas. Es de considerar, que no
existe un concepto univoco de estructura, razón por la cual el mismo variada
en sus signicados de un autor a otro, según los intereses particulares de su in-
vestigación. En este sentido, (Losada y Casas, 2008: 223) reseñan la multipli-
cidad que el concepto de estructura posee al interno de su mismo enfoque:
“(…) Talcott Parsons entiende por estructura una “pauta de com-
portamiento social que ha permanecido relativamente estable por
un amplio periodo de tiempo.
En cambio, para el sociólogo Marion Levy (1958: xv), una estruc-
tura signica simplemente “una pauta, es decir, una uniformidad
observable de acción o de operación. Nótese cómo no aparece aquí
el requisito de estabilidad prolongada, exigida por Parsons.
Para Jean Viet (1973: 22), estructura en sentido estricto designa:
(…) un conjunto dinámico y signicativo de relaciones entre diver-
sos aspectos de una misma y única realidad social (…)”
Comúnmente al hablar de estructuralismo se identica el término
con los desarrollos teóricos de los sociólogos estadounidenses (Talcott
Parsons y Robert K. Merton), quienes en la primera mitad del siglo XX
crearon las bases epistemológicas de la sociológica estructuralista y el es-
tructural funcionalismo, que veía a la sociedad como un sistema complejo
articulado por un conjunto de partes (estructuras) que propenden a la
preservación y estabilidad del mismo. Sin embargo, otros enfoques ante-
riores y posteriores también pueden ser denidos como estructuralistas,
29LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
por dedicarse a la explicación del sistema social, más allá de la impronta
que en él tienen las personas en concreto, tal es el caso del marxismo y sus
nociones de superestructura e infraestructura, útiles para describir las ba-
ses materiales-económicas y culturales-ideológicas que se modulan para
producir una formación social determinada, en la que se conjugan simul-
táneamente lo objetivo y lo subjetivo.
Al igual que en la propuesta de Parsons, el discurso marxista prescinde
en su análisis del rol desempeñado por los individuos en la construcción
intersubjetiva de la realidad, que es vista como una “realidad macro” en
la que interactúan fuerzas históricas antagónicas en lo político, econó-
mico e ideológico que se constituyen per se, en el sujeto protagónico de
la historia humana, con leyes y pautas de funcionamiento similares, en
su autonomía, a las fuerzas físicas que rigen el movimiento del universo.
De ahí que la tarea primaria del investigador estaría encausada a descifrar
estas supuestas leyes socio-históricas y económicas.
Estas ideas tuvieron reveladora inuencia en la naciente Ciencia Po-
lítica por diversas razones, por una parte, es en Estados Unidos donde
la Ciencia Política adquiere sus principales impulsos de institucionaliza-
ción como una ciencia social independiente, distinta en sus basamentos
al Derecho Público y a la Filosofía Política, pero próxima, en un primer
momento, a la sociología y la psicológica, funcionales ideológicamente a
la hegemonía norteamericana en el orden mundial, por ello:
“El funcionalismo estructural apoyó esa posición mundial en dos sen-
tidos: primero, la idea funcional estructural de que toda pauta tiene
consecuencias que contribuyen preservación y la supervivencia del
sistema era simplemente una celebración de los Estados Unidos y su
hegemonía mundial (Huaco, 1986:52). Segunda, su perspectiva del
equilibrio (el mejor cambio social era no cambiar) sintonizaba bien
con los intereses de los Estados Unidos, que entonces constituía el im-
perio más rico y más poderoso del mundo” (Ritzer, 2005: 76-77).
Por la otra, el estructuralismo se adecuaba bien al emergente concepto
de sistema político, que al ser entendido también como una realidad dife-
renciable –por lo menos analíticamente– de lo societal, sirvió de razón de
ser de una ciencia encargada de su estudio particular –la naciente ciencia
30 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
política–, de esta manera se debía precisar las estructuras particulares del
sistema político, posesionado ahora como el sistema regente y articulador
de los otros sistemas existentes, por ser la dimensión política la dirección
o espacio direccional del orden social en su totalidad.
De modo similar, el liderazgo político es visto en el enfoque estructural
como un concepto “despersonalizado” que remite a una parte fundamental de
la acción social, con un status-rol preponderante, tanto en la teoría como en
la realidad. Aunque no tenemos conocimiento de que, los principales teóricos
del estructuralismo en su variedad de escuelas y disciplinas, abordaran abier-
tamente el tema del liderazgo de tipo político, obviamente el mismo puede
ser considerado como una estructura en particular ya que, en él se vislumbra
las pautas variables de lo que Parsons designo como (Si mismo-colectividad)
que se reere: “(…) Al dilema entre perseguir nuestros intereses privados o los
compartidos con nuestros miembros de la colectividad” (Ritzer, 2005: 539).
El dilema (Si mismo-colectividad) conduce, desde nuestro punto de vis-
ta, a una de las principales funciones del liderazgo, porque este fenómeno
conecta en su ejercicio, los intereses individuales del líder con los de sus se-
guidores que aspiran, al mismo tiempo, conseguir en los resultados del lide-
razgo una mejora sustancial a su situación de vida, habida cuenta que: “Par-
sons nunca defendió la existencia de una voluntad libre; antes bien, siempre
creyó que la elección del individuo estaba circunscrita por normas, valores,
ideas, situaciones, etc.” (Ritzer, 2005: 536). Por ello, el liderazgo estaría con-
gurado, en todo momento, por las pautas y criterios de lo que hoy se dene
como representaciones sociales e imaginarios colectivos de la política.
Entre los aspectos positivos de este enfoque, está en que le proporciona al
investigador una perspectiva totalizante de este fenómeno, acorde con nues-
tra idea del liderazgo como fuerza histórica que dene, en buena medida,
los ritmos de las relaciones de poder político en Latinoamérica, donde las
instituciones reguladoras de las elites revestidas de autoridad, tienden a ser
débiles o nulas. Entre lo negativo, está que omite completamente el valor del
individuo-líder y sus habilidades particulares como: carisma, personalidad,
capacidad retórica, capacidad hermenéutica para interpretar los sentimien-
tos y necesidades colectivas, trayectoria vital, rasgos personales, manejo del
31LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
entorno y la situación para el ejercicio del liderazgo político; pensamiento,
proyecto y agenda, entre otros, que indiscutiblemente marcan la pauta de la
estructura del liderazgo en particular y de la democracia en general, en tanto
que espacio político y modo de vida que dota de contenido y funcionamien-
to al liderazgo, a la vez que es modicada por este.
VISIÓN SISTÉMICA DEL LIDERAZGO POLÍTICO
El enfoque sistémico –de corte empírico analítico– desarrollado en
el marco de la teoría de sistemas ofrece, al igual que el enfoque anterior,
una visión “totalizante” de las realidades políticas y socioeconómicas con
pretensión de generalidad explicativa, es decir, que podría ser aplicable,
según sus partidarios, a distintas sociedades en diferentes momentos de su
desarrollo. El concepto de sistema se dene por dos rasgos puntuales: “La
interdependencia entre las partes del sistema, y los límites del mismo, lo
que lo diferencia de su entorno” (Arnoletto, 2007: 215).
Por su parte, Finol y Vera (2013) agregan que los sistemas se confor-
man de un conjunto de elementos objetivos y subjetivos, que actúan de
forma coordinada e interdependiente con el n de alcanzar propósitos co-
munes. De esta manera, si aplicamos el concepto de sistema a los procesos
políticos, puede armarse que el sistema político está constituido por una
serie de actores y factores como: los ciudadanos, el Estado, las institucio-
nes, los partidos políticos y los liderazgos, entre otros, que conjuntamente
tratan de gestionar y resolver los conictos políticos, por dos razones: por
un lado, para garantizar la estabilidad y supervivencia del sistema mismo
en tanto totalidad y, por el otro, como consecuencia de lo anterior, pro-
porcionar unas condiciones mínimas de bienestar social que legitiman la
existencia del sistema en las representaciones sociales vinculadas a la polí-
tica, sin necesidad de la represión y la coerción social continua, típica de
los sistemas autoritarios sostenidos por la violencia de Estado.
Vallès (2006), por su parte, destaca las aportaciones que la cibernética y
los modelos de comunicación han efectuado a la teoría de sistema político, a
n de cuentas, se constituye en el núcleo epistemológico de la ciencia políti-
ca contemporánea y su centro de estudio. Especícamente señala que el sis-
tema político es la estructura u organización compleja encargada de recoger
32 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
y trasmitir información, a la par que genera actividades y contrala resultados
en un ámbito de relativa autonomía. Visto así, el sistema político no es en
ningún caso un sistema cerrado, por el contrario, está abierto a un entorno
del que recibe información y en el que a la vez actúa continuamente.
Asimismo, Vallès (2006), compara el sistema político con un sistema
de climatización contralada de un edicio, en el cual el termostato del
acondicionador de aire, recibe continuamente información de la tempera-
tura del ambiente y la confronta con los valores predeterminados con los
que fue programado para mantener el equilibrio del clima.
“De modo análogo, corresponde al sistema político desempeñar estas
funciones. Recibe de su entorno social distintos mensajes, en forma de
noticias, demandas, reivindicaciones o apoyos de los diferentes acto-
res: en otros términos, registra la “temperatura” de su entorno social.
Procesa esta información y la contrasta con los valores y las ideologías
dominantes en aquella sociedad: es decir, con la disposición de aquella
sociedad a alterar o mantener la situación detectada” (2006: 48).
De esta concepción sistemática surge una noción de liderazgo políti-
co con variadas funciones de desempeño, entre las que destaca: ser factor
de trasmisión de información del entorno donde actúa; esta información
corresponde a: problemáticas sociales, mandatos colectivos, deseos de rei-
vindicaciones sociales, entre otras, por ante las instancias correspondientes
del sistema, vinculadas a la administración de recursos en el campo de los
repartos de valores, o a la gestión del conicto social, con el ánimo de que
este (imputs) sea retornada en la forma de políticas públicas (outputs), que
vengan a resolver o, por lo menos minimizar, los requerimientos encomen-
dados o interpretados por él liderazgo. Sin embargo, hay que aclarar que
todo liderazgo político, así este enmarcado en el nivel nacional de actua-
ción, solo transmite un conjunto especíco de demandas sociales, corres-
pondientes a los intereses del grupo o sector que este represente. En conse-
cuencia, Villasmil (2016) le adjudica al liderazgo un proyecto de país del
que se originan conictos políticos por choques de intereses antagónicos.
“Por consiguiente, los conictos entre liderazgos políticos son con-
ictos no solo por relaciones asimétricas de poder, sino que son en
esencia, entre proyectos de país diferentes, que representan intereses
33LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
de grupos, personas y comunidades simbólicas o geografías, contra-
puestas por su naturaleza a otras. Es el caso de los obreros vs capi-
talismo, pueblo vs elite, el centro vs la periferia o las mujeres opri-
midas vs la sociedad machista, entre otras dicotomías simplicadas.
De ahí que, la relación liderazgo-proyecto político implique como
condición de posibilidad el reconocimiento de las diferencias políti-
camente relevante (clivajes) y, la aceptación lógica que en un mismo
proyecto de nación –más allá de su perl poli-clasista e integrador–
no pueden privilegiarse todos y cada uno de los intereses en conic-
to a la vez, sin incurrir en demagogia” (2016: 14-15).
En otras palabras, la máxima expresión de la función de transmisión de in-
formación del liderazgo (individual y colectivo, piénsese en las organizaciones
políticas o sindicales como formas de liderazgo colectivo), está concentrada en el
proyecto que este elabore de la mano con los intereses que encarne en el tiempo.
Finalmente, otra función o rol que puede asignársele al liderazgo desde
el enfoque sistémico, está en su capacidad de organización y movilización
de grupos de ciudadanos en función de sus objetivos políticos que varían
de un momento a otro y de una situación a otra. Como ya se he reiterado,
en sociedades periféricas el liderazgo político puede socavar el rol de las
instituciones democráticas, mediante el despliegue de redes clientelares y
procesos personalizadores de la actividad política, llegando a ser incluso la
estructura fundamental que explica las características del sistema político
en su totalidad.
Entre las limitaciones de este enfoque (según Von Beyme citado por
Arnoletto, 2007), está el introducir forzosamente los fenómenos en un es-
quema analítico sin comprender que existen, también muchos fenómenos,
desconectados, opuestos y contradictorios solo vinculados por la arbitrarie-
dad del investigador interesado en formar un conjunto sistémico como ca-
tegoría analítica. Entre sus potencialidades destaca la mirada relacional que
le adjudica al liderazgo como estructura dentro de un sistema más amplio.
VISIÓN MARXISTA DEL LIDERAZGO POLÍTICO
El pensamiento marxista surge en la primera mitad del siglo XIX, como
una reacción ante las contradicciones de la sociedad capitalista enmarcada
34 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
en el Estado liberal clásico, que si bien es cierto instauró, la igualdad formal
ante la ley, como fundamento de la ciudadanía política, hizo caso omiso
ante las asimetrías sociales producidas y reproducidas por la economía des-
regulada de libre mercado; contradicciones que a la postre determinarían
la superación de esta forma de Estado, dando paso a la estructuración del
llamado Welfare State, dispuesto a intervenir en lo económico y social para
proteger los intereses de las personas y grupos en condición de pobreza y
vulnerabilidad, esto bajo la inspiración del discurso progresista socialista.
De acuerdo con Parra (2018: 45):
“la efervescencia del marxismo comenzó a hacerse sentir en Europa
con la publicación del Maniesto Comunista en 1848 y se aanzaría
en 1867 con El capital. En ambas obras se desarrolla una propuesta
política deter minista según la cual el triunfo del socialismo vendría
como consecuencia de las contradicciones generadas por el sistema
capitalista y de la victoria denitiva de la clase trabajadora en su con-
frontación con la burguesía.
El marxismo fue uno de los sistemas losócos con mayor impacto en
el orden internacional, tal como lo muestra el hecho del surgimiento en el
siglo XX, de los múltiples países organizados bajo la egida del socialismo
real, convirtiéndose en el ideal favorito de los liderazgos políticos com-
prometidos con la transformación del orden establecido, en razón de la
construcción de un nuevo contrato social: modelo de sociedad, de cara
a la justicia social y la equidad, que desde su lógica argumentativa solo se
alcanzaría con la “deconstrucción” de la sociedad de tipo capitalista y la
instauración de una socialista, como fase de transito al comunismo, don-
de, se suponía, ya no existirían las clases sociales que propician, al mismo
tiempo, las odiosas diferencias que marginan y relegan a buena parte de la
población mundial a una vida de calamidades y penurias.
Estas ideas, luego de la caída de muro de Berlín (1989) y el colapso de
la URSS, principal estado marxista-leninista (1991), siguen, al día de hoy,
inspirando buena parte de las críticas y propuestas encaminadas al logro de
las reivindicaciones de los grupos y naciones periféricas y “explotadas antes
los poderes hegemónicos. Este es el caso del premio nobel de economía,
Stiglitz (2015), quien, sin ser abiertamente marxista, sigue denunciando las
35LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
desigualdades de las sociedades occidentales, donde, según él, el 1% de la
población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores
servicios médicos en contraste con el resto de la población que ve, con el
correr de los años, disminuir signicativamente sus estándares de vida.
Del marxismo, en sus variadas escuelas, emerge una teoría del lideraz-
go político de tipo colectivo, caracterizado, en un primer momento, por el
protagonismo otorgado al proletariado, asumido como “actor mesiánico de
la historia,” capaz de impulsar la revolución popular, que en lo económico,
aboliría la propiedad privada de los medios de producción social, para luego
socializarlos y, en lo político, signicaría la superación del Estado burgués
y su consecuente andamiaje institucional al servicio de sus “intereses espe-
ciales.” Es de considerar sin embargo que todos los experimentos políticos
marxistas, desembocaron inexorablemente en la conguración de Estados
totalitarios bajo el liderazgo corporativo de los Partidos Comunistas.
Otros desarrollos teóricos marxistas posteriores, como la Escuela de
Frankfurt y su teoría crítica de la sociedad, cuestionarían el protagonis-
mo exclusivo otorgado al proletariado, y adjudicarían mayor relevancia a
otros grupos sociales, mejor dotados –ya en la escena del siglo XX– para
la realización de un liderazgo de transformación, tales como: los intelec-
tuales, las clases medias y los movimientos estudiantiles, entre otros.
En su mirada dialéctica de la realidad, el marxismo observa en el fenó-
meno liderazgo una estructura fundamental, que tiene como razón de ser,
el impulso de los procesos revolucionarios encaminados a romper, los meca-
nismos de opresión y explotación que, en lo político e ideológico, limitan o
impiden el desarrollo integral de la persona humana, situada en su contexto
socio-histórico. De ahí que la función del liderazgo revolucionario, que, en
todos los casos, debe representar el interés de los marginados y excluidos, se-
ria, en la dimensión de lo simbólico, fomentar la “conciencia de clase” como
dispositivo cognitivo que dota a las clases trabajadores de la conciencia de la
necesidad de su unidad internacional y las ubica en la hoja de ruta de sus inte-
reses y desafíos para la transformación de las circunstancias que les oprimen.
Por ello, este concepto de liderazgo está fuertemente imbricado por una
ideología militante y dicotómica, que ve en el escenario histórico mundial,
36 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
el choque de dos fuerzas antagónicas, que, en su devenir dialéctico, se com-
plementan impulsando el movimiento histórico, a la manera del yin y yang.
“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia
de las luchas de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebe-
yos, señores y siervos, maestros y ociales, en una palabra: opresores
y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha cons-
tante, velada unas veces y otras francas y abierta; lucha que terminó
siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o
el hundimiento de las clases en pugna” (Marx y Engels, 2011: 30).
De esta manera, el liderazgo revolucionario –por lo menos en su orto-
doxia– está comprometido con la agudización de la lucha de clases sociales
como condición de posibilidad para la persistencia de la clase trabajadora y
su ascenso a una existencia material más digna, sin estar relegada a la domi-
nación impuesta por el capitalismo y su esquema de explotación del hombre
por el hombre. Entre los aspectos positivos de este enfoque, está que realza
la función revolucionaria del liderazgo, como espacio colectivo en el que
se integran o articulan los intereses de las clases dominadas, al tiempo que
las estimula a organizarse en todos los frentes de lucha, para conseguir sus
objetivos y contralar, en consecuencia, el sistema político en su conjunto.
Entre lo negativo, destaca, al igual que los enfoques reseñados ante-
riormente, que, por estar enmarcado en una tradición estructural no logra
comprender la impronta que los individuos concretos tienen en la cons-
trucción de los liderazgos históricamente existentes. Del mismo modo,
el marxismo en general adolece de una teoría democrática, que respete
las libertades individuales y los derechos fundamentales de las personas,
incluso en el marco de procesos revolucionarios, tal como fue el caso del
pensamiento liberal ilustrado y su liderazgo democrático, que adquiere en
las organizaciones partidarias su mejor expresión.
VISIÓN HISTÓRICA-SOCIOLÓGICA DEL LIDERAZGO POLÍTICO
Este enfoque resurge, tal vez, como una alternativa epistemológica al
marxismo y positivismo que, para principios del siglo XX, copaban la ma-
yoría de las investigaciones desarrolladas en las ciencias sociales recién insti-
tucionalizadas. No obstante, su origen en términos de su forma de proceder
37LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
en la investigación y su tratamiento comparativo de las fuentes, se remonta
a Aristóteles, Maquiavelo, Pareto y Weber, por mencionar algunos.
En su intento por describir este paradigma en el que se conjugan la herme-
néutica histórica con la evidencia empírica concreta, Casas y Losada (2008)
señalan que dentro de este enfoque los investigadores suelen formularse pre-
guntas al estilo de: ¿Cuál es el mejor tipo de gobierno que haya existido? ¿En
qué consiste el mejor liderazgo político imaginable? ¿ué determina la esta-
bilidad o la inestabilidad política de una sociedad? ¿Cómo se ha constituido el
Estado moderno? ¿Por qué dos grandes colectividades sociales se encuentran
en conicto? ¿Cuáles son las causas de las revoluciones? ¿ué hace que los
ciudadanos colaboren con sus gobernantes y que los distancia de estos?
Aunque estas preguntas siempre han estado presentes, de una manera
u otra, en las reexiones de la losofía política, lo novedoso aquí, es que
toda argumentación debe contar con la suciente evidencia empírica que
le de soporte; evidencia que solo puede ser recabada mediante un riguro-
so proceso de investigación cientíca e histórica. A nuestro entender el
sociólogo Max Weber es uno los representantes más destacados de esta
corriente. Con sus aportes sobre los llamados (tipos ideales) y su interés
en las (estructuras de autoridad), termina sin proponérselo, desarrollan-
do una teoría del “liderazgo político” que explica este fenómeno en su
relación con el desarrollo histórico de las formas de autoridad del núcleo
social donde se maniesta. Según Ritzer (2005), esto responde al hecho
de que Weber tenía muy poca fe en la capacidad de las masas y de la buro-
cracia para crear una sociedad mejor, por ello su esperanza se concentraba
en la impronta histórica de los liderazgos políticos.
Desde las coordenadas de su enfoque, las sociedades humanas transitan por
tres momentos en lo concernientes a sus formas de autoridad: 1) la autoridad
tradicional; 2) la autoridad carismática y; 3) la autoridad legal-racional propia de
las sociedades avanzadas. Evidentemente, a cada una de estas etapas o momentos
le corresponde una forma de liderazgo que le da especíco contenido.
