El Príncipe
Sinopsis
Maquiavelo ofrece una gramática del poder que sustituye la moral abstracta por el examen de la “verdad efectiva de la cosa”: cómo se adquiere, conserva y pierde un Estado. Distingue principados hereditarios, nuevos y mixtos; analiza las vías de acceso (virtud, fortuna, armas propias o ajenas) y prescribe remedios concretos para pacificar y retener territorios distintos en lengua y costumbres.
El nervio del dominio son siempre “buenas leyes y buenas armas”, con preferencia absoluta por milicias propias frente a mercenarios y auxiliares, cuya fidelidad juzga peligrosa o ruinosa. El príncipe debe vivir para la guerra en tiempos de paz, ordenar sus tropas y conocer el terreno.
En ética política, recomienda prudencia operativa: a veces conviene “saber no ser bueno”, parecer virtuoso más que serlo, y administrar liberalidad y severidad sin incurrir en odio—siendo, llegado el caso, más seguro ser temido que amado, con límites claros (no tocar la hacienda ni el honor de los súbditos).
Advierte contra los aduladores, exige elección rigurosa de ministros y enseña a gestionar conspiraciones mediante reputación y favor popular. Explica la caída de los príncipes italianos por confiar en armas ajenas y por falta de previsión, y delimita el papel de la fortuna: domina “la mitad o poco menos”, pero la otra mitad se opone con virtù y preparación. Cierra con una exhortación a liberar Italia, donde doctrina y programa histórico convergen.