Para la ciencia política contemporánea, el concepto de autoridad ca-
rismática ha gozado de inusual relevancia; como herramienta heurística
que explica, en buena medida, el surgimiento de líderes dotados de un
38 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
carisma que raya, en algunos casos, en el mesianismo. De igual forma, este
concepto posee, lógicamente una relación muy estrecha en el caso de La-
tinoamérica con el de personalización de la política y caudillismo al decir
de Villasmil (2013), ya que más allá de su particularidad, todos, nos remi-
ten a la capacidad que desarrollan ciertos líderes para modicar, para bien
o para mal, la historia de sus sociedades, marcando un antes y un después
en las relaciones de poder. Más concretamente:
“El carisma político hace referencia a lugares, objetos e individuos
a los cuales se reviste de un aura excelsa, casi divina cuyas caracte-
rísticas y acciones son interpretadas como excepcionales e incluso
extraordinarias por el colectivo que las secunda y que las reconoce
como propias. Esta dimensión la consiguen los elementos carismáti-
cos por su vínculo con la tradición, pero a su vez por ser genuinos y
modernos” (Weber, citado por: Deusdad, 2003: 21-22).
En líneas generales, del enfoque aludido se desprendes unas líneas argu-
mentativas sobre el sentido y signicado histórico del liderazgo político que
varían de un investigador a otro. En primera instancia como un fenómeno
que solo puede ser comprendido en perspectiva histórica, en el marco de
las estructuras de autoridad de la sociedad donde emerge. Especial interés
adquieren las formas carismáticas de liderazgo por su papel transformador
o conservador de los sistemas políticos y del orden social en su conjunto.
Entre las potencialidades de este enfoque destaca que ofrece una mi-
rada histórica mucho más completa y abarcante del liderazgo, que la que
comúnmente aportan los estudios desarrollados en otros enfoques que se
limitan en lo temporal, al plano cortoplacista e inmediatista.
VISIÓN CULTURALISTA DEL LIDERAZGO POLÍTICO
En el marco de la realidad interdisciplinaria que fue nutriendo y de-
sarrollando a la ciencia política, el enfoque culturalista, venido de la an-
tropología cultural, sirvió, entre otras cosas, para ampliar la mirada de lo
político, más allá de la perspectiva Esta-docéntrica tradicional, que veía en
el sistema político un epifenómeno del Estado. En este momento el tema
de las representaciones sociales y los imaginarios colectivos de la cultura
vinculados a la política, implica la posibilidad de comprender: las ideas,
39LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
practicas, rituales, discursos y modos de vida que, desde las relaciones in-
tersubjetivas de la vida cotidiana, dotan de sentido y signicado, al acon-
tecer política en general y al liderazgo en particular.
“El enfoque culturalista irrumpe en la ciencia política en la segunda
mitad del siglo XX como un reejo de realidades políticas, como
las dicultades para aclimatar la democracia en diversos países del
mundo, los odios raciales, la discriminación contra la mujer etc. Los
estudios culturales ya no versan sobre sólo la cultura política, sino
sobre cultura en general, este enfoque trabaja con conceptos como
cultura, cultural, estudios culturales, multiculturalismo, poder, do-
minación social etc.” (Teoría política, 2012: s/p).
Al igual que en el constructivismo, el culturalismo asume la realidad polí-
tica como una construcción social dinámica, de la que emergen identidades y
relaciones de poder muy particulares que varían de una cultura a otra, incluso
a lo interno de un mismo país. De esta manera el liderazgo político, se perla
en el culturalismo, no tanto como un fenómeno estándar congurado por los
intereses y demandas del sistema político y elites direccionales, sino por las
pautas simbólicas de la cultura, en tanto que espacio matriz donde se produ-
cen las concepciones y sistemas de creencias que legitiman o deslegitiman al
sistema político y sus actores constitutivos. De esta manera, el liderazgo sería
en buena medida el reejo tangible de una cultura política determinada.
En este sentido, sociedades conguradas por prácticas autoritarias
propias del matriarcado, patriarcado o racismo, entre otros elementos, es-
tarían, mucho más propensas a generar en su funcionamiento liderazgos
autoritarios independientemente de su signo ideológico. Lógicamente,
bajo este criterio la democracia y su liderazgo no serían ontológicamente
hablando, una estructura, forma de Estado o de gobierno, sino un modo
de vida con profundas implicaciones antropológicas.
Entre las principales contribuciones del culturalismo, está que asume
la política y por ende el liderazgo político, no solamente como un cons-
tructo teórico o tipo ideal con potencial heurístico y hermenéutico, sino
como un tema enraizado a la esencia de una cultura particular y sus sub-
jetividades políticas, que requiere de investigaciones inductivas e ideográ-
cas al estilo de la descripción densa de Geertz (2003), para su adecuada
40 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
dilucidación en el marco general de la teoría de interpretación de cultura
política, como categoría diferencial de este enfoque.
PSICOLOGÍA POLÍTICA Y LIDERAZGO
Como ya se dijo, el ámbito de la psicología en general y de la psicología
política en particular viene a representar una herramienta cognitiva funda-
mental dentro de la ciencia política, ello por razones diversas, ya que ob-
viamente es en el plano de los pensamientos, sentimientos y conductas de
las personas y las colectividades, que se traducen en: lo que la gente piensa,
hace, siente y dice, donde lo político adquiere contenido tangible. Desde
esta perspectiva, los líderes políticos son aquellas personas o corporaciones,
según sea el caso, que tienen la capacidad de descifrar los paquetes cognitivos
de la sociedad, generados al calor de los condicionamientos socioculturales,
para formar sentimientos perdurables en torno a sus acciones y proyectos.
De igual manera, la psicología política signica ese puente entre la
ciencia política y la psicología cuyo énfasis está en el modo en el que los
procesos psicológicos afectan a los procesos políticos, lo que implica el
reconociendo de la “psiquis individual y colectiva” en la que actúan lo
cognitivo-racional, como espacio simbólico articulador de: los miedos,
esperanzas, afectos, frustraciones y odios de las personas que se manies-
tan en conductas políticas concretas, susceptibles al estudio cientíco.
En palabras de Salgado (2006): “La psicología política es la disciplina
cientíca que trata de describir y explicar el comportamiento político es-
tudiando los factores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales que
inuyen en el” (2006: 96).
Por su parte, en el trabajo clásico Deutsch (1984), se dene el objeto
de estudio de la psicología política como ese lugar de encuentro, donde se
desdibujan las fronteras de lo psicológico y político mutuamente:
“La psicología política tiene por objeto el estudio de la interacción
de los procesos políticos y psicológicos, o sea que comporta una inte-
racción bidireccional. Así como las aptitudes cognoscitivas limitan y
afectan la naturaleza del proceso de toma de decisiones políticas, así
también la estructura y el proceso de la toma de decisiones políticas
afectan las aptitudes cognoscitivas” (1984: 240).
41LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
Desde nuestro punto de vista, la psicología política latinoamericana,
está comprometida, como ya hemos dicho en otros apartados, con el análi-
sis y reexión de la realidad psicológica particular de la región, estructurada
por la multiplicidad de representaciones sociales e imaginarios colectivos
que perlan, ontológicamente hablando, al ser latinoamericano en general
y, colombiano en particular. De cualquier manera, interesa la adopción de
sus herramientas analíticas para penetrar en la esencia del fenómeno del
liderazgo político desde la perspectiva íntima de la estructura de personali-
dad de líder, que se vincula, al mismo tiempo, con los modelos cognitivos
diferenciales desde los cuales se produce el pensamiento político, la ideolo-
gía y sus piezas retóricas-discursivas que condicionan a la opinión pública
y movilizan personas en torno a variados propósitos políticos.
Coincidimos con Parisí (2008), en cuanto que la psicología política
contribuye con el análisis crítico de la realidad, entrelazando los planos de
lo subjetivo (psicológico) con lo objetivo (político); por ello su temática
habitual:
“(…) Gravita en torno a problemas de personalidad, actitudes y creen-
cias que adoptan la forma de comportamiento político, que a su vez
desembocan en investigaciones concretas de temáticas variadas, por
ejemplo, actitudes electorales, atribución del contrincante, personalidad
del dirigente, impacto de la propaganda política, entre otros” (2008:25).
Es de suponer que dentro de los dominios de la psicología política
existen distintas posturas y escuelas, que no viene al caso estudiar para
los nes de esta investigación, dentro de esta multiplicidad de enfoques
propios de la psicología, el modelo cognitivo-conductual, es el que mejor
se ajusta a los requerimientos de la ciencia política y el liderazgo, por las
razones que esbozaremos en el apartado siguiente.
ENFOQUE COGNITIVO-CONDUCTA PARA EL ESTUDIO DEL LIDERAZGO POLÍTICO
La psicología cognitiva-conductual se centra en la forma como el in-
dividuo interpreta y procesa las cogniciones y estas, a su vez, determinan
sentimientos y conductas, precisando la coherencia o incoherencia exis-
tente, entre: pensamiento, sentimiento y acción. El problema clave dentro
del enfoque aludido es el tratamiento hermenéutico que los individuos
42 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
hacen de su realidad; lo que signica, que la interpretación que la gente
inventa de sus circunstancias pesa más que las circunstancias mismas. Al
decir de Epicteto (2014: s/p), lósofo griego del siglo IV antes de nuestra
era: “Los hombres no se trastornan por las cosas que pasan, sino por las in-
terpretaciones que de ellas hacen. Al tiempo que agrega: “Lo que inquieta
al hombre no son las cosas, sino las opiniones acerca de las cosas.
Por su parte, la ciencia política tradicional, posee un bagaje teórico
de las estructuras cognitivas de la realidad, del que se desprende actual-
mente el campo de estudio de las subjetividades políticas. De lo que
se trata a nuestro entender, seria de fortalecer los desarrollos teóricos
vinculados a las cogniciones: (ideas, creencias, teorías, imagines y per-
cepciones sobre la dimensión política) integrando, en la medida de lo
posible, el enfoque cognitivo-conductual, con la epistemología de la
ciencia política, dando paso a un nuevo o renovado enfoque que po-
dría denominarse tentativamente: enfoque cognitivo-conductual de
la política, encargado de comprender los procesos de reestructuración
cognitiva –que comúnmente desarrollan los liderazgos carismáticos– y
sus consecuentes sistemas de creencias, lugar de producción de modelos
interpretativos de la realidad con los cuales, los actores sociales y sujetos
políticos actúan y viven su mundo.
Según Albert Ellis (1990: 27), quien funge como unos de los principa-
les arquitectos de este modelo:
“(…) La gente tiene innumerables creencias (B) –o cogniciones, pensa-
mientos o ideas– acerca de sus acontecimientos activadores (A); y estas
B tienden a ejercer inuencias importantes, directas y fuertes sobre sus
consecuencias (C) cognitivas, emocionales y conductuales y sobre lo
que con frecuencia llamamos sus perturbaciones emocionales.
Desde este modelo, donde se integran lo cognitivo y lo conductual, el lide-
razgo político consiste esencialmente en el conocimiento y reconocimiento
de las estructuras cognitivas y sus sistemas de creencias subyacentes. Al cono-
cer este sistema el líder puede mimetizarse en los códigos y referentes identita-
rios del pueblo, para, por una parte, ganar aceptación en sus seguidores como
el mejor intérprete de sus aspiraciones y necesidades y, por otra, modicar si es
43LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
preciso, las conductas y emociones de las personas en función de sus objetivos
políticos. Aquí la política no es solamente una estructura de poder, sino un
lugar primordial para la construcción de creencias y sentimientos racionales e
irracionales, que modican a la cultura política, al tiempo que son modicada
por esta en una relación simbiótica y compleja.
RELACIÓN DEMOCRACIA Y LIDERAZGO POLÍTICO
Todo indica que la relación existente entre liderazgo político y de-
mocracia es sumamente compleja, de hecho, en contextos de fragilidad
institucional y una pobre cultura política democrática, de cara a la parti-
cipación activa de la ciudadanía en los asuntos de interés político, como
se supone es el caso latinoamericano y colombiano, ciertos liderazgos po-
líticos pueden resultar en factor de primer orden en la conguración de la
democracia formal y de resultados que se tiene o que se quiere.
Por ello, es pertinente formularse las preguntas: ¿es la democracia el
espacio simbólico y material que dota de contenido al liderazgo político
en Colombia? O acaso: ¿es el liderazgo político el que impulsa la cons-
trucción, debilitamiento y/o permanencia de formas de Estado y de go-
bierno de tipo democrático? Obviamente las respuestas a estas cuestiones
no son sencillas, e implican en cada situación, el aterrizaje hermenéutico
en casos tangibles de liderazgos políticos que han avanzado en una u otra
dirección, es decir, que han sido condicionados en su devenir por la carga
histórica de la democracia que les tocó vivir o, por el contrario, han condi-
cionado el desenlace de la democracia y el sistema político, marcando un
antes y un después en términos de un avance o retroceso de la democracia
como modo de vida.
De cualquier manera, conviene precisar los nexos teóricos que se visualizan
entre estos dos elementos, con la nalidad de ir profundizando en la esencia
relacional de los mismos, que más allá de sus particularidades, se encuentran
compenetrados, y es que, solo en escenarios verdaderamente democráticos,
puede surgir un liderazgo transformador, que oriente los procesos de demo-
cratización del sistema político y la sociedad. Por el contrario, en sociedades
con décit de democracia, altos niveles de corrupción, gobiernos arbitrarios y
pobreza generalizada, las expresiones genuinas de liderazgo político democrá-
44 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
tico, siempre son anuladas o cooptadas para que no intereran en las relacio-
nes asimétricas de poder, que les garantizan a las elites hegemónicas el man-
tenimiento del orden establecido, como garantía de sus privilegios al tiempo
que los mantiene impunes ante sus crímenes políticos de toda índole.
Siguiendo con Villasmil (2013), la democracia requiere de liderazgos
políticos comprometidos con su manteamiento y prolongación en el tiem-
po, ya que son los líderes concretos quienes tienen que afrontar –individual
y/o colectivamente– la carga y el desafío de su momento histórico en razón
de superar los obstáculos y contradicciones de su modelo democrático. Las
fuentes a nuestra disposición evidencian que, si el liderazgo político exis-
tente no posee la capacidad requerida para impulsar las mutaciones necesa-
rias de cara al interés social y la modernización de los espacios políticos, la
democracia se estanca perdiendo con ello legitimidad y vitalidad.
En efecto, un liderazgo democrático se caracteriza, por lo menos en el
momento histórico de disertación, por su afán de compaginar con los ejes
transversales que delinea la democracia contemporánea, en su versión re-
presentativa y participativa, que se traducen en: el mantenimiento del esta-
do de Derecho, la promoción de los Derechos Fundamentales en todas sus
facetas y, la defensa de los sectores más vulnerables de la ciudadanía, que
se ven privados por su condición de pobreza y exclusión, de participar en
los procesos de desarrollo a escala humana propios de la modernidad. Por
esta razón, las investigaciones encaminadas a develar los signicados del
fenómeno liderazgo político, tienen un compromiso tácito con la demo-
cracia y se esfuerzan por evaluar hasta qué punto “son o no democráticos”
los líderes objetos y sujetos de estudio, esto más allá de las coordenadas del
discurso político e ideológico que nubla la mirada de las acciones y situa-
ciones concretas. Por su parte, una democracia plena crea las condiciones
de posibilidad para la emergencia continua de liderazgo políticos en sus
variadas manifestaciones y modalidades como garantía de su autopoiesis.
CONCLUSIONES
La breve e incompleta descripción de los enfoques teóricos útiles para
abordar al liderazgo político, conguran un panorama variado en torno a un
fenómeno denso y complejo, que admite y exige múltiples miradas y pers-
45LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
pectivas de análisis. Por ello, se aboga por la estructuración paulatina de un
enfoque ecléctico o integrativo, que se capaz de articular, en la medida de lo
lógicamente posible, las diferentes ideas, conceptos, metodologías y perspecti-
vas que surgen en torno al liderazgo de tipo político y sus facetas diferenciales.
De esta manera el liderazgo político puede ser denido como: estruc-
tura, proceso, fuerza revolucionaria, fenómeno cultural y psicológico, en-
tre otros aspectos, sin incurrir en contradicción, ya que cada una de estas
miradas se centra en un aspecto o dimensión del liderazgo, de conformi-
dad con los postulados paradigmáticos que representa.
Destaca también de nuestra breve descripción el hecho de que, a cada
uno de estos grandes modelos teóricos le corresponde un estilo de lideraz-
go determinado, mucho más cuando los enfoques aludidos no están exen-
tos de una matriz ideológica conservadora o revolucionaria claramente
perceptible, según sea el autor. De esta manera, por ejemplo, a la teoría
marxista sobre el liderazgo político le engarza muy bien los estilos de li-
derazgo populista, autoritario y colectivista, no solo en la teoría sino tam-
bién en la realidad histórica, como podría demostrase en una gran canti-
dad de casos concretos. Por su parte, a los desarrollos teóricos estructural
funcionalista provenientes de la sociología conservadora norteamericana
le corresponde bien los estilos de liderazgo neo-populistas y civil-demo-
cráticos. En el caso de las formas de autoridad señaladas por Max Weber,
es más difícil identicar un patrón porque, evidentemente, el liderazgo
carismático en un estilo presente, en la realidad política, igualmente en
líderes de izquierda o de derecha. En cualquier caso, lo que interesa des-
tacar es la relación existente que se visualiza entre: enfoques teóricos de
gran envergadura (macromoldes), estilos de liderazgo y comportamiento
político de líderes históricos en especíco.
Con independencia del enfoque seleccionado, el liderazgo político en
las sociedades occidentales contemporáneas no puede ser separado de la de-
mocracia, ya que es en ella y, por ella, donde este fenómeno se produce y re-
produce de cara a las demandas y requerimientos que le impone el contrato
social existente. De lo que se inere que, en sociedades autocráticas buena
parte del liderazgo político carece de contenido y existencia autónoma y se
46 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
torna tendencialmente en un reejo o reacción a los intereses de las elites
dominantes en el poder, sin vinculación con el verdadero interés colectivo
que, en cada momento histórico, debe ser descrito e interpretado por el li-
derazgo político de turno, de ahí que postulamos que la primera función del
liderazgo político es la lectura hermenéutica de su entorno de acción.
No obstante, se recomienda no incurrir en una deicación o cosica-
ción del fenómeno liderazgo, porque no es exclusivamente una estructura
o tipo de autoridad en un sistema político determinado, sino un espacio
simbólico y cultural, en el que se articulan intereses, creencias, paquetes
cognitivos y referentes identitarios que sirven de motor a los procesos po-
líticos democráticos y autoritarios, según sea el caso.
Tampoco se niega a priori la posibilidad de que en contextos no de-
mocráticos puedan surgir liderazgos democráticos, porque de hecho hay
innidad de ejemplos que atestiguan lo contrario, pero en todo caso, en
estos escenarios de arbitrariedad sistemática, donde no hay o fue anulada
la cultura democrática, el liderazgo político civil-democrático reduce sus
funciones y competencias al propósito primordial de quebrar la tiranía,
abierta o solapada, tal como en su momento lo hizo Jorge Eliecer Gaitán,
que alzo su voz de protesta a favor del logro de la justicia y equidad tan
anhelada por el pueblo colombiano. La democracia es, sencillamente, el
entorno donde opera el liderazgo político imponiéndole las demandas no
solo de la ciudadanía o sector que representa, sino del sistema político
como totalidad dialéctica en constante redenición.
CAPÍTULO II
JORGE ELIÉCER GAITÁN Y ÁLVARO URIBE VÉLEZ:
ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN POLÍTICA Y
PROYECTOS POLÍTICOS
EXORDIO
Para interpretar el sentido y alcance del liderazgo de Jorge Eliécer Gaitán
y Álvaro Uribe Vélez, en relación a su estrategia de comunicación política
y sus proyectos políticos concretos, objetivo especíco de este capítulo, es
necesario la revisión crítica de la historia contemporánea de Colombia, es-
pacio y momento donde se han desarrollado las relaciones asimétricas de
poder que denen las luchas fratricidas por el control político del país, entre
distintos actores y factores hegemónicos, tales como: los partidos políticos
tradicionales (liberales y conservadores) y los liderazgos políticos persona-
lizados y caudillistas de Jorge Eliezer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez, quienes
al calor de sus discursos populistas o neopupulistas, según el caso, junto a
sus agendas políticas de amplio impacto social, lograron penetrar, en épocas
distintas, en lo más profundo del tejido social, marcando un antes y después
en las percepciones sociales vinculadas a la comprensión del sistema político
nacional, llegando hasta el punto de estructurar una crisis histórica.
Conviene aclarar que el concepto de crisis histórica –de mucha uti-
lidad heurística– implica, según Caballero (2007), el surgimiento de un
escenario de transición donde se articulan 5 condiciones básicas a saber:
a) Se trata de un momento crucial; b) se pasa de una situación de “norma-
48 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
lidad” a una de anormalidad; c) generación cambios irreversibles; d) toda
crisis surge en una temporalidad denida que permite ubicar proceso de
gestación en el tiempo, y; e) todas las crisis de la historia contemporánea
son, de una u otra forma, crisis políticas ya que se originan en las principa-
les esferas del poder político nacional.
El fenómeno del liderazgo político nos remite a las raíces del conicto
social, conicto originado, insistimos, –según la teoría actual– por el ac-
ceso desigual a los repartos de valores , que han relegado a buena parte del
pueblo aun hoy, a una vida de pobreza y negación de sus derechos funda-
mentales, por el accionar de unas clases dominantes que, sin distingo de su
signo ideológico-partidista, se han valido de la violencia, en sus variadas
modalidades y expresiones, como herramienta principal para dirimir las
diferencias políticas e imponer sus concepciones e intereses. De ahí que,
la impronta de estos liderazgos políticos carismáticos esté vinculada, en
todo momento, a los ritmos y procesos violentos que caracterizan a las
prácticas políticas en el país en general.
Desde nuestra perspectiva, una de las mejores formas de sopesar estos
liderazgos es, por un lado, estudiando el alcance y contenido de su estra-
tegia de comunicación política, esto es, lo que se dijo (discurso político),
cómo se dijo (estilo retórico particular) y, cuándo se dijo (momento po-
lítico). Por el otro, relacionando ese discurso histórico particular con la
agenda política del líder, visible en: proclamas, mítines, maniestos, leyes,
artículos de prensa y cartas privadas, entre otra documentación, que da
cuenta de la concepción política que se deende, así como de los objeti-
vos, ideología, intereses y cambios que se quieren implementar median-
te la oposición política o, el ejercicio del poder político nacional, cuyo
máximo nivel está representado en la presidencia de la república, en razón
de la arraigada cultura presidencialista latinoamericana y su consecuente
concentración de poder en el Estado centralizado predominante.
En el caso de Jorge Eliecer Gaitán, posiblemente el personaje más ca-
rismático de la escena política contemporánea colombiana, sus dotes de
gran orador de masas y su capacidad para producir discursos que interpre-
taran el sentir de los sectores o estratos excluidos, marginados y relegados
49LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
del país, lo convierten en un personaje que no puede ser explicado sin el
acceso directo a su amplia producción discursiva, en la que se proyecta su
ideario político revolucionario, devenido en la esperanza más signicativa
de los colectivos sociales para el logro de su esperada redención, esperanza
dramáticamente frustrada por su asesinato en 1948.
Por su parte, Álvaro Uribe Vélez, ubicado en otro momento histórico,
sustentó la legitimidad de su desempeño en una retórica de ataque y denun-
cia de los que considera son los principales enemigos del orden republicano,
representados por los grupos guerrilleros de extrema izquierda: (FARC-EP
y ELN) –quienes tienen su origen en la guerrillas liberales que reaccionan
en su momento ante las prácticas de exterminio impulsadas por el conserva-
tismo y el asesinato de Gaitán–, al tiempo que justicaba su política belicista
de la Seguridad Democrática como única posibilidad de vencer a los terro-
ristas. Más allá de las diferencias contextuales, ambos personajes coinciden
en el experimento exitoso de estructurar una formación discursiva que in-
tentó inventar un nuevo pacto comunicativo/cultural/político que interpe-
la y compromete a la ciudadanía en nuevas o renovadas formas de partici-
pación política de cara al logro de los objetivos de su lucha (Rincón, 2015).
En síntesis, nuestra propuesta teórica y metodológica consiste, en este
momento, en la reconstrucción hermenéutica de los textos y contextos que
sirvieron de condición de posibilidad para el desarrollo de los liderazgos
históricos de los caudillos civiles: Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez,
quienes lograron sobrepasar signicativamente la popularidad de sus parti-
dos, mediante la creación de un vínculo afectivo muy personal con sus par-
tidarios y, en consecuencia, apuntalar procesos de personalización de la po-
lítica que afectaron, para bien o para mal, a la democracia colombiana y su
sistema político en general, creando un antes y un dispuesta de su impronta.
JORGE ELIECER GAITÁN: SEMBLANZA DE UN LIDERAZGO
Jorge Eliecer Gaitán, también conocido como El Caudillo, nace en Bo-
gotá en el seno de una familia poco acaudalada de raigambre liberal a prin-
cipios del siglo XX, en una época donde las luchas interpartidistas entre
liberales y conservadores por el monopolio del poder ya eran de larga data,
potenciadas por la fragmentación del territorio nacional y por el choque de
50 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
intereses antagónicos entre localidades diferenciadas, personalidades y fa-
milias notables, entre otras razones de peso. Al parecer de González (2014),
los partidos tradicionales (El Liberal y Conservador) actúan como:
“[…] coaliciones de grupos oligárquicos que competían por el poder
en localidades, basados en redes de pequeñas y medianas ciudades y
villas, apoyadas a su vez en un Hinterland rural de haciendas con sus
respectivos peones y aparceros, junto con pequeños y medianos cam-
pesinos, ligados a las haciendas por lazos clientelistas” (2014: 179).
Sus años de infancia estuvieron condicionados por los problemas eco-
nómicos de su familia, situación que debe entenderse en el marco de un
sistema político oligárquico con muy poco margen de movilidad social,
en el cual, la democracia en su sentido contemporáneo, era solo un anhelo
en la mente de algunos sectores progresistas o de avanzada, ya que más allá
de lo establecido por el marco constitucional, las oportunidades para el
desarrollo de una vida digna eran y son privilegio de unos pocos.
En aquella época la sociedad bogotana en particular y Colombia en
general, funcionaba con el predominio de la inuencia hegemónica de la
autoridad tradicional del catolicismo, que abogaba por el mantenimiento
del orden establecido como única posibilidad de garantizar la cohesión so-
cial y la subsistencia de la gobernabilidad política, siempre en razón de los
intereses de las clases pudientes. Por ello, en sentido ideológico, la socie-
dad republicana que se estructura al calor del discurso de la modernidad
política, desde el advenimiento de la emancipación en el siglo XIX, cam-
bió muy poco en su mentalidad conservadora y tradicional, soportada, al
mismo tiempo, en dos columnas: la autoridad moral de la Iglesia católica
–defendida por el partido conservador-– y el Ejército como herramienta
primordial de control social formal, dispuesto a sofocar cualquier intento
de revuelta popular o descontento colectivo que cuestionara las premisas
constitutivas del contrato social existente.
Sin embargo, el siglo XX trajo consigo también la implementación pau-
latina de cambios en la cultura política orientados a la re-modernización del
Estado y al reconocimiento de las necesidades e intereses de grupos sociales
emergentes, como: los sindicatos, los obreros, el campesinado y los estudian-
51LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
tes universitarios, por mencionar algunos, que no estaban representados por
las agendas de los partidos tradicionales. De ahí que González señale que:
“La hegemonía de los partidos Liberal y Conservador en la vida po-
lítica colombiana empezó a ser desaada por la aparición de algunos
grupos sociales y políticos desde las primeras décadas del siglo XX,
en una coyuntura de crecimiento del gasto público de estatal y el sur-
gimiento de tensiones en el incipiente mundo obrero y en el mundo
rural de una frontera agraria en expansión” (2014: 33).
Estas ideas progresistas que promueven otras miradas de la realidad
para el logro de la justicia social, anidan en el joven Gaitán que encuentra
en la actividad política el instrumento cardinal para la liberación de las
mayorías oprimidas y, por tanto, el principio ontológico de su vida. En sus
propias palabras, lo realmente importante era congurar un nuevo siste-
ma político y social de cara a los preceptos del liberalismo progresista que:
“[…] reconoce que hoy resulta insuciente e inoperante al concepto de
democracia restringido al solo campo de la organización política del
Estado, y proclama la necesidad de extenderlo a las zonas económicas y
sociales, no en razón de la benevolencia o generosidad de los grupos po-
derosos para con los desposeídos, sino como deber de justicia y como
condición necesaria para el equilibrio y ecaz desarrollo de la riqueza y
bienestar de los Colombiano” (Gaitán citado por: Eastman, 1979: 18).
De conformidad con su supremo intereses por la política: “En febrero
de 1920 ingresó a la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Univer-
sidad Nacional, y cuatro años más tarde obtuvo el título de abogado con
su controvertida e importantísima tesis “Las ideas socialistas en Colombia
(Biografías y Vidas, 2017: s/p). Desde este momento participa activamente
en la política impulsando iniciativas de interés social, entre las que resaltan:
la creación de la Sociedad Literaria Rubén Darío –en honor al gran poeta
nicaragüense principal representantes del modernismo–, y el Centro Libe-
ral Universitario, así como La Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria,
palestra de reexión y debate de las principales ideas políticas en boga.
Tiene la oportunidad de continuar su formación académica en la Real
Universidad de Roma donde obtiene el título de Doctor en Jurispruden-
cia, bajo la orientación del prestigioso penalista Enrico Ferri.
52 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
Estas credenciales académicas más sus dotes de líder carismático con
una formidable capacidad retórica, lo catapultan a la escena de la política
profesional y llega a desempeñar cargos de relevancia nacional como el
de representante a la Cámara, elegido en marzo de 1928, donde encabeza
las investigaciones sobre la masacre de los trabajadores de la Unitet Fruit,
logrando la indemnización de algunos de los familiares de las víctimas. En
este momento el compromiso de Gaitán para con los sectores explotas y
marginados era ya un hecho irrevocable hasta su desaparición física.
El liderazgo de Gaitán fue creciendo en las las del partido Liberal has-
ta convertirse en el jefe indiscutido de esa formación. uizá esta jefatura
se lograría por la conjugación de dos factores delimitados: por un lado, era
el mejor exégeta para interpretar el sentimiento colectivo, como el mismo
lo armara, y dar contenido político concreto a la necesidad de redención
de las masas; por el otro, su creciente popularidad lo acercaba muy posi-
blemente a una clara victoria electoral en las presidenciales de 1948, “vic-
toria” que fue truncada por su trágico asesinato el 9 de abril de 1948, bajo
la autoría intelectual de fuerzas desconocidas todavía, desencadenando
automáticamente un conjunto de protestas violentas a nivel nacional de
las que surgiría el germen de las posteriores guerrillas de izquierda, con un
saldo histórico inconmensurable en pérdidas de vidas humanas y daños a
la propiedad privada.
Esencialmente, el gran aporte del caudillo a la posteridad fue el reco-
nocimiento de la dimensión social de la política en Colombia, para incluir
en sus dominios de una vez por todas, los legítimos intereses, aspiraciones,
necesidades, mandatos y anhelos de los grupos vulnerables de la sociedad,
tantas veces postergados; es decir, la instauración de una agenda política
de cara al supremo intereses social que preludia ya en esa época temprana
la esencia del Estado social de Derecho y de Justicia, o el discurso de la de-
mocracia de resultados orientadas a la reducción de las asimetrías sociales
en términos de bienestar material. Según Eastman (1979: 14), quien fuera
uno de los principales estudiosos de su legado y pensamiento, el programa
político de Gaitán puede sintetizarse en por lo menos 4 núcleos temáticos
o –ideas de anclaje– recurrentes en su formación discursiva:
53LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
“El pueblo es superior a sus dirigentes.
“País nacional versus país político.
“La luchas contra la oligarquía.
“El Logro de la restauración moral y democrática de la República.
Estas ideas están presentes de forma consistente como una constante de
su pensamiento político a lo largo de sus 25 años de su trayectoria política y
social, razón por la cual, delinean los fundamentos de su agenda política de
cara a la acción, que será estudiada a continuación con mayor detenimiento.
AGENDA POLÍTICA GAITANISTA
El concepto de agenda política remite al proyecto político que iden-
tica y dene a un líder, del que emergen propósitos, valores, objetivos y
metas, junto a su consecuente programa de acción en el que se incluyen, al
mismo tiempo, los temas de interés recurrente, en términos de problemáti-
cas importantes y demandas sociales especícas a las que el liderazgo debe
dar respuestas efectivas, para el beneplácito de sus seguidores y partidarios.
Por razones obvias en el proceso de formación de la agenda política juegan
un papel destacado los medios de comunicación social, como espacios sim-
bólicos en los que se congura la opinión pública de conformidad con los
intereses dominantes, privilegiando temas importantes para ciertos grupos
en detrimento de otros. De hecho, esto explica por qué los intereses de mi-
norías políticas, sociales y/o culturales son tendencialmente invisibilizados
o poco tratados en la prensa de mayor divulgación.
Para Dorantes, hablar de la agenda política es hablar de una agenda
pública de poder, por lo que señala:
“Cada sistema social debe tener una agenda si desea dar prelación
a los problemas que se le presentan y decidir por dónde empezar a
trabajar. Por lo tanto, la primera y más relevante de las decisiones de
un gobierno es la que concierne a la elección de sus asuntos y priori-
dades de acción: su agenda” (2008: 79).
Se inere entonces que, la mejor agenda política es aquella que termina
por estructurar lo que Calvano (2016), dene como un nuevo o renovado
contrato social, es decir, un modelo de sociedad diferente al representado
54 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
Cuadro No 1. Línea de tiempo de la vida de Jorge Eliecer Gaitán. Elaboración propia (2018).
55LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
por el orden establecido de cara al interés general, el cual diere histórica-
mente de los intereses especiales de las elites en el ejercicio del poder. En
este sentido, según Villasmil (2016), los principales conictos sucedidos
entre liderazgos políticos especícos no solo son la consecuencia del cho-
que generado por relaciones desiguales de poder, sino que se dan entre
proyectos nacionales diferentes –entendiendo la nación como comuni-
dad imaginada al decir de Anderson (1992)– que representan intereses de
grupos, personas y comunidades contrapuestas en razón de sus identida-
des y dinámicas particulares. De ahí que, todo proyecto nacional enuncia-
do por una agenda política de poder, esto es, como contrato social que se
propone, privilegie ciertas diferencias políticamente relevantes (clivajes),
ello más allá del perl policlasista, multiétnico y pluricultural que todo
modelo sociopolítico aspira a tener como condición de legitimidad y para
aglutinar en su defensa al mayor número de ciudadanos posible.
En el caso de la agenda política del caudillo, como es de suponer, fue
desarrollada bajo la inuencia de las circunstancias y escenarios en el que
le tocó desenvolverse como actor político de primer orden, de esta manera
su estudio requiere de la revisión de su formación discursiva, mediante una
aproximación a sus obras selectas que dan cuenta de los conceptos y temas
más representativos de su rico ideario político, desarrollado al calor de las
principales demandas sociales de su tiempo y espacio, en contracorriente de
la agenda política nacional de los partidos tradicionales que habían excluido
sistemáticamente de sus contenidos, los temas importantes para las perso-
nas de abajo: los humildes, los trabajadores y desposeídos, por ser conside-
rados como actores sociales irrelevantes hasta ese momento para el sistema
político en general, en razón de su denido carácter excluyente y elitista.
Empero, es de aclarar que el partido Liberal y su respectiva agenda his-
tórica, merece un trato diferente al caso Conservador, dado que más allá
de su condición de partido de notables siempre abogó por la necesidad de
modernizar el sistema político bajo la orientación de concepciones ilus-
tradas, de ahí que Martin alegue:
Al comienzo de la era Republicana, fueron los Liberales Colombia-
nos quienes se alzaron contra las ideas caudillistas de algunos que
pretendían concentrar la totalidad del poder estatal en sus manos,
56 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
bajo la sombrilla de una Constitución, hecha a su medida para per-
mitir la presidencia vitalicia y la sumisión de los poderes en medio de
la debacle de la Republica. Fueron los Liberales quienes decretaron
la manumisión de los bienes de manos muertas, y por esa vía eje-
cutaron una reforma agraria que permitió engrosar con grandes ex-
tensiones de tierra la frontera agrícola nacional. También fueron los
Liberales quienes, entre otras muchas cosas, favorecieron la libertad
de culto, catedra, expresión y pensamiento” (2008: 7).
En principio, la agenda política de Gaitán estuvo orientada a superar
el liberalismo clásico, centrado en la promoción de las libertadas civiles y
los derechos políticos de primera generación, para inaugurar la era de una
actividad política de profundo compromiso social, que signicara para las
grandes mayorías nacionales la posibilidad real de elevar su nivel de vida,
en términos materiales, intelectuales y morales, tal como sería el caso en
una democracia sustantiva, respaldada en una renovada concepción libe-
ral-progresista y abiertamente socialista.
El primer elemento que dene entonces su agenda política es su claro
perl de denuncia de las contradicciones e injusticias del orden sociopo-
lítico imperante, perl construido a partir de un detallado diagnóstico y
caracterización de las penurias que las clases trabajadoras padecían en su
vida cotidiana. Y es que desde de una época temprana en el desarrollo de su
pensamiento político –entendido al decir de Villasmil y Jiménez (2015),
como reexión sistemática de intelectuales políticos en función de ofrecer
respuestas a la diversidad de problemas diferenciados y especícos, que de-
nen los ritmos de la dinámica del poder en todas las sociedades–, Gaitán
describe con gran conocimiento la dominación multidimensional (jurídica,
política, económica y social) a la que el pueblo está sometido en su devenir.
En su conspicua tesis de grado intitulada: “Las ideas socialistas en Colombia
de 1924, el caudillo relata, con precisión literaria y fenomenológica, las grandes
penurias y vejámenes a las que las clases trabajadores estaban condenadas y, en
especial los labriegos, en el modelo sociopolítico en el que estaban inmersos:
“La ignorancia en que se les tiene les hace inconscientes de su derecho.
Hombres que desde las cuatro de la mañana hasta las seis de la tarde lu-
chan en las más duras faenas. ¿Su alimento? El más miserable que pueda
57LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
concebirse. Los cinco centavos, cuanto más hasta treinta, que les pagan,
no les alcanzan para comer. Vestidos, mucho menos han de tenerlos. Las
enfermedades los minan sin la menor ayuda cientíca. La dispersión en
que se encuentran no les permite asociarse para la defensa. Sus mujeres son
obligadas a iguales trabajos. Sus hijos son esclavos a los que también toca
trabajar a pesar de su edad débil y su constitución física enfermiza. Sus hijas
son la carne de la que los patronos, como decía O Coneill, hacen un ins-
trumento de voluptuosidad. Su vivienda, su casa, es pocilga destartalada
donde se alberga la más odiosa miseria” (Gaitán, 1924: 106).
Su apuesta por el modelo socialista-marxista responde al hecho de que
era este, quien había logrado descifrar “cientícamente” las causas mate-
riales que explicaban el origen sistémico de la desigualdad social, al tiem-
po que formulaba propuestas políticas determinadas para la arquitectóni-
ca de un nuevo contrato social, en el cual –se suponía– todas las personas
tendrían la posibilidad de desarrollar su potencialidades en el marco del
bienestar colectivo, ello de conformidad con la utopía socialista en boga.
En esa época temprana, su agenda política se distanciaba de los postulados
clásicos del pensamiento liberal ilustrado que había servido de sustento ideo-
lógico a las grandes revoluciones políticas y económicas de la civilización oc-
cidental en el siglo XVIII y XIX, y que había proclamado las ideas de libertad,
igualdad y fraternidad, dando vida –quizá sin proponérselo– a una democra-
cia formal de jerarquías que no soluciona en nada el problema social existente:
“Hoy las masas proletarias y asalariadas no pueden menos que se-
ñalar en sus nes una reacción profunda contra la libertad bajo la
forma presente. ¿ué le importa al hombre que se muere de hambre
la libertad? El necesita es la independencia, y esta no se logra sino
con la igualdad económica. No necesitamos la libertad que hace es-
clavos; necesitamos la libertad que hace hombres, en el sentido de
ser el n de sí mismos. No queremos la ley hecha para el pueblo;
necesitamos la ley hecha por el pueblo” (Gaitán, 1924: 110).
La crítica a la inequidad y la situación de alarma social que padecían
las grandes mayorías nacionales, fue una constante en su agenda histórica,
tal como lo demuestran las fuentes primarias a nuestra disposición. De
hecho, el programa político concreto que se desprende de la misma se sin-
tetiza al menos las siguientes ideas de anclaje:
58 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
a) Denuncia frontal antes las variadas formas y expresiones de sometimien-
to de las clases trabajadoras “los llamados parias de la Colombia de la época.
b) Crítica razonada de las premisas: políticas, económicas, jurídicas
y sociales que servían de pedestal al orden establecido.
c) Denuncia apasionada del rol histórico negativo desempeñado por
la oligarquía en el ejercicio del poder político y económico en Colombia.
d) Transformación del partido liberal de un partido de notables a un
partido político de masas al servicio del verdadero interés nacional.
e) Creación de una cultura política vinculada a la promoción de la
equidad, el progreso y la justicia social para todos.
f ) Y, nalmente, aproximación a una denición, en los imaginarios de
los estratos populares, de un nuevo contrato social en función de sus inte-
reses y aspiraciones de ascenso y mejora sustancial de su calidad de vida.
Esta agenda política fue socializada y legitimada mediante la estruc-
turación paulatina de un discurso político de carácter “populista radical,
que se sirvió de un conjunto de herramientas, semióticas y retóricas pro-
pias de la comunicación política presente.
DISCURSO Y ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN POLÍTICA DEL CAUDILLO
Por discurso político se quiere representar, en este caso de estudio, el
trabajo consciente de una plataforma de comunicación política e ideoló-
gica, desarrolla por un liderazgo transformador, al calor de los criterios
y parámetros de su agenda política e ideológica, estructurada, a su vez,
mediante la interpretación minuciosa y no falseada de las demandas so-
ciales, invisibilizadas por el sistema político imperante. Igualmente, es de
considerar, para el desarrollo de cualquier estudio cientíco del discurso
político, un acercamiento al repertorio teórico de la lingüística que dene
al discurso como: “[…] una red o economía transindividual de elementos
de signicación, concebidos como abstracción ideal a partir del acto de
habla individual” (Payne, 2002: 142), o de actos de escritura.
De acuerdo con Méndez (2006), los estudios de discursos políticos y lide-
razgos transformadores en el ámbito latinoamericano se sustentan, en mayor
o menor medida, en las siguientes hipótesis o supuestos teóricos generales:
59LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
a) El contenido de discurso de un líder es congruente con los valo-
res políticos y con la ideología del partido al se adscribe ese líder; b)
Los contenidos políticos e ideológicos de los discursos de los lide-
res dieren entre sí en la medida en que dieren las ideologías y los
valores de los partidos a los cuales se adscriben; c) Los contenidos
políticos e ideológicos de los discursos son consistentes a lo largo
del tiempo; d) Independientemente de sus contenidos políticos e
ideológicos, los discursos de los líderes son populistas” (2006: 3).
Algunas de estas hipótesis son de utilidad para este trabajo, en particu-
lar las: b), c) y d), ya que en el caso de la a), Gaitán con su impronta logró
modicar los contenidos axiológicos de su partido, al tiempo que estos
también los inuenciaron a él en una relación simbiótica. El caso de Uribe
Vélez será trabajado posteriormente.
La formación discursiva gaetanista deviene en un discurso ambivalen-
te ya que, por un lado, es discurso de poder, que emerge como vehículo
privilegiado de expresión del sentir popular mayoritario y; por el otro, de
contrapoder, al proclamar la necesidad de superar al sistema político de la
época por su franco carácter oligárquico, sectario y excluyente.
En efecto, la caracterización del discurso gaetanista se lograría me-
diante una visión de conjunto de su formación discursiva en el tiempo,
entendida como la suma de sus discursos orales y escritos que dan cuenta
de las convergencias y divergencias internas de la misma, en términos de
las permanencias o cambios de las ideas de anclaje de su agenda. En el
maniesto del Unirismo de octubre de 1933, por ejemplo, Gaitán explica
como concibe su programa político en ese momento histórico:
“- ¿Un programa? Ante todo, conviene alinderar el alcance de esa pa-
labra. El signicado de los programas políticos tiene hoy una posición
muy diferente de la de tiempos de menor complejidad social. En otras
épocas, en Colombia como fuera de ella, existían programas, pero sin
plataforma política. Hoy esto no es posible. El programa será el crite-
rio orientador y la plataforma la fuerza actuante. Lo primero es un valor
para el tiempo y lo último una obligación en el espacio” (1979: 129).
Desde su percepción diferencial, el programa estaría vinculado entonces
a lo que nosotros hemos denido en el ámbito de la teoría política con-
60 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
temporánea como la agenda o “criterio orientador, que por su función de
espacio cognitivo estructural o estructurante, en el que se preservan los con-
tenidos base de su discurso, el cual permanece poco alterado en el tiempo,
de lo contrario su formación discursiva seria erosionada por sus propias di-
vergencias y; la plataforma, estaría más condicionada a las circunstancias so-
ciopolíticas coyunturales que demandan mayor dinamismo y exibilidad de
acción, no solo en el discurso y sino también en el liderazgo y sus decisiones
relacionadas a los imperativos contextuales del momento.
Seguidamente explica con mayor detalle que: “El programa engloba todo
un sistema. La plataforma política es una etapa, un momento, un eslabón, que
ha de ser sucedido por otros hasta coronar la obra total” (1979: 132).
En este mismo texto, se evidencian algunos cambios de signicados en
conceptos clave de su discurso, tal es el caso de la noción de colectivismo
que ahora se torna negativa y propia del comunismo. Ante la pregunta de
si el unirismo es igual al comunismo responde: “Ya sé que de nuestra lucha
se dice lo mismo y que creen que nuestro esfuerzos son una cruzada hacia
la degradación colectiva” (Gaitán, 1979: 138) (negritas añadidas), sin em-
bargo no se dan mayores elucidaciones de por qué y en que, el unarismo se
diferencia del comunismo, cuando su ideología es el socialismo, momento
de transición entre el capitalismo y la sociedad sin clases (comunismo),
que para Gaitán es sinónimo de colectivismo en otros escritos.
El caso de la idea de pueblo muestra más nítidamente estas mutaciones
de signicados al calor siempre de los requerimientos del momento. Aho-
ra el pueblo es denido como un sujeto colectivo desprovisto de concien-
cia histórica y política, inmovilizado por sus condiciones precarias de exis-
tencia, de ahí lo titánico que resultaría toda labor de redención popular:
“[…] nuestras masas, las cuales viven hoy en el más absoluto primi-
tivismo en lo material, cultural y moral […] no tienen conciencia de
sus destinos, ni hay razón para que las tengan. Decir lo contrario es
formular hipócritas elogios […] gentes que no se nutren, que no se
visten, que no tienen la necesidad creada de ninguna comodidad,
sin cultura, sin higiene, ¿ué pueden consumir, que riqueza pueden
fomentar? Ninguna” (1979: 132).
61LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
En cuando a su estrategia de comunicación política que tenía como
objetivo general la socialización masiva de su discurso para persuadir y
convencer a las masas de la viabilidad y legitimidad de sus tesis revolucio-
narias, el trabajo hermenéutico de las fuentes se desarrolla, de conformi-
dad con el carácter tridimensional que toda estrategia de comunicación
política implicada en: lo que se dijo (discurso político), cómo se dijo (es-
tilo retórico particular) y, cuándo se dijo (momento político). El caudillo
tuvo la capacidad para articular satisfactoriamente estas tres dimensiones
espacio-temporales, ya que el discurso pronunciado en la mayoría de los
casos respondía acertadamente a las demandas del momento político, para
lo cual, se implementaba la mejor estrategia de comunicación política, tal
como lo demuestra el alto nivel de aceptación popular del caudillo en los
estratos medios y populares, hasta el punto de poderse denir, sin lugar a
dudas, como un líder carismático con altos niveles de aceptación popular.
Para la mejor comprensión del concepto de estrategia de comunicación
política conviene hacer las siguientes aclaratorias: toda estrategia de comuni-
cación política intenta el logro de un conjunto de objetivos o propósitos que
varían, claro está, en razón del tipo de liderazgo y los ritmos de los escenarios
puntuales en los que este se desenvuelve. De cualquier manera, el líder intenta
que el contenido de su discurso político no solo tenga buena cobertura y pre-
sencia en los medios de comunicación de masas, sino también, que este logre
internalizar sus tesis en el auditorio o público para el que fue elaborado, hasta
el punto de formar vínculos afectivos y cognitivos duraderos entre las masas y
el líder, para lo cual, no solo cuenta lo que se dice, sino como se dice, en térmi-
nos de metalenguaje, el lenguaje corporal, el tono de voz en la enunciaciones,
inclusive los silencios y las omisiones de temas controvertidos cuentan, entre
otros aspectos que interesan a los semiólogos.
No cabe duda que Gaitán entiende estas cuestiones y por ello respalda
su liderazgo en –al menos– dos estructuras esenciales: primero, conoce
el universo fenomenológico de su auditorio, es decir, lo que estos viven y
sienten en sus mundos de vida: sus problemas, aspiraciones, necesidades
y demandas insatisfechas; su historia y su potencial como Sujeto colecti-
vo-cautivo, aun no incluido en la escena histórica nacional; segundo, una
formidable capacidad de orador en tiempos donde el vehículo principal
62 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
para conectarse con los estratos populares era el discurso oral y escrito en
pasquines y volantes, en el que se les valora y se les invita a tomar partido
en la política, con el ánimo de transformar la realidad, su realidad. De a
que, su liderazgo sea interpretado por estos sectores como un “faro de luz”
que guía el sendero por el que se debe transitar en aras de la necesaria y
denitiva emancipación popular.
Por ello, una de las ideas recurrentes de su formación discursiva radica
en la necesidad de romper con el predominio de las elites en el sistema
político, elites que él dene mediante la expresión de oligarquía y les ad-
judica –de forma bien argumentada– la responsabilidad por las grandes
contradicciones del orden sociopolítico colombiano:
“Cuando en un país político llega a extremos tales, de espalda a los
intereses de la nacionalidad, podemos armar sin vacilaciones que
se ha implementado el régimen oligárquico. Porque no creáis, como
algunos sostas han querido hacer pensar, que la oligarquía es sola-
mente el dominio de la plutocracia. Oligarquía es la concentración
del poder total en un pequeño grupo que labora para sus propios
intereses, a espaldas del resto de la humanidad” (Gaitán, 1979: 163).
La elite no solo era revelada en términos de un juego de suma cero, es
decir, que ganaba sistemáticamente lo que otros perdían, en este caso el
pueblo. Incluso puede inferirse de este fragmento discursivo, la idea –en-
tre líneas– de una dinámica de suma negativa, en la cual, lo que la oligar-
quía gana, en su dinámica de concentración del poder político y econó-
mico, es inferior a lo que el país nacional pierde como totalidad histórica
relegada y margina por los grupos de poder.
ÁLVARO URIBE VÉLEZ: VIDA Y TRAYECTORIA POLÍTICA
El proceso de formación y posicionamiento nacional del liderazgo de Ál-
varo Uribe Vélez debe abordarse, a nuestro parecer, al menos en función de
dos longitudes distintivas: primero, la geográca, por ser Antioquía una re-
gión histórica caracterizada por su dinamismo económico de transcendencia
nacional, sostenido en una cultura del emprendimiento y amor al trabajo, has-
ta el punto de que podría armarse metafóricamente que el Paisa es el arqueti-
po del judío de Colombia, de ahí que no es de extrañar que fuera este espacio
63LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
social-geográco la plataforma de despegue de la fuerza uribista. Segundo, la
crisis del sistema político nacional generada por la violencia endémica que a
fínales del siglo XX mostraba a Colombia como un país caotizado en el marco
de un Estado fallido. Esta situación recreó las condiciones de posibilidad para
la emergencia de nuevos liderazgos políticos capaces de recuperar la conanza
en el sistema político y sus debilitadas instituciones, cuestión que, hasta cierto
punto, Uribe Vélez hizo bien, como lo muestran los altos índices de acepta-
ción de sus dos periodos (2002-2006 y 2006-2010) en la presidencia de la
república de los que ya se ha hablado anteriormente.
Uribe Vélez nace en Medellín en el seno de una familia acomodada que
sin embargo no tenía el abolengo de las familias más poderosas del país, pero
le proporcionó, de igual manera, al joven Álvaro todas las herramientas para
la formación de su carácter de líder emprendedor de grandes iniciativas.
Su web ocial reseña la siguiente información sobre sus estudios y for-
mación profesional:
Adelantó sus estudios de bachillerato en el Instituto Jorge Robledo, de
donde se graduó con honores. Ingresó a la Universidad de Antioquia,
donde adelantó sus estudios superiores, obteniendo en 1977 el título de
doctor en Derecho y Ciencias Políticas. En 1993 obtuvo el título de es-
pecialista en Administración y Gerencia de la Universidad de Harvard,
centro académico en el que estudió Negociación de Conictos, siendo
discípulo del profesor Roger Fischer” (Fuerza Uribista, S/f: s/p).
Además, “En 1998, fue merecedor de la beca Simón Bolívar que con-
cede el Consejo Británico en virtud de la cual fue designado Senior Asso-
ciate Member del Saint Antony´s College de la Universidad de Oxford en
Inglaterra” (Fuerza Uribista, S/f: s/p).
Uribe Vélez ha tenido una trayectoria política completa, en la cual ha
venido ascendiendo paulatinamente en cargos y responsabilidades públicas
desde la esfera local –en su juventud–, hasta la presidencia de la república,
tal como lo muestra su hoja de servicio. Entre los cargos más representati-
vos de su modelo de gestión basado en la microgerencia destacan: Jefe de
Bienes de las Empresas Públicas de Medellín; Secretario General del Mi-
nisterio de Trabajo. Durante el gobierno del ex Presidente Julio César Tur-
64 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
bay Ayala, se desempeñó como Director de la Aeronáutica Civil. También
se ha desempeñado como: Alcalde de Medellín (1982-1983); Concejal de
Medellín (1984-1986); Senador de la República de Colombia (1986-1990)
y (1990-1994) respectivamente; Gobernador de Antioquia (1995-1997);
Presidente de la República en dos periodos consecutivos (2002-2006) y
(2006-2010). En la actualidad se desempeña de nuevo como Senador electo
y como conferencista y profesor universitario (Fuerza Uribista, S/f ).
AGENDA POLÍTICA URIBISTA
La agenda política de Uribe Vélez se desarrolla aun hoy supeditada al
logro de tres objetivos marco o “triángulo de conanza” según él: 1) Segu-
ridad Democrática; 2) Conanza Inversionista y; 3) Cohesión Social, ello
bajo la inuencia de los preceptos neoliberales –en lo económico– y de la
restauración neoconservadora –en lo político–, que propenden al mante-
nimiento del statu quo y su invariable modelo social basado en los valores
tradicionales y el respeto a las formas de autoridad. De ahí que, el proyecto
político uribista se inscribe, al parecer de Cepeda y Tascón (2015), en el
planteo común de la restauración conservadora de la derecha internacio-
nal, más allá de que se presente propagandistamente como un proyecto de
centro, por ello su referencia recurrente al discurso de la seguridad:
“Desde el maniesto de los cien puntos presentado durante la pri-
mera campaña presidencial y a lo largo de sus dos periodos de go-
bierno, la bandera sobresaliente del entonces candidato y después
presidente […] fue la recuperación del orden público y la llamada
política de la “seguridad democrática”” (2015: 26).
Para Uribe Vélez la seguridad es, probablemente, la cuestión más rele-
vante de la democracia colombiana asediada históricamente por los em-
bates del “enemigo interno,” cuya máxima expresión está en la insurgencia
de izquierda radical. En palabras del caudillo:
“Nosotros defendimos la seguridad como un valor democrático en
sí mismo, como requisito cardinal para la vigencia real de las liber-
tades y derechos, como una fuente de recursos y como un derecho
humano al que todos los ciudadanos deben tener acceso en igualdad
de condiciones” (2014).
65LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
Cuadro No 2. Línea de tiempo de la vida de Álvaro Uribe Vélez. Elaboración propia (2018).
66 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
En el mismo discurso seguidamente explica que la esencia de su polí-
tica de la Seguridad Democrática “no” debe vincularse con la doctrina de
la Seguridad Nacional, defendida en su momento por las sangrientas dic-
taduras militares del cono sur con claro talante fascista, usada como he-
rramienta para sofocar el disenso y el pluralismo político propio de toda
democracia y, tampoco, con una concepción herrada del civilismo (débil)
en el cual la seguridad no debía ser invocada como agenda prioritario del
gobierno y el Estado (Uribe, 2014). En tal sentido el propósito de esta
concepción de la Seguridad se visualiza en las siguientes ideas, recurrentes
en su formación discursiva:
“Luchamos para desabastecer a los terroristas, eliminando la dro-
ga, acabando el secuestro, expropiándoles los bienes. Aislamos a los
terroristas, capturando a los cabecillas, desmontando sus redes de
apoyo y asumiendo el control en todo el territorio. Consolidamos la
conanza ciudadana en la fuerza pública, basados, como ya lo señalé,
en la ecacia y la transparencia, es decir en los resultados con acata-
miento a la ley, respeto a la Constitución y a los derechos humanos.
Solo, el Estado no puede; la tarea de derrotar el terrorismo y de acli-
matar permanentemente la seguridad, se da con la cooperación de la
ciudadanía y con el compromiso internacional” (Uribe, 2014: s/p).
Desde su apreciación, la seguridad es la condición primordial del logro
de la paz social mediante la anulación de los elementos perturbadores del
orden –que se reducen a delincuencia común sin ninguna legitimidad po-
lítica–, una idea que evoca, de alguna manera, al postulado decimonónico
positivista de “orden y progreso” y “barbarie vs civilización, ello porque
su concepto de seguridad involucra progreso de las fuerzas productivas, al
atraer capitales internacionales a Colombia, asunto que nos lleva al tercer
elemento estructurante de su agenda: la llamada Conanza Inversionista,
que propende a la creación de las condiciones necesarias –mediante planes,
políticas, programas y proyectos– para atraer la inversión trasnacional a Co-
lombia, situación que desde la lógica de mercado se traduce en progreso y
desarrollo para el país en general, bajo el supuesto tácito de que, las fuerzas
del mercado por si solas tienden a minimizar las asimetrías sociales median-
te la creación de fuentes de empleo y el crecimiento económico sostenido.
67LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
Estos tres objetivos marco que denen el contenido de su agenda polí-
tica en el tiempo, bien sea como presidente o como senador, no se limitan
al plano nacional colombiano, tal como lo demuestra su afán de interna-
cionalización mediante conferencias, consultorías y foros, entre otros espa-
cios propiciados por grupos de interés, en los que Uribe Vélez participa por
toda América Latina, con notable incidencia en los círculos conservadores
y empresariales. A partir de una postura crítica, Cepeda y Toscón (2015),
señalan que el llamado triángulo de conanza de Uribe Vélez representa:
“[…] la visión de una sociedad estructurada sobre un poder autoritario, co-
hesionada en torno a su líder político, y dispuesta a general todas las condi-
ciones necesarias para propiciar los negocios de las compañías extranjeras, así
como aumentar los índices de la concentración de la riqueza” (2015: 202).
Seguidamente explican que, a su entender:
“La “conanza inversionista” signica la construcción de una sociedad
erigida sobre las garantías para que el capital se acumule sin riesgos socia-
les, sin sobresaltos en materia de seguridad, y sin restricciones tributarias
que impliquen el libre comercio. El modelo de “seguridad democrática
implica la meta de alcanzar los máximos niveles de crecimiento del apa-
rato militar, policial y de los órganos de inteligencia; y además la progre-
siva privatización de la guerra o delegación del monopolio estatal de la
fuerza. La “cohesión social” es un instrumento de sostenibilidad a través
de mínimas inversiones sociales distribuidas por medio de populismo
institucional […]” (Cepeda y Toscón, 2015: 202).
De cualquier manera, el liderazgo de Uribe Vélez ha signicado, en mu-
chos aspectos, el renacer de las fuerzas neoconservadoras no solo en Co-
lombia, donde es un icono para muchos, sino en varios países de la región,
donde algunas fuerzas políticas y económicas de elite, están interesadas en
replicar su propuesta o adaptarla a su realidad (Cepeda y Toscón, 2015), ello
por la incidencia y aceptación que su agenda política ha tenido en la última
década en amplios sectores de la sociedad que avalan su modelo de gestión
de la seguridad democrática y ven como positivos los resultados obtenidos.
De hecho, en la actualidad El 30 % del país (Colombia) sigue al expresiden-
te y le cree todo lo que dice sea mentira o no (Revista Semana, 2017), lo que
evidencia el éxito de su discurso y su estrategia de comunicación política.
68 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
DISCURSO Y ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN POLÍTICA DE URIBE VÉLEZ
En páginas anteriores se citó las conjeturas de Méndez (2006), según
la cual los estudios de discursos políticos y liderazgos transformadores en
el ámbito Latinoamericano se desarrollan, en mayor o menor medida, de
conformidad con los supuestos teóricos que siguen:
a) El contenido de discurso de un líder es congruente con los valo-
res políticos y con la ideología del partido al se adscribe ese líder; b)
Los contenidos políticos e ideológicos de los discursos de los lide-
res dieren entre sí en la medida en que dieren las ideologías y los
valores de los partidos a los cuales se adscriben; c) Los contenidos
políticos e ideológicos de los discursos son consistentes a lo largo
del tiempo; d) Independientemente de sus contenidos políticos e
ideológicos, los discursos de los líderes son populistas” (2006: 3).
En el caso de Uribe Vélez, a diferencia de Gaitán, pensamos que, en bue-
na proporción, todos los ordinales de la anterior cita aplican. En el caso del
ordinal: a) Aunque surge de las las del partido liberal del que se distancia
por diferentes razones de coyuntura, va creando sus propias organizaciones
partidarias en función de los mutables intereses de su liderazgo y sus conse-
cuentes concepciones políticas –a veces pragmáticas a veces ideológicas–,
como lo evidencia el Partido Social de la Unidad y, actualmente, el Centro
Democrático. En el caso del b), se tendría que aclarar que, en casos de lide-
razgos personalizados como el de Uribe Vélez, los contenidos y valores de
los partidos emergentes, creados como plataformas electorales con pocos
niveles de institucionalización, responden, en todo momento, a los conte-
nidos y valores que profese el Caudillo y no al contrario. En el caso de la c)
y d) respectivamente, la acción histórica concreta de su liderazgo demuestra
empíricamente estos postulados, ya que hay consistencia en los contenidos
políticos de los discursos y su ideología en el tiempo con muy pocas varia-
ciones, como ocurre en toda formación discursiva, al tiempo que su discurso
es nítidamente neopupulista porque promueva, entre otros indicadores, la
labor asistencialista del gobierno y se presenta tácitamente su gura como
símbolo paternalista de la unidad nacional.
La estrategia de comunicación política de Uribe Vélez es un produc-
to muy bien logrado desde el punto de vista del triángulo: pragmático,
69LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
semántico y semiológico y cuenta con el asesoramiento permanente de
expertos en el área de marketing político, imagen y comunicación. A este
respecto Sierra (2015) señala:
“Cuando se trataba de denir algo en comunicación […] Uribe se
preparaba mucho: “Estaba todo el tiempo pensando, deniendo. El
maduraba mucho lo que iba a decir”. El mismo diseñaba y jalonaba
las piezas esenciales de su estrategia. Por ejemplo, él fue quien ideó
el lema de su primera campaña (“Mano rme, corazón grande”) y
quien daba la pauta, a través de su proyecto político de liderazgo mi-
litar en la guerra, para montar toda la estrategia” (Sierra, 2015: 71).
Sin lugar a dudas, Uribe Vélez entendía a la perfección el poder que
tiene la palabra en el proceso de creación de representaciones sociales y,
por ello, terminó desarrollando una estrategia novedosa de comunicación
política en la que prescindía y hasta repudiaba a los medios de comunica-
ción de masas tradicionales, para hacer llegar su mensaje sin ltros, a su
gran audiencia nacional mediante el uso de canales alternativos como: las
emisoras locales, las redes sociales y la prensa institucional, entre otros.
“Esto signicó un quiebre importante en la información que reci-
bían los ciudadanos. Uribe rompió el esquema de proceso perio-
dístico y comenzó a informar directamente a su amplia red, que, en
buen porcentaje sin ltros de por medio, le servía de parlantes para
llegarle al público en general” (Sierra, 2015: 73).
Por su parte, Bonilla (2015) agrega que el núcleo central de signica-
ción del discurso de Uribe Vélez está en la enunciación de un relato funda-
cional que promueve una relectura diferente de la historia contemporánea
de Colombia, en la que todo indica que su primer gobierno presidencial
marca el inicio (Hora Cero), de la refundación de la República median-
te la superación paulatina de las grandes problemáticas estructurales del
país, que tienen en los grupos violentos –presentados como enemigo in-
terno– sus principales responsables:
“Cuando nosotros llegamos al gobierno, encontramos el poder del Es-
tado Colombiano totalmente debilitado, el país en manos de guerrilla
y en manos de los paramilitares, ambos nanciados por el narcotrá-
co. Creo que el desmonte de esta capacidad criminal del paramilitaris-
70 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
mo, que se ha dado en este gobierno, es el único en la historia reciente
de Colombia, no tiene precedente. Y creo que nalmente es la causa
de que el país haya regresado por los fueros institucionales, de admi-
nistración de justicia, etc.” (Uribe, citado por: Bonilla, 2015: 35).
De esta manera, la estrategia de comunicación de Uribe Vélez de la que
se desprende su discurso político particular, persigue varios objetivos coor-
dinados. Primero, mostrar a la política de Seguridad Democrática como el
único camino viable para alcanzar la paz; segundo, posicionar en la opinión
pública nacional e internacional la gura de Uribe Vélez como un (líder
fuerte) capaz de derrotar a los enemigos históricos del Estado colombiano,
en una dinámica donde se combinan –sin límites precisos– la guerra y la
paz; tercero, presentar sus dos gestiones presidenciales como una era de de-
sarrollo integral que marca la hora cero para la refundación del Estado y la
sociedad en su conjunto y; cuarto; aanzar los vínculos afectivos que unen
al pueblo colombiano, asumido como totalidad histórica compacta, con su
“líder principal” sin mediación institucional de ningún tipo, de ahí su claro
carácter neopopulista y personalista que dene su estilo de liderazgo.
Al parecer de Cardona (2016), Uribe Vélez construye su liderazgo
en el marco de la confrontación histórica que tienen las fuerzas de or-
den público con los grupos insurgentes y, logra convencer a un grupo
mayoritario del país, sobre la posibilidad real de derrotar a las FARC-EP
desde el punto de vista militar, al tiempo que desmiente, por lo menos
discursivamente, la tesis de las supuestas “causas objetivas” que producen
y reproducen el conicto colombiano en el tiempo, causas vinculadas a la
marginación histórica de buena parte del pueblo colombiano como re-
sultado directo de un modelo político y económico excluyente, al que los
grupos insurgentes se oponen con la guerra, como expresión política del
descontento social y como supuestos representantes de la justicia social.
Por ello Cardona (2016) agrega que:
“El gobierno de Uribe Vélez indujo un cambio en la representación
del conicto entre los colombianos. Desde los años 80 hasta el go-
bierno de Andrés Pastrana Arango, el colombiano de a pie tanto
como sus gobernantes, habían sido persuadidos, en alguna medida,
sobre la imposibilidad de que el Estado y sus fuerzas armadas estu-
71LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
vieran en condiciones de ganar la guerra que la insurgencia le había
declarado desde mediados de los años 60” (2016: 185).
En visión retrospectiva, el gobierno de Uribe Vélez –en sus dos perio-
dos– tuvo la capacidad de inigir grandes golpes militares a la Guerrilla
eliminando incluso a varios miembros del secretariado, hasta ese momento
intocables, debilitante signicativamente su poderío bélico y su capacidad
de acción. Lo que generó –quizás sin el proponérselo– la creación de las
condiciones de posibilidad para el desarrollo de las posteriores negocia-
ciones de La Habana que llevó a buen puerto el gobierno de Santos para
el logro de una paz estable y duradera. Por estas razones, en Uribe Vélez
se articulan satisfactoriamente los elementos: agenda política, estrategia
de comunicación y discurso, en el marco de un liderazgo carismático que
sigue contando en la actualidad con un respetado margen de aceptación
popular, que es en última instancia, el mejor indicador para determinar si
un liderazgo político gusta o no en la sociedad a la que se debe.
CONCLUSIONES
El proceso hermenéutico desplegado para interpretar el sentido y al-
cance del liderazgo de Jorge Eliécer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez, en re-
lación a su estrategia de comunicación política y sus proyectos políticos
concretos, signicó un recorrido por la historia política contemporánea
de Colombia que permite identicar la conexión entre dos momentos
políticos que, aunque separados por la dimensión temporal, se vinculan
por la dinámica de la violencia y su hilo conductor que trasciende épocas.
En efecto, a raíz del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán emergen los grupos
insurgentes que, formados en el partido liberal, se convertirían al calor de las
circunstancias concretas que les tocó vivir, en grupos guerrilleros de extrema
izquierda bajo el signo ideológico del pensamiento marxista en sus variadas
escuelas. Más de media centuria después, en las postrimerías del siglo XX,
la violencia desmedida de estos grupos, entre los que destacan las FARC-EP
y el ELN, crearían las condiciones de posibilidad para la construcción de
un liderazgo fuerte dispuesto a intervenir activamente en la restitución del
orden democrático nacional de ahí, el fenómeno de Álvaro Uribe Vélez y su
discurso de la Seguridad Democrática con todo lo que ello representa.
72 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
Se deduce de esta investigación que el liderazgo político no es, en
ningún caso, un elemento metafísico aislado que surge de la nada, por el
contrario toda la evidencia disponible indica que germina en razón de las
características distintivas de un contexto o escenario político particular,
y se materializa en la vida y obra de un persona destacado –como Gaitán
y Uribe Vélez–, que tiene la capacidad de interpretar adecuadamente los
requerimientos del sistema político de su momento, al tiempo que ela-
bora una agenda política de poder que gana legitimidad en la media en
que se socializa y acepta masivamente, mediante una acertada estrategia
de comunicación política, que capta en sus simpatizantes y adeptos un
sentimiento de estar representados en el discurso del líder, lo que implica
que el contenido del discurso se construye sistemáticamente en el recono-
cimiento de los (paquetes cognitivos) de la sociedad y, al mismo tiempo,
logra vincular los afectos y necesidades –hasta ese momento dispersas o
fragmentados– de las personas y grupos de su target en una fuerza política
de cambio, que puede ser revolucionaria o neoconservadora según el caso.
Jorge Eliecer Gaitán se revela en la primera mitad del siglo XX a un sis-
tema político oligárquico con muy poco o ningún margen de movilidad
social, en el cual, la democracia en su sentido contemporáneo, era solo un
anhelo en la mente de algunos sectores de avanzada muy reducidos, ya que
más allá de lo establecido por el marco constitucional, las oportunidades
para el desarrollo de una vida digna eran y son, incluso hoy, privilegio de
unos pocos. Por ello, asume la actividad política como dispositivo para la
liberación de las mayorías oprimidas y silenciadas.
Tuvo la capacidad para construir un liderazgo político carismático de
amplia base social y de formular una formación discursiva que era la expre-
sión política del sentimiento colectivo de un pueblo oprimido. Fue el mejor
exegeta o interprete –en ese sentido– de las necesidades y aspiraciones so-
ciales de su época. Su gran aporte a la posteridad fue el reconocimiento de
la dimensión social de la política en Colombia, para incluir en sus dominios
de una vez por todas, los legítimos intereses, aspiraciones, necesidades, man-
datos y anhelos de los grupos vulnerables de la sociedad, tantas veces pos-
tergados; lo que se tradujo, en la instauración de una agenda política de cara
al supremo intereses social que preludia ya en esa época temprana la esencia
73LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
del Estado social de Derecho y de Justicia implementado mucho después, al
menos formalmente, con la constitución política de 1991.
Por su parte, Uribe Vélez surge como líder en un contexto de anarquía
y violencia generalizada que no había podido ser manejado por el Estado
y su entramado institucional, ni mucho menos por los liderazgos tradi-
cionales, hasta el punto de visualizarse como un Estado fallido. En este
escenario de calamidad nacional, arma categóricamente que la seguridad
es la cuestión más relevante de la democracia colombiana asediada histó-
ricamente por los embates del “enemigo interno,” cuya máxima expresión
está en la insurgencia de izquierda radical, devenida en narcoguerrilla y
dedicada a toda clase de actividades ilegales sin ningún contenido polí-
tico o ideológico justicable. Por estas circunstancias objetivas su agenda
política se desarrolla supeditada al logro de tres objetivos marco o “trián-
gulo de conanza” según el: 1) Seguridad Democrática; 2) Conanza In-
versionista y; 3) Cohesión Social, ello bajo la inuencia de los preceptos
neoliberales –en lo económico– y de la restauración conservadora –en lo
político–, que propenden al mantenimiento del statu quo y su invariable
modelo social basado en los valores tradicionales y el respeto a las formas
de autoridad del Estado, la Iglesia y la familia.
Su estrategia de comunicación política logra convencer a un grupo ma-
yoritario del país, sobre la posibilidad real de derrotar a las FARC-EP desde
el punto de vista militar, al tiempo que desmiente, por lo menos discursiva-
mente, la tesis de las supuestas “causas objetivas” que animan el desarrollo
del conicto colombiano que ahora se reduce a la guerra entre: el Estado y
la delincuencia común organizada. En consecuencia, presenta sus gestiones
presidenciales como el momento político que marcó la hora cero para la
refundación del Estado y la sociedad en su conjunto de cara al logro de una
dinámica de paz, seguridad y desarrollo económico sostenido.
CAPÍTULO III
IMPRONTA DEL LIDERAZGO POLÍTICO DE JORGE
ELIÉCER GAITÁN Y ÁLVARO URIBE VÉLEZ EN
PERSPECTIVA COMPARADA
EXORDIO
La impronta del liderazgo político de Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro
Uribe Vélez ha sido trascendental, es más, se podría armar que no tiene
parangón con ninguna otra personalidad de la historia contemporánea
de Colombia, porque el carácter protagónico de estos sujetos políticos
marcó, con sus diferencias y semejanzas, una huella difícil de borrar que se
visualiza nítidamente en lo que Caballero (2007), señala como crisis his-
tórica que ocasionaron en el funcionamiento del sistema político nacional
en general y, en los estilos de liderazgo adoptados por los políticos con-
temporáneos y posteriores más destacados de su momento, en particular,
que fueron inuenciados –de alguna manera– por las prácticas, discursos
y agendas de nuestros sujetos de estudio, ya sea porque sin quererlo ellos
crearon una escuela de liderazgo con amplia aceptación social, tal como
lo muestra sus altos índices de popularidad o, porque intentan replicar su
éxito político e ideológico en la opinión pública.
El caudillo liberal, ubicado en la Colombia de la primera mitad del
siglo XX, tuvo la capacidad de persuadir y convencer a su auditorio com-
puesto, por las grandes mayorías nacionales de los estratos populares,
mediante la articulación de un discurso político que generaba esperanzas
en la viabilidad de la construcción de una Colombia de justicia social y
76 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
paz, democrática e inclusiva, de ahí que Torres (2012), le calica como
orador dionisiaco que como el autista de Hamelín supo encantar a las
muchedumbres. Gaitán, además, se hizo acreedor de una agenda política
centrada en acoger los reclamos de la población vulnerable que, agobiada
por la pobreza y violencia interpartidista en el marco de un Estado débil,
clamaba por su reconocimiento y reivindicación ante unas élites de poder
que se esforzaban en invisibilizarla.
Por su parte, Álvaro Uribe Vélez en otro momento histórico diferente
que da cuenta de la complicada transición del siglo XX al XXI, caracteri-
zado por el sentimiento generalizado de antipolítica ante unas institucio-
nes que, como los partidos políticos y el Estado, a la postre, resultaban in-
capaces de responder a los requerimientos y aspiraciones de una sociedad
que protestaba de nuevo por la paz y la estabilidad, logra centralizar su
gura en los imaginarios colectivos asociados a la política como el “sujeto
mesiánico” capaz de derrotar a los grupos violentos al margen de la ley y,
al mismo tiempo, encausar a Colombia a una dinámica de refundación y
rehabilitación nacional, que tenía en sus gestiones presidenciales el adve-
nimiento de una nueva era de progreso, paz y seguridad democrática.
En la moldura de estas reexiones, este capítulo tiene por objetivo
especíco: Comparar la impronta del liderazgo político de Jorge Elie-
cer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez en su contexto histórico e ideológico
particular, propósito que implica simultáneamente la resolución de las
siguientes interrogantes y que, en este momento culminante adquieren
pertinencia total para el logro exitoso de los nes de la obra: ¿ué signi-
cados políticos e ideológicos posee el fenómeno del liderazgo político
colombiano en su contexto histórico? ¿ué aportes y contribuciones
efectuaron los liderazgos políticos de Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro
Uribe Vélez a la democracia de la Colombia contemporánea? Y, ¿ué
vinculación existe entre liderazgo político, democracia y conictividad
política en Colombia?
A lo largo de estas líneas se intenta responder –con un resultado que solo
puede valorar el lector– a estas legitimas preguntas, de conformidad con la
información proporcionado por la evidencia empírica disponible en la biblio-
77LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
grafía y, muy especialmente, por los razonamientos que en torno a la misma
efectuamos mediante la puesta en marcha del aparataje teórico y hermenéuti-
co que encausa, para bien o para mal, los destinos de esta investigación.
ACERCA DEL MÉTODO COMPARATIVO EN CIENCIA POLÍTICA
El análisis comparativo que tiene como propósito fundamental señalar
las semejanzas y diferencias entre: circunstancias, actores, factores y fenó-
menos que en esencia y existencia pertenezcan a una misma categoría, esto
es, que sean comparables, adquiere en los dominios de la ciencia política
la denición de política comparada. Compartimos con Bracho (2000), la
idea de que los ejercicios de política comparada aspiran comprender en
último término y, en la medida de lo cientícamente posible, la totalidad
del funcionamiento político de las sociedades, situación en la que no es
suciente el conocimiento de los mecanismos y de la estructura formal de
los órganos de gobierno, sino que hay que dar cuenta de los innumerables
fenómenos sociales que permiten develar la esencia de la vida política.
A este tenor, el análisis comparativo asume entonces una función teó-
rica de construcción de modelos interpretativos, aplicable a una diversi-
dad de casos, que admiten ser contrastados, así como de vericación de
hipótesis o teorías ya existentes cuando la estadística no aplica o no viene
al caso. Por lo demás, todo método cientíco tiene implícito en su pro-
ceder, un sistema comparativo, que representa una de las operaciones in-
telectuales y lógicas más destacadas en la producción de conocimientos.
En este orden de ideas, Pérez (2007), propone un proceso lógico para
desarrollar estudios comparativos que posee en su haber cuatro fases espe-
cícas a manera de estrategias comparativas, cada una de las cuales con un
nivel de complejidad superior al anterior. En concreto las fases aludidas son:
1. La identicación de condiciones necesarias a través del método de
similitud;
2. El análisis de condiciones individualmente necesarias y sucientes
a través del método de diferencia;
3. El uso de teorías tipológicas para identicar “casos cruciales” y;
4. El análisis de conguraciones causales necesarias y sucientes.
78 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
Si bien este esquema comparativo ha sido ampliamente aceptado por la cien-
cia política norteamericana de sesgo neopositivista, no se adapta –desde nuestro
punto de vista– a los requerimientos de esta investigación desarrollada, como
se sabe, en el marco del paradigma cualitativo, de tipo hermenéutico dialéctico
que, no aspira a generar conclusiones universales sino, sencillamente, interpretar
y explicar en todo caso un fenómeno relevante como lo es el liderazgo político
encarnado por Gaitán y Uribe con ocasión de la democracia colombiana.
Para los efectos delimitados de este capítulo, nos aproximamos a la
concepción de metodología comparada propia de la historia que, como
bien señala Caballero (2015), se precisa como:
…área de la disciplina… que de manera rigurosa aplica el método
comparado, cuyo propósito fundamental es la comparación sistemáti-
ca y minuciosa de un proceso o una institución en dos o más socieda-
des, ubicadas en un tiempo y un contexto, con la nalidad de obtener
explicaciones sobre un fenómeno o para vericar hipótesis planteadas
por una investigación particular, o como parte de la discusión histo-
riográca de un tema de interés” (2015: 54) (resaltado nuestro).
A diferencia de este criterio en el que la comparación se maneja entre dos o
más formaciones sociales desemejantes, en este caso se comparan dos experien-
cias históricas de liderazgo, ubicadas en una misma sociedad, pero en tiempos
diferentes, aunque con un conjunto de características comunes como la violen-
cia estructural, en el marco de la controvertida democracia colombiana.
En denitiva, la esencia de toda comparación radica en la capacidad de
teorizar adecuadamente, sin forzar las fuentes, las variables, indicadores y cri-
terios –todo ello según la postura teórica y metodológica del investigador–
que servirán de hilo conductor para el desarrollo del proceso comparativo;
toda vez que, de lo contrario, no se podrán determinar las semejanzas, dife-
rencias o particularidades que permiten comprender las relaciones entre los
conceptos que vienen a representar los fenómenos de una misma categoría.
CRITERIOS QUE ORIENTAN LA COMPARACIÓN
En apartados anteriores nos hemos pronunciado al calor de la litera-
tura consultada sobre los elementos más destacados del fenómeno lide-
razgo político, señalando a: el contexto histórico-político, la ideología, la
79LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
agenda y la estrategia de comunicación política como algunos de los ejes
estructurantes del líder en su camino al empoderamiento; sin embargo,
indiscutiblemente se podrían señalar otros elementos adicionales.
Igualmente, también en capítulos precedentes se enunciaron de forma en-
fática algunas ideas sobre lo que implica la construcción de un liderazgo polí-
tico efectivo, como categoría de análisis y realidad concreta, al respecto se debe
recordar la idea de Delgado que, al reexionar sobre las bases del liderazgo po-
lítico, se enfoca –como condición de posibilidad para desarrollar una investi-
gación rigurosa al respecto–, en: “La trayectoria vital: los rasgos personales, el
entorno y la situación para el ejercicio del liderazgo político; el pensamiento,
proyecto y agenda; los seguidores y ciudadanos; y, la acción política como un
espacio para la legitimación del liderazgo político” (Delgado, 2004: 24).
En concordancia con estas ideas que, estructuran las bases teóricas de
la investigación, proponemos a manera de síntesis los siguientes criterios
comparativos para el logro del objetivo trazado.
a) Contexto histórico y político en el que se formaron los lideres estudiados.
b) Aspectos ideológicos que sirven de base a la formación discursiva del líder.
c) Programa político del líder en el momento más decisivo de su trayectoria.
d) Perl actitudinal del líder.
e) Estilo de liderazgo
f ) Aportes efectuados por la impronta del líder al fortalecimiento de la
democracia colombiana.
En efecto, el ejercicio comparativo que se propone implica, primero,
redenir cada uno de estos criterios en función de los dos casos tratados y,
segundo, pasar a compararlos como antesala para la resolución denitiva
de los interrogantes plateados en el exordio. Seguidamente, procederemos
a explicar de forma genérica el contenido particular de cada uno de los
puntos o criterios para la comparación.
Por contexto histórico y político (a), se quiere signicar al tiempo y es-
pacio delimitado, al menos analíticamente, donde se gestan un conjunto
de interacciones entre las diferentes estructuras, fenómenos y personas que
conforman una realidad sociopolítica determinada. No es posible entender
80 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
de forma aislada un personaje sin recurrir a la trama de circunstancias e in-
uencias: políticas, ideológicas, religiosas, económicas y sociales, entre otras,
con las que tuvo que lidiar, ya que precisamente son las redes que articulan
generalmente estos factores las que denen, consiente e inconscientemente,
la hoja de ruta de todo líder o curso vital, razón por la cual Ortega y Gasset
(1998) armaba categóricamente: “El hombre es él y sus circunstancias.
Toda época que se delimite operativamente con nes cientícos en la ca-
tegoría de contexto histórico y político, se caracteriza a grandes rasgos por
el predominio de una serie recurrente de ideas, conceptos, valores, rituales,
prácticas, discursos y, en suma, representaciones sociales que dan cuenta de la
esencia particular del contexto asumido como totalidad dialéctica, es lo que
Hannah Arendt (2004), denió losócamente hablando como “el espíritu
de la época.” En otras palabras, el contexto no es más que el lugar simbóli-
co y material donde se gestan las relaciones asimétricas de poder que desde
el entramado institucional y jurídico, así como desde la cotidianidad de los
mundos de vida, perlan las realidades, tensiones y contradicciones políticas
en las que actúan los sujetos y actores sociales, a la manera del escenario teatral.
En cuanto al criterio de Aspectos ideológicos que sirven de base a la for-
mación discursiva del líder (b), remite a los sistemas de creencias elaborados
que, por un lado, se expresan en un modelo interpretativo de la realidad
–que puede ser exible o rígido según sea el caso– mediante el cual se dota
de sentido y signicación a la multiplicidad de acontecimientos trascenden-
tales y comunes que construyen la realidad y, por otro, cargan de contenido
a los discursos, agendas, programas y acciones políticas concretas que iden-
tican a un liderazgo en su devenir y cohesionan a su grupo de seguidores.
Es de considerar que, algunos líderes usan los dispositivos ideológicos como
mascara de sus verdaderos intereses y justicación discursiva de sus accio-
nes y, otros, por el contrario, tienden a ser consecuentes o, medianamente
consecuentes, con sus convicciones ideológicas a lo largo de su trayectoria
pública lo que denota la disonancia o consonancia cognitiva que los carac-
teriza, situación que no signica que la ideología que sirve de factor aglu-
tinante de un liderazgo y/o a agrupación política particular, pueda sufrir
mutaciones, actualizaciones e imbricaciones en razón de los imperativos del
contexto y su dinamismo, como de hecho sucede.
81LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
Seguidamente, el criterio: Programa político del líder en el momento
más decisivo de su trayectoria (d), intenta visualizar panorámicamente
como el programa político del líder, esto es, la concreción de la ideología
esbozada en los principios, planes, objetivos y proyectos se materializa en el
proceso de arribo al ejercicio del poder y especialmente, se mantiene o no,
en las gestiones de gobierno del líder. Dicultad adicional representó para
nosotros en este ítem denir acertadamente ¿cuál es? y ¿por qué? el momen-
to más decisivo de la trayectoria de Gaitán y Uribe. En el primer caso, hemos
optado por reconstruir las ideas de anclaje que, como una constante estuvie-
ron presente en la formación discursiva del caudillo hasta el momento de
su trágico desenlace y; en el segundo, no solo nos limitamos a sus ideas de
anclaje recurrentes, sino que también, se aprecia cualitativamente la instru-
mentalización de su programa político en sus dos mandatos presidenciales
(2002-2010), punto cumbre de la carrera pública de Uribe Vélez.
La mención del perl actitudinal del líder (e), signica un ejercicio
de psicología política o más acertadamente, de psicología cognitiva-con-
ductual del liderazgo donde, se enlace la realidad psíquica del líder con la
carga histórica de los procesos políticos que debe afrontar. Hoy por hoy,
el estudio de las subjetividades políticas –individuales y colectivas– no
puede ser relegado a un segundo plano, ya que:
…el ámbito de la psicología en general y de la psicología política
en particular viene a representar una herramienta cognitiva funda-
mental dentro de la Ciencia Política, ello por razones diversas, ya
que obviamente es en el plano de los pensamientos, sentimientos y
conductas de las personas y las colectividades, que se traducen en: lo
que la gente piensa, hace, siente y dice, donde lo político adquiere
contenido tangible. Desde esta perspectiva, los líderes políticos son
aquellas personas… que tienen la capacidad de descifrar los paquetes
cognitivos de la sociedad, generados en la escena de los condicio-
namientos socioculturales, para formar sentimientos perdurables en
torno a sus acciones y proyectos distintivos” (Castaño, 2017: 50).
Esencialmente, en este criterio se intenta identicar el conjunto de ha-
bilidades, destrezas y competencias que el líder desarrolla a lo largo de su
carrera en ámbitos tan diversos como: el pensamiento crítico, la comu-
82 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
nicación política, la capacidad de persuadir y motivar a sus seguidores, la
habilidad para interpretar las necesidades y demandas del momento, así
como de orientar y conducir a las masas en la prosecución de sus propósi-
tos y metas, en el marco de una relación profundamente afectiva y durade-
ra que sirve de base para estructurar, virtualmente, cambios innovadores,
no solo a nivel del sistema político sino, incluso, en los dominios de la
cultura política democrática, que se alimenta de los miedos, esperanzas y
actitudes intersubjetivas de la ciudadanía.
Cuadro No 3. Ciclo comparativo. Elaboración propia con base a los criterios seleccionados (2018).
El último criterio adoptado que se intitula como: Aportes efectuados
por la impronta del líder al fortalecimiento de la democracia colombiana
(c), es posiblemente el más complejo de trabajar, porque involucra o exige
un ejercicio de valoración de la vida y obra de un personaje que enlaza en
todos los casos las subjetividades de la investigadora, que se expresan en
sus gustos, preferencias y animadversiones, con la dimensión objetiva de
la realidad, vericable y contrastable a través de la lectura crítica y herme-
néutica de las distintas fuentes consultadas. De cualquier manera, atañe
aquí esclarecer, más allá de toda duda razonable al respecto, cuáles fueron
las contribuciones tangibles del líder en términos de su legado material
para el mantenimiento, evolución y perfeccionamiento de la democracia
83LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
colombiana, si fuera el caso; o sus contribuciones intangibles que se enun-
cian en la manera como su ideario, agenda, discursos y concepciones de la
política sirvieron para fortalecer la cultura democrática de su momentos
y, si procede, se proyectan al futuro como un ejemplo digno de emular en
la construcción colectiva de más y mejores espacios de convivencia ciuda-
dana, de cara al logro de la justicia social y la equidad.
En el cuadro 3 se ilustra en forma de ciclo la interacción de todos los crite-
rios esbozados para la comparación, de conformidad con el objetivo trazado.
ACLARATORIA FINAL SOBRE LOS ESTILOS DE LIDERAZGO
Mucho se ha discutido a lo largo de la investigación sobre los diferen-
tes conceptos y teorías que sirven para interpretar y explicar el fenóme-
no mundial liderazgo político. De todos modos, es útil aclarar de nuevo
nuestra concepción del liderazgo, así como los estilos que, al menos, iden-
tican a Gaitán y Uribe en su contexto político e ideológico diferencial.
El liderazgo político al decir de Daniel Goleman (1999), tiene su causa
primaria en los dominios de la conciencia personal y se dene por una
mezcla armoniosa de varias herramientas particulares, tales como: Inteli-
gencia emocional, Autoconciencia, Motivación al logro, Empatía y Habi-
lidades sociales. Estas herramientas no son innatas sino, adquiridas y per-
feccionadas mediante los procesos de socialización política que vinculan
indefectiblemente al individuo con su entorno bio-psico-social.
La denición de cada una estas herramientas no viene al caso en este
momento, sin embargo, sirven para visualizar el hilo que enlaza la exten-
sión objetiva y subjetiva del liderazgo que denen su sello particular, al
interior de un fenómeno que si bien es cierto se origina en las estructuras
psicológicas de la personalidad, cuando una persona asume la voluntad
de poder, rápidamente invade los dominios de las realidades políticas, so-
ciales y culturales de los espacios públicos donde se dirimen los conictos
por repartos de valores y ocupación de espacios de poder vinculantes.
Desde nuestra percepción, el liderazgo político no es más que el nicho
que logran ahondar ciertas personalidades históricas en un entramado so-
cial casi siempre inmerso en una crisis, para dotar de expresión política
84 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
concreta a los intereses y vicisitudes relevantes de algunos grupos, organi-
zaciones políticas, empresas, comunidades, regiones, personas y familias
en detrimento de otros, al tiempo que se afectan las relaciones de poder en
benecio propio, en aras de lograr una hegemonía perdurable de alcance
nacional. Como se evidencia en la historia, la construcción de un lideraz-
go individual y colectivo es un proceso multidireccional en el que interac-
túan variadas experiencias que van de lo horizontal a lo vertical, esto es,
desde lo que Foucault (1980), teoriza en su momento como microfísica
del poder para dar cuenta del conjunto complejo de estrategias políticas,
epistemológicas e ideológicas que se despliegan para producir y reprodu-
cir las relaciones de dominación y control social, formal e informal; hasta
los grandes núcleos de afectación política, como el Estado, los partidos y
las instituciones de poder en sus diferentes niveles y modalidades.
En cuanto a los estilos de liderazgo, asumido también como un crite-
rio comparativo adicional, basta decir que ambos casos se enmarcan –sin
lugar a dudas– en la categoría de líder carismático de tipo populista (Gai-
tán) y neopopulista (Uribe), conceptos que ya han sido denidos sucien-
temente en apartados anteriores. Basta agregar que, el estilo de liderazgo
carismático es encarnado casi siempre por un caudillo que con su acción y
voluntad de poder se enfrenta a las elites de su momento y termina perso-
nalizando de forma radical los procesos políticos que protagoniza, de esta
forma las categorías de caudillo, liderazgo carismático y personalización
de la política provenientes de disciplinas diferentes, terminan siendo com-
plementarias en el hilo conductor de los objetivos de esta investigación.
CONTEXTO HISTÓRICO-POLÍTICO EN PERSPECTIVA COMPARADA
El contexto histórico-político es el rasgo externo más revelador en la
descripción densa de una personalidad histórica, dado que en todos los
casos lo condiciona de tal manera que, terminada por denirlo ontológi-
camente al calor de las representaciones sociales e imaginarios colectivos
propios de un tiempo y espacio particular, que marca la pauta en el desa-
fío y la responsabilidad que todo líder debe afrontar. ¿En qué medida la
persona es condicionada o determinada por su contexto histórico y po-
lítico? O, ¿hasta qué punto un líder tiene la capacidad para modicar el
85LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
escenario político e ideológico de su tiempo histórico? Son interrogantes
que requieren un arduo debate losóco y epistemológico que rebasa las
posibilidades explicativas de este trabajo.
La Colombia de la primera mitad del siglo XX es, en buena media, la
prolongación de un conjunto de problemas estructurales asociados a la
violencia que se gestan como una rémora desde el momento mismo de la
fundación del Estado nacional republicano o, incluso, que provienen de
la lógica funcional de la sociedad colonial de tipo piramidal y estamen-
tal. Como ya se señaló en capítulos anteriores, son: la pobreza extrema, la
falta de oportunidades, el latifundio, la explotación del hombre de a pie
y, en síntesis, la injusticia social, las cuestiones fundamentales que mar-
can la pauta en el acontecer político nacional. Gaitán, entiende muy bien
esta situación de emergencia social o calamidad colectiva y, mediante un
acertado diagnóstico de las necesidades y aspiraciones de los sectores más
desprotegidos, emprende de ahí su carrera política a contravía de los inte-
reses hegemónico de las elites en el ejercicio del poder que, si bien es cierto
conguraron un proyecto de nación liberal y moderna, nunca tuvieron la
voluntad para recrear un contrato social verdaderamente democrático y
representativo de la voluntad general de la nación (Calvano, 2017).
Desde sus comienzos decimonónicos los partidos tradicionales (Li-
berales y Conservadores), con sus matices y especicidades habían cons-
truido una lectura tendenciosa y, a lo más, reformista de los principales
problemas que aquejaban a la sociedad colombiana en su conjunto, natu-
ralizando en unos casos e invisibilizando en otros, las grandes falencias,
contradicciones y carencias del sistema político y económico que inde-
fectiblemente sometía al imperio de la calamidad a buena parte de la so-
ciedad. Con Gaitán, la lectura e interpretación tradicional del contexto,
impuesta por la cultura política imperante cambia de manera radical.
Para el, el contexto político debía ser transformado desde sus cimien-
tos para crear una sociedad más justa y democrática bajo los parámetros
del “socialismo cientíco, y su interpretación materialista-dialéctica de la
historia, que, para la época, era considerada por muchos intelectuales orgá-
nicos como un instrumento propia del pensamiento crítico y creativo, sin
86 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
lo cual, no podrían lograrse innovaciones colectivas duraderas; el socia-
lismo real aun no era asociado a una concepción totalitaria de la política.
A Gaitán le toca vivir en la primera mitad del siglo XX, época donde se
desarrollan las dos guerras mundiales y donde emergen, al mismo tiempo,
líderes de un carisma trascendental como Mussolini y Hitler, que pudieron
desarrollar con su fuerza una forma de relación con el pueblo en la cual pre-
valecía la impronta del líder como sujeto político encargado de orientar y
direccionar al colectivo como un bloque sólido, sin ninguna mediación ins-
titucional, en la consecución de sus altos objetivos. En palabras de Palamara
(2015: 37): “La lección del mussolinismo apareció en todo sus alcance para
tratar de convertir a los segmentos populares y a la clase media en una masa
políticamente activa a la cabeza de la cual cambiar el destino del país.
En su acertado intento de caracterización de la década de los cuarenta en
Colombia (siglo XX), Torres (2012), enfatiza que, con el propósito de mi-
nimizar el impacto negativo de la segunda guerra mundial se implementan
políticas proteccionistas e intervencionistas en un marco de sustitución de
importaciones que permitió la creación de nuevas empresas y el orecimiento
de la industria textil y de alimentos. Estas políticas públicas crean las condi-
ciones necesarias para la emergencia de nuevos actores sociopolíticos como:
los empresarios nacionales, que se constituyen como un fuerte lobby y, las or-
ganizaciones sindicales que reclaman un espacio en el debate político nacional
posicionando en la opinión publica el tema de las reivindicaciones laborales
y sociales como mecanismo impostergable para dotar de calidad de vida a las
masas de trabajadores, históricamente sometidas a una vida de pobreza.
Según la autora en referencia (Torres, 2012), se trata de un periodo
distinguido por el despliegue de un proceso modernizador, al menos en
lo económico, tal como lo indica la acelerada industrialización del país,
que paradójicamente benecio solamente a las clases acomodadas porque
dispararía la inación con su consecuente saldo de disminución del poder
adquisitivo y precarización de las condiciones de vida, lo que acrecentaría
a un más la problemática de la violencia por razones de inequidad social.
Esta década que marcaría de forma inexorable la postrimería de la vida
del caudillo liberal, lo lleva al mismo tiempo a radicalizar su lucha por
87LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
superar de forma permanente las causas estructurales de la violencia sis-
témica, auspiciada en buena medida por el Estado. En consecuencia, en
su célebre Oración por la Paz le expresa de forma enfática al presidente
conservador Mariano Ospina Pérez lo que sigue:
“Nosotros, señor presidente, no somos cobardes. Somos descen-
dientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagra-
do. ¡Somos capaces de sacricar nuestras vidas para salvar la paz y la
libertad de Colombia!
Impedid señor, la violencia. ueremos la defensa de la vida humana,
que es lo menos que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza
ciega desatada, debemos aprovechar la capacidad de trabajo del pue-
blo para benecio del progreso de Colombia
Os decimos nalmente, Excelentísimo señor: bienaventurados los que
entienden que las palabras de concordia no deben servir para ocultar
sentimientos de rencor y exterminio. ¡¡Malaventurados los que en el
gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los
hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la
ignominia en las páginas de la historia!!” (Gaitán, 1948: 318).
Este texto, que prácticamente replica el estilo mesiánico del sermón
de la montaña denota la capacidad de Gaitán para reutilizar el simbolis-
mo religioso, profundamente arraigado en la sociedad colombiana de la
época, en función de edicar su liderazgo político como una fuerza trans-
formadora que representa al pueblo oprimido con un sello particular de
elocuencia y predestinación histórica, que viene a justicar su arribo in-
detenible al poder. Si bien ese mismo año, es asesinado el caudillo liberal
impidiendo con ello su posible arribo a la presidencia de la república con
consecuencias imprevisibles para las elites, su obra política revela el pri-
mer intento serio y sistemático de cuestionamiento a los cimientos que
servían de pedestal al orden establecido, en benecio de la oligarquía. Su
desaparición física no hizo más que agravar de forma exponencial los pro-
cesos de violencia que afectaban a la sociedad en su conjunto.
Medio siglo después el panorama político lucia mucho peor, esto por
factores como el colapso del Frente Nacional y las prácticas terroristas del
narcotráco y los diversos grupos armados de izquierda radical y ultradere-
88 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
cha. La década de los noventas es el momento de la agudización del conic-
to armado en Colombia y es también, precisamente, en este complejo esce-
nario que había agotado casi por completo las posibilidades de respuesta a la
crisis por parte de los actores políticos tradicionales, donde se forma el fenó-
meno Álvaro Uribe Vélez como una alternativa al descontento endémico.
Paradójicamente, en tiempos de Gaitán se promulgaba la necesidad his-
tórica de impulsar la rebelión del pueblo ante las tensiones y contradicciones
de un orden político, económico y social que le era desfavorable y opresivo,
situación que impulso un viraje en el cual las tradicionales guerrillas liberales
mutan al marxismo bajo la orientación del partido comunista colombiano.
De hecho, dieciséis años después de su deceso se constituyen las FARC-EP
(1964), el ELN (1964); posteriormente EPL (1967-1970), luego el M-19 en
1974 y, como reacción a todos esos grupos de extrema izquierda en la década
de los noventas emergen las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), con
la nalidad de exterminar a los insurgentes y resguardar los intereses de las cla-
ses pudientes. Además, a ello se suma la consolidación de los grandes carteles
de la droga que desde la década de los setentas comienzan a tomar control de
los grandes circuitos de exportación de narcóticos.
En este sentido, en tiempos de Uribe Vélez se invierte la ecuación, ya que
había que detener –a como dé lugar– el espiral de violencia generada por “la
rebelión del pueblo” o, al menos, de los grupos insurgentes que decían re-
presentarlo y que se habían convertido en un problema estructural, con sus
acciones terroristas y delictivas y, en una traba ineludible para la seguridad y
estabilidad del país. Este es el escenario que condiciona a Uribe y, en el cual
desarrolla su liderazgo político para modicar las condiciones materiales y
simbólicas de su tiempo, y que, ya en el siglo XXI, se cristalizaría en su Política
de Seguridad Democrática, ampliamente respaldada por la opinión pública.
A diferencia de Gaitán donde imperaba el bipartidismo, Uribe tiene la
posibilidad de operar en un contexto que privilegia la formación de múlti-
ples organizaciones políticas, de conformidad con el espíritu multipartidis-
ta de la Constitución de 1991, que tenía el propósito de superar denitiva-
mente la hegemonía del partido Liberal y Conservador; ello, mediante el
reconocimiento de otras fuerzas hasta el momento negadas o infravalora-
89LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
das, que nacen, a partir de la erosión del bipartidismo y el consecuente vacío
dejado que fue generando la necesidad colectiva de búsqueda de alternativas
partidarias para enfrentar o paliar la desesperanza aprendida.
Al igual que Gaitán, Uribe también tiene la capacidad para descifrar los
paquetes cognitivos” de su momento, de allí que, su política de seguridad de-
mocrática fuera la respuesta concreta a la necesidad de seguridad, estabilidad
y revancha ante los grupos insurgentes que caracterizaba a buena parte de la
sociedad. Desde la perspectiva psicológica o más precisamente de la psicolo-
gía política, el liderazgo carismático de Uribe viene a llenar el vacío afectivo
generado por la falta de seguridad, que ahora será colmada con la protección
y amor del “hombre fuerte”, en una dinámica caracterizada por la dependen-
cia Líder-Pueblo y el cesarismo político. Según Pierre citado por Cardona
(2016), se puede decir que esta forma de gobierno se identica por:
…tres rasgos esenciales en su concepción de la soberanía del pueblo:
una concepción de la expresión popular “mediante el procesamien-
to privilegiado del plebiscito”; una losofía de la representación del
pueblo bajo la forma de la encarnación de este en cabeza de un “jefe
único, y el rechazo a las instituciones intermedias o “cuerpos inter-
medios” que dicultan el “contacto directo entre el pueblo y el po-
der”” (Pierre citado por Cardona, 2016: 180).
El hilo conductor del liderazgo político de ambos personajes se legi-
tima en su habilidad para diagnosticar los principales imperativos de un
contexto difícil y problemático, y darle expresión política a las necesida-
des de la gente en base a la construcción de un liderazgo carismático, re-
volucionario o neo-conservador, según el caso, que si bien es cierto es el
producto de su contexto, lo trasciende en la medida en que, para bien o
para mal, lleva al proceso histórico agudizando sus contradicciones a un
estadio superior, todo ello bajo la dirección del jefe único.
ASPECTOS IDEOLÓGICOS QUE IDENTIFICAN A GAITÁN Y URIBE
Compartimos con Uribe su concepto de ideología, en el sentido de que:
“La ideología se reere a un conjunto de ideas que están ligadas entre
sí en un todo coherente de signicado. Se puede añadir, como coro-
lario, su capacidad de contraste y estabilidad: lo primero implica co-
90 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
herencia frente a otras ideologías, y lo segundo, coherencia a través
del tiempo” (Uribe, 2015: 142).
Es precisamente en la capacidad de contraste de las ideologías donde se
observan las notables diferencias existentes entre las matrices ideológicas que
identican a Jorge Eliecer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez, hasta el punto del
antagonismo ideológico. En el primer caso, estamos ante un personaje po-
lítico abiertamente identicado con la izquierda radical, cercano al discurso
marxista-socialista, tal como lo demuestra su tesis de “las ideas socialistas en
Colombia” de 1924, y aunque Gaitán fue mutando paulatinamente a posicio-
nes más moderadas acordes con las representaciones del sistema político de la
época, nunca abandono su gusto por los procesos revolucionarios, en tanto
que mecanismos privilegiado de transformación social. Como bien lo señala
Llanos (2013), es probable que el jefe liberal valorara como negativo para sus
objetivos de lucha aparecer plenamente identicado con la ideología de los
comunistas, de ahí su estrategia deliberada de guardar ciertas distancias.
El caudillo liberal fue el resultado de una ardua formación política e
ideológica de desde su infancia (Franco, 2012); no obstante, más que un
ideólogo en el sentido literal del concepto estamos ante un político hábil
que maneja las categorías políticas y económicas del marxismo y del ala
izquierda del Liberalismo de forma ecléctica y pragmática en razón de jus-
ticar los contenidos concretos de su discurso político, diseñado –por lo
demás– en base a una serie de ideas de anclaje, tales como: animadversión
a la oligarquía nacional, crítica al latifundio, crítica apasionada a las mar-
cadas diferencias sociales y reivindicación de las clases populares.
En contraste, Uribe Vélez, se caracteriza por una posición ideológica
neoconservadora en lo político y, neoliberal en lo económico, en la que se
conjugan, sin embargo, una variedad de inuencias y matices. A juicio de
Basset (2015), el planteamiento doctrinal de Uribe posee un conjunto de
contradicciones, toda vez que:
“En la doctrina, aunque parece la más fuerte, se constataron las
grandes debilidades, tensiones y contradicciones del uribismo. Las
propuestas de la Política de Seguridad Democrática y del Estado
comunitario conforman esta dimensión. En la primera se encont
que la teoría uribista de la seguridad se empieza a construir cuando
91LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
Uribe aspira a la presidencia, pero esas ideas de seguridad tienen una
práctica anterior, en la gobernación de Antioquia, y es la vivencia
de Uribe la que marca el contexto en el que nacen estas prácticas
que luego se soportan en una teoría. Aunque estas ideas se presentan
fuertes, su consistencia no lo es tanto. La falta de rigor en su funda-
mentación teórica es evidente, también las contradicciones en sus
postulados, siendo las más representativas las que ocurren en mate-
ria de derechos humanos y libertades individuales, a pesar de que la
defensa de los mismos es uno de los objetivos armados” (2015:56).
En analogía con el caudillo liberal, Uribe no es, en ningún caso, un
teórico disciplinado de la política, sino un líder habilidoso con una ca-
pacidad formidable para oscilar –al calor de las circunstancias– entre la
consonancia y disonancia cognitiva de su discurso. En este orden de ideas,
Ramírez (2011), señala que, en su sistema de creencias, también ocupan
lugar prominente su sentido arraigado de identidad nacional junto a una
concepción religiosa (católica), de la que surge una idea de orden y pree-
minencia de autoridad de las instituciones tradicionales (Estado, ejercito,
familia) que deben ser valoradas y resguardas por los poderes públicos
ante cualquier amenaza. Es en el marco de estas categorías política e ideo-
lógicas que puede comprenderse su triada programática de: seguridad de-
mocrática, conanza inversionista y cohesión social, que lo identican a
lo largo de su trayectoria política.
PROGRAMA POLÍTICO DE GAITÁN Y URIBE: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS
Por programa político se entiende el momento de concreción de los
propósitos, objetivos, principios y propuestas particulares que un candi-
dato elabora al momento de su arribo a un espacio de poder, casi siempre,
en el marco de una victoria electoral. Si el programa es coherente con la
agenda política del líder y la organización a la que pertenece, se podría
armar que es consistente y, si no lo es, estamos ante una ruptura parcial
o total de su agenda política y/o un cambio de ideología que casi siempre
impacta negativamente en su comunidad de seguidores y simpatizantes,
al sentirse defraudados, sino logran ser convencidos de la justicación del
cambio. De cualquier forma:
92 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
“El programa político representa el compendio de objetivos o nes
especícos que se propone realizar la organización política al asumir
el gobierno, o que exige que se realice a quienes ejerce el gobierno.
El programa constituye, entonces, la base de acción que unica a
los miembros de una organización política en sus aspiraciones fun-
damentales; que son heterogéneas por la diversidad de demandas,
pero, a su vez, con una forma homogénea relativa al carácter político
de los distintos planteamientos” (Landa, 2012: s/p).
En cuanto al programa político preciso del caudillo liberal se eviden-
cia que, hay un hilo conductor en todas las oportunidades que estuvo al
frente de un cargo público, tanto en la rama legislativa o ejecutiva del po-
der, entre las que destacan ser: presidente de la cámara de representantes
(1931), Rector de la Universidad Libre (1936), alcalde de la ciudad de
Bogotá (1936) y, ministro de Educación (1940), entre otras.
En trabajos anteriores nos hemos pronunciado sobre los aspectos que
sintetizan a grandes rasgos su programó de gobierno, identicado por la:
a) Denuncia frontal antes las variadas formas y expresiones de sometimien-
to de las clases trabajadoras “los llamados paria de la Colombia de la época.
b) Crítica razonada de las premisas: políticas, económicas, jurídicas
y sociales que servían de pedestal al orden establecido.
c) Denuncia apasionada del rol histórico negativo desempeñado por la
oligarquía en el ejercicio del poder político y económico en Colombia.
d) Transformación del partido liberal de un partido de notables a un
partido político de masas al servicio del verdadero interés nacional.
e) Creación de una cultura política vinculada a la promoción de la
equidad, el progreso y la justicia social para todos.
f ) Y nalmente, aproximación a una denición, en los imaginarios
de los estratos populares, de un nuevo contrato social en función
de sus intereses y aspiraciones de ascenso y mejora sustancial de su
calidad de vida” (Liliana, 2018: s/p).
Lamentablemente, no se tuvo la oportunidad histórica de ver la realiza-
ción de las ideas, principios y conceptos de este programa en su “posible”
93LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
gestión presidencial, donde se hubiesen expresado en: planes, programas,
proyectos y leyes que de por si presagiaban el advenimiento de una gestión
innovadora. No obstante, las ideas de anclaje de su programa, al menos en el
nivel discursivo, conguran un intento por sentar las bases de un gobierno
progresista y claramente democrático, dispuesto a transformar las premisas:
políticas, económicas, jurídicas y sociales que servían de pedestal a un orden
oligárquico, todo ello, en la escena de una nueva cultura política que pro-
mulgaba la construcción intersubjetiva de mejores espacios de convivencia
ciudadana en torno a valores como: la equidad, el progreso compartido y la
justicia social, al tiempo que se alimentaba la esperanza colectiva en la crea-
ción de un sistema político al servicio de las necesidades de la gente.
En el caso de Álvaro Uribe Vélez, quien sí tuvo la oportunidad de li-
derar dos gestiones presidenciales (2002-2006 y (2006-2010), hay ciertas
similitudes –al menos en el discurso– con el programa político de Gaitán
en cuanto a la urgencia de transformar un contexto de crisis política y
social. De hecho, en su Plan Nacional de Desarrollo titulado (Hacia un
Estado Comunitario) elaborado en su primera gestión de gobierno se for-
mulan los siguientes objetivos: “Brindar seguridad democrática, impulsar
el crecimiento económico sostenible y la generación de empleo, construir
equidad social, incrementar la transparencia y eciencia del Estado” (De-
partamento Nacional de Planeación, 2003: 18).
En su segunda gestión presidencial, esencialmente se sigue trabajando
en base a los objetivos citados en el párrafo anterior, en aras de construir lo
que se entiende como un “Estado comunitario de desarrollo para todos,
por lo demás en el plan se arma:
“En este Plan se sostiene que el sector privado tiene un papel central en
el crecimiento. En particular, se argumenta que la tarea de generación
de riqueza es fundamentalmente una responsabilidad del sector pri-
vado. El Plan de Desarrollo no adopta una posición dogmática en el
debate Estado-mercados. El Plan reconoce que hay dos tipos de inte-
racciones entre los individuos: (1) las destinadas a promover intereses
privados, y (2) las destinadas a promover intereses colectivos. En ge-
neral, es mejor que las interacciones del primer tipo sean coordinadas
por los mercados, aunque el Estado bien puede tener una participa-
94 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
ción muy importante en ellas, por ejemplo, a través de la denición
del marco normativo que las regula, o por medio de una actividad de
promoción. Las segundas, por su parte, requieren una participación
activa del Estado” (Departamento Nacional de Desarrollo, 2007: 17).
Aunque en el plan se proclaman postulados típicos de la democracia
social en el marco de una economía mixta, en la que se conjuga de forma
equilibrada Estado y mercado, en la realidad de las cosas los gobiernos
de Uribe estuvieron enmarcados, nítidamente, en las coordenadas de la
agenda neoliberal, en la cual, la conanza inversionista, en un marco de
scalidad mínima para el gran capital, sería la palanca primaria para apun-
talar la riqueza nacional, sin la compañía de una política seria y sostenía de
repartición equitativa del PIB, en toda la sociedad, con énfasis especial en
los sectores víctimas de la pobreza, la violencia y la marginación.
Para Uribe a diferencia de Gaitán, la violencia histórica no es produci-
da en ningún caso por condiciones estructurales de injusticia, iniquidad y
exclusión vinculadas directamente al accionar histórico del Estado oligár-
quico; en tal sentido, los grupos insurgentes no poseen ninguna cuota de
legitimidad de origen que los perle como actores beligerantes, sino que
se reducen a la categoría de terroristas y delincuentes vulgares al margen
de la ley, a quienes las fuerzas armadas nacionales debían vencer en el cam-
po de batalla en aras del bienestar colectivo y la paz social, privilegiando
en su discurso el belicismo por sobre cualquier otra vía para dirimir el
conicto, tales como el diálogo y la negociación.
Por una parte, Uribe y Gaitán dieren antagónicamente en el diagnós-
tico que los lleva, en su momento, a diseñar su programa político. Como
se ha mostrado, para Gaitán la causa primaria del conicto colombiano
se ubicaba en la naturaleza del contrato social impuesto por la elite a la
nación en su totalidad, que signicaba el monopolio atemporal del poder
político y económico de la oligarquía, de ahí que, la paz social y la estabi-
lidad política solo podría alcanzarse con la construcción colectiva de otro
modelo de sociedad que garantizara unos niveles mínimos de calidad de
vida para todos los ciudadanos y que procurara su desarrollo como perso-
nas libres e iguales, en un clima general de conanza institucional entre el
Estado y el pueblo.
95LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
Por la otra, Uribe no diseña su programa político en base a una agenda so-
cial propiamente dicha, sino que se centra en la necesidad de alcanzar la paz
a través de la refundación simbólica de la república, todo ello impulsando
una concepción bélica de la seguridad (Seguridad Democrática), que debía
derrotar denitivamente a los violentos sin importar las causas objetivas que
los llevaron a la insurgencia. Simultáneamente, en la medida en que se iban
eliminando a los factores perturbadores de la gobernabilidad se irían creando
las condiciones necesarias para hacer de Colombia el receptor de más y mejo-
res inversiones, privilegiando en el proceso al capital corporativo internacio-
nal. Finalmente, este programa obtenía su legitimidad en la (cohesión social)
que signicaba la adhesión irrestricta del país a los objetivos de su “gobierno
cesarista.” En ambos programas, la personalidad avasallante del líder se im-
pone por sobre otras consideraciones. En ambos casos, los líderes muestran
consonancia cognitiva con sus planteamientos, acciones y discursos.
PERFIL ACTITUDINAL DE GAITÁN Y URIBE
En muy pocas cosas coinciden tanto los sujetos de estudio como lo
hacen en su perl actitudinal. Ambos líderes se caracterizan por poseer
una “personalidad fuerte”, con rasgos combinados de lo que Farías (2018),
dene en su tipología de personalidad política, como: “autoritarismo dog-
tico” y “narcicismo demagógico.” La relación personalidad y liderazgo
es clave para la identicación del perl actitudinal que nos ocupa, ya que:
…una de las razones para que este atributo sea utilizado como un mar-
co de referencia para entender el liderazgo, es que el comportamiento
es una función de la personalidad; es decir, lo que una persona hace,
está en función de lo que la persona es (Mount & Barrick, 1998; Plo-
yhart, Lim, & Chan, 2001, citado por: Manosalvas y col., 2017: 107).
Como ya se ha manifestado en apartados anteriores, nuestra noción de
perl actitudinal se reere al conjunto de habilidades, destrezas y compe-
tencias que el líder desarrolla a lo largo de su carrera en ámbitos tan diver-
sos como: el pensamiento crítico, la comunicación política, la capacidad
de persuadir y motivar a sus seguidores, la habilidad para interpretar las
necesidades y demandas del momento, así como de orientar a las masas en
la prosecución de sus propósitos y metas.
96 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
De estas consideraciones teóricas se inere que, la capacidad de todo lide-
razgo para lograr las metas y propósitos que señalan su razón de ser, está di-
rectamente relacionada con el “uso exitoso” del repertorio de herramientas
cognitivas, conductuales y afectivas que el líder articula en la trama de su perl
actitudinal; perl que, a su vez, se constituye en el motor para motivar y mo-
vilizar a su grupo de referencia y que en líneas generales se engloba en los do-
minios de su personalidad política particular, que no es más que el sello que lo
identica como producto personal dentro de un sistema político determinado.
Gaitán logra redimensionar las coordenadas del pensamiento políti-
co de su época, al llevar el pensamiento crítico, esto es, la capacidad para
exponer y cuestionar los fundamentos de un orden establecido que pue-
de ser: político, ideológico, económico y hasta epistemológico a un nivel
que rebasa los límites de la cultura política del momento, anclada, por lo
demás, al conservatismo. Para él, el problema fundamental era la existen-
cia de una oligarquía con la que no se podía pactar ni negociar, sino, que
había que desterrar del escenario histórico por el bien del país, metafóri-
camente hablando, a la manera de un demonio que se tenía que exorcizar.
Para socializar su concepción política-crítica se sirvió de una estrategia
de comunicación capaz de formar y motivar a los más humildes y mar-
ginados de los colombianos que ahora se sentían –bajo el liderazgo gai-
tanista– los protagonistas en la construcción intersubjetiva de su propia
realidad histórica, encauzada a su emancipación denida de la pobreza y
el desprecio opresivo de los sectores pudientes. El éxito logrado por Gai-
tán no sería posible, sin el desarrollo de su “don exegético” que lo llevaba
mejor que nadie a conectarse, a sentir y sufrir, las principales necesidades y
aspiraciones de su gente que clamaba silenciosamente por el advenimien-
to de una vida de dignidad, libertad y calidad. La conuencia de todos
estos factores completa, sin lugar a dudas, su perl innovador.
Más adelante, Uribe Vélez enfocó su mirada crítica a analizar y eva-
luar las posibles soluciones al conicto, ya no como una guerra civil, sino,
como el resultado del empoderamiento desmedido de diversos grupos al
margen de la ley, que tenían en el discurso revolucionario de izquierda ra-
dical la justicación para sus acciones delincuenciales. Ante esta situación
97LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
la única salida –desde su lógica– era derrotar a los insurgentes de forma
contundente y denitiva, como condición necesaria para restaurar la paz
social y la estabilidad política de la nación (seguridad democrática).
Para ello, su esquema de comunicación estuvo orientado a persuadir y
convencer al país sobre la urgencia de cerrar las ante los violentos y terroris-
tas que, solo podrían ser vencidos bélicamente bajo la egida de su liderazgo
mesiánico que, en consecuencia, entendía mejor que nadie, las angustias y
temores de una sociedad que había sido coaccionada y amedrentada por la
violencia multiforme. En contraste con Gaitán, en el ámbito de la comuni-
cación política Uribe tiene a su disposición los dispositivos tecnológicos de
las llamadas redes sociales que como: (twitter, Facebook, instagram) con-
guran una democracia 2.0, permitiendo una comunicación multidireccio-
nal sin intermediación alguna de su mensaje con millones de personas en
cuestión de segundos, cosa que, por cierto, maneja muy bien.
No obstante, al igual que el caudillo liberal nunca pierde el contacto direc-
to (cara a cara) en la plaza, la calle y el mitin multitudinario con su “comunidad
de creyentes.” Todo lo cual evidencia, su perl actitudinal de tipo innovador
para su momento, que logra combinar dialécticamente todos los instrumen-
tos cognitivas, procedimentales y actitudinales a su disposición en el marco de
una personalidad política imponente, de amplia aprobación social.
ESTILOS DE LIDERAZGO EN VISIÓN COTEJADA
La condición de líder populista de Jorge Eliecer Gaitán es, como se ha
mostrado ya, clara y evidente. Es este orden de ideas, conviene aclarar que
no necesariamente el populismo tiene que ser valorado como un estilo ne-
gativo de liderazgo político; en principio, reere, entre otras cuestiones, a
una forma de proceder en la cual la relación difusa líder-pueblo marca la
pauta y es el factor clave en la construcción de un liderazgo político que
pretende privilegiar el interés popular –ello según la interpretación parti-
cular que el líder haga al respecto–, dejando en claro que en muchos casos,
este asunto de privilegiar al pueblo, de darle vos a los sin voz, solo queda en
el plano retorico discursivo. Así las cosas, el populismo gaitanista se consti-
tuye en discurso que logra persuadir, convencer y representar a los sectores
populares sobre la pertinencia de sus argumentos y aseveraciones, a la vez
98 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
que alcanza motivar la participación política colectiva de actores populares
relegados del acontecer político tradicional, renovar las identidades popula-
res en torno a un proyecto de poder y, en suma, impulsar un nuevo proyecto
social a contravía de los intereses de la elite (Bueno Romero, 2013).
Esencialmente, el estilo de liderazgo populista y neo-populista se ob-
serva en dos dimensiones diferentes; por un lado, en el plano simbólico,
que se expresa en el discurso político del líder y su contenido en especíco,
discurso que comúnmente raya en el plano de lo demagógico. Por el otro,
en el programa político y la gestión de gobierno que desarrolla el líder de
acceder a un cargo público de elección popular. Espacio donde hay una clara
agenda social en función de satisfacer las necesidades más apremiantes de
los grupos y comunidades en situación de pobreza o pobreza extrema. La
evidencia empírica disponible indica que, rápidamente esta agenda social
devine en asistencialismo y en la estructuración de amplias redes clientelares
en torno a la imagen del líder, que es asumido por las muchedumbres, como
un padre protector y proveedor de bienes de consumo, prebendas y favores
de toda índole. Si el líder populista rebasa los límites del plano carismático
y trasciende a lo mesiánico puede ser dotado, por los imaginarios populares,
de poderes y facultades sobrenaturales tales como: capacidad para sanar a
los enfermos, hacer prodigios o conjurar las calamidades colectivas.
En el caso del caudillo liberal muchos de los signos y referentes del
populismo de talante mesiánico están presentes. Le célebre frase de Gai-
tán en discurso pronunciado en 1945, replicadas muchas veces luego por
otros líderes populistas: “Yo no soy un hombre, soy un pueblo” (Citado
por: Rincón, 2014: 303), da cuente del líder como máxima expresión del
sentir popular y reejo de su fuerza histórica transformadora. Básicamen-
te, el “líder mestizo” termina perdiendo su personalidad concreta y de-
viene en espacio alegórico de representación de las masas. “En todos los
discursos, el pueblo y la patria mandan y se obedecen, ¡porque la patria es
lo primero en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestra vida!” (Gai-
tán, 1945, citado por: Rincón, 2014: 304).
Por su parte, Álvaro Uribe Vélez, quien ejerce también en su momen-
to un estilo de liderazgo neo-populista, a conformidad con su claro ta-
99LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
lante neoconservador, tiene varios aspectos en común con Gaitán, esto
al menos en la dimensión simbólica. Primero, desarrolla un discurso que
ennoblece las expresiones del sentir popular como guía y autoridad esen-
cial de sus gestiones presidenciales; igualmente, es asumido por amplios
sectores populares como una autoridad carismática paternalista y, simul-
táneamente, severo con los grupos insurgentes, de ahí su consiga: “mano
rme, corazón grande”. La diferencia radica en la forma como ambos lí-
deres encauzan el mandato popular en su estilo de liderazgo. Uribe no
pretende transformar de forma radical el sistema político y económico ni,
mucho menos, el orden social para alcanzar los propósitos de su proyec-
to político; a lo más, instrumentó algunas políticas asistenciales como el
Plan Familias en acción para combatir la pobreza y los consejos comunales
para gestionar problemáticas puntuales de las comunidades y transferir
recursos directamente a las mismas (Revista Semana, 2010).
Si las ideas pronunciadas sistemáticamente por Gaitán eran ciertas en
buena medida, su arribo al poder hubiera signicado una verdadera revo-
lución social con consecuencias imprevisibles para la clase dominante de
la época, generando transformaciones radicales en el sistema económico
nacional, tal como lo proponía su ideario socialista, a la par de la inversión
de las relaciones asimétricas de poder político que afectaban al pueblo en
benecio de las clases acomodadas que controlaban el aparato institucional
a su antojo. De esta manera, las diferencias que en la realidad se vislumbran
entre los estilos de liderazgo, populista de Gaitán, y neo-populista de Uribe,
son las mismas diferencias que se dan en la teoría política entre ambos con-
ceptos, diseñados para describir a líderes revolucionarios o conservadores.
Por último, en muchos renglones el estilo de liderazgo uribista también
se aproxima a los dominios de lo mesiánico, toda vez que para muchos de
sus simpatizantes y electores, sus dotes y capacidades personales son únicas,
hasta el punto que termina siendo sacralizado en la política nacional al tiem-
po que su discurso congura una concepción religiosa, política y económica
de la sociedad, con el ánimo de generar algunas certezas en momentos de
profunda crisis, todo en el marco de una sociedad mayoritariamente cristia-
na que siempre espera que un “elegido” o mesías soluciones sus problemas
y calme sus angustias colectivas (Agencia de Noticias UN, 2015). De ahí
100 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
que, en ambos casos, estemos ante un estilo de liderazgo populista, primero,
y neo-populista después, de tipo caristico y mesiánico, lo que demuestra
que el carisma y el mesianismo pueden estar presentes sin ninguna dicul-
tad tanto en líderes revolucionarios como conservadores.
APORTES EFECTUADOS AL FORTALECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA COLOMBIA-
NA: A MANERA DE CONCLUSIÓN
La democracia es en todas las experiencias históricas es un constructo
perfectible, lo que signica que, en todas las sociedades humanas que se
autodenen como democráticas, la misma tiene que ser mejorada conti-
nuamente para superar el estancamiento y adecuarse a las exigencias del
momento de una ciudadanía que clama –activa o silenciosamente– por
participar en la tomada de decisiones vinculantes para la colectividad y,
en consecuencia, mejorar sus estándares de vida más allá de los rituales
estandarizados de la democracia formal y procedimental que no se ocupa,
directamente, de la construcción de una sociedad del bienestar social-ma-
terial que es la real garantía de gobernabilidad y desarrollo con equidad.
Ante la primera pregunta formulada en el exordio: ¿ué signicados po-
líticos e ideológicos posee el fenómeno del liderazgo político colombiano en
su contexto histórico? todo indica que, con Jorge Eliecer Gaitán el signicado
político e ideológico de su liderazgo, al menos para los sectores marginados y
empobrecidos identicados con su propuesta, estaba en superar las vicisitudes
de un sistema político y económico que privilegiaba a las elites y sometía a las
grandes mayorías nacionales a una vida de calidad, escases y falta de oportuni-
dades, lo que daba al traste con el discurso democrático de los sectores domi-
nantes que en nada respondía a las grandes necesidades del hombre de a pie.
El caudillo liberal era el símbolo y la esperanza de un nuevo proyecto de na-
ción en el cual las oligarquías serian desplazadas del ejercicio del poder al tiem-
po que, los sectores más vulnerables del entramado social serian revindicados
con la construcción de un nuevo contrato social que les tomaría en cuenta y les
proporcionaría las herramientas políticas, institucionales y organizativas para
la construcción paulatina de una realidad diferente, basada en los principios de
equidad, justicia y libertad material. Lamentablemente, no se tuvo la oportuni-
dad de ver materializado este proyecto por las razones conocidas.
101LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
Ante la misma interrogante formulada en líneas anteriores, Uribe Vélez
representa en otro momento histórico diferente la concreción política de un
liderazgo carismático capaz de recuperar la conanza del colombiano ante
un andamiaje institucional que no había sido capaz de derrotar a los grupos
violentos devenidos por su accionar histórico en enemigos del sistema polí-
tico nacional. Mediante los logros de su política de Seguridad Democracia
adelantada desde su primer mandato (2002-2006), le asesta duros golpes a
las FARC-EP, logrando eliminar incluso a varios miembros del hasta enton-
ces intocable secretariado. De igual forma, Uribe pudo implementar mayo-
res niveles de seguridad pública hasta el punto de permitirle a la ciudadanía
el libre tránsito terrestre por todo el territorio nacional sin temor a ser se-
cuestrados por los grupos irregulares y sus prácticas recurrentes de “pescas
milagrosas” que sembraban el terror en las carreteras.
En cuanto a los principales aportes efectuados por ambos liderazgos a
la democracia colombiana contemporánea, vale enfatizar para el caso de
Gaitán que, con su impronta logra incluir a los colectivos sociales en las
representaciones de la política como un actor colectivo legítimo, que más
allá de su abandono por los estamentos políticos tradicionales (liberales y
conservadores), merecía respeto y consideración y, más aun, respuestas es-
pecicas en términos de políticas sociales a sus clamores y urgencias. De
hecho, es precisamente la denegación a la satisfacción de las necesidades po-
pulares lo que se constituye en el núcleo duro del discurso auto-legitimador
de los insurgentes de extrema izquierda, que no solo son desacreditados por
el poder, sino, inclusivo exterminados sistemáticamente, lo que genera una
guerra civil por más de medio siglo que se origina con el asesinato de Gaitán.
Por su parte, Uribe Vélez le aporta a la democracia colombiana la
reconguración de la seguridad pública lo que se tradujo en una nueva
era de mayor conanza de los ciudadanos antes las instituciones encar-
gadas de la gestión del conicto social y en el país en general, conan-
za que también se vería reejada en la comunidad internacional ante
Colombia. uizá uno de los mayores logros de la política de seguridad
democrática fue sin proponérselo, la articulación de las condiciones de
posibilidad con el signicativo debilitamiento bélico de las FARC-EP,
para que, en el posterior gobierno de Santos, se concretara los acuerdos
102 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
de paz de La Habana, suscritos por el gobierno nacional y este grupo
guerrillero en el 2016.
En ambos casos la respuesta a la última interrogante planteada: ¿ué vin-
culación existe entre liderazgo político, democracia y conictividad política
en Colombia?, se debe acotar que, tal como se ha demostrado en las pági-
nas precedentes, el liderazgo político encarnado en los sujetos carismáticos
como: Gaitán y Uribe, es la fuerza histórica fundamental que, para bien o
para mal, según la percepción del prisma ideológico que se utilice, dene el
desenlace del proceso histórico mediante sus aportes, falencias y contradic-
ciones de toda índole, mucha más en contextos de fragilidad institucional
donde fenómenos como la personalización de la política son recurrentes ya
que, la suerte de las instituciones es consustancial con la fuerza del caudillo
de turno que, por lo demás, propende también a la desinstitucionalización
de su organización política de referencia, estructurando un vínculo íntimo
y personal con sus adeptos, seguidores y simpatizantes.
Por las razones aludidas, más allá de sus semejanzas y matices que se sin-
tetizan grácamente a continuación en el siguiente cuadro comparativo:
Líder Contexto
histórico Ideología Programa
político Perl actitu-
dinal Estilo de
liderazgo Aportes a la
democracia
Jorge E.
Gaitán Bipartidismo
hegemóni-
co (primera
mitad del si-
glo XX).
Socialis-
ta-liberal y
populista
Democracia
revoluciona-
ria anti oli-
gárquica
Crítico e In-
novador Transforma-
cional Inclusión de
los pobres
en la agenda
política.
Álvaro
Uribe
Vélez
Multipar-
tidismo de
nales del
siglo XX y
principios
del XXI.
Neoconser-
vador-neo
populista.
Seguridad
Democráti-
ca, conanza
inversionista
y cohesión
social.
Innovador Transfor-
macional/
transaccional
Incremento
de la seguri-
dad ciudad-
ana.
Elaboración propia con base a la síntesis de las ideas desarrollas en el capítulo (2018).
La relación o vinculación existente entre liderazgo político, democracia
y conictividad política se explica por el rol desempeñado, al menos por
los sujetos de estudio, en la reconguración o rehabilitación de las demo-
cracias de su momento, no solo como forma de gobierno, sino como estilo
de vida que inclina la balanza de las relaciones asimétricas de poder a favor
103LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
de los gustos y aspiraciones de la ciudadanía, lo que afectó directamente la
conictividad política mediante la búsqueda de la justicia social, en el caso
de Gaitán incrementándola, o el debilitamiento de los grupos violentos me-
diante los golpes atizados por las fuerzas armadas nacionales en el caso de
Uribe Vélez, con un saldo positivo en términos de estabilidad política y lo
que no es lo mismo que paz social, que implica atender las causas históricas
del conicto, que si se ven reejadas –a nuestro entender– en los acuerdos
de paz en pleno desarrollo para el momento que se escriben estas líneas.
CONSIDERACIONES FINALES
Aunque cada objetivo especíco de la investigación posee su conclu-
sión particular, en este apartado se condensan y articulan a manera de
cierre las principales ideas de anclaje y argumentos centrales expuestos
anteriormente, con la nalidad de proporcionarle al lector una visión pa-
norámica y denitiva de la temática desarrollada.
En el capítulo I se arma que, la breve e incompleta descripción de los
enfoques teóricos útiles para abordar al liderazgo político, conguran un
panorama variado en torno a un fenómeno denso y complejo, que admite
y exige múltiples miradas y perspectivas de análisis. Por ello, se aboga por
la estructuración paulatina de un enfoque ecléctico o integrativo, que se
capaz de articular, en la medida de lo lógicamente posible, las diferentes
ideas, conceptos, metodologías y perspectivas que surgen en torno al lide-
razgo de tipo político y sus facetas diferenciales.
De esta manera el liderazgo político puede ser denido como: estruc-
tura, proceso, fuerza revolucionaria, fenómeno cultural y psicológico, en-
tre otros aspectos, sin incurrir en contradicción, ya que cada una de estas
miradas se centra en un aspecto o dimensión del liderazgo, de conformi-
dad con los postulados paradigmáticos que representa.
Con independencia del enfoque seleccionado, el liderazgo político en
las sociedades occidentales contemporáneas no puede ser separado de la
democracia, ya que es en ella y, por ella, donde este fenómeno se produce y
reproduce de cara a las demandas y requerimientos que le impone el con-
trato social existente. De lo que se inere que, en sociedades autocráticas
buena parte del liderazgo político carece de contenido y existencia au-
noma y se torna tendencialmente en un reejo o reacción a los intereses de
las elites dominantes en el poder, sin vinculación con el verdadero interés
106 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
colectivo que, en cada momento histórico, debe ser descrito e interpreta-
do por el liderazgo político de turno.
No obstante, se recomienda no incurrir en una deicación o cosica-
ción del fenómeno liderazgo, porque no es exclusivamente una estructura
o tipo de autoridad en un sistema político determinado, sino un espacio
simbólico y cultural, en el que se articulan intereses, creencias, paquetes
cognitivos y referentes identitarios que sirven de motor a los procesos po-
líticos democráticos y autoritarios, según sea el caso.
Por su parte en el capítulo II se inere, a la luz de las fuentes disponi-
bles que, el proceso hermenéutico desplegado para interpretar el sentido
y alcance del liderazgo de Jorge Eliécer Gaitán y Álvaro Uribe Vélez, en
relación a su estrategia de comunicación política y sus proyectos políticos
concretos, signicó un recorrido por la historia política contemporánea
de Colombia que permite identicar la conexión entre dos momentos
políticos que, aunque separados por la dimensión temporal, se vinculan
por la dinámica de la violencia y su hilo conductor que trasciende épocas.
En efecto, a raíz del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán emergen los gru-
pos insurgentes que, formados en el Partido Liberal, se convertirían al ca-
lor de las circunstancias concretas que les tocó vivir, en grupos guerrilleros
de extrema izquierda bajo el signo ideológico del pensamiento marxista en
sus variadas escuelas. Más de media centuria después, en las postrimerías
del siglo XX, la violencia desmedida de estos grupos, entre los que desta-
can las FARC-EP y el ELN, crearían las condiciones de posibilidad para la
construcción de un liderazgo fuerte dispuesto a intervenir activamente en
la restitución del orden democrático nacional de ahí, el fenómeno de Álvaro
Uribe Vélez y su discurso de la Seguridad Democrática con todo lo que ello
representa.
Se deduce de esta investigación que el liderazgo político no es, en nin-
gún caso, un elemento metafísico aislado que surge de la nada, por el con-
trario, toda la evidencia disponible indica que germina en razón de las
características distintivas de un contexto o escenario político particular,
y se materializa en la vida y obra de un persona destacado –como Gaitán
y Uribe Vélez–, que tiene la capacidad de interpretar adecuadamente los
107LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
requerimientos del sistema político de su momento, al tiempo que ela-
bora una agenda política de poder que gana legitimidad en la media en
que se socializa y acepta masivamente, mediante una acertada estrategia
de comunicación política, que capta en sus simpatizantes y adeptos un
sentimiento de estar representados en el discurso del líder, lo que implica
que el contenido del discurso se construye sistemáticamente en el recono-
cimiento de los (paquetes cognitivos) de la sociedad y, al mismo tiempo,
logra vincular los afectos y necesidades –hasta ese momento dispersas– de
las personas y grupos de su target en una fuerza política de cambio, que
puede ser revolucionaria o neoconservadora según el caso.
Finalmente, en el último capítulo, se argumenta que en cuanto a los
principales aportes efectuados por ambos liderazgos a la democracia co-
lombiana contemporánea, vale enfatizar para el caso de Gaitán que, con
su impronta logra incluir a los colectivos sociales en las representaciones
de la política como un actor colectivo legítimo, que más allá de su abando-
no por los estamentos políticos tradicionales (liberales y conservadores),
merecía respeto y consideración y, más aun, respuestas especicas en tér-
minos de políticas sociales a sus clamores y urgencias. De hecho, es preci-
samente la denegación a la satisfacción de las necesidades populares lo que
se constituye en el núcleo duro del discurso auto-legitimador de los insur-
gentes de extrema izquierda, que no solo son desacreditados por el poder,
sino, inclusivo exterminados sistemáticamente, lo que genera una guerra
civil por más de medio siglo que se origina con el asesinato de Gaitán.
Por su parte, Uribe Vélez le aporta a la democracia colombiana la re-
conguración de la seguridad pública lo que se tradujo en una nueva era
de mayor conanza de los ciudadanos antes las instituciones encargadas
de la gestión del conicto social y en el país en general, conanza que
también se vería reejada en la comunidad internacional ante Colombia.
uizá uno de los mayores logros de la política de seguridad democrática
fue sin proponérselo, la articulación de las condiciones de posibilidad con
el signicativo debilitamiento bélico de las FARC-EP, para que, en el pos-
terior gobierno de Santos, se concretara los acuerdos de paz de La Haba-
na, suscritos por el gobierno nacional y este grupo guerrillero en el 2016.
GLOSARIO DE TÉRMINOS BÁSICOS
A continuación, se presentan un conjunto de conceptos y categorías de
análisis que son fundamentales en la obra.
Liderazgo político
El liderazgo político nos remite a un fenómeno socio-político, diná-
mico e interrelacional, en el cual un actor individual o colectivo ejerce
un tipo de autoridad en una comunidad o grupo determinado. En este
sentido, Delgado (2004: 7) señala que:
Todo concepto de liderazgo político debe incluir los elementos
constitutivos del mismo, los cuales son: “la trayectoria vital: los ras-
gos personales, el entorno y la situación para el ejercicio para el lide-
razgo político; el pensamiento, proyecto y agenda; los seguidores y
ciudadanos; y la acción política como espacio para la legitimación
del liderazgo político.
Desde su perspectiva, el proceso relacional de estos elementos es el que
genera precisamente la condición de líder, y el liderazgo nos remite entonces
a uno de los fenómenos más destacados del comportamiento político y social.
Por su parte, para Vega (1989: 446) el Liderazgo Político se dene
como:
“(…) La particular relación que se establece dentro de una coyuntura
concreta y dinámica, entre una personalidad y una situación de gru-
po en el cual el objetivo central es la conquista y el control del estado
o de los instrumentos para inuirlo, por parte de ese grupo.
Desde esta perspectiva, el liderazgo político tiene como propósito fun-
damental hacerse con el control del Estado. No obstante, las concepciones
más actuales del liderazgo político no solo lo vinculan al dominio del Es-
tado, sino que van mucho más allá, asignándole el propósito fundamental
110 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
de controlar el sistema político en su totalidad, concepto en el cual el Es-
tado es solo un elemento más en interrelación con muchos otros.
Estilos de liderazgos políticos
Dentro del concepto de liderazgo político convergen como es natural
un conjunto de tipos y modalidades que denen estilos particulares de
liderazgo, claramente diferenciable desde la perspectiva teórica y analí-
tica. Entre los estilos de liderazgo político más trabajados en la literatura
especializada sobre el tema están:
Liderazgo Democrático
Este estilo de liderazgo se caracteriza por propiciar prácticas que forta-
lezcan el mantenimiento y desarrollo de la democracia. Para algunos auto-
res como Villasmil (2013), el liderazgo democrático implica la necesidad
de que los civiles sean el estamento rector del sistema político, por ello se
habla especícamente de un liderazgo civil-democrático.
Liderazgo Autocrático
El liderazgo autocrático es el típico de los gobiernos de fuerzas propios de
las dictaduras y los estados totalitarios. El liderazgo autocrático se caracteriza
por suprimir las libertades propias de la ciudadanía y por congurar un siste-
ma político arbitrario donde no existe espacio para el pensamiento crítico, la
oposición y la disidencia legitima a los actores en el ejercicio del poder. Lógica-
mente este concepto está estrechamente vinculado a, su vez, con las nociones
de caudillismo, personalización de la política y liderazgo carismático.
Liderazgo Carismático
El concepto de liderazgo carismático nos remite a la obra clásica de Max
Weber según la cual existen tres tipos de autoridad a saber: autoridad tradi-
cional, carismática y legal racional, cada uno de los cuales se expresa en un
liderazgo particular que va desde lo más opresivo hasta lo democrático.
“El liderazgo carismático es aquel al que sus seguidores le atribuyen
condiciones y poderes superiores a los de otros dirigentes.
El liderazgo tradicional es aquel que hereda el poder ya sea por cos-
tumbre, por jerarquía o por tradición.
111LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
El liderazgo legal es aquel que asciende al poder por métodos de-
mocráticos o es elegido porque muestra la calidad de experto en la
materia que le compete” (Gestiopolis, 2013: s/p).
Pensamos que en la realidad cotidiana de los procesos políticos no es
posible o, al menos pertinente, encajar estos modelos sin matices y con-
trastes, toda vez que, es común identicar en un líder de claro talante ca-
rismático, por ejemplo, algunos rasgos de liderazgo tradicional o hasta de
liderazgo legal racional, que subsume a su opuesto dialéctico.
Liderazgo Colectivo
Comúnmente el liderazgo como fenómeno histórico-político suele
enmarcarse en una personalidad en concreto. Sin embargo, es de consi-
derar que el liderazgo por su condición de fenómeno relacional no siem-
pre depende de una persona, sino que es ejercido por una colectividad,
aunque la misma esté representada por personas particulares. Piénsese por
ejemplo en el liderazgo que en su momento signicó el partido comunista
en la extinta URSS o, en el liderazgo que en la actualidad posee el partido
comunista chino, en tanto que factor determinante de la vida de ese país.
Desde esta perspectiva, el liderazgo colectivo es en sí mismo un tipo
de liderazgo institucional o corporativo en el cual, la posición de poder
dentro de un sistema político determino la posee la institución en pleno.
El caso colombiano es emblemático de esta situación, por cuanto son las
agrupaciones partidarias de Liberales y Conservadores los que han ocu-
pado los principales espacios de poder de la república desde los inicios
del Estado-nacional y se han instituido, hasta hace poco tiempo, en los
nichos de representación y articulación del interés de las elites políticas y
económica, así como de regiones, grupos y familias.
A grandes rasgos, el liderazgo colectivo se caracteriza por propender en sistemas
políticos normales a la democratización de su estructura de toma de decisiones, ya
que, por su naturaleza distintiva requiere del consenso activo de un conjunto de
personas y redes sociales para su funcionamiento, por eso se opone a los intentos
de personalización radical de la política. A juicio de Villasmil (2003: 63):
“Cuando se habla de liderazgos colectivos nos ceñimos a la idea de Downs
(1973: 94) para quien no solo las personas individuales son líderes, sino
112 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
también los partidos políticos y los grupos de intereses, entre otras organi-
zaciones, en tanto señala: “(…) aquí hablamos de grupos como líderes por-
que los componentes de cada grupo tratan de persuadir a los no miembros
de que actúen de manera favorable al grupo como tal.
En las democracias avanzadas de occidente también se privilegia a las
agrupaciones partidarias como máxima expresión de la sociedad civil or-
ganizada para el acceso al poder. De ahí que, se el partido político el espa-
cio simbólico desde el cual se diseñan los proyecto y programas políticos
que pretenden el mantenimiento o la trasformación del contrato social
existente, según sea el interés del liderazgo de turno.
Caudillismo
El caudillismo es un concepto propio de la historiografía latinoamericana,
utilizado para denir comúnmente a un liderazgo autocrático de tipo militar,
aunque existen muchos ejemplos de caudillos civiles. Según Pizano (2001: 77):
“Los caudillos pueden pensarse como intermediarios militares que
participan en el proceso de denición de los respectivos proyectos
colectivos regionales y nacionales en un contexto en el que las gue-
rras expresan que todo está por fundarse. Con lógicas similares a las
de los intermediarios civiles, los caudillos son actores capaces de de-
nir y canalizar las dinámicas de las demandas sociales en espacios
en el que todo está por repartirse”.
En este orden de ideas el caudillo es una gura decimonónica que
emerge con los procesos de formación de los estados nacionales en Amé-
rica Latina y sus consecuentes conictos entre regiones que no se sentían
representadas por la idea de nación y autoridad centralizada. No obstante,
el fenómeno del caudillismo persiste en la actualidad asociado al cliente-
lismo y al populismo y conserva su dimensión autoritaria y personalista
propia de la política pre-moderna y autocrática.
Personalización de la política
La noción de personalización de la política explica el proceso mediante
el cual un líder político trasciende en su popularidad los apoyos electorales
que posee su agrupación política-partidaria, desarrollando un vínculo directo
con sus simpatizantes y seguidores, en el cual no existe ninguna mediación
113LILIANA CASTAÑO GÓMEZ
institucional. El liderazgo personalizado y la personalización radical o “hiper-
personalización” de la política implica además la tendencia a soslayar y neu-
tralizar las estructuras institucionales por parte de líderes políticos proclives
al populismo o al neo-populismo. Al decir de Barbeito, la personalización de
la política se maniesta sobre tres aéreas principales de la actividad política:
gobierno, partido político y proceso electoral, cuestión que supone:
“(1) Una creciente concentración en manos de los líderes de los re-
cursos de poder dentro del gobierno y dentro de sus partidos; (2) Una
creciente autonomía e iniciativa y autonomía de los líderes a la hora
de tomar decisiones políticas (también lo mismo dentro del gobier-
no que del partido); (3) Una creciente centralidad de los líderes en el
proceso electoral y en la relación con la opinión pública” (2015: 89).
En este sentido, consideramos que el fenómeno de personalización de
la política seria la consecuencia lógica de liderazgos políticos autocráticos,
maniestos en el arquetipo del caudillo latinoamericano; por esta razón,
en la realidad concreta se desdibujan las líneas divisorias entre líder ca-
rismático, personalización de la política y caudillo, ya que los mismos se
maniestan en un proceso concatenado en el cual una cosa lleva a la otra,
sin bordes ni fronteras claras.
Neopopulismo
El neopopulismo es asumido de diferentes formas, tales como: estra-
tegia política, liderazgo, sistema organizativo, ideología y cultura política,
entre otros. Básicamente, surge a raíz de los liderazgos que emergen en
los años 80 en América Latina (Menen, Fujimori, Collor y Abdalá, por
mencionar algunos) que promovieron políticas, realizaron alianzas y ma-
nifestaron inclinaciones ideológicas diferentes de lo que representaba el
populismo clásico. Abad (2012), dene al populismo como una estrategia
política encaminada a desarrollar una relación directa entre el líder y sus
simpatizantes, que se sustenta en su personalidad carismática, la utiliza-
ción de un discurso anti-elitista que apela al imaginario popular y crea
vínculos emocionales en función del ascenso al poder del líder populista.
Por su parte, el neopopulismo o nuevo populismo nos remiten según
el criterio de Abad (2012), a estilos de liderazgos políticos de corte más
114 GAITÁN Y URIBE. LÍDERES POLÍTICOS EN PERSPECTIVA COMPARADA
conservador, patrocinadores de políticas neoliberales que en teoría me-
jorarían las condiciones de vida de ambos sectores de la población en el
marco de la modernización de la política y la economía, como herramien-
ta o estrategia fundamental para superar la pobreza, la inestabilidad y la
debilidad institucional del sistema político. Lo que diferencia al neopo-
pulista del populista clásico es que el segundo deende unos criterios de
justicia social e inclusión menos ambiciosos, diferenciándose a su vez del
populista radical.
Populismo radical (Populismo clásico)
El concepto de populismo radical está asociado al accionar de los go-
biernos de ultraizquierda que desde nales del siglo XX y en la primera
década del siglo XXI han gobernado algunos países de América del Sur
(Venezuela, Bolivia, Argentina y Brasil, entre otros). Según De La Torre
(S/F) el fenómeno de populismo radical surge asociado al descontento
endémico en contextos de fragilidad institucional, deciencias estatales
y una cultura populista que arropa al liderazgo político y la sociedad. Se
expresa: “(…) Como un discurso que produce una profunda polarización
política en dos campos que se enfrentan de manera antagónica y mani-
quea: el pueblo contra la oligarquía” (S/F: 24).
Dentro de los efectos más destacados de este fenómeno está la mo-
vilización de los sectores excluidos del sistema político y la búsqueda de
una democracia participativa que en algunos casos evoca a la democracia
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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL RAFAEL MARÍA BARALT
AUTORIDADES
Lino Morán Beltrán
Rector
Johan Méndez Reyes
Vicerrector Académico
Leonardo Galbán Sthormes
Vicerrecto Administrativo
Victoria Martínez Carvajal
Secretaria rectoral
Publicación digital del Fondo Editorial
UNERMB
Noviembre, 2018
Cabimas, estado Zulia, Venezuela.
Es Psicóloga por la Universidad Simón Bolívar, Especialista
en Desarrollo Organizacional y Procesos Humanos por la
Universidad del Norte, Especialista en Psicología Clínica
por la Universidad del Norte, Magister en Psicología por
la Universidad del Norte y Doctora en Ciencia Política
por Universidad del Zulia. En la actualidad es docente de
la Universidad Simón Bolívar y Universidad Reformada, en
Barranquilla, Colombia.
Lliana Castaño Gómez